jueves, 10 de agosto de 2017

NACIDA SOMBRA. Festival de Teatro de Olite


La lucha de la mujer por reivindicar su condición femenina, por ubicarse en el mundo con dignidad, por hacerse un hueco en la sociedad, ha sido (y sigue siendo) una navegación compleja, no exenta de peligros y riesgos, en ocasiones sin rumbo definido o detenida en mitad de un mar en calma sin soplo de aire fresco que empujase las velas... Y a todo eso, debemos sumarle la intervención del enemigo, que siempre que pudo atacó por la espalda, o como una jauría de perros atacando a una presa extraviada, sola y malherida... sin compasión, sin pesar, con toda la crueldad que la cobardía es capaz de albergar para asestar la dentellada definitiva.
Por eso, y para que no se olvide, es necesario reivindicar la memoria de aquellas mujeres que con sus actos, sus gestos y sus gestas, no quiesieron conformarse con lo que para ellas estaba escrito, y decidieron asir ellas mismas tintero y pluma para escribir, de su puño y letra, las líneas maestras que definiesen su propio destino.


Y llegó el último día del Festival de Teatro de Olite tras casi tres semanas de programación cultural de un alto nivel que arroja como resultado, a falta de confirmación oficial por parte de los organizadores, un éxito de crítica respecto de los montajes programados y de público, pues se ha completado el aforo en varios días, y la asistencia media probablemente haya superado  con facilidad el 85% del aforo total, lo que confirma el buen estado de salud del festival, con un núcleo importante de asistentes fieles que apuestan por conseguir los mejores asientos haciendo uso de su abono, así como de un variado público llegado de dierentes rincones de la comunidad foral y de las limítrofes de La Rioja y Aragón, principalmente.
Sobre la base del teatro clásico, si bien la mayoría han sido adaptaciones con estéticas modernas, se han introducido nuevas propuestas basadas en aquellos textos, tomados con mucha libertad pero sin que en ningún momento se perdiese la conexión con la obra madre. Éste es el motivo por el que el festival, que perdió la mitad de su apellido (hasta la anterior edición se llamaba Festival de Teatro Clásico de Olite, y desde la actual pasa a denominarse Festival de Teatro de Olite), renuncia al Clásico como barrera que pone límites al campo, y pretende (al menos esa es la impresión que por sus hechos parece transmitir el director del festival, Luis F. Jiménez) ofertar una nueva dimensión que busca ir más allá de la declamación del verso estricto, ampliar los conceptos y las miradas que permitan acceder, con plenas garantías, a montajes ideados desde una perspectiva más moderna pero en absoluto carentes de interés y apego a los textos más universales. El tiempo dirá si la nueva senda abierta para recorrer es el camino elegido también por un público exigente como es el que acude, año a año, hasta el magnífico escenario que se erige en la trasera del Castillo Palacio de los antiguos Reyes de Navarra.




Como ejemplo que escenificó verdaderamente la apertura de mentalidad dentro del Festival de Olite, nada mejor que acudir a la noche de clausura, donde pudimos asistir a un espectáculo flamenco, muy libre y cargado de emociones y matices, que, sobre la base de unos textos de alguna de las mujeres más importantes de su época, hizo las delicias del público que casi llenó el aforo de La Cava.
Que nadie esperase grandes discursos versificados con la voz; hubo versos, de muy bella factura, que fueron los que salían de aquellos zapatos que se deslizaban sobre la tarima del escenario, que flotaban en el aire y sacudían, impetuosos, sus tacones sobre las tablas para ofrecer un amplio poemario de figuras. Sus vestidos etéreos alzándose en el aire, mecidos por un fresco viento que, sin ser molesto, ceñía las telas a unos cuerpos que, sobre el escenario, parecían los de unas diosas: decididos en su ejecución, sensuales en su pretensión, rítmicos en su definición.

La idea original, nacida de la mente de Álvaro Tato (hombre multidisciplinar que ofrece su talento al arte y a la literatura y es una de las partes fundamentales de la Compañía de Teatro Ron Lalá, a quienes ya pudimos ver en Olite en años anteriores con sus divertidísimas En un lugar del Quijote y Cervantina), que en este caso además se encarga de la dramaturgia de la obra para presentar un montaje bien hilvanado, que no deja lugar al respiro al espectador, saltando de actuación en actuación con la voz en off de una lectora de cartas impersonal llamada Blanca Portillo. La pretensión es acercar al gran público a cuatro mujeres: Santa Teresa de Jesús (mística y diosa de la literatura española), María Zayas (precursora de la literatura feminista, cuya narrativa fue censurada por la Inquisición), Juana Inés de la Cruz (luchadora incansable por el derecho a la educación femenina)  y María Calderón, "la Calderona" (actriz colosal e impactante de gran personalidad que tuvo a sus pies al propietario de un imperio, Felipe IV).

Sobre el escenario, Rafaela Carrasco, Florencia O´Ryan, Carmen Angulo y Paula Comitre se encargan de ponerle rostro y talento a cada una de ellas, de reivindicar su figura, de mostrar su pasión desbordante y de componer preciosísimas danzas que van desde la seguiriya a la bulería, pasando por fandangos, soleás o tarantos. Sorprende por su originalidad y buena resolución la inclusión de un vals y de una cantiña, y conmueve el virtuosismo que demuestran los músicos que acompañan al cuarteto de baile, tanto los guitarristas como los cantaores. Con un final súmamente poético que no desvelaremos, pusieron el broche final a una propuesta muy interesante, que arrancó los aplausos más sinceros de un público que, si bien no estaba muy instruido en el flamenco, disfrutó plenamente del espectáculo.
Es lo que tiene el arte, que no es necesario que intervenga la razón para conmoverse, es un disparo sin intermediarios al corazón, te alcanza, te atrapa, sacude, y ya no te suelta.



COMPAÑÍA

Rafaela Carrasco

DIRECCIÓN
Rafaela Carrasco

BAILE
Rafaela Carrasco, Florencia O´Ryan, Carmen Angulo y Paula Comitre

MÚSICOS
Guitarras: Jesús Torres – Juan Antonio Suárez “Cano”
Cantaores: Antonio Campos – Miguel Ortega


EQUIPO ARTÍSTICO/ TÉCNICO
Idea original y dramaturgia: Álvaro Tato
Voz en off (cartas): Blanca Portillo
Composición musical: Antonio Campos, Jesús Torres, Pablo Suárez
Diseño de escenografía: Carolina González
Diseño de vestuario: Belén de la Quintana
Diseño de iluminación: Gloria Montesinos
Diseño de espacio sonoro: Gabriel Araujo
Maquinaria: Rusti
Sastrería: Pepa Carrasco
Producción ejecutiva: Alejandro Salade
Producción: Rafaela Carrasco 
Distribución: Emilia Yagüe Producciones
Fotos y diseño gráfico: Spectare

Redacción y Fotografía: Santiago Navascués
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

4 comentarios:

  1. Pedazo de festival, la verdad es que me muero de envidia porque ha habido actuaciones para todos los gustos y un final de temporada de lujo. Espero que hayas disfrutado con las obras a las que hayas acudido y gracias por traernos un pedacito de talento y arte. Besos!!

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    1. Hola María!
      Ha sido muy intenso, agotador, pero taaaaaaan satisfactorio!! No podía haber mejor final que un espectáculo de flamenco, pura alma, duende.

      Gracias por habernos acompañado todas estas semanas!!
      Besitos 💋💋💋

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  2. Hola! Menudo espectáculo más completo y fabuloso. Me apunto los nombres de las mujeres para investigarlas. Conozco a Santa Teresa de Jesús y Juana Inés de la Cruz. Me alegro que haya sido un éxito porque se nota el arte y el trabajo que hay detrás. Muy buen post. Un besazo.

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  3. Hola..
    ¡Que genial!
    Mira que sólo una vez he asistido a uno y me ¡ha encantado!
    tengo ganas de ir a más y con esto que muestras uff ni que decirte♥

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