Hay quien piensa que lo peor de la Guerra Civil Española acabó cuando las tropas de Franco entraban triunfales en la ciudad de Cartagena, que el final del enfrentamiento armado constituyó la terminación de todas las acciones desbocadas que se llevaron a cabo bajo el amparo del todo vale.
Nada más alejado de la realidad.
Después de la contienda, miles de personas quedaron expuestas al desamparo, desprotegidas, se encuentraron de un día para otro en tierra de nadie: en el frente, el enemigo festeja la victoria, y en la retaguardia, los líderes ya habían escaparon aprovechando que los otros dormían. Por eso, hubo incontables víctimas que quedaron olvidadas y a las que nunca nadie quiso escuchar.
Hace unos días, moría en su casa Vicente Montejano, uno de los últimos pilotos de la aviación republicana que fue enviado a Rusia para su instrucción. No tuvo ocasión de participar en la contienda porque la guerra finalizó antes de tiempo. Aquel joven, con toda la vida por delante, y junto a otros compañeros, solicitó su regreso a España, pero el sistema soviético tomó su negativa a quedarse en el país como una afrenta. El sistema cuya ideología ellos mismos defendían, les regaló años de gulags, trabajos forzados e indiferencia. Volvería a España muchos años después, casualmente junto a decenas de soldados integrantes de la División Azul, apresados tras el final de la Segunda Guerra Mundial.
Como él, decenas de supervivientes han ido muriendo sin que su voz fuese apenas escuchada, lo que da buena muestra del desinterés de este país hacia sus verdaderos héroes. Es por ello que resulta vital apoyar cualquier iniciativa que nazca con la intención de escuchar el legado de nuestros mayores, de darles soporte para que su memoria no sea olvidada, para que tomemos conciencia de lo extrema que es la vileza humana, como extrema es su capacidad de supervivencia.
Hace unos días, moría en su casa Vicente Montejano, uno de los últimos pilotos de la aviación republicana que fue enviado a Rusia para su instrucción. No tuvo ocasión de participar en la contienda porque la guerra finalizó antes de tiempo. Aquel joven, con toda la vida por delante, y junto a otros compañeros, solicitó su regreso a España, pero el sistema soviético tomó su negativa a quedarse en el país como una afrenta. El sistema cuya ideología ellos mismos defendían, les regaló años de gulags, trabajos forzados e indiferencia. Volvería a España muchos años después, casualmente junto a decenas de soldados integrantes de la División Azul, apresados tras el final de la Segunda Guerra Mundial.
Como él, decenas de supervivientes han ido muriendo sin que su voz fuese apenas escuchada, lo que da buena muestra del desinterés de este país hacia sus verdaderos héroes. Es por ello que resulta vital apoyar cualquier iniciativa que nazca con la intención de escuchar el legado de nuestros mayores, de darles soporte para que su memoria no sea olvidada, para que tomemos conciencia de lo extrema que es la vileza humana, como extrema es su capacidad de supervivencia.
Atrapados. Guerra Civil y Represión. Hablan las víctimas de Franco. Así se titula una obra necesaria que coloca ante los ojos de los lectores un conjunto de entrevistas realizadas a personas que padecieron los horrores de la Guerra Civil española, bien porque combatieron en primera fila, bien porque realizaban labores en la retaguardia, o bien porque, aún siendo unos niños, sufrieron sus consecuencias de una manera cruel y descarnada.
Montserrat Llor, una periodista catalana comprometida con la suerte de los que padecieron las consecuencias de la derrota, ha dedicado varios de sus años a estudiar muy a fondo el contexto social de la Guerra Civil y lo que supuso, para los hombres y mujeres que permanecieron fieles al gobierno legal de la República, la victoria de los rebeldes golpistas. Fruto de esos años de investigación, y de recorrer toda España en busca de memorias vivas que narrasen en primera persona lo que tuvieron que vivir en sus propias carnes, surge este obra de divulgación que busca continuar con la labor de poner voz a los pocos que hoy, más de ochenta años después, viven para recordarlo; para que nadie olvide lo que sufrieron; para que nunca más vuelva a ocurrir algo semejante.
La obra se divide en tres partes: Tierra, Mar y Aire, y en cada una de ellas encontramos varios relatos de supervivientes unidos por un nexo común.
En la primera parte podemos encontrar ejemplos muy variados de personas que lucharon a ras de tierra, que fueron detenidos, encarcelados, algunos condenados a muerte, todos acabaron con sus cuerpos en las lúgubres cárceles franquistas: desde maquis que tuvieron que echarse al monte para sobrevivir al tiempo que soñaban con una salida victoriosa, hasta a mujeres que tuvieron que ejercer de enlaces en la sombra o milicianas que combatieron directamente en el frente. Todos luchaban por una causa que creían justa, pero las mujeres republicanas, además, luchaban por alcanzar esa paridad con el hombre: por primera vez habían probado el sabor de una política que no las relegaba ni las sometía, si no que les guardaba un lugar preeminente y equidistante del hombre.
En Mar, la autora nos acerca hasta aquellos niños de la guerra que fueron enviados a la Unión Soviética para escapar de un conflicto, pero que poco después se encontrarían allí con la mayor contienda de la historia: la Segunda Guerra Mundial. Desde los puestos españoles, zarparon algunos barcos con destino al país que abanderaba el comunismo. Allí encontraron al principio la paz y los cuidados que necesitaban sus menudos cuerpos, pero poco después, aquellas lejanísimas tierras, se convirtieron en un horrible infierno en el que no les quedó otra que tratar de sobrevivir. Algunos de ellos lucharon en el frente, otros ayudaron en la retaguardia, pero todos, de un modo u otro, participaron de manera activa en un intento de ayudar a las gentes que les habían dado cobijo. No obstante, no todo fue positivo, y en esas páginas descubriremos el lado oscuro de los soviets.
En la parte titulada Aire podemos encontrar las voces de algunos de los actores principales del ejército republicano que participó en el conflicto sobrevolando los cielos españoles (jóvenes pilotos formados en la Unión Soviética o fotógrafos aéreos) o los mecánicos que garantizaban que aquellos primitivos aparatos se enfrentasen al enemigo por el dominio del aire.
Editorial Crítica sigue demostrando su compromiso con nuestra más reciente Historia, apostando por obras que siguen aportando nuevos datos de un período silenciado de nuestra historia, y por escritoras como Montserrat Llor, capaces de empatizar tanto con los protagonistas como para conseguir la confianza suficiente para que esos antiguos recuerdos guardados en lo más profundo de sus mentes, por miedo o por dolor, afloren de nuevo para conocer nuestro pasado y las consecuencias fruto de la locura.
Una lectura totalmente recomendable frente al olvido.
Montserrat Llor, una periodista catalana comprometida con la suerte de los que padecieron las consecuencias de la derrota, ha dedicado varios de sus años a estudiar muy a fondo el contexto social de la Guerra Civil y lo que supuso, para los hombres y mujeres que permanecieron fieles al gobierno legal de la República, la victoria de los rebeldes golpistas. Fruto de esos años de investigación, y de recorrer toda España en busca de memorias vivas que narrasen en primera persona lo que tuvieron que vivir en sus propias carnes, surge este obra de divulgación que busca continuar con la labor de poner voz a los pocos que hoy, más de ochenta años después, viven para recordarlo; para que nadie olvide lo que sufrieron; para que nunca más vuelva a ocurrir algo semejante.
La obra se divide en tres partes: Tierra, Mar y Aire, y en cada una de ellas encontramos varios relatos de supervivientes unidos por un nexo común.
En la primera parte podemos encontrar ejemplos muy variados de personas que lucharon a ras de tierra, que fueron detenidos, encarcelados, algunos condenados a muerte, todos acabaron con sus cuerpos en las lúgubres cárceles franquistas: desde maquis que tuvieron que echarse al monte para sobrevivir al tiempo que soñaban con una salida victoriosa, hasta a mujeres que tuvieron que ejercer de enlaces en la sombra o milicianas que combatieron directamente en el frente. Todos luchaban por una causa que creían justa, pero las mujeres republicanas, además, luchaban por alcanzar esa paridad con el hombre: por primera vez habían probado el sabor de una política que no las relegaba ni las sometía, si no que les guardaba un lugar preeminente y equidistante del hombre.
En Mar, la autora nos acerca hasta aquellos niños de la guerra que fueron enviados a la Unión Soviética para escapar de un conflicto, pero que poco después se encontrarían allí con la mayor contienda de la historia: la Segunda Guerra Mundial. Desde los puestos españoles, zarparon algunos barcos con destino al país que abanderaba el comunismo. Allí encontraron al principio la paz y los cuidados que necesitaban sus menudos cuerpos, pero poco después, aquellas lejanísimas tierras, se convirtieron en un horrible infierno en el que no les quedó otra que tratar de sobrevivir. Algunos de ellos lucharon en el frente, otros ayudaron en la retaguardia, pero todos, de un modo u otro, participaron de manera activa en un intento de ayudar a las gentes que les habían dado cobijo. No obstante, no todo fue positivo, y en esas páginas descubriremos el lado oscuro de los soviets.
En la parte titulada Aire podemos encontrar las voces de algunos de los actores principales del ejército republicano que participó en el conflicto sobrevolando los cielos españoles (jóvenes pilotos formados en la Unión Soviética o fotógrafos aéreos) o los mecánicos que garantizaban que aquellos primitivos aparatos se enfrentasen al enemigo por el dominio del aire.
Editorial Crítica sigue demostrando su compromiso con nuestra más reciente Historia, apostando por obras que siguen aportando nuevos datos de un período silenciado de nuestra historia, y por escritoras como Montserrat Llor, capaces de empatizar tanto con los protagonistas como para conseguir la confianza suficiente para que esos antiguos recuerdos guardados en lo más profundo de sus mentes, por miedo o por dolor, afloren de nuevo para conocer nuestro pasado y las consecuencias fruto de la locura.
Una lectura totalmente recomendable frente al olvido.
ATRAPADOS. GUERRA CIVIL Y REPRESIÓN.
HABLAN LAS VÍCTIMAS DE FRANCO
Montserrat Llor
ISBN: 9788498929409
Para adquirir el libro, pinchad Aquí
Una Reseña de Santiago Navascués
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
Pues me parece que esté libro es de lo que hay que leer de manera ineludible. Me lo llevo apuntado.
ResponderEliminarUn beso
Estoy contigo Inés, hay que leerlo si o si, debemos conocer lo qué paso aún a pesar de que estemos condenados a repetirlo...
EliminarUn beso
Yolanda.
Pues me ha llamado la atención!!!
ResponderEliminarLa vida real siempre supera a la realidad.
EliminarUn besito.
Me gusta mucho saber sobre esa época, me parece una lectura muy interesante :)
ResponderEliminarBesos!
Un episodio terrible de nuestra historia, pero a mi también me gusta adentrarme en ella.
EliminarUn beso.
Ufff, salgo por patas cada vez que me encuentro con un ensayo que se centra en esta época de nuestra historia. Se que me equivoco porque siempre es bueno conocer los hechos para evitar cometer los mismos errores. pero es que no me apasiona nada este episodio histórico. Besos
ResponderEliminarYo lo ha vivido muy de cerca, mi abuelo paterno luchó del lado de la República, coincidió con La Pasionaria, mi bisabuelo fue fusilado...y sobrevivió, luego fue a la cárcel, y murió anciano en su casa, llegué a conocer a un maquis....ya ves, me toca de lleno.
EliminarUn besito.
¡Hola guapísima!
ResponderEliminarUf yo con estos libros no puedo. Primero porque no me gusta la historia y no leo nada de este tipo y segundo porque no creo que pudiese leer una realidad tan cruda, soy muy sensible y esas cosas no las aguanto :(
¡Besitos sonámbulos! ★🌙
Hola boniqueta!! Creo que la Historia o despierta grandes pasiones o aburre sin remisión, en mi caso La Guerra Civil me apasiona.
ResponderEliminarUn besito.