miércoles, 1 de junio de 2016

ORÁN YA NO TE QUIERE, de Carlos Erice



Un perdedor es alguien que ha convivido con el fracaso; una persona caída del alambre sobre el que se camina para darle continuidad a la vida, merced a los caprichos de un destino que no le quiso colocar una red que le salvase del golpe seguro que aguardaba bajo sus pies. El mundo está lleno de ellos, de perdedores, porque de manera inexorable también contiene ganadores, que son los que, en cierto modo, conocen el lado luminoso del asunto.
Muchos piensan que los vencedores son siempre héroes por saber imponerse al que fue su enemigo, doblegarlo y someterlo a su voluntad, que suele ser violenta y voraz… y sin embargo, nada tiene sentido si en tu victoria no siembras la clemencia. Por el contrario, asumir el fracaso es un hecho profundamente heroico, es la épica de la lucha interior por levantarse, encontrar un motivo que no te haga claudicar aún cuando ha claudicado, de manera forzada, el orgullo y la dignidad.
Todavía hoy existen los últimos supervivientes de una generación de supervivientes de la vida más dura y cruel que el pasado siglo ideó para los hombres. Hombres de otro tiempo, formados al modo del siglo XIX, en el que el trabajo era sinónimo de músculo, sudor y horarios de sol a sol. Hubo unos muchachos, en España, que se hicieron hombres en el campo de batalla, que enjuagaban sus lágrimas forjadas por el miedo en una sombría pátina, mezcla de barro y sangre; barro de un campo de batalla que antes había sido de labranza y vida, en el que entonces arrojaba una cosecha de muerte y sangre de una generación que se desangraba, sus pechos abiertos por el plomo y la metralla, sin que apenas comenzase a vivir. Algunos de aquellos sobrevivieron a la guerra.
Sobrevivir a una guerra es tanto como morir en vida, pues vivir una vida que no deseas, obligado, humillado y proscrito, debe ser lo más cercano a la muerte; porque si además tienes que abandonar tu tierra para vivir allí donde te dejen, y hacerlo en las condiciones que te permitan, seguramente querrás volver a la guerra una vez más, ya que al menos será un infierno conocido en el que conoces cuál es tu sitio y que de tí depende la defensa de los escasos metros cuadrados que te separan de tu compañero de trinchera.
De uno de aquellos supervivientes nos habla Carlos Erice en su última novela, Orán ya no te quiere, publicada en un formato muy atractivo por Traspiés, y que además sirve para inaugurar una colección que busca darle un espacio propio al género de suspense dentro de la editorial.
La novela tiene dos personajes importantes en torno a los que giran las distintas tramas que dibuja el autor. Por una parte encontramos a Leire, una chica joven, desenfadada, camarera en un bar en lo viejo de Pamplona y que hace lo que puede esperarse de una chica de su edad: divertirse, salir con las amigas, ganar unas pelas para pagar sus gastos y conocer a algún chico que, por fin, sea quien de una vez por todas le llene por completo, cansada de encontrarse con tíos que no merecen la pena.Por otra parte encontramos a Medhi, un joven argelino llegado a España hace varios años, atractivo y reservado, que vive en un piso compartido con varios magrebíes, también en Pamplona, y que frecuenta el bar en el que trabaja Leire. Ambos son dos secundarios de lujo que, cada uno de ellos con sus matices y sus demonios, confluyen en el protagonista, Peio (abuelo de Leire). Infiltrándonos en sus recuerdos, accedemos al segundo tercio del siglo XX a través de los ojos de un hombre que, como tantos otros, vieron pasar los mejores años de su vida mientras trataban de huir de la muerte. Superviviente de la Guerra Civil Española, exhiliado en Argelia tras embarcarse en el Stanbrook (uno de los últimos buques que salvaron de la muerte a los republicanos que se agolpaban en el puerto de Valencia), alistado en la Legión Extranjera francesa para combatir en la liberación de París… Acabará formando una familia en Orán, donde comenzará a vivir un espejismo de años tranquilos y dulces hasta que las primeras revoluciones por la independencia del país le vuelvan a recordar que su destino siempre jugará con él al gato y al ratón; a pesar de ser un experto en el juego, de interpretar como nadie el papel del roedor, llegará a plantearse si merece la pena subirse una vez más al escenario...
Desde el punto de vista técnico, el escritor pamplonés presenta una novela con varias figuras narrativas: un narrador omnisciente que sobrevuela los pensamientos y acciones de cada uno de los personajes, y una narración de los sentimientos más descarnados y vivos de Leire contados por ella a su propio diario. Lo que se inicia como un juego post-adolescente, va adquiriendo una cualidad terapéutica, y gracias a ese efecto purificador que implica volcar tus propios pensamientos en un papel, la joven va mostrando lo que siente en cada momento: su relación con sus padres, la muerte de su abuela, la atracción que siente hacia uno de los clientes de su curro, el maremágnum de sensaciones al ir desentrañando el pasado de su abuelo Peio… Con este método, Carlos Erice consigue una lectura cómoda y ágil, nada pesada, que permite al lector ir avanzando con buen ritmo página a página, y darle credibilidad y fondo a sus personajes.
La novela está salpicada por reflexiones que van más allá del tema principal de la novela. Además, permite conocer la ciudad de Pamplona a pie de calle, ya que el autor hace hincapié en describir con minuciosidad la vida, costumbres y calles de la capital navarra,  estableciendo un paralelismo entre la Pamplona que conoció Peio cuando era joven con respecto de la ciudad que busca abrirse a la modernidad en la que vive su nieta.
El autor le plantea al lector dudas a medida que va ofreciéndole información. La novela, en sí misma, es un canto a la supervivencia y a la capacidad de superación del hombre aún enfrentándose a las peores situaciones; es un homenaje a esos hombres y mujeres de otro tiempo a los que hoy, conociendo las vicisitudes por las que tuvieron que pasar, sólo resta rendirles respeto y admiración por el coraje demostrado al aferrarse a la vida aunque esta duela; pero, también, es una reflexión ante el lado oscuro del alma humana y su comportamiento, sobre la legitimidad que pueda tener el acostumbrado perdedor a sentirse ganador, de probar el sabor de la victoria por una vez, al precio que sea…
Orán ya no te quiere, una interesantísima novela que nos permite descubrir a este autor navarro, y que aúna un estilo literario atractivo, una narración honesta y sin trampas hacia el lector, y la oportunidad de descubrir las vidas silenciadas de los que podrían haber sido nuestros tíos, nuestros abuelos; de conocer un pasado tan cercano como desconocido, de la imperiosa necesidad de deshacerse de los prejuicios de una sociedad hipócrita que juzga sin conocer, que sentencia sin preocuparse de saber qué motiva a una persona a actuar de un modo concreto y no de otro: de alistarse o no en un ejército, de emigrar o no a otro país, de permanecer o no junto a la persona que amas.


ORÁN YA NO TE QUIERE
Carlos Erice

Ediciones B


ISBN: 9788494450310





Puedes adquirirlo, aquí



Una reseña de Santiago Navascués



©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

2 comentarios:

  1. Me encantan tus reseñas, demuestras una profundidad de pensamiento y una gran calidad de lenguaje que casi son pequeña obras maestras. La novela tiene buena pinta, aunque con tantas como tengo en espera quizá esta no me haya llamado tanto la atención. Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias una vez más, a mi me encanta verte por aquí, y por supuesto leerte en tu blog.
      Es una buena novela, la verdad, pero tienes razón, hay tantas a la espera que se hace difícil.

      Un abrazo!!!

      Eliminar