"Érase una vez, un reino más allá de la niebla, el volcán y el mar de sal. Un reino de fantásticos seres voladores, cuya reina moraba en su verde palacio, sobre la copa del árbol más antiguo, alto y bello del bosque. Tenía la reina a su servicio una cohorte de relucientes luciérnagas, y gustaban estas de jugar junto a su Señora a ver cual de todas ellas era empujada por el viento con más fuerza, para volar sin batir las alas y llegar tan lejos como pudieran sin cansarse en el intento.
La Reina Volatina, que así se llamaba, gustaba de ver felices a sus luminosas amigas, e inventaba solo para ellas decenas de voladores juegos y volátiles premios: ahora una medalla de humo rosa para la más bonita, ora una tiara de rocío y perlas de blanca nube para la más elegante, otrora docenas de buñuelos de viento para la más rápida...
...lucía la Reina brillante traje de tela de araña, pomposa diadema de dorados piñones y cubría sus regordeta figura con hojas de parra. No tenía piernas Volatina, y en su lugar le crecían lilas campanillas y redondos bulbos de tulipanes...
Érase una vez un reino de aire, de nubes y pequeños globos de brillantes colores."
(Volatina y el Reino de aire. Cuentos Redondos)
Me apasionan los cachivaches, no puedo evitarlo. Refitolear por desvanes, buhardillas, cámaras y viejas cajas y cajones, es para mi uno de los mayores placeres que existen; hubo un tiempo de bonanza en que pasaba los días recorriendo anticuarios, almonedas, rastros y mercadillos de trastos viejos, nunca buscaba nada, pero los armatostes acaban encontrándome a mi y raro era el día que no volvía con mi conquista -o conquistador- a casa. Siento atracción sin igual por libros antiguos, legajos, cuadernos, diarios y colecciono con pasión cajas, cofres y maletines; y es que las cajas son mi perdición: metálicas, de madera, de cartón, hasta de piedra, deme usted una caja vacía y soy más feliz que un gato en un cajón. Claro que también enloquezco con los muebles antiguos, sobre todo los escritorios y que además tengan muchos cajones, pero como he dicho antes, aquellos eran tiempos de bonanza y ahora he de conformarme con objetos más pequeños y "menos caros"...pero no olvidaré nunca el día en que tras horas y horas recorriendo un mercadillo de antigüedades, encontré un precioso mueble de farmacia del siglo XIX cuya madera estaba pintada por llamativos colores, aunque lo mejor de la pieza eran la cantidad de pequeños cajones que la componían. Imposible adquirirlo, el precio era desorbitado y el dueño no estaba dispuesto a bajar ni una peseta, pero sin embargo sí vendía por separado las cajitas que había dentro de aquellos cajones y los tarros de hierbas que acompañaban el mueble. Aquellos cajas aún olían a botica, era un olor penetrante, intenso, en algunos casos hacía estornudar ¡Eran maravillosos! y ya estaba a punto de elegir una de esas cajas en cuya tapa rezaba: Caléndula, cuando me llamó la atención un cajoncito en el margen izquierdo, de color vainilla y con un dibujo de lo que parecía un querubín o un bebé rollizo. Lo abrí -costó hacerlo porque estaba encajado- y dentro había un trozo de tela amarillento que envolvía una figura de trapo con cuerpo redondo y relleno de lo que luego supe que eran bolitas de amapola; era un ángel, vestido con túnica de terciopelo algo amarilla y bordes dorados, en sus manos llevaba un libro diminuto. Nos conquistamos mutuamente y no paré hasta que fue mío, solo mío.
Colgado en un rincón de mi habitación, se mueve solo sin motivo aparente, girando en ocasiones en círculo y en otras de derecha a izquierda, e igual que comienza a girar, se detiene. Y os aseguro que pesa lo suficiente como para que ninguna corriente de aire lo mueva...
EL LIBRO.
Fernando Figueroa nos acerca de nuevo al maravilloso y mágico mundo de las mujeres-globo, una nueva obra que hará las delicias de seguidores y despertará
la curiosidad de los neófitos en el tema. El Glomorio de Fray Liborio llega a nosotros tras varios siglos de retraso pues es icono de la literatura mágica tanto francesa como universal, y es que perdido en la memoria de los tiempos, nos llega cuando nos tenía que llegar, cuando más lo necesitamos. Con él revolotearemos por el prodigioso universo de las pompinas, seres aéreos cuyos antiguos y herméticos dones han conducido al hombre desde tiempos inmemoriales: secretos rituales, concienzudas ceremonias, conjuros e invocaciones que nos ayudarán a contactar con ellas y conseguir su amparo y protección, siempre y cuando seamos personas honestas y amantes de la naturaleza y los seres que en ella habitan.
Un compendio de magia libre de paja y fielmente cribado y repasado para ofrecernos a los hombres y mujeres del siglo XXI el secreto escrupulosamente guardado por estos magníficos y bondadosos seres que son las pompinas.
¿Estás preparado para recibir tan prodigioso regalo?
LA OPINIÓN DEL GATO.
Después de tanto hablar y leer sobre las pompinas, ya creíamos saberlo todo de ellas; hemos conocido de su existencia de primera mano a través de los testimonios de tantas y tantas personas que se encontraron con ellas en algún momento de sus vidas, hemos disfrutado de sus aventuras y hasta hemos sufrido cuando las hemos visto en peligro o siendo utilizadas por mentes perversas y corazones oscuros. Hemos sabido que tuvieron tanto defensores como detractores, también han llegado hasta nosotros ensayos sobre su existencia, sus costumbres, sus manías, hemos vivido junto a ellas sus momentos de apogeo en la Historia y sus horas bajas, casi llegando al olvido de no ser por estos cuatro libros sobre ellas que a modo de regalo nos ha hecho el autor de los mismos, Fernando Figueroa Saavedra, y lo mejor de todo hasta la fecha ¡Hemos podido ver imágenes de muchas de ellas! -adoro a Mascarpona y Lady Gothuna- y es que estos pequeños globitos todo aire, alma y risa, nos han conquistado y se han instalado en nuestros corazones, y es que conocerlas es quererlas; difícilmente podremos a partir de ahora no ver un globo, una pompa, una esfera, y no pensar en ellas.
Pero faltaba algo. Se nos han abierto las puertas a un secreto ancestral, se nos ha descubierto un misterio milenario, hemos sentido que la magia sigue tan viva
como siempre y que no hay nada ni nadie en este mundo que pueda impedirnos soñar y conectar con aquellos seres que un día fueron parte tan importante de la vida como el ser humano; si, se nos han abierto los ojos y se nos ha cerrado el ombligo. No estamos solos ni lo hemos estado nunca. Pero nos falta volver a conectar con esa otra parte del universo: el que no se aprecia con los ojos de ver, si no con los de sentir.
En esta última entrega sobre las Mujeres-globo, Figueroa Saavedra nos revela el mayor y mejor guardado secreto de estos maravillosos seres y de los pocos humanos que lo conocen: como contactar con ellas y recibir su protección y ayuda. Y es que no podía ser de otra manera, tenía que ser ahora y no antes, había que esperar el momento adecuado en el que nuestras mentes estuvieran listas para entender la importancia de lo revelado y supiéramos agradecer el don que se nos estaba entregando: El libro de la magia Pompínica, una guía de conjuros, sortilegios, rituales, palabras mágicas y enigmáticos signos.
He disfrutado mucho con la lectura de estos cuatro libros, y este en especial ha sido muy divertido, un fin de fiesta literario en toda regla; nunca había leído nada parecido hasta entonces, y me refiero a la obra completa, pues ha resultado en su totalidad un "soplo de aire fresco" en mis rutinas literarias.
No me queda más que decir de Fernando Figueroa, al igual que un día dijeron de Elvis Presley: le estábamos esperando y llegó en el momento adecuado, todo lo anterior, nos preparó para su llegada.
GLOMORIO DE FRAY LIBORIO
Frère Leboire d'Arles
(Fernando Figueroa Saavedra)
ISBN: 978-84-608-6168-3
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Imágenes y texto: ©Yolanda
T. Villar
Una Reseña de Yolanda T. Villar
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RESERVADOS
Yo sólo he leído el primero, todavía me quedan bastantes historias que descubrir de estos seres tan simpáticos.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
He leído los dos primeros y me encantaron, no sabía que había dos más. Son como una joya ¿Verdad? Le diré a mi hija que están disponibles me los regaló ella.
ResponderEliminarAbrazos