miércoles, 17 de febrero de 2016

JUEGOS DE CLOACA, de Jon Arretxe

 Portada del libro en español

Cuando un hombre negro toca fondo, su razón hiberna y se entrega a un profundo letargo en el que sólo los recuerdos de su actividad permanecen vivos; igual que le sucede a un hombre blanco. El destino, si es que existe, no hace examen ni distingos del color de la piel. ¿Qué le queda a un hombre abandonado por la razón? No le queda más que sus instintos más primitivos, su animalidad, su naturaleza más desnuda y descarnada… La mente pierde el control, las reacciones se extreman, los actos fluyen con la fuerza de un torrente de agua sin un cauce que lo guíe, y ésto, antes o después, causa destrozos de consecuencias insondables… Algunos reparables. Otros no.
Quien haya leído Sombras de la nada, de Jon Arretxe, la anterior entrega de la saga y que constituía la tercera parte del universo que narra la vida del negro Touré en la Pequeña África, comprenderá con facilidad de lo que hablamos. Tanto para ellos como para los que aún no hayan leído esa novela, lo que sigue nos introduce en Juegos de cloaca, la última propuesta del autor.

Desde su creación, siempre hemos creído que el tren ha acercado pueblos, ciudades e incluso países. Sin embargo, en ocasiones, su infraestructura ejerce de barrera artificial entre personas, separando a los habitantes de una misma ciudad. En Bilbao, la distancia que separa a los ricos de los pobres es la suma de las anchuras de los distintos andenes y vías de la Estación de Abando, lengua de hierro y granito que se adentra en las entrañas de la ciudad del Nervión. Es curioso que un invento ideado para unir, separe… Al otro lado de las vías, el Barrio de San Francisco es uno de esos lugares que los que los guías turísticos nunca incluirán en sus paseos, paraguas en alto, para enseñar a los visitantes por la delincuencia que impera en las calles de la Pequeña África. Por eso, y por el abandono político y social, y por el trasiego de drogas, prostitutas, vidas, chatarras y cualquier otra cosa susceptible de negocio con su comercio, en el barrio sólo habita quien no tiene medios para abandonarlo.
Hay en San Francisco un burkinés llamado Touré que, antes de que su vida dejase de tener sentido, sobrevivía como uno más, sin heroicidades ni vergüenzas, jugando con el azar día a día y empeñando en cada partida el valor que, para alguien como él, representa despertarse una vez más bajo un techo. Desde entonces se abandona a sí mismo, se aparta de los pocos amigos que le quedan y toma una serie de decisiones que concluirán con su expulsión de España a Malí.
Una vez allí, y apoyándose en un amigo de su compañero de piso en la Pequeña África, se reencontrará con el África real, la tierra de sus antepasados y de sí mismo, y la descubrirá para nosotros con los ojos de un blanco, pues, aunque negro, Touré ya no es aquel que salió de su Gorom-Gorom dejando atrás familia, recuerdos, vida, penurias e hijos, para embarcarse rumbo al Edén de marfil sobre torres de ladrillo y acero que todos los hombres de su pueblo, que se preciasen de serlo, trataban de alcanzar. Así, comprenderemos que, en África, el metrónomo que marca el transcurrir del tiempo de los hombres lleva una cadencia mucho más pausada que en Europa; que la mujer es un ser humano de saldo socialmente aceptado; que allí, ser anciano aún te procura bondades; que la corrupción, en lugar de ser reprobada, es una anfitriona a quién agasajar en cada hogar que tiene la fortuna de recibir su visita; que la vida de un ser humano ni siquiera vale lo que un mal polvo con una mujer blanca en un burdel a las afueras de Bamako; que si tienes los arrestos de que te echen los cauris y  te auguran un mal futuro, no será aquel el lugar más seguro para escapar a tu destino.
Y entre tanto, en la Pequeña África, el Gran Hermano policial que todo lo ve, sintiéndose el sheriff del Condado y sabiéndose dueño de la situación sobre tanta chusma, sigue controlando los movimientos que se dan en el barrio de San Francisco, buscando focos de delincuencia, supervisando las actividades que se dan en los locutorios árabes, en las tascas africanas, en los badulakes asiáticos… a la espera de ese nuevo delito que obligue a enchironar o deportar a todos esos malnacidos que únicamente llegan a Europa a disfrutar de los beneficios y los derechos del Viejo Continente, porque todos ellos no saben hacer otra cosa que robar, drogarse o prostituirse.
Esta novela es un magnífico ejemplo de cómo tejer una historia partiendo de un inicio impactante que toda novela negra debe tener; de cómo mantener el interés del lector durante una trama que pasa del retrato de costumbres a un verdadero trhiller siniestro que produce una intensa y emocionante lectura; y, por encima de todo lo anterior, de cómo conseguir un modelo atemporal que pueda servir como ejemplo para resolver el  desenlace de una novela a unos hipotéticos alumnos de alguna clase de literatura en los próximos años (si es que los gobiernos todavía no la han desterrado de las aulas porque el estudio de las artes y la cultura no tienen salida  inmediata en el tejido productivo).
Con Juegos de cloaca, Jon Arretxe se supera a sí mismo y deja en entredicho esa ley no escrita que circula en la actualidad en muchas editoriales que relacionan el volumen de un libro con su calidad literaria, que es algo tan disparatado como creer que la máxima expresión gastronómica la encontrarás en un buffet libre. En apenas dos centenares de páginas y con un estilo característico pero con más oficio, el autor hilvana, una vez más, una historia cruda que golpea conciencias a golpe de machete, dejando un denso rastro de reflexiones, voces silenciadas y sangre tibia.
Mención especial para la editorial Erein, que continúa con una apuesta decidida por la novela negra de calidad, y sus últimos lanzamientos así lo ponen de manifiesto. La Colección Cosecha Roja crece a buen ritmo, sin aturullos, sin obsesionarse con poner a la venta varios títulos del género sólo por el mero hecho de encontrarse de moda, sino cuidando y seleccionando, con pasión de alquimista, las historias que finalmente verán la luz. Aún así el éxito no está asegurado, pero no cabe duda que estará mucho más cerca. Juegos de cloaca es el más reciente ejemplo de ello y, posiblemente, uno de los mejores hasta la fecha.


JUEGOS DE CLOACA

de Jon Arretxe

Colección Cosecha Roja


ISBN 978-84-9109-052-6



Puedes adquirirlo en papel, aquí
 


Una reseña de Santiago Navascués 
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