Pocos días antes de comenzar la lectura de la última novela
de Lucía Herrero, zapeaba sin ton ni
son una tarde –vamos lo que viene siendo un zapeo al uso− al acabar de
comer, buscando algo lo minimamente interesante para no sucumbir a la modorra
que da una buena comida y el calorcito de la calefacción; di con un documental
sobre el Serengueti, de esos en el que manadas de leones o hienas, y algún que
otro gran felino en solitario, andan a la caza y captura –como grandes
depredadores que son− de algún inocente, frágil y despistado herbívoro. Es la ley de la selva, la del más fuerte, es
ley de vida.
Todos sabemos cómo va a acabar el documental, no hay lugar
para las sorpresas y los finales felices, y aún así, no me gusta verlos;
llamadme floja, débil, pusilánime, ingenua, lo que queráis, pero ver como una
gran depredador destroza entre sus
fauces a un animalito indefenso, por muy ley de vida que sea, no me gusta nada.
Es como recordarte continuamente que nunca serás más de lo que eres, pues si
has nacido hervíboro, siempre habrá un depredador dispuesto a saltarte a la
yugular…y no podrás evitarlo y mucho menos, salir indemne. Y esta
rotundidad no me gusta nada, no soy capaz de aceptarla sin más. Pero había una
leona algo inadaptada, una cazadora solitaria y con malas pulgas hacia el resto
de la manada, tan fiera y agresiva que era una amenaza incluso para los de su
propia especie; de pronto, se encuentran con una manada de gacelas, las leonas
comienzan su ataque en grupo y al final consiguen su pieza.
La leona solitaria,
sin embargo emprende su ataque en solitario, aprovechando la confusión y
dispersión de las gacelas, y prácticamente, una de ellas se lanza a sus fauces
en su ciega huida de la manada de leonas.
Con la tripa llena y tumbada baja una acacia, dormita
tranquila cuando una cría de gacela perdida y asustada se acerca peligrosamente hasta
ella; la cría, extraviada y desorientada se queda a penas a unos metros del
gran felino. Esta, tras unos segundos de perplejidad ante la inesperada visita
del herbívoro, levanta un poco la cabeza y arrastrándose sigilosamente se
acerca a la gacela y comienza a olfatearla mientras la pequeña no deja de
emitir esos extraños gruñidos, mezcla de carraspeo y balido ahogado, gruñidos
que atraen al resto de la manada de leonas…
DEPREDEDADOR de Lucía Herrero
Un par de días después comencé con la lectura de la novela
de Lucía Herrero; la verdad es que
hacía poco que había leído su anterior trabajo, y todavía recordaba
perfectamente tanto la historia como los personajes. Así que cuando leí la
primera página pensé ¡Vaya! me recuerda a la anterior, amigas de fiesta, chica
guapa, chico guapo, copas, desinhibición, miradas que se encuentran, cuerpos
que se rozan…pero seguí leyendo, al fin y al cabo una sola página no hace
capítulo. Y efectivamente, unas cuantas páginas después no solo me había metido
de lleno en la trama, si no que había encontrado suficientes diferencias con la
novela anterior, bastantes como para seguir leyendo sin acordarme ya de la
historia anterior.
Una de las cosas que primero marcan la diferencia, es que
la acción comienza casi inmediatamente, no sabemos el nombre de la protagonista
cuando el lector ya está sumido en un juego de caza trepidante, un acoso y
derribo demoledor, sin apenas acecho,
pues el cazador tiene claro cuál es su presa y esta, al no ver venir a su
carnívoro atacante, cae en un primer y
sorpresivo ataque, aunque no definitivo, y entonces ¡Bababúm! la libido se
dispara, se caldea el ambiente y las pasiones se descontrolan. Al lector no le queda la menor duda de porqué
el título es el que es. La acción no es la única diferencia, o seña de
identidad de la novela, poco tarda el lector también en descubrir que esta, la
acción, es lo que es porque como su nombre indica, los protagonistas están
sumidos en una espiral de deseo, ataque, defensa, rechazo, acecho, embestidas, abordajes,
un quid pro quod, un toma y daca, un juego de pasiones y
entrega sin remisión, una guerra de guerrillas entre dos combatientes que lejos
de firmar la paz comienzan una avanzadilla para conquistar terreno enemigo y
clavar una pica en Flandes…sin firmar capitulación alguna. Y con el sexo por bandera. Porque sí, Depredador no es una novela romántica y punto, pero tampoco es una
novela erótica sin más. Yo la definiría
como una historia Sensexual, en la
que los cinco sentidos están a flor de piel, y uno más, el sexto, es el que al
fin y al cabo se lleva “el gato al agua”; llamémosle paciencia, templanza, afecto,
cariño, dilección, sentimientos ¿Porqué
llamarlo solo amor cuando queremos decir…”Sexenamoramiento”
Igual que un leopardo en la Sabana, un buen Depredador
urbano es un cazador solitario, con una vista privilegiada y un finísimo oído, oculto
entre la vegetación salta de repente sobre su presa y tras un ataque rápido y
certero, se retira a disfrutar de su “conquista” en soledad, lejos de las
miradas indiscretas…
Laia y Rafa, dos jóvenes
atractivos e independientes, separados por más de 500 kilómetros de distancia
entre ambos, cruzan sus caminos una noche en “tierra de nadie”, en dónde todo
es posible y como en una selva de asfalto, el que no corre vuela; y si no
quieres ser víctima de esta jungla urbana, has de pasarte al otro lado y
es que hasta el más indefenso de los herbívoros, puede sacar sus garras y el
más peligroso de los carnívoros, resultar ser un cachorrito. Comienza entonces un ir y venir de San
Sebastián a Madrid, en donde en cada encuentro, la sorpresa está garantizada y
la acción, asegurada, sin olvidar los desencuentros, los malentendidos, las dudas, los celos, los sentimientos encontrados y enfrentados,
los secretos y alguna mentira; no es nada extraño que así sea, pues Rafa, un depredador de manual esconde
tras su seguridad y dureza, no solo debilidad, si no también tristeza.
Laia, por el
contrario, demuestra poco a poco, sobre todo a ella misma, que es más fuerte de
lo que pensaba y por encima de todo, dispone de una empatía, que desconocía por
completo. Ambos no solo comienzan a conocer sus respectivos mundos poco a poco,
si no que se van conociendo el uno al otro y sobre todo, conociéndose a sí
mismos. Nada importa la distancia, ni las convicciones, ni las ideas
preestablecidas, ni los prejuicios, nada puede acallar a un corazón ni aplacar
un deseo, cuando se camina juntos y se deja de correr uno tras otro, como en
una persecución entre víctima y verdugo.
Y es que no es tan fiero el león como lo pintan...¿Y la
leona? ¿Bajo toda gacela hay una cazadora escondida?
Lucía Herrero vuelve a dar
una vuelta de rosca a las relaciones
amorosas en esta su última novela,
pues si alguien piensa que leída una novela romántica, leídas todas, es que
no ha descubierto todavía el poder “Sensexual”
de Depredador. Y lo anterior, ya es
Historia.
¿Queréis saber lo que le pasó a la pequeña gacela, sola y
perdida ante una fiera leona y una manada más acercándose? Pues que la leona
inadaptada agarró a la pequeña cría por el cuello, y la arrastró detrás de la
acacia protegiéndola del resto de leonas que se acercaban. Tras un rato
lamiéndola e intentado que comiera algo de la presa que ella no se había
comido, la cogió nuevamente por el cuello y la llevó hacia dónde estaban el resto
de las gacelas, tumbándose entre la escasa maleza mientras veía como la cría se
alejaba tímidamente, hasta que una hembra se acercó a la pequeña extraviada y
se la llevó con ella. La leona aún se quedó cerca casi hasta el anochecer, y
finalmente se marchó sin mirar atrás, para seguir su caminar por la Sabana
africana. Mañana tal vez volvieran a encontrarse, y esta vez cada una en su
papel; pero por un día, la Cazadora
olvidó que lo era.
DEPREDADOR
Lucía Herrero
Una reseña de Yolanda T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS
RESERVADOS
Preciosa reseña, me ha gustado en particular tu forma de mostrar que hay algo más allá de esa relación de atracción intensa y sexo apasionado, que es lo que le da sentido a la historia. La descripción de los personajes me ha puesto también una sonrisa. Poca gente es en realidad lo que parece a simple vista ¿verdad?
ResponderEliminarMuchísimas gracias por haberte tomado el trabajo de leer mi novela y más aún por reseñarla con tanto mimo.
¡Un besazo!
Un placer Lucía!
EliminarSiempre me gusta leer lo que no está escrito, como decía una profesora mía, leer y llegar más allá de los reglones.
Ya sabes, leerte nos encanta.
Gracias por contar con nosotros y ya sabes, nuestro tejado es tu tejado!
Un beso enorme!
¡Que bonita historia! acabo de descargarla y empezaré a leerla esta misma noche. Gracias gata por traernos y recomendarnos novelas tan apasionantes.
ResponderEliminarMe encanta leerte Yolanda, y recibir tu visita es siempre agradable.
Un beso troteros!
Seguro que te encanta, no le falta de nada: pasión, romanticismo, aventuras, celos, secretos...
EliminarUn placer tenerte por aquí siempre.
Un beso
Sugerente título y tras la reseña, difícil resistirse a leer la novela.
ResponderEliminar¿De dónde sacas tanta tiempo para leer y reseñar? que superwoman!!!
Besis guapis!!
Pues si el título te gusta, la novela te atrapará...como un depredador a su presa!
EliminarUn abrazo