“Érase una vez, una niña que
soñaba noche y día con tener un amigo fiel, ¡le querré tanto –se decía− que no me
importaría que tuviera cuatro patas o dos pies!. Los dos dormirían en su cama,
comerían en sillitas y si él lo quisiera, hasta comerían al revés.
¡Quiero que sea blanquinegro,
porque no se qué color elegir, blanco por la nieve, y negro por el carbón, para
tener de todo un poco y lo que sobre, guardarlo en un cajón!. Pensó la niña que
sería un caballo bicolor, para galopar cada tarde rumbo a la puesta de sol. O
un dálmata para ponerse ambos un traje de lunares, bailar el perro flamenco y
cantar ella unas soleares.
Pero la niña creció, y no tuvo a
su amigo blanquinegro por más que le buscó. Y una mañana de verano, cuando los
años pasaron rápidos y la niñez rauda voló,
un gato blanquinegro a la que antes fue niña encontró.
−¿Dónde estuviste toda mi vida, que loca por el mundo te
busqué? –le dijo−.
−No debías buscarme porque si el Destino no lo querría, tú
no me encontrarías –contestó el felino.
Trotaré por el mundo, seré tus ojos en los tejados y tu voz tras cada
maullido, y al llegar la noche y el frío, me tumbaré meloso a tu lado, mientras
tú me acaricias y yo me río.
Para cada niña o niño, hay en su
Destino un caballo, perro, pájaro, ratón, hurón, dragón o felino, dispuesto a
convertirse en su mejor amigo. Pero esta unión solo será duradera, si la persona o personita, de su amigo también se convierte, en amiga
verdadera.
Y así el Gato trotero, siendo ojos, voz y pensamiento de aquella pequeña que ya no lo es, vaga por el mundo entero, haciendo que su amiga vuelva de nuevo a ser la
soñadora niña que en el fondo, nunca dejó de ser.
¿Y tú? ¿Qué peludo, emplumado o escamoso amigo, deseas
tener y así jamás de los jamases, tus sueños y niñez perder?...”
Nos llega al alma con este
cuento Alicia G. García, la escritora asturiana que tras dos novelas de gran éxito,
Buenos
días y Por fin, el silencio, vuelve a ser la niña que fue y logra,
emocionándonos y sacando lo mejor de nosotros, hacernos sentir niños de nuevo.
No hay mejor manera de contar una historia que quiere transmitir una enseñanza, que hacer que parezca que nada enseña y
mucho divierte. Y para eso, están los cuentos. Cuentos que entretienen, cuentos
que emocionan, cuentos que asustan, cuentos que espeluznan, cuentos que bailan
y algunos, hasta cantan, cuentos rosas, azules y verdes, en blanco y negro y de
todos los colores, cuentos que acaban mojados y este en concreto, hasta echa
humo.
No es Bernarda una niñera habitual, no es siquiera una amiga normal y
corriente, es más, es que Bernarda,
de querer serlo, no podría ni aunque se empeñara, ser una mascota al uso. No
nos creamos que aunque cuide niños, haga la comida y limpie el jardín y la
casa, Bernarda es una fregona ¡Es
una dragona!
No podría Alicia haber elegido mejor protagonista para este su primer cuento que Bernarda,
la Dragona, y es que no hay personaje fantástico, más mágico, misterioso,
sorprendente, atrayente y desconocido en el fondo, que un dragón. Pero no
esperemos encontrar el típico cuento de un malvado dragón que atemoriza a unos
pobres aldeanos con su aliento de fuego y sus malas artes, no, en absoluto. Alicia G. García, tira por tierra todas
estas historias de malvados dragones, y da un giro en su cuento enseñándonos
que mirando más allá de donde se ve a simple vista y sabiendo escuchar los
latidos de un corazón que palpita tras gruesas escamas, se encuentra un gran
amigo dispuesto a darlo todo por aquellos a los que ama y a su vez, tanto le
aman a él.
Si ponemos en una cazuela al
fuego una Dragona con un don especial, una pequeña y soñadora niña, unos padres
entregados que sin embargo guardan un gran secreto, un malvado tío abuelo
resentido y que solo guarda rencor y
desconfianza en su corazón, y sobre todo, aderezamos el guiso con mucho
cariño, respeto y puñados de fantasía, tenemos el menú perfecto para todas las
edades: BERNARDA LA DRAGONA, un guiño a la magia y a los sueños, servido caliente y en plato pequeño, para
saborearlo y no desperdiciar ni una sola miga.
Una auténtica delicia para niños
y para todos aquellos que nunca dejaremos de serlo. Y esperando que este
cuento, solo sea el primero de muchos más…
Y por si fuera poco, al final
del libro, sigue la magia y el juego…y colorín colorado, no puedo contar más de
lo que ya he contado.
BERNARDA LA DRAGONA
El secreto del Bosque
Alicia G. García
Ilustraciones de José Manzanares
Érase una vez una reseña de Yolanda T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
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