“Malas manos tomaron tu vida desde el día
en que, a una señal de astros, dejara su plantel
nevado de azucenas. En gozo florecía.
Malas manos entraron trágicamente en él.
Y yo dije al Señor: "Por las sendas mortales
le llevan, ¡sombra amada que no saben guiar!
¡Arráncalo, Señor, a esas manos fatales
o le hundes en el largo sueño que sabes dar!
"¡No le puedo gritar, no le puedo seguir!
Su barca empuja un negro viento de tempestad.
Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor".
Se detuvo la barca rosa de su vivir...
¿Que no sé del amor, que no tuve piedad?
¡Tú, que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor!”
(Malas manos tomaron tu vida, de Gabriela Mistral)
Camino despacio por mi ciudad,
no tengo muy claro cuál es mi destino hoy, aunque tampoco me lo planteo, me
conformo con andar y que sean mis pasos o las señales de los hados los que me
lleven a un lugar concreto ¿Qué estos no existen y que es cada uno el que se
busca su camino y se labra su porvenir, sin ayuda externa? si, antes yo también
lo creía. Hace un año me lamentaba porque no tenía todo lo que quería, lo que
creía merecerme, claro era mi Destino y cristalina la forma de conseguirlo, y
al ver que ese justo premio no llegaba, me lamentaba de mi mala suerte ¿Porqué
gente que se lo merecía menos que yo, si tenía todo lo que quería, y sin
esfuerzo ni talento alguno? gente que vivía agenciándose de los logros y el
trabajo de otros.
¿Qué sería capaz de hacer para
lograr al fin lo que tanto ansío y merezco? ¿Podría pasar por encima de los demás
sin conciencia ni reparo alguno, tal y como hacían ellos? Si merezco algo en
esta vida, lo quiero, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Esa fue mi
resolución, nada ni nadie podría pararme. Yo y solo yo, sería la dueña de mi
Destino, y se acabaron las contemplaciones y los remordimientos de conciencia
con aquellos que no los habían tenido conmigo.
Hoy mis pasos me llevan hasta un
gran parque, con una gran pérgola en forma de barco. Sopla el viento y me da la
impresión de que se izarán unas velas de un momento a otro y las baldosas onduladas
del suelo se transformarán en olas; me
agarro con fuerza a una barandilla de mi peculiar barco, de un momento a otro
comenzaremos a navegar, cierro los ojos y en efecto ¡Surco el mar y el cielo
por igual! y al abrirlos, sigo sintiéndome flotar. No se qué o quién me ha
traído hasta aquí, ni por qué razón, y ya lo he dicho antes, es que no me
importa. Solo se que estoy aquí, Estoy, simplemente estoy.
Se me ha dado una segunda
oportunidad, andaba enfrascada en preocupaciones materiales y en maldecir mi
mala suerte, cuando algo más importante estaba a punto de suceder: la vida se
me esfumaba y el hilo que me unía a ella estaba a punto de romperse. Pero aquí
estoy, caminar de nuevo, navegar en un barco sin mar y acariciar a mi gata que
me espera impaciente en casa. Esos son mis hados y este es mi Destino. Poder
contarlo.
Saldo mis cuentas día a día y
aprendo a vivir de nuevo…y que cada mástil, aguante su vela.
“ Saldando cuentas aquí y allá y
Comenzando a vivir de nuevo, son las dos partes que conforman un relato magistralmente escrito por Aurea
Vicenta González, y si magistral es su escritura, proverbial es su mensaje. Es
fácil para cualquier lector imbuirse en su lectura y sentirse identificado con
la historia, pues en algún momento de nuestra vida, todos hemos sentido la
necesidad de saldar cuentas para seguir adelante y hemos buscado el camino que
nos lleve hasta una nueva vida, los engranajes que pongan en marcha la
maquinaria que haga funcionar la ansiada Segunda Oportunidad.
Alex ha cometido un error en su
vida. Un buen día se cansó de ser un mero títere en la vida, un espectador sin opinión tan solo a merced de poderosos
que deciden quien pierde lo que tiene para que otros se lucren a costa del
trabajo y el esfuerzo ajeno. Y Alex decidió convertirse en Robin Hood un buen
día, porque sí, porque se lo merecía, porque la vida estaba siendo injusta con
él y necesitaba un premio que nunca llegaría por sí solo; y lo hizo sin mirar
las consecuencias, sin pensar en los daños colaterales, ni en los propios…
Pero siempre hay algo más
poderoso que uno mismo que te empuja a ver fuera de ti, sentimientos por otras
personas que te remueven las entrañas y sacuden tus cimientos, y desde ese
momento, hay cosas que ya no tienen ninguna importancia, y uno debe luchar por
lo verdaderamente importante, incluida su propia vida.
Y a Alex le cuesta encontrar su
camino porque han sido demasiados los atajos que ha tomado…
Una historia preciosa,
perfectamente hilada y contada con una naturalidad y una precisión en las
descripciones físicas y emocionales, que el relato prácticamente se puede ver,
palpar, oler. Aurea Vicenta ha encontrado en él, la manera más bella de
hacernos ver que pase lo que pase, siempre se puede Comenzar de nuevo, si uno
Salda sus cuentas antes.”
SALDANDO CUENTAS AQUÍ
Y ALLÁ
COMENZANDO A VIVIR DE
NUEVO
Aurea Vicenta
González
ISBN:
978-84-15799-34-4
Edita: El Fantasma de
los sueños, S.L.
Una Reseña de Yolanda
T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS
RESERVADOS
Gabriela Mistral y unos versos que conmueven hasta lo más profundo del ser.
ResponderEliminarLos pasos de la hermosa persona que escribe el texto.
Comprender que el escribir puede ser "algo más" pues transmite...
Todo junto y enjugar unas traicioneras lágrimas antes de decir ¡¡¡GRACIAS!!!
Las gracias son mutuas pues, Aurea, cuando una buena lectura cae en tus manos, solo puedes decir: ¡Viva!
EliminarNadie mejor que la Mistral para decir con versos lo que se quedaría corto con prosa.
Un enorme abrazo.
Pues si vosotras os dais las gracias, yo no voy a ser menos. Así que gracias a ambas por lo bien que sabeis escribir y trasmitirnos.
ResponderEliminarSois geniales las dos. Besos dobles.
Me habéis emocionado al final, si es que sois dos gatitas a las que adoro. Es una suerte contar con escritoras y amigas como vosotras, así es muy fácil trabajar.
ResponderEliminarUn beso enorme, Barbarella!