“…¿Quién hay que piense, o qué hombre pretende
hazer a otro amar a su despecho?
¿Quién hay que pueda, o qué ingenio entiende
los ñudos deshazer que amor ha hecho?
¿Qué loco al que no ama reprehende
o culpa al que de amor se ha satisfecho?:
pues nunca fue el amor jamás forçado,
no puede el que no ama ser culpado.
¡O, verdadero Amor do el ser se afina!,
suplícote me des, pues me heriste, 10
aquel ungüente que es la medicina
de quien el mal de Amor sanar quesiste.
Las manos puestas pido a la contina
piedad, pues que tu siervo me heziste,
y no pido merced, sino el servicio,
pues nadie como yo hizo su officio. ..”
Cuando
entramos en la Plaza, con la fuente del Rio Turia personificado por un
apolíneo personaje recostado, rodeado de bellas falleras que representan
sus acequias (Rascanya, Tormos, Mestalla, Mislata, Rovella, Favara,
Benàger i Faitanar y Quart) y la Basílica de la Virgen de los
Desamparados en frente, a Osías pareció saltársele el corazón, y a mí,
al verle, también. Aunque llegar a la Plaza de la Virgen, ver la
Basílica y emocionarse, es uno. Pasa siempre, seas valenciano o no lo
seas, pero para estos dos paseantes nocturnos, esto en esta noche, es
muy grande, más hermoso que nunca si cabe.
Plaza heredera del
antiguo Foro de la Valentia romana, reunión de los cuatro grandes
Titanes, La Basílica, La Catedral, El Palacio de la Generalitat y el
Tribunal de las Aguas. Pero ante todo, en estos momentos de la larga
noche, no hay más Joya ante nuestros ojos, que la Basílica de la Virgen.
El Gran Orgullo del Valenciano, su basílica, desde el
siglo XV casa, hogar y morada de la patrona de esta ciudad de río y mar,
ciudad romana y orgullo árabe, ciudad de Conquistadores y Campeadores,
ciudad de fuego y agua, arena y sal, horchata y naranja. Ciudad de
flores y amores.
Nos deja maravillados el brillo de la
cúpula azul en la noche, nunca antes por esta valenciana vista con esta
compañía, que de seguro es lo que le da esa belleza que veían mis ojos;
dos de sus fabulosas puertas dan a la Plaza y la tercera al pasaje que
la separa de la Catedral, unidas por un arco superior. Al aproximarnos a
la puerta lateral, Mossen y yo miramos expectantes y curiosos por la
ventanita enrejada, por la cual, a esas horas y con las puertas
cerradas, deja ver la imagen iluminada de la Geperudeta.
Mayor
es nuestra sorpresa cuando descubrimos al apoyarnos sobre la puerta
lateral, que está se abre silenciosamente y de par en par ante nuestros
atónitos ojos. No nos lo pensamos dos veces, de haberlo hecho, el
pensar, no habríamos llegado hasta dónde estábamos, sobre todo esta
simpar viajera, la que habla con gatos y sigue Halcones en la noche, así
que entramos en la Basílica, con la perfecta imagen de la Virgen frente
a nosotros, no sé si observándonos por nuestra osadía, o bien dándonos
la bienvenida. Mossen deja caer unas lágrimas sobre el mármol del suelo.
“…Como el enfermo cree que bivir puede
quando lo está de un mal en él usado,
que quando otro accidente le succede,
ya muerto se ymagina y enterrado;
assí fuy yo, qu'el mal que me procede
de Amor sostuve siempre; mas mi hado
me dio otro nuevo, que es tan insuffrible,
que muerte no podrá ser más terrible.
¡O, tú, Amor, passión tan preeminente,
que a un niño hazes viejo en el sentido,
al más sabio le buelves innocente,
y al qu'es más fuerte dexas por vencido!;
tú eres aquel ayre pestilente
que al mundo ha inficionado y destruydo;...”
Tras
admirar a la Virgen, nuestros ojos ascienden irremediablemente hasta la
cúpula, un universo de color y figuras sobre nubes camino de la
Ascensión Bíblica; una obra excelsa del Barroco español, del Maestro
Antonio Palomino, que creó un cielo en el claustro de balcones y
columnas que es el interior de la Basílica. Una podría estar horas
observándola, sino fuera porque son muchas las novias que le salen a
estos ojos ansiosos; retablos, pinturas, vidrieras, capillas, lámparas,
techos, maderas, enrejados, asientos, reclinatorios, confesionarios,
cirios, cálices, Sagrario, altar ¡Es como estar en mitad de Tiffany`s y
que alguien te dijera que eligieras una pieza de todas las que hay
disponibles!
“ Habiendo de ser la
pintura de dicha bóveda un panegírico mudo, de las glorias, excelencias y
prerrogativas de esta Soberana Señora, y especialmente de aquellos que
más se adapten al glorioso timbre de Protectora de los Desamparados, que
es el tema que ha de dirigirse la retórica silenciosa de esta oración
delineada…”
(Antonio Palomino)
Mossen
ha elegido por mí y se encuentra en el Camarín, dónde llama la atención
el forjado de la Coveta y el mármol oscuro que rodea las paredes,
rematando los ángulos unas columnas de fuste de mármol rojo y dorados
capiteles de corintio. El resultado es igual que un aurea celestial,
aumentado por las ocho pequeñas vidrieras que iluminan el Camarín.
La
luz de la Basílica es tímida, como si entrar de golpe en ella fuera
sacrilegio. Por ello parece que ha elegido hacerlo con suavidad, como
pidiendo permiso, sin ofender ni molestar, tan solo para hacer acto de
presencia y que no se la tache de maleducada. El conjunto vitral se
compone de siete vidrieras con matizaciones modernista, as vidrieras
intervenidas simbolizan la Letanía del Santo Rosario y veneran a la
Virgen representando a la patrona de los valencianos como: Puerta del
Cielo, Torre de Marfil, Rosa Mística, Raíces de Jesús, Trono de
Sabiduría y Estrella de la Mañana.
La vidriera mayor se vincula
con la Real Cofradía de la Virgen de los desamparados donde se
representan a dos infantes inocentes rezando al pie de la cruz, la
vidriera reproduce el texto “Ruega por nosotros”.
Es
hora de marcharnos. Mossen me lo hace saber con un gesto cansado de su
cabeza y sus ojos, no dice nada al respecto, pero su falta de palabras
lo dice todo reflejadas en su rostro. Un último vistazo y reverencia a
la Virgen en el altar, nos sirve de despedida de tan insigne y santo
lugar. Pensé que era el Final de nuestro paseo nocturno, pero este aún
no ha acabado, Mossen necesita llegar de una vez a su ansiada morada y
me insta a que le siga, dejando tras nosotros, la Joya Valenciana.
Y
salimos nuevamente a la Plaza de la Virgen, esta vez, y
definitivamente, para encaminarnos a la Morada de Osías Marco. Mi
Compañero.
“Tots confrares ajuntats en lo Hospital General de la present ciutat
hon se solen i acostumen a juntar pera delliberar lo fahedor utilisós
i convenient…considerás la necesitat que hi había de fabricar Capella
que fós capás pera tenir la Imatge de la Verge María dels Desamparats…”
(Acta 10 de abril de 1664. Archivo Real Archicofradía de la Virgen)
REAL BASÍLICA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DESAMPARADOS
Plaza de la Virgen s/n
46001 Valencia
Teléfono: 963 919 214
info@basilicadesamparados.org
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
FOTOGRAFÍAS: Santiago Navascués Ladrón.
TEXTO: Yolanda T. Villar.
Hola. me encanta este blog. Os visitaré a menudo. Soy valenciana (aunque no vivo en Valencia) y cada vez que visito la basílica me parece más emocionante
ResponderEliminarSaludos
Hola Marian,
EliminarMuchas gracias por tu visita y por tu opinión. En verdad, visitar la Basílica es como hacerlo siempre por primera vez, aunque una lleve toda la vida haciéndolo.
Saludos
Un articulo fantastico, una guia diferente y original para visitar una ciudad siempre bella
ResponderEliminarSaludos troteros
Aquí somos grandes defensores de abrir la mente más que los ojos para trotar por este país nuestro tan maravilloso, es la mejor forma de ver las cosas de distinta manera a lo que nuestros ojos nos muestran.
EliminarGracias por tu visita, un saludo.
Mi tierra es preciosa, pero aún lo es, si cabe, a través de vuestros ojos...
ResponderEliminarUno puede ver las mismas cosas mil veces y no darse cuenta de lo que tiene delante hasta que cierras los ojos y lo miras con el corazón. O con ojos de gato...jaja.
EliminarUn saludo y un fuerte abrazo