lunes, 5 de noviembre de 2012

Los empeños de una casa


Por todos es conocido que el siglo de Oro coincide en el tiempo con el barroco, una época artística en la que predominó el recargo y la exhuberancia, la ostentación y lo fastoso. Dicho recargo se traduce, en lo literario, en una compleja y rica red de textos en verso de una calidad innegable. Del mismo modo, el gusto del público también es especulativo y triunfan las historias enmarañadas, de amores correspondidos y rechazados, de venganzas y de equívocos, relaciones en las que aparecen interconectadas de un modo u otro (en ocasiones sin ser conscientes) tres, cuatro, cinco y hasta seis personas que suelen compartir entre ellos algo más que lazos de amistad e incluso de sangre. Un magnífico ejemplo de ello es Los empeños de una casa, la obra de Sor Juana Inés de la Cruz que, adaptada por Juan Polanco, se pudo ver en La Cava el pasado sábado en el Festival de Teatro Clásico de Olite.

La Academia del Verso de Alcalá, una arriesgada e interesante apuesta del ayuntamiento madrileño enfocada a cultivar el fondo interpretativo de los actores profesionales, fue la encargada de escenificar un texto colmado de personajes, situaciones embarazosas, confusiones y mucho humor.

La obra narra la historia de dos hermanos (Don Pedro y Doña Ana) que, siendo de Madrid,  viven en Toledo. Don Pedro está enamorado de Leonor, pero ésta tiene intención de fugarse de casa con su amado, Don Carlos. A su vez, Doña Ana siente amor por Don Carlos, amante del amor platónico de su hermano, y por el que ha olvidado a su hasta entonces prometido, Don Juan. La noche en que Doña Ana se entera de que su hermano conoce el deseo de fuga de Leonor, comienza una vorágine de estrambóticas situaciones en la que el amor, el honor y los intereses individuales conviven al amparo de un enredo continuo que gana en intensidad a medida que transcurre la trama.


El conjunto de los actores demuestran ser unos todo terreno de la escena, pues lo mismo cantan, que bailan, que lloran, que ríen, que penan, que… Un montaje diferente, una estética rompedora y un vestuario difícilmente explicable si no se presencia el principio de la obra. Es una de las sorpresas. Que por qué. Vayan a verla.



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