jueves, 17 de marzo de 2016

ENTREVISTA CON...Mikel Alvira



 Mikel Alvira. Fuente: mikelalvira.com

GATO TROTERO:En su novela, La novela de Rebeca, encontramos al protagonista, un escritor maniático que atraviesa por un momento vital decadente quizá llevado por sí mismo, quizá por las circunstancias, y obsesionado por el orden, su vida privada, sus rutinas... Simón Lugar, que así se llama su personaje, me ha recordado a Melvin Udall, el obsesivo escritor que era incapaz de pisar las líneas de las baldosas al caminar, y que le valió su tercer Oscar a Jack Nicholson. Luego dicen que los escritores cargan con el sanbenito de ser gente rara… pero no me negará que los propios escritores alimentan al monstruo.



MIKEL ALVIRA: Jack Nicholson está espectacular en esa cinta. Sin duda, se mereció el Óscar. No así mi Simón Lugar, un hombre vencido por su propio destino.

No, no creo que los escritores alimenten el monstruo. Al menos no era mi intención alimentarlo. Simón Lugar nace de la necesidad de explorar en algunas emociones humanas (como la soledad, el miedo o el vacío creativo) y para ello necesitaba un personaje así.

He de defenderme, ja,ja,ja. ¿Los escritores somos gente rara? Los escritores somos personas como el resto, solo que nuestra creatividad nos conduce a tejer historias. Dudo que existan patrones para este colectivo, como dudo que existan patrones para otros colectivos. Huyo de las etiquetas.



El lector podrá encontrar en su última propuesta asesinatos, violencia, bullying… Definitivamente, la sombra del lado oscuro del ser humano es muy alargada… Existen dos personajes, Luz y Rebeca, que mantienen un vínculo especial con Simón Lugar. Ellas, de algún modo, marcan al escritor y le hacen incluso mejor persona. ¿Qué le hizo darles un hogar al otro lado del Atlántico? ¿Le ocurre a usted, como a su protagonista, que no puede permanecer impermeable a lo que sucede a su alrededor, a las personas que conoce, a los sitios que visita?



La creatividad no está reñida con la parcialidad. Hay que tomar partido y, en este caso, mis letras toman partido por la denuncia de las situaciones de violencia. Es el hilo conductor de la novela. No puedo permanecer ajeno.

Argentina subyuga, de ahí que fuera el escenario perfecto para situar el ecosistema de estos dos personajes. El océano es una metáfora perfecta de aquello que separa y une.



Después de leer su novela, la mayor parte de sus lectores quedarán con la idea de que, por el precio de una, han leído dos novelas: la que narra los sucesos que le suceden a Simón mientras le da forma a su última novela con un retroceso en el tiempo de varios meses, y la que narra el desarrollo de los acontecimientos en la propia novela que Simón está escribiendo.Sin embargo, podría hablarse de una novela con tres novelas: las dos anteriores, y una tercera, que vendría a ser la experiencia del escritor en tanto que escritor. Es más, para mí, sólo existe ésta última: La novela de Rebeca es una novela que recoge el propio proceso creador de un trabajo literario, desde que aparece la idea base hasta que se van incorporando las distintas piezas del puzzle que darán lugar a un todo perfectamente engranado. En mi opinión, y no es por restarle importancia a lo demás, creo que las dos primeras novelas referidas sirven únicamente como telón de fondo, que incluso podrían haber sido cambiadas por otras completamente distintas, incluso alterando el género en el que quedan encuadradas, sin modificar lo más mínimo la intención del autor respecto a lo que quiere trasladar al lector. ¿Cuál es su impresión al respecto?



Absolutamente de acuerdo. Es una novela sobre la construcción de una novela. En efecto, Simón podía estar escribiendo otra. O no. Puede que escriba lo que escribe porque se encuentra como se encuentra. ¿O será que se encuentra así porque se ve sumido en la historia que está tejiendo?

Es una reflexión sobre la implicación emocional (y hasta física) del creador frente a la creación. La creatura, en este caso, es secundaria.

Por eso me extraña que me hayan encasillado en el género negro. Género negro es el que se escribe en la novela, no el que escribo yo. Quizás todo eso es lo que hace que resulte una novela atractiva, trepidante, adictiva. Para mí ha sido vertiginoso escribirla.


Sea como fuere, lo que es irrefutable es que su novela tiene una cualidad muy apreciada por los amantes de la lectura, que es la originalidad. No sé si es consciente de la importancia que tiene esto hoy en día, en un mercado saturado de una infinitud de novelas tratando de emular los éxitos de Amaia Salazar (El guardián invisible, de Dolores Redondo) o de Anastasia Steele (50 sombras de Grey, de E.L. James), por poner dos ejemplos.



Antes decía que escribía como sabía. Ahora digo que escribo como soy. Si es original o no, no responde a una estrategia comercial sino a lo que me brota. ¿Dónde surge la idea, la inspiración, incluso la estructura de una novela? No lo sé. Desde luego que Mikel Alvira no pretende sentar cátedra ni lograr lo más original del mundo porque creo que está todo prácticamente explorado.

Es una novela original, sí, pero no porque con ello resultara más comercial sino porque así quiso mi proceso que fuera.



Otra de los puntos destacables de la novela, además de la obvia desestructuración de las dos tramas principales de la novela (se van solapando pedazos de la una y la otra, incluso sin mantener un hilo contínuo en el tiempo) es el ofrecer al lector el método de trabajo. Simón Lugar no escribe la novela de un tirón, ni siquiera lo que escribe mantiene una continuidad argumental. Además, lo que le sucede personalmente tiene, en ocasiones, repercusión directa o indirecta en los textos que escribe, de ahí que el estado de ánimo del autor puede desembocar, por poner un ejemplo, en un asesinato frío y controlado, o en uno violento y extremo. ¿Atiende esto a la eterna cuestión sobre si es cierto que siempre hay algo del escritor en los personajes de sus novelas?



No concibo otra forma de escribir que no sea implicándome. El proceso de escribir me conduce a vaciarme, a entregarme, a reflexionar una y otra vez, a no conformarme, a releer y corregir y reescribir… Escribir es poner toda la carne en el asador. La pasión con límites deja de ser pasión. Es lógico, entonces, que todos los personajes tengan algo de mí. Pero no más Simón por el hecho de ser escritor que Rebeca o Eme o Lucía… Cada personaje ha de ser veraz (que no real; no es real; recordemos que esto es ficción), y la veracidad se logra aprehendiendo del entorno, de las vivencias, de las experiencias personales.



El personaje de la agente literaria de Simón, Úrsula, es muy interesante. Es el Pepito Grillo del negocio que le habla al oído al protagonista. Acostumbra a ser dulce, a cuidar de Simón, se preocupa por él, por su estado de ánimo… pero también tiene un lado menos agradable, que sale a la luz cuando se acuerda de los puntos firmados en el contrato. ¿Se siente el escritor como un mero transmisor o conseguidor del producto con el que comercia el sector?



Escribí esta novela antes de conocer a mi agente, Antonia Kerrigan. Ni ella ni su equipo me han tratado nunca con esa versión menos desagradable que sí padece Simón. El personaje de Úrsula era necesario así para mostrar el contrapunto a la pasión, a la gratuidad, a la entrega de Lugar. Es un contrapeso. Pero en la vida real no he experimentado nunca esa presión ni esa frustración. Soy un afortunado.



La figura del agente literario es para muchos, una desconocida. Sin embargo, hoy en día su capacidad para conectar a escritores con editoriales es cada vez mayor. ¿Cree que todavía hoy se puede publicar con una gran editorial sin la mediación de los agentes? ¿Cuál es su experiencia personal?



Mi experiencia personal es que las cosas me han sucedido de forma natural, sin estridencias, sin exageraciones. Considero importante la figura del agente literario. En mi caso, Antonia Kerrigan. Ella conoce cómo está el sector (no en vano es agente de Víctor del Árbol, Elvira Lindo, Zafón…) y eso me hace sentirme afortunado y respaldado.

Ignoro cómo funcionan otros caminos, si es posible acceder a editoriales grandes sin agente, qué es una editorial grande o si todos los agentes trabajan como la mía. Solo sé que estoy a gusto, que desarrollo mi creatividad seguro y apoyado y que en esto, como en todo, las cosas fluirán e irán hacia donde tengan que ir.



En su novela, el protagonista lleva años queriendo escribir una novela a su manera, de su gusto… pero hasta entonces no lo había conseguido porque el éxito editorial que había cosechado con las anteriores le hacía ser prisionero de sí mismo ¿Hasta qué punto puede influir la presión del negocio en la obra de un escritor?



En mi caso, tengo la suerte de ser muy libre. No tengo hipotecas con la Agencia ni con ninguna editorial. Escribo y tengo la suerte de que publico lo que escribo. Supongo que quienes militan tal o cual etiqueta o quienes se ven dirigidos hacia tetralogías o series habrán de tener presente esa cuestión, pero yo campo a mis anchas. El negocio importa, las ventas importan y el eco de un título importa, pero importar no debería significar condicionar la creatividad.

Existen autores que están encasillados en tal o cual género, en el que han conseguido destacar enormemente. Los hay de novela histórica, de novela negra, romántica,... Algunos porque se sienten a gusto y confiesan que no leen otros géneros que el que cultivan, otros quizá encuentren la motivación en la perpetuación de su éxito… Si Mikel Alvira tuviese que elegir entre el éxito encasillado o la libertad creativa y los riesgos que conlleva ejercerla ¿Con qué se quedaría?



Sin duda, la libertad. Soy escritor. No soy escritor de tal o cual género. Basta ver mi trayectoria para comprobar que cada una de mis novelas responde a presupuestos diferentes. A mí lo que me interesa es explorar, hacerme preguntas y responderlas en mis historias.

No sé qué será lo próximo que publique; solo sé lo que tengo ahora entre manos. La creatividad sin libertad es mero oficio. Y no digo con esto que quienes estén a gusto en un estilo sean menos creativos o menos auténticos, eh? Respeto mucho a los autores que han sabido permanecer en un género; no es sencillo en estos tiempos.

Después de leer la novela, a uno le queda la pregunta de saber si un escritor, para conseguir una novela redonda, necesita de la participación de las famosas musas que, dicen, se les aparece, o si, por el contrario, son necesarias personas como la misteriosa y atractiva Eme, esa joven que conoce Simón Lugar un día sin pretenderlo y que le ayuda de manera concienzuda a limar y mejorar la novela que tiene entre manos.



Escribir es un trabajo solitario pero un proceso en equipo. Escribo solo, entendiendo escribir el acto de teclear. Pero escribir es mucho más que teclear; es explorar, buscar, documentarse, corregir, escuchar, leer y releer, viajar, aprender, fijarse… Y en todo eso, el trabajo en equipo es imprescindible. Mi equipo es fabuloso. Junto a Antonia Kerrigan y Claudia Calva están mi “lector cero” y las personas con las que dialogo mientras el proceso. Podría decir que, en mi caso, las musas tienen nombre y apellidos. Es maravillosa la sensación de que la creatividad sirva para tender puentes.
 
Es todo, sólo nos resta felicitarle por su gran trabajo con La novela de Rebeca, ya que se trata de una de las grandes sorpresas del año. Confiamos en que la buena acogida que ha tenido se mantenga en sus próximos proyectos, y que éstos podamos volver a leerlos aquí, donde siempre tendrá un espacio reservado.

5 comentarios:

  1. Excelente entrevista Yolanda.
    Un saludo

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    1. Gracias guapa!!!
      Te recomiendo la lectura de la novela, te va a encantar.

      Un beso

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Una entrevista muy profesional. Pocos autores "consagrados" consiguen tan buenas entrevistas como esta, sin duda alguna el Gato Trotero sabe lo que hace.
    zorionak

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    1. Sin duda alguna gran mérito es del autor, cuando una novela es buena y su autor se abre al público, el trabajo casi está hecho.

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