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lunes, 10 de septiembre de 2018

CUENTOS PARA JULIA Y 33 BESOS de David de La Fuente Alonso.


En un hilo de agua clara un pequeño se bañaba,
imaginando un gran mar que con olas jugueteaba.
Se imaginó grandes olas jugando con caracolas ,
construyó un gran castillo en la arena blanquecina.
En el mundo del pequeño su imaginación crecía,
pero en la realidad el fino hilo seguía.
¡Que alegría que nuestra imaginación de niños 
nos puede hacer ver maravillas!.

(La Inocencia. M. Mura)




Cuánta fantasía necesitas para vivir cada día.
Y si eres un niño que se encuentra entre las paredes de un hospital y la severidad de una enfermedad, cuánta fantasía necesitarías.
Esta historia es un espacio para lo fantástico que hay en la vida, para la esperanza que supone toda búsqueda, para los prodigios y milagros que habitan en los cuentos, para los sueños... Y, por supuesto, para el amor, el amor de la familia y de la amistad.
Es una invitación, una puerta abierta a un lugar donde poder hacerse fuerte con la fuerza de mil gigantes o, donde poder probarse las alas de espléndidos pájaros mágicos.
La puerta está abierta, adelante…


Hace cuatro décadas, la tecnología aplicada a la medicina infantil no tenía nada que ver con la actual, las pruebas eran largas, tediosas y algunas de ellas que ahora son pan comido, resultaban hasta dolorosas ¿Cómo puede un niño aguantar todo eso sobre todo cuando nisiquera comprende porqué le pasan a él todas esas cosas? algunos ya sabréis que nací con una severa cardiopatía, cosa nada fácil de llevar y entender por una niña, sobre todo cuando te realizan pruebas larguísimas y muy a menudo. Mi madre me decía -al igual que cuando no podía dormir, cosa que pasaba a menudo ya que padezco desde siempre insomnio- que si no se puede dormir, una debe cerrar los ojos y estándose muy quieta, pensar en cosas que te trajeran el sueño; mi padre iba más lejos, mi padre, cada vez que me acompañaba a una de esas tediosas pruebas, me contaba historias fabulosas sobre los "Mosquidrulas"  los mosquitos que vivían dentro de las jeringuillas de los análisis de sangre, mitad mosquito, mitad Drácula, que querían tu sangre para poder vivir, pero ellos a cambio te concedían un deseo por cada pinchazo ¡Nos poníamos las botas pidiendo deseos! pero mejor aún eran los " Efanbalichuelos" que podían adoptar la forma de elefante, jabalí o mochuelo, según fuera necesario y que aparecían cuando me hacían los doppler o los cateterismos, juntos nos íbamos a visitar mundos maravillosos, aunque la mayoría de las veces tan solo íbamos en mi bici BH verde por el camino de las viñas hasta el árbol de las águilas, un sitio real donde me llevaba mi padre paseando en verano. 
Mi madre y mi abuela no estaban muy por la labor que me contaran tantas fábulas, que tenía que ir acostumbrándome a pasar por todo eso y fuera valiente, pues quedaba mucho camino por delante ¡Qué se aguanten! decíamos mi padre y yo, y con cada visita médica surgía una nueva y rocambolesca historia ¿Alguna vez habéis visto un Gavilocho subido en una moto con patas de cabra en lugar de ruedas?  pues deberíais, son divertidísimos y encima cantan rock and roll, te lo pasas bomba con ellos. 

...que no se entere nadie, esto solo entre tú, lector y yo, fue un Efanbalichuelo el que me trajo mi nuevo y renovado corazón, pero es que no hay para todos, así que guardadme el secreto...



Cuando surgió la oportunidad de leer este libro, en realidad fueron dos libros del mismo autor, no tenía ni idea de lo que me iba a encontrar, tan solo me fijé en que eran cuentos cuyo título era curioso: Cuentos para Julia y 33 besos. Bueno, siendo cuentos me da igual de que traten. 
Y por eso elegí leer este libro primero, incluso dejando postergados otros que llevaban más tiempo en mi lista, pero el veranito, el calor, la sombra bajo mi parra, todo me incitaba a leerlos y a dejarme llevar por esas más que seguras, fantásticas historias. 
No podía imaginar lo que esos cuentos iban a remover en mí, que me volverían a poner del revés y me llevarían muy muy muy lejos, nada más y nada menos que cuatro décadas atrás, pero eso si, pasando por mundos fabulosos poblados por seres fantásticos. 
Julia es una niña que está enferma, ha de pasar por un tratamiento pesado pero sabe que es la única solución para curarse, pero ¿Quién ha dicho que solo había un camino para llegar al final? los padres y la abuela escritora de Julia, se encargan de facilitarle a la pequeña el duro camino que está recorriendo, una vía de escape para los momentos duros y un camino iniciático para que la niña, a través de cuentos y personajes ficticios, sea capaz de dejar salir sus miedos, sus temores, y sus deseos. Encontramos un cuento principal que capítulo a capítulo, va incorporando nuevos personajes que llevarán a Julia a recorrer un camino en busca de lo que más anhela: qué ha de hacer para curarse. La clave está en un Pez Dorado, pero no es fácil encontrarlo y sobre todo, entender su mensaje; Julia junto a su mejor e inseparable amigo 33 besos, un pato de  peluche, se embarcan en un viaje en busca del Pez que tiene las respuestas, y lo hacen de la mano de los cuentos que le van contando sus padres y su abuela, cada uno de ellos aportará su visión y su versión del camino a recorrer y la propia Julia decidirá como recorrerlo y a quién encontrará. 
Encontramos una loca carrera en un parque, seres la más de estrambóticos, algunos incluso muy tramposos participarán en ella, pero también sabremos el origen del Pez Dorado, encontraremos nubes la mar de divertidas, y no faltarán en el camino seres emplumados, una canguro, una niña de agua o un caballito de mar (este capítulo o parte del cuento me apasionó, sin duda de mis pasajes favoritos) un disparatado grupo de amigos para una no menos alocada misión. 
Me es tan difícil poder haceros llegar lo que estos cuentos me han hecho sentir sin retrotraerme en el tiempo y sentirme la protagonista de los mismos, porque me he sentido Julia, he pensado como Julia, he sufrido como ella y sobre todo, he sentido el gozo y el amor de esos padres y esa niña; y si, se que lo estáis pensando y es cierto, he llorado, me he emocionado, se me ha hecho un nudo en la garganta, pero también he disfrutado de unas historias maravillosas y he sentido una ilusión enorme, como hacía muchos años no sentía.
Estoy muy sensible, estos cuentos me han acariciado el alma y me han cosquilleado el corazón, la empatía hacia Julia ha sido brutal, y no me ha puesto triste en ningún momento, me ha emocionado que es algo muy distinto, me ha llenado de esperanza, de fe, de alegría, de futuro; amigos y amigas, no tenéis que haber sido niños enfermos para saber que la inocencia de un niño va a la par con su imaginación y que el dolor con ilusión, lo es menos. No os de miedo enfrentaros a este libro, no hay dureza en él, no hay lágrima fácil, no hay morbo, en absoluto, está lleno de amor, de magia, de fantasía y de esperanza. 

Hay caminos que todos debemos recorrer por una u otra razón, viajes catárticos que no solo atañen lo físico, sino el plano emocional y psicológico ¿Quién no ha tenido un bache en su camino, quién no se siente triste por una pérdida, quién no ha sufrido una decepción, quién no se ha perdido en su caminar alguna vez? da igual la edad que tengas y el problema que te ataña, todos necesitamos enfrentarnos a nuestros miedos y dudas y encontramos la manera menos dolorosa y más efectiva para ello. 
Un cuento es al mismo tiempo la mejor de las vías y vehículos.  

CONCLUSIÓN: David de La Fuente Alonso nos abre un mundo lleno de ilusión pero también de posibilidades, una puerta en la que tan solo nuestros miedos pueden cerrarla con llave, la inocencia de un niño es proporcional a su capacidad de soñar y nuestra función como adultos  lo es a la capacidad de mostrar a los niños que hacerlo, soñar, es la nave que nos llevará a derrotar a nuestros demonios. 
Solo puedo añadir que mi corazón desde este momento, tiene una nueva celdilla para alojar a Julia y sus cuentos. 


CUENTOS PARA JULIA   Y 33 BESOS
David La Fuente Alonso.

Autopublicación.

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