WINNIPEG, EL BARCO DE NERUDA
La memoria de los exhiliados en la Guerra Civil atracó el pasado sábado en la trasera del Castillo Palacio de Olite en una tarde noche agosteña en pleno mes de julio. A pesar del calor reinante durante los ochenta minutos de espectáculo, hubo momentos de erizar el vello, pues la historia que allí se narraba, sobre las tablas del escenario de La Cava, hablaba de perdedores, de sufrimiento, de abandono, de padecimientos, de olvido.
Basada en una novela gráfica escrita en 2014 por Laura Martel e ilustrada por Antonio Santolaya, la obra que nos presentaron los chicos de Lapusa narra la historia de una niña, muy pequeña, que pierde a su madre en plena Guerra Civil Española, y a quien su padre decide sacar del país emigrando a Francia, con la intención de escapar al horror del conflicto y encontrar una esperanza para un futuro mejor. De este modo, los protagonistas atravesarán los Pirineos, se verán obligados a sobrevivir en un campo de refugiados en Francia, para más tarde, con la ayuda de algunos mandatarios chilenos, entre ellos el poeta Pablo Neruda. Gracias al apoyo de éste, el gobierno chileno fletó un barco, el Winnipeg, que arribó a las costas galas, embarcando en sus entrañas a dos mil seres humanos, dos mil vencidos, dos mil vidas rotas a las que buscaron una seguda oportunidad lejos de la tierra que los vió nacer.
Bajo la dirección de Norbert Martínez y con una puesta en escena dinámica y moderna, haciendo uso del directo con cámaras de mano que unas veces encaja bien y otras no tanto, los actores se desenvuelven de manera solvente en el desarrollo de sus personajes, y resulta todo un acierto la inclusión de pequeñas piezas musicales, interpretadas de manera maravillosa, como un método para adentrarnos en el sentimiento, los ideales o el desarraigo.
A través de la mirada de una niña de cinco años, iluminada por la ilusión que únicamente los niños pueden encontrar en las cosas más triviales que les rodean y sustentada por unos lápices de colores con los que pintar de azules, rojos, verdes o marrones un presente en blanco y negro, el público pudo asistir a un espectáculo que busca acercar para recordar, porque lo que se conoce no se olvida, y nunca jamás, mientras haya sentido común y de la dignidad en esta España nuestra, debería quedar en el limbo de lo desconocido el pesar de miles de compatriotas que puede que salvaran su vida, pero tuvieron que vivir otra. A la fuerza.
REPARTO
Laia Alberch, Laura María González, Martí Salvat y Edu Tudela
EQUIPO ARTÍSTICO Y TÉCNICO
Dramaturgia: Laura Martel
Dirección: Norbert Martínez
Dirección de producción: Ôscar García y Recuenco
Espacio sonoro: Nacho López
Escenografía: Anna Tantull
Vestuario: Maria del Mar Grañena
Iluminación: Yuri Plana
Diseño audiovisual: Clara Guixé i Viedma, Núria Planes llull y Jordi Soler Quintana
Arte conceptual: Òscar Climent
Ayudante de dirección: Diana Díaz y Eduard García Oñate
Ayudante de producción: Marina Guarch
Asistencia técnica: Jofre Toledano
Fotografía: Cristina Raso
Vídeo: Arnau Macià e Iuris
Diseño gráfico: Mancha
Duración: 65’
Más información: www.lapusa.com
Redacción y fotografía: Santiago Navascués
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
Como te he dejado escrito en el comentario que te hice hace unas horas a tu reseña sobre otra obra de teatro vista por ti en el Festival de Olite, leerte y sentir deseos de ver la representación es todo uno. Y más en este caso pues el Winnipeg y la figura de Pablo Neruda las he tenido muchos meses -años, diría mejor- en mi cabeza. Quería escribir algo inspirado en ese barco y la labor estupenda que el embajador de Chile en España en esos años hizo. Pero como tantos proyectos se fue quedando ahí en una esquinita de mi cabeza hasta que desapareció y la documentación que había recopilado debe de estar en alguna carpeta de las muchas que hay por aquí, por esta librería que está a mi espalda.
ResponderEliminarA falta de ver la obra me apunto la novela ilustrada de Laura Martel, la buscaré y la leeré. ¡¡Vuelve el Winnipeg!! Gracias, Yolanda
Más besos
Vaya crítica completa y bien escrita.Un placer leerte. Como dice el comentario anterior, dan ganas de correr a ver la función y como no de leer el libro.
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