PUÑOS DE HARINA, de El Aedo Teatro
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Cartel Promocional de Puños de Harian, de El Aedo Teatro. En la imagen, Jesús Torres
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Un animal escénico. Eso es Jesús Torres cuando pisa las tablas de un escenario, sea este grande o pequeño. Es un actor con una capacidad única para abrirse en canal y ofrecer sus entrañas de un modo casi místico al público mimetizado en cada uno de esos personajes que caen en sus manos, en sus gestos, en sus palabras y silencios. Jesús Torres les dota de una humanidad increíble, en lo bueno y en lo malo; los alumbra cercanos, viscerales, tímidos, aguerridos, quedos... Pero en todos ellos se intuye a Jesús y su forma de interpretar, pues a nadie le pasa desapercibido que la rotundidad de sus trabajos procede de un mar embravecido de antecesores que arreciaron las costas de su aprendizaje una y otra vez, y siendo un tipo listo como sus ojos vivos nos inducen, cogió de aquí y de allá cuanto creyó oportuno para conseguir un estilo propio, quizá lo más difícil de alcanzar en una profesión tan mimética como la suya. A partir de ahí, simplemente aprendió a dejar fluir lo innato de su talento en cada personaje... En cada ocasión surge la magia, esa conexión increíble que conecta la palabra dicha, la mirada o un mohín desde el escenario, con el corazón de quien escucha y admira en el patio de butacas.
Llegó al Teatro Bretón de Logroño el pasado sábado con la obra que posiblemente le haya recompensado con el mayor número de reconocimientos: Puños de Harina, un montaje que aborda a través de dos historias paralelas, la que cuenta el ciclo pugilístico real de un boxeador gitano alemán que coincide en el tiempo con el auge del nazismo de Hitler, y la de un gitano gay que trata de encontrarse a sí mismo y reivindicar la dignidad de ser libre, a su manera, en una familia y una sociedad cargada de tabúes.
A lo largo de los noventa minutos (fraccionados en diez bloques, tantos como Rounds tiene un combate) que dura la propuesta de El Aedo Teatro, conoceremos a Johann Trollmann, un joven gitano que entregó su vida al boxeo como método para ganarse la vida y salir de la pobreza, al que llamaron Rukeli (en romaní, árbol fuerte) cuando dió sus primeros pasos como púgil. En aquella Alemania de finales de los años 20 todavía pudo fraguarse una carrera como cualquier otro alemán, pero cuando Adolf Hitler ascendió al poder seduciendo a las masas proclamando mensajes populistas y de rápida absorción para una sociedad castigada por la derrota de la primera Gran Guerra, el color de su piel (enfrentado al ario y puro alentado por el Fürher) supuso un condicionante crucial para frustar de manera inmediata una carrera muy prometedora.
Al mismo tiempo, y de manera intercalada, tendremos la oportunidad de asistir al recorrido vital de Saúl, un gitano que narra él mismo su propia historia, desde que nació (siendo feo, pero muy feo) hasta que, liberado de todas las cargas que pueden llegar a suponer ser un gitano gay criado en el seno de una familia de estirpe boxeadora de los años ochenta bajo el implacable mando de un padre violento, misógino y dispuesto a arreglar la tara que su hijo arrastra desde bien niño, su homosexualidad, incapaz de superar las pruebas de hombría a las que le desafía una y otra vez.
Por un lado saborearemos con Rukeli el sabor del éxito en las victorias y la amargura de su rechazo, su castigo y su persecución por ser gitano, por no ser un alemán de verdad. Por el otro, sucumbiremos al decubrimiento del amor puro sin limitaciones, del dejarse llevar por las sensaciones de dos cuerpos al descubrirse sin que nadie los condicione, pero también al rechazo de una época por no ser un hombre de verdad.
El trabajo interpretativo de Jesús Torres en sencillamente brutal y extenuante, pues no para apenas ni un segundo durante toda la obra: golpea al saco de boxeo, salta a la comba de manera reiterada, combate cae y se levanta en un ring... El esfuerzo físico es considerable, pero aún así el actor gaditano no pierde ni un ápice de potencia escénica y gestual. Otorga a Rukeli una personalidad valiente, decidida, combativa y confiada, mientras a Saúl le dota de una fragilidad, una ingenuidad y un talante calmo que distingue a ambos personajes lo suficiente como para considerarlos las dos caras de una misma moneda.
En el lado técnico, es imposible pasar de largo por la fantástica contribución de Jesús Díaz Cortés en iluminación (cuidada y precisa) y de Elvira Zurita en escenografía y video (un cuadrilátero de lienzo sobre el que ideó imágenes proyectadas muy acertadas para darle sentido al texto).
¿Qué es ser un alemán de verdad o un hombre de verdad? Jesús Torres, totalmente entregado en su doble papel de protagonista y director, nos lo traslada bien a las claras: es mostrarse tolerante con quien no conoces, empatizar con el diferente, valorar al que no piensa como tu, dejar Ser. Eso es Puños de Harina, un grito, un golpe en la mesa, un arrebato cabal que reivindica la ruptura de los prejuicios y el respeto por encima de cualquier otra cuestión como vía única de acceso hacia una conviviencia libre.
El público que acudió al teatro aplaudió con fervor entregado y puesto en pie a un actor inaudito (que sorprendió a muchos y nos confirmó a otros lo que ya sabíamos) y a un director atrevido al que tu, que esto lees, no deberías perder de vista. Está girando por toda España, es uno de los mejores montajes que se estrenado en el año 2.021 y por nada del mundo deberías perdértelo. Avisad@ quedas.
Redacción:
Santiago Navascués
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Parece una obra de teatro de lo más interesante y ese actor soportando el peso en exclusiva de dos papeles y de toda la obra tiene que estar genial. Tomo nota de la obra por si viene a Santander.
ResponderEliminarUn beso.
¡Holaaaa!
ResponderEliminarUmmm que interesante, desde luego se nota que el actor lleva todo el peso de la obra la verdad, olé porque no debe de ser nada fácil.
Hace bastante que no voy al teatro, me gustaría volver y me has dejado con el gusanillo jaja
¡besotes!
Me dejas con ganas de verla. A ver si llega por aquí cerquita.
ResponderEliminarBesotes!!!
Buenas noches:
ResponderEliminarTe agradezco el relato de la obra que presentas. Para mí es interesante conocer lo que sucede en los escenarios de fuera de mi ciudad.
Un abrazo y gracias por estupenda reseña!!
Pues tiene una pinta estupenda, ojalá pudiera verla!
ResponderEliminarBesos.
¡Hola!
ResponderEliminarMe has dejado con ganas de verla, lo malo es que por aquí me da que no va a venir jaja.
Besitos :)
Me encanta como nos describes el teatro y la pasión que tienes por él.
ResponderEliminarB7s
La obra tiene un pinta buenísima. Me recuerda a "El campeón prohibido" de Darío Fo.
ResponderEliminarUn beso y feliz lunes.