CHICAS Y CHICOS
Llegó a Olite el primer golpe bajo dirigido a las zonas blandas, y lo hizo de la mano de Lucía Miranda como directora del montaje y de Antonia Paso como única intérprete y, por lo tanto, protagonista excepcional de una historia dura de asumir. De entre las muchas bondades que tuvo el cambio de formato del propio Festival de Teatro de Olite (anteriormente todas las obras debían estar adscritas al teatro clásico griego, romano, del Siglo de Oro español o los grandes clásicos franceses, ingleses o italianos), con la llegada de Luis Jiménez a la dirección se amplió enormemente el espectro temporal y, a consecuencia de ello, se pudo enfocar los grandes temas universales desde un prisma mucho más moderno y pegado al espectador de hoy en día. De esta manera, el gran público, ese que quizá es primerizo o acude muy poco al teatro, puede llegar a conectar más fácilmente con la historia porque reconoce el entorno, el vestuario, el atrezzo, y no los siente ajenos. De esta eficaz herramienta se sirve el dramaturgo Dennis Kelly, autor del texto, para contarnos una historia femenina de amor y odios, de éxitos y envidias, de vida y de muerte.
Frente a un escenario muy bien iluminado y parco en elementos decorativos (este tipo de obras en las que asistimos a noventa minutos de monólogo no necesitan distraer la atención de la protagonista), encontramos a una mujer de entre treinta y cuarenta años (¡qué importa la edad para lo que está a punto de contarnos!) que se haya en lo que parece ser la entrada de su casa, o en la salida al patio de atrás en el que un cubo y un rastrillo denotan la existencia de unos niños que emplean sus horas en horadar la tierra y levantar castillos de arena tan grandes como les permita su imaginación y su pericia. Desde allí, decíamos, la protagonista se dispone a contarnos su vida, la de una mujer liberada, que supo disfrutar de su juventud, que se divirtió hasta donde quiso hacerlo, y que un día se casó con un hombre de éxito, Carlos, que pronto le dió dos hijos.
Esa mujer, poco a poco, fue labrándose un futuro propio, alcanzó un cierto éxito profesional, probó en sus labios el sabor del triunfo al tiempo que trataba de mantener inalterada la crianza de sus hijos sin descuidarlos. Sin embargo, llegó un día en que las cosas en su vida, o puede que en la de su marido, se torcieron. Y ya nada fue igual. A partir de entonces, lo que había sido una historia alegre, desfasada, de lucha y superación, se fue diluyendo hasta convertirse en un relato sórdido y oscuro. Y es que la protagonista, adelanta al espectador el desenlace de la obra en mitad del nudo de la misma, y como espectador no puedes si no respirar hondo, tragar saliva, cambiar el chip y disponerte a lanzarte desde lo alto de una montaña rusa sabiendo que el vagón no va a frenar... La aparición de la muerte la matará en vida.
Así es como afronta Antonia Paso su interpretación, de una manera rotunda y arriesgada, sin mirar atrás, sin cortapisas ni paños calientes, dejándose llevar por un texto que la coloca contra las cuerdas, la zarandea y la arroja al vacío. Y lo hace con total solvencia, moviéndose entre múltiples emociones, siempre creíble tanto en la comedia como en la tragedia. Buena parte de culpa la ha tenido Lucía Miranda, que ha sabido dirigir a la actriz con mucho acierto, haciéndole dominadora de todo el espacio, aportándole a su personaje un punto de seguridad, de dramatismo, de insolencia...
A pesar de que se echa en falta más información acerca del cambio radical que sufre su marido y que, debido a él, los acontencimientos trágicos se precipitan sin posibilidad de alternativa, (esta ausencia de fondo del personaje de Carlos penaliza el texto, ya que simplifica en exceso un problema a menudo lleno de matices y de aristas), este Chicas y Chicos de la compañía El sol de York es un montaje potente, bien dirigido y fantásticamente interpretado, por lo que merece la pena emplear noventa minutos de nuestro tiempo para reflexionar y conmoverte, para darte cuenta los pequeños miedos, descontrolados, pueden crear enormes olas de destrucción y acabar con la vida de quienes más quieres. El maltrato, el asesinato, el deseo de hacer daño y golpear donde más duele,... esa lacra a la que día a día hay que enfrentarse y enseñar a identificar en los más pequeños para que tengan herramientas con las que combatirla para poder derrotarla definitivamente. Montajes como este son un buen arma con la que lanzarse a la ofensiva.
EQUIPO ARTÍSTICO
Dirección: Lucía Miranda
Dramaturgia: Dennis Kelly
Intérprete: Antonia Paso
Escenografía: Anna Tusell
Sonido: Irene Maquieira
Iluminación: Pedro Yaguë
Diseño de cartel: Paula Bonet
Prensa: María Díaz
Fotografía: Alejandra Duarte
Producción: Javier Ortiz
Distribución: Crémilo
Chicas y chicos es una producción de El Sol de York.
Más información: www.elsoldeyork.es
¡Hola! Esta parece ser una obra de teatro a la que me encantaría asistir. Me parece genial que la protagonista nos cuente de a pocos, como su vida fue cambiando y toque diversos temas interesantes. Muchas gracias por tan buena entrada y espero tengas una linda semana. ¡Besos!
ResponderEliminarBuenos días:
ResponderEliminarComo siempre, muy interesante la crónica que nos traes del mundo de la escena. ¡Muchas gracias!
Feliz martes!!
Si llega por aquí cerquita, iré a verla, que me has dejado con ganas.
ResponderEliminarBesotes!!!