SAB de Gertrudis Gómez de Avellaneda,

SAB 

La Pelipequirroja


   Hacía mucho tiempo que quería leer esta novela, la primera de la autora, a la cual yo conocía por algún relato de terror en diferentes antologías del siglo XIX;  me hablaron de ella por primera vez en clase, años ha, cuando tratábamos la esclavitud y todos habíamos leído "La cabaña del tío Tom".   Anterior a esta última, Sab fue publicada por primera vez en 1841, hablaba de la esclavitud en Cuba y el papel de los españoles en todo este asunto (cómo no) pero lo que me atrajo hacia ella fue que la escribió una mujer (al igual que La Cabaña...) y eso era algo que no podía dejar pasar, de nuevo, una mujer levantaba la voz y alzaba la pluma para denunciar la situación de los esclavos y pugnar por la liberación de los mismos. Fantástico. Pero fue el propio Sab, ese enigmático personaje, mulato, el que me hizo remover cielo y tierra para conseguir un ejemplar. Y no fue fácil. Es más, entonces fue imposible conseguirlo, llegó en su momento a un grupo muy reducido de lectores, adinerados, y es que había sido prohibido durante más de cien años tanto en Cuba como en España. Qué fastidio. Tuve que esperar diez años para, al fin, conseguir un ejemplar de Cátedra, editorial que lo publicó entonces, y casi la única que hoy por hoy lo sigue teniendo en catálogo. Finales de los noventa, y allí estaba yo, leyendo una obra escrita en 1841 y prohibida durante más de un siglo. Y hoy, veinte años después, vuelvo a enamorarme de Sab y Carlota, de la pluma de una autora que no obtuvo el reconocimiento que se merece y de una historia que me emociona y enfada a partes iguales ¡ Y la de cosas que se me quedaron en el tintero aquella primera vez! me he sentido como si la leyese por primera vez.  Y ha sido, gloria bendita. 

   Cuba, finales del siglo XIX, Sab es un esclavo de la familia Bellavista, y dada su condición de mulato goza de algún que otro "privilegio" que el resto de esclavos negros no tiene.  Don Carlos de Bellavista  es un rico aristócrata y terrateniente azucarero, y su hija Carlota, no es solo su heredera, sino la niña de sus ojos, su pequeña princesa mimada para la cual todo es poco. En un mundo y un tiempo en el que todo se compra y se vende, y el valor de una persona, sobre todo de una mujer, es igual al valor de tierras y fortuna que posea, el amor romántico no tiene cabida, un matrimonio es tan solo una transacción comercial más, que para algunos puede ser la mar de provechosa. Los Otway, ricos comerciantes que sin embargo no gozan del status social de los Bellavista, pretenden ascender en la escala social a través del matrimonio del joven Enrique con la rica heredera Bellavista. Padre e hijo, son ávaros e interesados, sin escrúpulos, y están dispuestos a todo para conseguir sus objetivos, caiga quien caiga; cuando se descubre que debido a un revés económico, los Bellavista no son los ricos terratenientes que fueron, los Otway solo piensan en romper un noviazgo que ya no les es provechoso. Sin dinero, no hay amor que valga.  
   Sab, que siempre ha estado enamorado de la joven Carlota, ve con impotencia como el corazón de su amada es destruido sin piedad, y cuestiona la dignidad y la palabra de los ricos, meros mercaderes de bienes y fortunas; pero poco puede hacer él, al fin y al cabo es un esclavo y jamás, jamás, podrá casarse con su amada. En la sociedad, no tiene ni voz ni voto, y nada puede cambiar eso. Entonces sucede algo, un golpe de suerte extrema que convierte a Sab en algo más que un esclavo mulato, pero nunca podrá llegar a ser quien quiere ser ni casarse con quien ama, pues a pesar de que ahora cuenta con un dinero que no tenía, su condición de mulato le impide declarar su amor a Carlota y sobre todo, que su propuesta sea aceptada por Don Carlos; nadie en su sano juicio accedería a tal cosa si no quería acabar presa del ostracismo y la burla de la sociedad, sin contar con la justicia que jamás lo permitiría por considerarlo un delito. Sab no tiene ninguna posibilidad de ser algo más que un esclavo, aunque mulato, esclavo por siempre. 
   Un personaje al que se le toma cariño y al cual acabas respetando por su integridad, es Teresa, pobre como las ratas, ningún hombre pudiente se siente atraído por ella dado que es humilde y no tiene nada que ofrecer, excepto su amor, claro que a un hombre tan pobre como ella ¿Pero qué importancia tiene eso, si a su alrededor ni la posición de Carlota le permite encontrar un buen hombre, y el dinero de Sab no le da la felicidad que ansía? la sociedad es machista, intolerante, egoísta, interesada e hipócrita, los seres humanos no son más que cosas que se venden y se compran, aunque no seas esclavo, vales tanto como vale tu fortuna. Y una mujer vale menos que todo eso. Sin un hombre, no eres nadie. Me ha emocionado mucho este personaje, mucho. 
   Como toda obra Romántica, las descripciones son arrebatadoras, sublimes, desde el paisaje hasta una tormenta, el desgarro, la desazón, la soledad, el dolor, la incomprensión, las batallas internas del alma, todo se magnifica y la intensidad emocional se convierte en un personaje más sin el cual, los sentimientos de los protagonistas, que sufren su destino, pasarían de largo ante nuestros ojos cegados por una historia y una época que anulan todo intento de ser algo para lo que has nacido.

Conclusión: Una primera novela escrita algo toscamente vista por nuestros ojos lectores del siglo XXI, carencia que dejamos de lado a favor de una potente historia, crítica social y política de un país y una época colonialista que esclaviza tanto a negros como a mujeres, las cuales en ocasiones salen tan mal paradas como los primeros. Una lanza rota a favor de la abolición de la esclavitud en todos sus ámbitos y una bofetada abierta en la mejilla de todos aquellos que ponen por delante el dinero a las personas, denostando a los que consideran inferiores, por su raza o su condición.  Sin olvidarnos de una historia de amor condenada al fracaso y a pesar de eso, el sentimiento que la crea, mueve montañas, aunque estas terminen soltando una avalancha de rocas de ingratitud y dolor sobre los que osan aventurarse en tan peligroso camino. 

Una delicia absoluta  y plena. Maravillosa. Os la recomiendo encarecidamente.

SAB

Gertrudis Gómez de Avellaneda

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