miércoles, 6 de abril de 2016

HASDAY, EL MÉDICO DEL CALIFA, de Carlos Aurensanz



Eppur, si muove.
(Y sin embargo, se mueve).


Real o no, la tradición indica que Galileo, cuando se hallaba frente al tribunal del Santo Oficio, abjuró de su teoría heliocéntrica para escapar de la condena fatal que le aguardaba si no se retractaba de ofender a Dios al interpretar que la Tierra no era el centro del universo ni que todo giraba en torno a ella, como quedaba escrito en las Sagradas Escrituras y como, más tarde, teorizaron Aristóteles o Ptolomeo. Aquel eppur, si muove, dicen que lo pronunció en un susurro, como queriendo redimirse con su propia conciencia y con los años de estudio y experimentación que le habían llevado a sostener una teoría, para él, totalmente incontestable.
¿Cómo debía sentirse aquel hombre al que le obligaban a decir lo contrario de lo que suponían los resultados de toda una vida dedicada a probar, observar y anotar los resultados de sus estudios? Aristóteles decía que un cuerpo pesado caía al suelo mucho más rápido que uno ligero al ser arrojados ambos desde una misma altura. Lo decía, pero no lo probó. Galileo, por el contrario, buscó demostrar la afirmación del sabio griego, pero para su sorpresa, todos los objetos de distintos tamaños y pesos con los que probó, cayeron al suelo al mismo tiempo. ¿Cómo negar lo que veían sus ojos? ¿Qué le transmitía mayor veracidad respecto de un mismo hecho: la palabra etérea de lo divino o el lenguaje rotundo de sus sentidos?


Existía expectación entre los lectores de novela histórica cuando Carlos Aurensanz anunció que regresaba al género que lo colocó entre uno de los escritores del género con más aceptación de los últimos años. Y no era para menos, ya que con su trilogía de los Banu Qasi, había alcanzado una posición en el panorama literario muy destacada, teniendo en cuenta que no había escrito nada anterior hasta entonces. Sin embargo, viró en su trayectoria para explorar nuevos retos y se enroló en un nuevo viaje: La Puerta Pintada, un trhiller con tintes negros en el que, mediante la investigación de unos asesinatos cometidos por un asesino en serie durante la postguerra española, conocíamos las nefastas consecuencias que había traído el golpe de Estado franquista en una sociedad amordazada por el nuevo poder que se asentaba en el país.
Hasday, el médico del Califa, es la nueva apuesta del escritor tudelano y de Ediciones B, la editorial que le abrió las puertas a su condición de escritor y que, hasta el momento, ha confiado en la capacidad de Carlos para seguir construyendo historias bien escritas y con buena conexión con muchísimos lectores.
Cuando el lector tenga entre sus manos esta novela, pronto será consciente de que se encuentra ante una novela biográfica, la de un afamado médico hebreo, Hasday Ibn Shaprut, que llegó a asombrar desde muy joven a los más experimentados galenos del Califato de Córdoba, y que alcanzó, más allá de la ciencia, unas cotas de influencia y de poder pocas veces conocida por un judío, máxime si tenemos en cuenta que fue el consejero  más importante de Abderramán III, el primer califa Omeya.
La novela, dividida en dos mitades claramente definidas, trabaja desde muy temprano el carácter del protagonista, a quien el lector puede acompañar en sus actividades desde muy joven. El escritor, en la primer parte, define en Hasday una personalidad en alto grado curiosa, y será esa curiosidad la que determine su destino en todos los ámbitos de su vida. Además, muestra un nivel de compromiso y de afán por aprender que, si hoy en día viviera, sólo hubiese destacado porque su padre hubiese podido pagarle los estudios en una prestigiosa universidad privada. Para su fortuna, el Califa y sus consejeros más importantes supieron entender que no existía mejor porvenir para el Califato que contar con las mentes más preclaras en todas las ciencias conocidas, y para ello no escatimaban en gastos para sufragar los costes que suponía el desarrollo de decenas de muchachos que, como Hasday, destacaban con claridad, así como de conseguir y traducir los tratados más valiosos escritos en cualquiera de las lenguas del mundo, fuesen o no fieles al Islam. Es ésta una parte de la novela mucho más libre para Carlos Aurensanz, en la que se muestra como el buen narrador de ficción que es, capaz de concebir personajes intensos y cargados de emociones, ya que Carlos tiene el acierto de crear las tramas y situaciones necesarias para conectar desde el inicio con el lector: El primer amor, la vida cotidiana judía, las travesuras de un zagal, el paso de la adolescencia a la edad adulta, la rivalidad, el deseo, la herejía, el odio… son los ingredientes que utiliza para bosquejar un período vital desconocido del protagonista pero en los que el autor tudelano alcanza varios de los momentos más apasionantes de la novela.
Sin desprenderse de la esencia anterior, pero basándose en los datos recogidos por los historiadores de la época (siglo X), compone en la segunda mitad un mural en el que quedan perfectamente reflejados los valores de una sociedad, la qurtubí, que alcanza unos niveles de desarrollo en muchos ámbitos que ni siquiera se alcanzaba a soñar en el corazón del continente europeo, cuya evolución se veía truncada por los límites autoimpuestos por una sociedad que había entregado el saber a la religión. Y es que, dentro de aquellas catedrales de muros tan gruesos como murallas y sin apenas ventanas por las que se filtrase la luz, resultaba muy complicado leer libros, tomar conciencia, adquirir conocimientos, cultivarse… En este caso, Carlos nos presenta, con el rigor y la meticulosidad que caracteriza sus trabajos puramente históricos, el esplendor Omeya de manera monumental a través de la construcción de Medina Azahara o de la puesta en marcha del importantísimo puerto de Almería, sin desdeñar el papel fundamental que desarrolla el Califato en las relaciones diplomáticas con los reinos infieles al Norte y la amenaza velada que aúlla desde Oriente. El poso de la experiencia acumulada es un grado, y gracias a ello, el autor traslada de manera amena y cercana la evolución del protagonista en la corte qurtubí hasta alcanzar en la práctica las funciones de Visir (que no de manera oficial, pues era un título reservado a los árabes de sangre más noble). Adquiere entonces la novela un tempo mucho más acompasado, en el que el lector podrá descubrir por qué Abderramán III lo eligió a él y no a ningún otro para representarle ante los hombres más poderosos y los embajadores más influyentes del mundo conocido.
Pero, además, la nueva novela de Aurensanz es un clamor contra las conciencias herméticas, un grito de ruptura con la tradición que inmoviliza; es una reivindicación de la transgresión de las normas cuando éstas impiden el avance de la razón; es plantear la duda entre ofender a Dios desafiando sus leyes, o congraciarse con él mejorando y salvando las vidas de los hombres que le rezan y que están dispuestos a verter su sangre en su nombre.
Por último es, quizá, la novela más íntima y personal que haya escrito Carlos, veterinario de profesión, ya que transmite la adolescencia de Hasday y lo que para él supone la apertura al conocimiento de la ciencia y la medicina de un modo que, en cierta medida, y dejando la técnica literaria a un lado, mucho más cerebral y aséptica, únicamente se puede conseguir mediante la vocación: sin haber sentido en tu interior la llamada de la medicina no se pueden escribir las apasionadas páginas que ha escrito Carlos, cargadas de una entrega al deseo de aprender tan extrema que roza la temeridad de arriesgar la propia vida. Quién sabe hasta dónde llegó el autor en su juventud…. ¿Será verdad que la realidad supera siempre a la ficción?
Con esta nueva novela, Carlos Aurensanz vuelve a la literatura histórica, donde la mayoría de los lectores le ubican si se les pregunta por él y en el que, para algunos, parece refugiarse para huir de aventuras con finales desconocidos; pero que nadie se llame a engaño: aún siguiendo los cánones del género, Hasday, el médico del Califa es un trabajo libre y no exento de riesgos, ya que el lector no encontrará grandes guerras ni enfrentamientos entre civilizaciones que quizá espere, aunque a cambio tendrá ante sí la oportunidad de dejarse sorprender por un personaje desconocido para el gran público pero  de inmenso calado que gracias a la lectura de esta novela recobrará la importancia que siempre debió tener. Se nota que Carlos ha vuelto a escribir lo que sentía que tenía que contar y no lo que creía que debía contar. Es en esa delgada línea que separa el sentir del deber donde radica la libertad del escritor. Por afortunado debe tenerse quien hoy escriba lo que sienta, y meritorio lugar ocupen quienes apuesten por ello de manera decidida. A los lectores sólo nos resta relajarnos, y disfrutar con la lectura.

HASDAY, EL MÉDICO DEL CALIFA
Carlos Aurensanz

Ediciones B


ISBN: 978-84-666-5846





Puedes adquirirlo, aquí


Puedes adquirirlo en formato ebook, aquí

Una reseña de Santiago Navascués



©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

No hay comentarios:

Publicar un comentario