sábado, 3 de agosto de 2019

LORCA LA CORRESPONDENCIA PERSONAL, XX FESTIVAL DE TEATRO DE OLITE

LORCA, LA CORRESPONDENCIA


Gema-Matarranz-Lorca-Correspondencia
Gema Matarranz

De las muchas formas que se tiene de conocer a una persona: su forma de ser, de sentir, de expresarse y de estar en la vida, una de las más directas es la epistolar. Cuando uno lee las cartas que alguien escribe a otra persona, puede encontrar en ellas la personalidad de quien la remite volcada de manera directa, pues el papel en blanco permite una libertad total, y el hecho de escribirlo a solas, sin que nadie cohíba al escritor, le permite a este expresarse con sinceridad, sin frenos ni cortapisas. Es, por lo tanto, una autopista sin límites de velocidad hacia quien sostuvo el bolígrafo o tecleó el texto. No obstante, tiene un punto de cotilla si no se cuenta con la autorización expresa del autor, puesto que es un acceso a su intimidad, por lo que se debe tener permiso o ha de mediar una justificación rotunda para tomar las cuartillas y hundir nuestra vista en las líneas que las recorren.

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Lorca, La Correspondencia Personal

Para el ecuador del XX Festival de Teatro de Olite, desde la dirección nos plantearon adentrarnos en lo más profundo de Federico García Lorca, no ya sólo del genial poeta granadino de Fuente Vaqueros, que también, sino de la persona, del hijo, del hermano, del amante, del amigo...

Juan Carlos rubio, director y creador de la obra, nos muestra a un Lorca dual, representado por un hombre y una mujer, Gema Matarranz y Alejandro Vera, que está apunto de ser asesinado por sus verdugos. Se encuentra en una celda, quizá una cárcel, Un lugar a todas luces oscuro y tenebroso en el que el poeta ha sido encerrado (para más tarde conducirlo al monte y matarlo como a un perro) por rojo y por maricón. Es a partir de ese instante cuando el protagonista se mostrará ante el público e irá desnudando su alma, accediendo a sus recuerdos, que se encuentran anotados en múltiples cartas que envió a todo tipo de personas con las que mantuvo contacto en vida, pues fue Federico un hombre social, gustoso de conocer y hacer amigos, de intercambiar opiniones y enriquecerse del contacto con otras personas, lugares y costumbres. Recorreremos así los recuerdos que guarda de sus padres, de su familia, de sus años de juventud y estudio, de sus viajes por España y por el extranjero (Cuba o Nueva York) donde tanto aprendió y tanto fascinó, de su interés por la poesía y el teatro (estudió en la Institución Libre de Enseñanza, y fundó una compañía de Teatro, La Barraca, destinada a propagar este arte por todos los rincones de España). También descubriremos al Lorca más humano, al que sufre por amor, al despechado, al enamorado, al celoso, al bohemio, al soñador... y al comprometido con su mundo, con sus ideas, con su España, por la que tanto sufrió y por la que, debido a lo que su propia figura representaba para muchos, cayó asesinado por la mitad de ella al anochecer, con alevosía y odio, mientras la otra media dormía, ajena a la muerte de un inocente.

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La escenografía la componen 2 sillas, que son una, como un Federico son los dos, y destaca por su sencillez y su radical transmisión un muro de archivadores negros en el fondo, del que se irá nutriendo el poeta para acceder a los recovecos de su memoria. El vestuario de los actores va mudando durante la obra, de un negro luto a un blanco inocencia, para regresar a un negro de muerte trágica, como la del granadino más universal.

Los actores Gemma Matarranz y Alejandro Vera hilvanan a dos manos un personaje fascinante en sus virtudes y en sus contradicciones, trabajando cada uno de ellos las dos caras del artista, repartiéndose los costurones de una personalidad enorme y dotándole de una humanidad y un poso realmente interesante. De la capacidad interpretativa de Gema ya habíamos tenido la oportunidad de constatarla en Olite hace dos años con la obra de Juana la Loca. De la de Alejandro lo comprobamos esta noche, y por si a alguien le quedaba duda de su capacidad, se atreve incluso a cantar, y lo hace sentido, cómo se hace aquello de lo que disfrutas o en lo que crees. Creo que en su lugar, se fusionan ambas.

Quien quiera conocer a Lorca, tiene una magnífica oportunidad de hacerlo acercándose al teatro y disfrutando de esta obra producida por la compañía andaluza Histrion Teatro, ya que el trabajo de selección y búsqueda en sus textos ha dado como resultado un montaje cargado de detalles de una persona que ha influenciado de manera determinante en la forma de ser y ver el mundo de muchos artistas, y sigue despertando la admiración en todo el mundo. Un lujo a paladear en una noche de verano, y en cualquier época del año. ¡Qué la disfruten!


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Recibiendo los aplausos finales

REPARTO

Gema Matarranz y Alejandro Vera

EQUIPO ARTÍSTICO

Dramaturgia y dirección: Juan Carlos Rubio

Diseño de espacio escénico: Estudio deDos (Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán)

Construcción de escenografía y atrezzo: Álvaro Gómez Candela

Ayudantía de dirección: Luis Miguel Serrano Martín

Música original y espacio sonoro: Miguel Linares

Diseño de iluminación: Juan Felipe Tomatierra

Técnico de sonido: Ángel Moreno

Comunicación: Alexis Fernández. En Cursiva Comunicación

Diseño gráfico: Rafa Simón

Arreglos de vestuario: Araceli Morales

Video: Pablo Mabe

Fotografía: Gerardo Sanz

Producción: Nines Carrascal y Sonia Espinosa

Distribución: Nines Carrascal

Lorca, la correspondencia personal es una producción de Histrión Teatro

Más información: www.histrionteatro.es

  Redacción y Fotografía: Santiago Navascués 
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

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