EL JURAMENTO DE WHITECHAPEL, de Jose Javier Abasolo

 EL JURAMENTO DE WHITECHAPEL, de José Javier Abasolo

He de reconocer que mi contacto con Jack el Destripador (Jack The Ripper) fue tardío. Recuerdo que la primera vez que vi algo relacionado con los misteriosos asesinatos fue en una serie protagonizada por Michael Caine siendo joven y probablemente por ello apenas perdí tiempo con ella. Mi siguiente contacto con el tema fue gracias a mi cuñado, amante de la novela gráfica (género por aquel entonces desconocido para mí) que me recomendó leer From Hell (Desde el infierno) una obra escrita por Alan Moore y dibujada por Eddie Campbell que trataba de descubrir al asesino del caso que tuvo que cerrarse en la realidad como No resuelto. Me hablaba con tanta pasión de aquel cómic que acabé por darle el gusto y lo leí. Fue tanto lo que me apasionó que lo releí varias veces, y tiempo después, cuando Hollywood anunció una adaptación de la obra protagonizada por Johnny Deep, fui uno de los que no se perdió su estreno en la primera semana. Desde entonces he leído todo tipo de noticias que han saltado con posibles identidades de la asesino y presuntas tramas que motivaron aquellos trágicos asesinatos vividos en las rumbos herrumbrosas calles de Whitechapel.

Portada de El juramento de Whitechapel

El protagonista de esta novela para muchos será desconocido, pero es importante señalar que, aunque en la historia no tiene ningún tipo de importancia, si acaso se bosquejan pequeños detalles de su mentalidad y sus ideales políticos, se trata del emblema más importante del nacionalismo vasco junto a la Ikurriña.

 La figura de Sabino Arana es cuanto menos controvertida, ya que es el padre del nacionalismo vasco. De fuertes convicciones, Arana fue un hombre educado en la más férrea disciplina del catolicismo practicado en la época en el País Vasco, una de las zonas más ultraconservadoras de finales del siglo XIX junto a Navarra (huelga decir que las Guerras Carlistas, que enfrentaron a los que buscaban dar continuidad al absolutismo tradicional contra los liberales que se alineaban con las ideas de la Ilustración, tuvieron su origen en estas dos provincias, ya que se trataba de una sociedad aferrada a la tradición y al abrazo de la fe católica como elementos que la cimentaban).

Lo primero que sorprende de esta novela es que está doblemente narrada: por una parte, la voz de un cura que está a punto de ser fusilado en la Guerra Civil Española y que, a modo de legado, en esos últimos momentos de su vida le vienen a su cabeza los recuerdos de una historia que creía casi olvidada y que le narró el protagonista principal de la novela en su lecho de muerte cuando fue a recibir la extrema unción. Se trataba de Sabino Arana y en ella le contaba la historia que da pie a la novela: El juramento de Whitechapel. El título viene a colación de lo profundo de sus principios, ya que para un hombre con su fe y criado en el País Vasco, donde la palabra dada es ley, realizar un juramento es algo así como un contrato vital, sobre todo si lo que juras es no contarlo jamás a nadie hasta el fin de tus días. Es por ello que Sabino, como segundo narrador, abre su corazón y sus recuerdos al cura que le confiesa para liberar su mente del pesar de unos sucesos que conmocionaron al mundo entero y que le tuvieron a él, sin pretenderlo, como un protagonista en la sombra de los asesinatos llevados a cabo por Jack el Destripador.

El autor nos introduce en la vida de un joven Sabino de veintitrés años en 1.888, que recientemente ha perdido a su madre tras la pérdida de su padre años atrás, por lo que se encuentra solo, desnortado y con la única ayuda de su hermano Luis. Éste decide enviarlo a Londres para que se forme en temas comerciales, ya que allí vive un antiguo amigo de su padre, un respetado hombre de negocios y que además ocupa un sillón en la Cámara de los Lores británica: Sir Peter Kingsfield. El mismo día que el joven vasco llega a Londres y es recibido por los hijos del Lord (Charles y Elizabeth), se produce el primero de los asesinatos que luego se conocerán como obra de Jack el Destripador. Cuando se enteran de la noticia, les parece una terrorífica casualidad, pero fruto de una conversación entre Charles y Sabino, surge la idea de investigar la muerte de Mary Ann "Polly" Nichols, una prostituta que fue encontrada en un callejón, degollada y mutilada, del mugriento barrio de Whitechapel, hogar de inmigrantes irlandeses y de la Europa del Este, en el que rateros, borrachos y maleantes se mueven con indiscreta libertad. El joven Charles Kingsfield se muestra muy interesado en conocer la identidad del asesino y emprenderán la búsqueda sin apoyos, guiados por su intuición y su sentido común.  De esta manera, y gracias al cierto desorden con el que lleva su vida el hijo del tutor de Arana, recorren las calles mugrientas y malolientes de Whitechapel, los antros en los que se mueven las prostitutas, algunos comercios en busca de unos ojos que hubiesen visto algo sospechoso...

Y así, siguiendo un meticuloso protocolo ajustado a los sucesos que se fueron dando en el Londres de la época, Abasolo va creando su propia versión de lo sucedido a través de los descriptivos ojos de su protagonista. Como dice el autor, no es ni más ni menos verosímil que el resto de versiones que existen sobre la autoria de los asesinatos. La novela se convierte así en un intrépido thriller de misterio que mantiene al lector con una constante necesidad de seguir avanzando en la lectura. A pesar de lo que pueda parecer, y aún siendo unos asesinatos archiconocidos, el autor hilvana unas tramas creibles con personajes reales como el inspector Abberline (que se encargó realmente de la investigación del caso) o Arthur Conan Doyle (el famoso padre literario de Sherlock Holmes y que en la novela aparece como un reputado médico, que es la profesión que por aquel entonces ejercía en el país inglés).

Al estilo del escritor bilbaíno, que perfectamente reconocible en esta novela y no difiere mucho de otros títulos de su obra (Demasiado ruido, Asesinos Inocentes o Una del Oeste), le añade un txirimiri victoriano que todo lo empapa . En él, convergen las descripciones minuciosas, unos diálogos ágiles e ingeniosos, y un humor fino, en ocasiones sarcástico, que desata la risa en algunos pasajes. Gracias a ello, recrea una sociedad moralmente decadente, en la que la gente de los barrios bajos eran tratadas como escoria, y su destino a nadie importaba. La prostitución era un trabajo más en el que emplearse las mujeres que no alcanzaban a dar de comer a sus familias, a pesar de que el servicio de una prostituta costaba los mismos peniques que un trago de ginebra. La alta sociedad, que aplacaba la sed de sus instintos más primarios en barrios como Whitechapel en escapadas nocturnas, regresaba a sus mansiones sin un ápice de remordimiento por la suerte que les esperaba a aquellas, y al fruto infortunado que, con demasiada frecuencia, nacía de aquellos encuentros meses después. También aparece, y entonces comenzaban a despuntar, la primera prensa sensacionalista, deseosa de sucesos morbosos en la ciudad de los que obtener imágenes impactantes (sin imponer ningún tipo de límite ético) que llevar a las portadas de los periódicos para que las rotativas girasen y girasen y engrosar las arcas de los jefes sin escrúpulos.

Con El juramento de Whitechapel, José Javier Abasolo vuelve a demostrar que es un escritor que tiene un contrastado dominio de la novela negra, y que es capaz de ofrecer a los lectores un trabajo sorprendente, fresco y de muy alta calidad, pues únicamente así puede se puede conseguir una novela tan rematada como la que nos ocupa, que parece totalmente original a pesar de tratarse de los asesinatos de Jack el Destripador. Ritmo dinámico, sospechosos que se entrecruzan, la sombra de posibles conspiraciones que afectan a la estabilidad de la pérfida Albión, una tierna historia de amor vivida por un protagonista mojigato... La única pega es que se trata de una obra autoconclusiva y que es tan intensa, que cuando descubres el final quedas con ganas de más, y eso, para una novela, es el mejor de los veredictos. Una imprescindible del autor que se coloca por derecho propio y a nuestro juicio en el restringido grupo de sus tres mejores novelas publicadas hasta la fecha.

 

EL JURAMENTO DE WHITECHAPEL

José Javier Abasolo

EDITORIAL EREIN

Una Reseña de Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS