Se llenó al completo el aforo de la trasera del Castillo-Palacio de Olite para despedir como merecía al invitado de esta edición del Festival de Teatro de la villa medieval: el director de la Compañía de Teatro Clásico de Sevilla, Alfonso Zurro. Si con Luces de Bohemia abrieron el festival con un éxito de crítica y asistencia de público, su visión del Hamlet de William Shakespeare confirmó que Zurro se encuentra en un momento de dulce, y que es capaz de conectar con los espectadores gracias a una labor de dirección de la dramaturgia de sus textos que auna una revisión renovada de los libretos sin resultar infiel a los originales, una coordinación actoral pulcra y decidida, y una concesión vital a la importancia de los distintos gremios técnicos para conseguir un conjunto robusto que deje huella en el público asistente.
Como bien es sabido, Hamlet narra la historia de este joven príncipe de Dinamarca que acaba de perder a su padre, al que han asesinado. Se encuentra sólo, abandonado, y sus tribulaciones giran en torno a la pérdida del espejo en el que mirarse y la duda acerca de quién ha podido ser el responsable del regicidio. Una noche se le aparece el fantasma de su propio padre, que le confirma que su muerte fue causada por el veneno que le dió su tío Claudio, nuevo rey de Dinamarca y que, además, tomó a la antigua reina Gertrudis, su madre, como esposa. Le pide también que vengue su muerte y Hamlet, arrebatado por las palabras que escucha del fantasma, inicia una lucha interior por tratar de distinguir si lo que escuchó era o no real. A partir de entonces, se van sucediendo distintos acontecimientos que van llevando al espectador por un mar embravecido de pasiones de los personajes, movidos por la ira, el rencor, el poder, los celos... La joven e ingenua Ofelia, hasta entonces prometida de Hamlet, acabará cayendo en la locura tras la muerte de su padre; Hamlet provocará una situación para tratar de desenmascarar al rey como asesino de su padre delante de toda la corte; Claudio, a su vez, intentará dejar en evidencia al joven Hamlet, al que cree caído en desgracia y mellado de toda clase de cordura. Y mientras tanto, la amenaza latente de una invasión noruega que pone en jaque la continuidad del reino de Dinamarca sin que nadie parezca darle la verdadera dimensión que tiene.
El elenco de actores, nueve en escena desdoblándose algunos de ellos para dar cobijo a los principales de la obra, realizan un soberbio trabajo de grupo, definiendo unos personajes creíbles entre los que destacan Pablo Gómez-Pando como Hamlet (que a pesar de que en algunas ocasiones su dicción es tan rápida que resulta complicado seguir sus diálogos o meditaciones, consigue un personaje fiel a los deseos de Shakespeare: a veces se muestra demasiado cuerdo, otras totalmente enajenado ¿cuál será su verdadera cara?), Rebeca Torres (angelical y tierna Ofelia, transparente y pura como el vestido que luce al entrar a escena, y que irá transformándose hacia una locura oscura y fatal que la conducirá a protagonizar una de las escenas más dramáticas de la obra, siempre resueltas estas facetas temperamentales con acierto y calculados gestos, sin sobreactuaciones) y Manuel Monteagudo (que realiza una doble interpretación del noble siervo del rey, Polonio y del Sepulturero que pondrá en manos de Hamlet el famosísimo cráneo de Yorick, un antiguo bufón con el que Hamlet hizo amistad en su juventud, y que le servirá para mirar de frente a las cuencas vacías de los ojos de la muerte).
Además, destaca en este montaje la encomiable labor que realiza el equipo técnico desde el vestuario, fiel a la época en la que está ambientada la obra, hasta la iluminación, siempre precisa capturando la atención del espectador. Mención a parte merece el trabajo realizado por Curt Allen Wilmer en la escenografía, pues hacía tiempo que con unas mimbres tan sencillas como unos espejos y unos lienzos infinitos de colores, no se conseguía tanta potencia visual. Y es que la disposición de ocho espejos ligeramente separados unos de otros, formando un semicírculo y vagamente inclinados hacia el centro del escenario (deformaban el reflejo de los actores, y de alguna manera las realidades que éstos vivían), crearon un sorprendente juego de imagenes, ninguna igual a la de al lado a los ojos del espectador (inolvidable ese trono caído, metáfora del regicidio y que ofrece múltiples vistas según el espejo en el que lo contemples), y convirtiéndose, junto a los diferentes telas de distintos colores (la pureza blanca, el rojo de la sangre derramada, el negro que acompaña en silencio la llegada de la muerte), superpuestas como capas de una cebolla hasta llegar al núcleo, en una expresión nítida de las pasiones que subyugaban a los actores a medida que el desarrollo de la obra se iba precipitando hacia su final.
Este Hamlet de la Compañía de Teatro Clásico de Sevilla es totalmente recomendable, es una obra cuidadísima en cada detalle, acerca al gran público a uno de los dramas más universales y representados de la historia de una manera elegante, renovada y visualmente atractiva. Más que merecida fue la atronadora despedida de aplausos, extendidos durante más de dos minutos, con que les propinó el público de Olite. El Teatro es eso: entretenimiento, belleza, reflexión, arte, conmoción. Teatro es Alfonso Zurro. Larga vida al Teatro.
COMPAÑÍA
Teatro Clásico de Sevilla
DIRECCIÓN Y DRAMATURGIA
Alfonso Zurro
DIRECCIÓN Y DRAMATURGIA
Alfonso Zurro
REPARTO
Pablo Gómez-Pando, Juan Motilla, Amparo Marín, Manuel Monteagudo, Rebeca Torres, Antonio Campos, José Luis Verguizas, José Luis Bustillo, Manuel Rodríguez
EQUIPO ARTÍSTICO/ TÉCNICO
Producción: Juan Motilla,
Noelia Diez
Diseño de escenografía y vestuario: Curt Allen Wilmer
(AAPEE)
Diseño de iluminación: Florencio Ortiz (AAI)
Espacio
sonoro:Jasio Velasco
Lucha escénica: Juan Motilla
Realización
vestuario: Rosalía Lago
Construcción escenografía: Mambo, TCS
Ayudante de dirección y regiduría: Pepa Delgado
Ayudante de
vestuario:Eva Moreno
Ayudantes de escenografía: Eva Moreno y Mar
Aguilar
Diseño gráfico: Manolo Cuervo
Fotografía: Luis Castilla
Maquillaje y peluquería: Manolo Cortés
Equipo técnico: Carmen Mori,
Tito Tenorio, Enrique Galera
Distribución y comunicación: Noelia Diez
A partir de la traducción de: Leandro Fernández
Hamlet es una producción de Teatro Clásico de Sevilla
Redacción y Fotografía
Santiago Navascués
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
Una de mis obras favoritas de Shakespeare, sin duda.
ResponderEliminarUn beso :)
¡Hola! Me hubiera gustado mucho estar ahí, ¡envidiiiiaaaaa!
ResponderEliminarMe alegra que lo disfrutaras ^^
¡Un abrazo!
Hola Yolanda!! Se ve, por tus preciosas fotos y lo que nos cuentas, que debió ser una obra magnífica. Me la anoto como lectura. ¡Estupenda reseña! Besos!!
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarMe encanta como redactas todo tan bien. Se ve que te apasiona el teatro :D Recuerdo que hace años intenté /me obligaron/ a leer Hamlet en la escuela y no pude con él :/ así que no creo que disfrute de esta obra, pero me alegro que a ti sí :D
Besos
Qué escenografía tan buena.... Me encanta.
ResponderEliminarInsisto, todo lo cultural que tiene Olite me está dejando con la boca abierta.
Besos.