No podemos ni expiar ni rectificar
los errores y la miseria de ese Abril.
Los hombros caídos de una conciencia despierta
deben soportar de por vida la carga del tormento.
Es imposible, creédme,
dominar
o rehacer
nuestra pena por el hogar perdido.
El dolor perdurará en los corazones que laten
marcados por la memoria del miedo.
Allí,
rodeada por espinosa amargura,
nuestra perpleja ciudad se pregunta:
si nos amó
y nos perdonó todo,
¿por qué fue abandonada para siempre?
(A Pripyat, fragmento. Lyubov Sirota)
Yo tenía dieciséis años. 1986 prometía ser un gran año; mis grandes preocupaciones por entonces eran básicamente dos: que nos dejaran pasar a Pachá sin muchos problemas el sábado, y apoyar a mis compañeros de la Plataforma contra los "Numerus Clausus" en la lucha por conseguir entrar en la carrera universitaria que eligiéramos, sin que un cupo preestablecido nos dictara al final qué estudiar y qué no. Aún me quedaban dos años para ir a la Universidad, pero más valía ponerse las pilas por si al final me quedaba fuera de Periodismo. ¿Fuera de Pachá y fuera de mi carrera soñada?, ¡mi vida estaría acabada, antes muerta!) sacado de eso, lo demás se limitaba a mi grupo de amigos, las clases en el Instituto y las discusiones con mi padre sobre el defecto en el largo de mis faldas y el exceso en mi maquillaje.
Cuando la noticia sobre Chernobyl llegó a nosotros, ya habían pasado meses desde que se produjera la explosión en la Central Nuclear, y como suele pasar en estos casos la alarma inicial es proporcional a la magnitud de la tragedia y a la lejanía del suceso.
Poca información se nos dio entonces, poco o nada se sabía del suceso, ni de las consecuencias, ni de la depuración de responsabilidades, solo que algo mucho mayor que la bomba de Hiroshima había explotado en una de las Repúblicas Soviéticas ¿Qué ha pasado con las personas que vivían allí? ¿Va a llegar a nosotros la radiación? ¿En Rusia no tienen electricidad? ¿No funciona la tele, ni los secadores de pelo?, estas y mil preguntas salían de nuestras bocas a la velocidad de la luz y el profesor de Ciencias tan solo nos dijo:
-¡Tranquilos, eso no va con vosotros, ni con nosotros, es un hecho aislado y ha ocurrido muy lejos de aquí, no hay de que preocuparse!
Y el tiempo pasó, las noticias dejaron de llegar o lo hacían con cuentagotas desde la URSS; había algo llamado Perestroika y un tal Gorvachov -líder soviético que parecía distintos a los anteriores-; dejamos de hacer cola en Pachá porqué pasó de moda, ya no me interesaba tanto el periodismo y me incliné por el Arte y la Historia, todo avanzaba y las cosas que tanto nos preocuparon en un momento dado, dejaron de importarnos sin más.
Años después comenzaron a llegar niños ucranianos para pasar el verano, decían venir de la zona de la explosión pero cuando les hablábamos de Chernobyl, ellos respondían: no, Pripyat. ¡Chernobyl! ¡No, Pripyat! estos pobres no saben ni de dónde vienen, decíamos nosotros.
Y entonces algo comenzó a supurar en algunas conciencias: ¿Qué ocurrió allá en realidad y qué nos han contando a nosotros?...
EL LIBRO.
Dos días antes de que se produzca el terrible accidente de la Central Nuclear de Chernobyl, un policía moscovita llega a la ciudad de Pripyat tras ser represaliado por el Soviet Supremo; todo apunta que su nuevo destino le dará días anodinos y casos sin importancia, una manera del Soviet no solo de deshacerse de él, sino de hacerle sentir inútil y menospreciado.
Lejos de la realidad, dos días después de su llegada es testigo y víctima de la mayor catástrofe nuclear de la historia de la URSS; nada tiene que perder, está solo, lejos del que un día fue su hogar, relevado de sus competencias, ya solo le queda dar hasta su último soplo de vida por encontrar las respuestas a una tragedia,que nadie parece estar dispuesto a contestar. Si ha de bajar a los infiernos, no dudará en convertirse en el mismísimo diablo por tal de dar con el culpable.
No solo fue asolada una región rusa, las consecuencias de aquella "metedura de pata" cambiarían el destino de miles de personas generación tras generación.
LA OPINIÓN DEL GATO.
XVIII Premio Francisco García Pavón de Narrativa Policíaca. Una novela negra sobre la tragedia de Chernobil.
Así reza la portada de "La Muerte Invisible", de Alberto Pasamontes.
¡Y que me atrae a mi una portada! y en este caso no iba a ser menos, la imagen de una noria gigante, olvidada, deslavazada, tan solitaria y herrumbrosa como la Central que se ve al fondo; dos esqueletos que han permanecido en pie a pesar del tiempo, como recordándonos que lo único que nos sobrevive es acaso la propia Muerte.
Una imagen descolorida y un tacto a piel cuarteada ¡Sencillamente maravillosa, no se podría decir más con palabras! si la cara es el espejo el alma, esta portada lo es de la historia que nos cuenta dentro, el espíritu del libro. Y como uno de esos huevos kinder que nos regalan algunos directores de cine en las versiones extendidas de su obra -vamos, la crème de la crème de las ediciones- Pasamontes nos sorprende y regala otra portada bajo la sobrecubierta; me lo tomo como un regalo personal para aplacar mi ansia de portadas que hablan solas. ¡Cómo me conoces, ladrón!
Pero la verdadera emoción comienza con la lectura de la novela. Primer capítulo: ¿Quién eres y qué has hecho para acabar en esta ciudad? ¿Cómo te llamas y que has dejado atrás? no puedo parar de leer. Segundo capítulo: Un nudo empieza a aparecer en mi estómago, esto se pone interesante, decididamente no puedo parar de leer. Tercer capítulo: Desconecto el móvil y me traigo la cena a la habitación, estoy enganchada y no voy a dejar de leer.
Llegar al final de la novela y sentirte parte de ella, de la historia y ¡qué leches!, de la Historia del siglo XX, que no lo viví en persona pero no andaba muy lejos, nadie lo hacíamos aunque nos creyésemos que todo esto ocurría en una galaxia muy muy lejana, que lo tuvimos al lado, que casi pudimos respirarlo y nos dimos la vuelta ante lo que sucedía.
Esta ha sido una de las cosas que más me han gustado de "La Muerte Invisible", Alberto Pasamontes nos ha llevado en un viaje en el tiempo a ese 26 de Abril de 1986 y lo ha hecho con naturalidad, precisión, poniendo ante nuestros ojos imágenes en movimiento como solo un gran escritor sabe hacer: con la sutileza de las palabras y la fuerza de las mismas; ha sabido llevarnos hasta Pripyat sin esfuerzo alguno, como si allí siguiera erguida y soberbia la ciudad y sus habitantes siguieran vivos entre sus calles, sus parques, tras las puertas de sus casas.
Un gran despliegue descriptivo, inmediatez narrativa, sabemos lo justo que hay que saber del exterior de la ciudad pero no se pierde ni un detalle de lo que ocurre dentro de ella, lo que ocurrió aquellos días; personas anónimas convertidas en personajes trascendentales, nombres y cargos detallados, una ciudad convertida en un personaje principal más y un personaje principal que está empeñado en que sepamos todo lo que ocurrió y de él no sabemos ni su nombre. Un héroe que no pretende serlo y para que no lo convirtamos en tal se oculta tras lo único que no lo haría posible: el anonimato.
¡Bravo por Pasamontes! nos ha abierto los ojos a una tragedia por la cual los cerramos en su momento y no nos ha dejado un único héroe por el que brindar, pues de haberlo hecho así, semejante catástrofe hubiera sido solo una novela sin más y no una gran novela sobre un terrible suceso.
No os preguntéis porqué "La Muerte Invisible" ganó el XVIII Premio Francisco García Pavón de Narrativa Policíaca, leed la novela y sabréis porqué era imposible no ganarlo.
LA MUERTE INVISIBLE
Alberto Pasamontes
ISBN: 978-84-15073-66-9
Editorial Reino de Cordelia
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Una Reseña de Yolanda T.Villar
©TODOS LOS DERECHOS
RESERVADOS
Me encanta la reseña, es como ver un "trailer" en el cine, introduciendo y adelantando lo que será (en este caso) la novela; acabo de terminar "Voces de Chernobyl" de Svetlana Alexiévich y me ha encantado, tanto que la leería por segunda vez sin dudarlo. Ahora creo que cambiaré esa segunda lectura por esta novela.
ResponderEliminarEl tema me apasiona y ya estoy deseando saber más.
Un cordial saludo.
Es una novela fantástica, da igual si te gusta el género negro o no, si no sueles leer historias "reales", no puedes hacerte una idea si no lo lees, el contenido supera con creces al contenedor.
EliminarDa igual lo que te hayan contado, ahora tienes la oportunidad de estar más cerca de la verdad, aunque sea novelada, verdad solo hay una.
Y si , Voces de Chernobyl es una grandísima novela, pero muy distinta a esta, ya lo verás...