jueves, 10 de diciembre de 2015

ENTREVISTA CON...Alberto Pasamontes



No esperéis que nuevos sustos
nuevas tragedias,
conviertan a más gente
que sobrevivieron al infierno
en videntes.
La Radiofobia puede que cure
 al mundo
de la desidia, la saciedad, la ira,
la burocracia y la falta de espiritualidad.
Algo que nosotros no podemos,
por culpa del bien de alguien
mutaremos a un no género humano.

(Poemas a Chernobyl. Liubov Sirota)





GATO TROTERO: Sea más que bienvenido a este particular Tejado literario, Alberto. Tengo que confesarle que ya tenía yo ganas de tenerle así de cerquita, una entrevista que se demoraba y que por fin hemos podido hacer y disfrutar; demos las gracias o echémosle la culpa de este tête a tête a su nueva novela, La Muerte Invisible. Tras el buen sabor de boca que nos dejó la anterior novela andábamos ansiosos de tener un nuevo trabajo suyo, y ambos damos fe de que fui una “fan” algo pesada preguntándole cada cierto tiempo por su nuevo libro ¿Cómo ha sido la gestación y alumbramiento de “La Muerte Invisible”? ¿Llegó en su momento o los exigentes lectores teníamos razón al impacientarnos con una llegada que se nos hacía muy larga?

ALBERTO PASAMONTES: De pesada nada, soy un poco vago y no me viene mal tener a alguien que me dé un poco de caña. En cuanto al proceso de escritura, teniendo en cuenta que tardé más de dos años en alumbrar mi primera novela, Entre la lluvia, terminar La muerte invisible en solo seis meses es algo que me ha sorprendido incluso a mí. Lo cierto es que ya tenía la idea de escribir una historia policiaca ambientada en Chernobyl desde hace tiempo, pero la había dejado aparcada en detrimento de la novela que debía continuar la historia de los inspectores Barral y Alonso, protagonistas de Entre la lluvia. Fue gracias a la insistencia de un buen amigo que me decidí a participar en el premio García Pavón de novela negra, así que a él le debemos en parte La muerte invisible.

GT) La novela negra es un género literario que parece haber resurgido de sus cenizas tras un tiempo que hasta parecía estar denostada, los escritores incluso eran señalados con el dedo acusador de “acabados” (esto apareció hace unos años en un periódico de tirada nacional). Yo sin embargo, gran amante de este género, estaba convencida de que el problema no era la novela negra, si no la mala novela negra que metía en el mismo saco a unos y a otros, la falta de innovación y sobre todo, la falta de emoción en escritores y lectores. Su segunda novela llega y se hace con el XVIII Premio Francisco García Pavón de Narrativa Policiaca, una novela “emocionante” de principio a fin, en todos los sentidos ¿Qué se siente al escribir lo que uno quiere y además ser recibido con los brazos abiertos por jurado y lectores? ¿Se acabó la maldición del género o simplemente es que no llegó a existir?


AP: El problema es que hace unos años había un mercado de novela “barata” de muy baja calidad que hizo mucho daño a determinados géneros. Sobre todo, el policíaco y la ciencia ficción. Ninguno de ellos ha tenido gran tradición en España. Durante muchos años se les consideró géneros menores, y prácticamente todo lo que se publicaba eran novelas escritas en
dos días, destinadas a ser un simple entretenimiento sin mayor ambición, que agudizaron el problema. Hubo raras excepciones, como Francisco García Pavón, o Manuel Vázquez Montalbán por citar solo algunos, pero por lo general era considerada literatura “de segunda”. Sin embargo, es evidente que había un segmento de lectores que tenían ganas de más. Cuando hace unos años se produjo el boom de la novela negra escandinava, sobre todo gracias al éxito de Stieg Larsson y su saga Millennium –que no es el primero ni el mejor de los autores escandinavos, pero se convirtió en un fenómeno mundial-, la gente volvió a consumir novela negra, y una vez leído lo que nos venía de fuera, volvimos la vista hacia esos autores que llevaban tiempo escribiendo novela negra en nuestro país, y nos dimos cuenta de que había magníficas historias que se adaptaban mucho mejor a nuestra mentalidad e idiosincrasia que las de los nórdicos, tan fríos y viscerales, o que las de los norteamericanos, que suelen pecar de cínicos y macarras. Crímenes “mediterráneos”, podríamos decir, que conectan en seguida con la mentalidad del lector de aquí. No quiero decir con esto que sea ni mejor ni peor lo nuestro, sino que en los últimos años hemos conseguido situarnos a la altura que nos corresponde.
Y por supuesto, para un escritor que, como yo, prácticamente está empezando en esto, recibir tan buenas críticas por mis dos novelas publicadas, y para remate un premio del prestigio del García Pavón es algo que no podré olvidar en toda mi vida ni aunque quisiera, aunque tampoco es el caso.

GT: A diferencia de su primera novela “Entre la lluvia”, en la que se abordaba un tema actual, un asesinato en plena urbe cosmopolita, una ciudad que bien podría ser cualquier ciudad española o europea puesto que al lector le resulta fácil identificarse con el lugar, los hechos, los personajes, en esta segunda novela, “La Muerte Invisible”, nos lleva a retroceder en el tiempo hasta finales del siglo XX y nos suelta sin anestesia apenas en 1986 y en plena tragedia de Chernobyl ¿Sintió vértigo en algún momento cuando se adentró en la historia, se sorprendió a si mismo tanto como lo ha hecho con los lectores al descubrir cosas que no sabía, o todo fue premeditado para recordarnos un suceso que quisimos olvidar cuanto antes?

AP: En Entre la lluvia, la vida de los protagonistas se veía afectada por el momento social y político que vivimos en España en la actualidad, la crisis, los recortes... problemas que sufrimos todos en nuestra vida diaria. Es un escenario que, por conocido, lo sentimos muy cercano, y que hace que el lector sienta que es una historia que perfectamente podría estar ocurriendo muy cerca de él, incluso en su círculo de conocidos. En La muerte invisible esos problemas son diferentes. Las circunstancias cambian totalmente. Otro país, otro momento histórico... Sin embargo, solo es apariencia, ya que una vez que hayamos leído la novela, una vez planteado el crimen –siempre tiene que haber un crimen si hablamos de novela negra- y hayamos asistido a los esfuerzos del investigador por esclarecer los hechos y digerido los acontecimientos que en ella se narran, nos daremos cuenta de que la motivación de los criminales, las miserias humanas que nos llevan al desastre, difieren poco entre un momento y otro, de un país a otro, de modo que da lo mismo que nos encontremos en España en pleno siglo XXI o en la Unión Soviética en 1986. Al final, el lector encontrará que, a pesar de estar leyendo sobre unos hechos ocurridos hace treinta años a miles de kilómetros de distancia, la historia es muy actual, está plenamente vigente y es perfectamente trasladable a nuestros días, a nuestra propia experiencia.

GT: Hay una gran cantidad de lectores jóvenes que no habían nacido siquiera cuando sucedió esta catástrofe, algunos se acordarán de Fukushima que es más reciente e incluso otros –y esto le aseguro que es cierto pues lo oí de boca de estudiantes de instituto- no saben siquiera distinguir entre Fujitsu y Fukushima; unos hechos que parece que quedan lejanos para los que los vivimos, de lejos ¡Imagine para los jóvenes de ahora! ¿Qué razones daría usted a estos posibles lectores para que leyeran su obra? ¿Cree que es un sector de la sociedad al que es difícil atraer hasta ciertas lecturas? Tal vez los potenciales lectores no fueran uno de sus objetivos al escribir la novela, sin embargo ¿La escribió pensando en algún sector social concreto?

AP: Lo cierto es que, cuando escribo, no pienso en lo que va a gustar al lector. En lugar de ello, trato de escribir el libro que a mí me gustaría leer. Busco el espectáculo. Para mí un libro y una película son básicamente lo mismo, y hay veces en que se nutren de los mismos mecanismos. En ambos casos, lo primero que tenemos que hacer es entretener al lector o espectador, y eso es algo que muchas veces parece que se olvida. Nuestras intenciones pueden ser muy buenas, podemos tener una historia con una moraleja estupenda que deje al lector dando vueltas a la cabeza al llegar a un final sorprendente y espectacular, pero si no llega hasta ahí, si se ha aburrido en el primer capítulo, o se ha dormido a los diez minutos de película, de poco va a servir. Quizás por eso me guste tanto la novela negra. Suele comenzar de una manera impactante, hay una intriga, momentos de acción, tensión... Suelo decir que, si en un libro o una película no hay algún cadáver, me parece que me falta algo. Para historias más tranquilas ya tengo mi propia vida, en la que me gusta tener todo controlado, pero cuando quiero que me cuenten algo, quiero que tenga una buena dosis de aventura, que me lleve hasta el final como en una montaña rusa y me deje sin respiración. En La muerte invisible hay esa dosis de aventura. Y además, en este caso sabemos que todo aquello ocurrió de verdad. La trama policíaca es inventada, sí, pero trenzada de tal modo con los acontecimientos históricos, que perfectamente pudo haber ocurrido del modo en que se cuenta.

GT: Tengo que volver a hacer hincapié en su merecidísimo premio, permítamelo, y lo digo porque fue justamente García Pavón, el autor que despertó en mí la pasión por la novela policíaca, la novela negra ¡Y qué es uno de los mejores autores españoles de novela negra! tanto que yo leí su obra “Las hermanas coloradas” mientras el resto de mis compañeros de clase leían la lectura de turno obligada, evidentemente el profesor no fue nada benévolo conmigo llegado el momento del examen de la dichosa lectura obligada, y yo me pregunto y le pregunto a usted ¿No ha llegado ya el momento en que la novela negra española esté dentro del programa de lecturas en la enseñanza? ¿Qué tiene de menos una obra de este calibre con una del romanticismo del siglo XIX, por ejemplo? ¿No hay acaso una generación de novela negra entre nuestros escritores? seguro que si.

AP: No soy yo quién para decidir el programa de enseñanza, pero sí está claro que muchas de las lecturas que se piden a los chicos no son las más adecuadas para despertar el amor a la literatura, por su ritmo, por el lenguaje, o por falta de esa dosis de aventura que mencionaba antes, y que es tan importante en la adolescencia.
Por otro lado, muchas veces tendemos a dar más importancia a lo clásico que a lo moderno. Parece que algo es mejor simplemente porque fue escrito, pintado, tallado o filmado hace equis años, y no siempre es así. Quizás dentro de un siglo lo que se está haciendo ahora sea lo que se considera importante y se estudie, y se deje de lado lo que se esté haciendo para entonces. Y de nuevo, como ahora, se estará cometiendo un error.

GT: Me voy a adentrar en la historia de “La Muerte Invisible” y es que como lectora ha habido ciertas cosas que me han llamado la atención y no puedo por menos que preguntarle a usted, Alberto, por ellas. La primera es la sencillez con las que nos explica lo sucedido aquella madrugada del 26 de abril, yo que nunca me entero de nada que tenga que ver con la ciencia, la mecánica y la tecnología (hoy por hoy sigo sin tener muy claro aún porqué vuelan los aviones, tal cual) y sin embargo he comprendido todas y cada una de las explicaciones que ciertos personajes dan a lo sucedido. Si durante años no hemos podido ser capaces de entender que es lo que pudo ocurrir en Chernobil ¿De dónde saca usted la maestría de explicar un suceso tan complejo a unos ignorantes en la materia, como es mi caso? Es algo así como “Chernobil para Dummies” , así que confiese ¿Qué asignaturas se estudian en realidad en Filolología y para qué los preparan? (risas)

AP: Uno de los objetivos prioritarios que me marqué fue conseguir que esa explicación técnica estuviese al alcance de todo el que leyese la novela, y sobre todo hacer que quedase integrada dentro de la historia de forma fluida y natural, que el lector no tuviese la impresión de estar leyendo un tratado de física nuclear. Fue quizás la tarea más complicada, ya que no soy ningún experto en centrales nucleares –de hecho, en el bachillerato aprobé la física con cinco raspado y en septiembre-, así que tuve que buscar mucha documentación y consultar diversas fuentes hasta que logré comprender el funcionamiento de una central nuclear.
Debo decir que no se conocen con total certeza las causas del accidente de Chernobyl, primero por el hermetismo del gobierno de la Unión Soviética, que trató de ocultar los hechos, y segundo porque la gran mayoría de personas que se encontraban en la Central de Chernobyl aquella noche ya han fallecido y no nos pueden ya ofrecer su experiencia, pero de las teorías existentes, la que aparece en la novela es la más sólida y creíble.


GT:  Otra curiosidad que despertó en mí la lectura de su novela es la precisión en la descripción de Pripyat y de la propia Central Nuclear, tengo que admitir que esto me enganchó definitivamente a la historia, la sensación de moverme entre sus calles, sus parques, las casas, las galerías de la Central, era como estar viendo una película delante de mí, fotograma a fotograma se desarrollaba la vida de aquellos fatídicos días ante mis narices ¿Qué papel juega en toda novela el que bien podríamos llamar “personaje secundario” , el lugar dónde se desarrolla? Esta detallada descripción me lleva a imaginarle a usted durante horas y horas observando, documentándose, informándose, leyendo, releyendo ¿Cuánto hay de trabajo de campo y cuánto de imaginación?

AP: Más que un personaje secundario, Pripyat se convierte en actor principal. La atmósfera de la ciudad, las particularidades de su diseño, su alegría, su nivel de vida –tenía incluso un puerto deportivo-, hacían de ella un lugar especial dentro de la Unión Soviética, una ciudad totalmente distinta a todas las demás. Para entendernos, más “occidental” (y quienes lean la novela entenderán esto a la perfección). Por fortuna, ahora tenemos una herramienta maravillosa que se llama internet. De otro modo, escribir esta novela del modo en que lo he hecho me hubiese resultado imposible sin viajar hasta allí. Hay multitud de páginas web y fotografías en internet de la ciudad antes y después del desastre, y yo invito a los lectores a que, una vez hayan leído La muerte invisible, investiguen un poco por su cuenta. Verán que las descripciones que en ella se hacen tanto de la ciudad como de la central son fieles a la realidad en un noventa y nueve por ciento, y contribuyen a crear esa sensación de credibilidad que envuelve a la trama policíaca.

GT:  Y por último, en cuanto a curiosidades se refiere, y si puede contestarme, por supuesto ¿Por qué el protagonista, ese policía moscovita destinado a Pripyat, es de quien menos datos tenemos en la novela? ¿Por qué no sabemos ni su nombre? Sabe usted de mis elucubraciones, pero si me saca de este sin vivir, mejor.

AP: Hay varias razones. En primer lugar, la historia está narrada en primera persona, casi como un diario, aunque no llega a serlo en realidad. En un diario, uno no suele mencionar su propio nombre para nada. Por otro lado, está la trama policiaca que, insisto, aunque ficticia, se sustenta sobre
ciertos aspectos que hoy conocemos y que el gobierno soviético trató de ocultar, ambientada dentro un acontecimiento real. De hecho, algunos de los personajes que aparecen en la novela existen y aparecen con su propio nombre. El doctor Leonenko es un buen ejemplo. Así, no quise crear un personaje protagonista con un nombre identificable en una ficción que se alimenta de algo tan real como fue el desastre de Chernobyl. Y esto precisamente, la magnitud del desastre, me llevó a la tercera razón para no mencionar su nombre. Quería que el protagonista sirviese de modesto homenaje para todos aquellos hombres anónimos que trabajaron en condiciones precarias para contener la radiación que, tras la explosión del reactor, estaba siendo expulsada sin control a la atmósfera. Algunos de ellos conocían el gran riesgo que corrían, y aun así hicieron frente a la tarea con un valor y una dedicación estremecedores. Muchos de ellos murieron en pocas semanas o meses. Todos sufrieron múltiples enfermedades, entre ellas distintos tipos de cáncer, durante años. En la actualidad quedan muy pocos con vida, y arrastran enormes secuelas causadas por la radiación. Con su sacrificio, evitaron que la radiación se extendiese sin control por toda Europa, con lo que esta se hubiese convertido en un enorme páramo radiactivo durante miles de años. Que el protagonista de la novela no tenga un nombre determinado me parece una buena forma de nombrarlos a todos, de brindarles el homenaje que merecen.

GT: La situación política, social y económica que estamos viviendo mundialmente no da de momento mucho margen para pensar en un futuro mejor, por desgracia; guerras, refugiados, hambre, globalización, pobreza extrema de unos muchos versus riqueza máxima de unos pocos, paro, desahucios, violencia ¿Se está convirtiendo el mundo en el que vivimos en una novela negra por sí mismo? ¿Dónde cree usted que está el mayor error y dónde podría estar una posible solución? ¿Existe?

AP: El problema es que el hombre se obceca en cometer una y otra vez las mismas equivocaciones. La situación actual no es nueva. A lo largo de los siglos la historia nos enseña que ha habido momentos muy parecidos, errores que se repiten con machacona periodicidad. La causa suele ser la misma. Adornada de distintas formas, pero siempre la misma: la codicia. El peligro inmenso que existe hoy en día es que hasta ahora nunca habíamos tenido el dominio tecnológico que pueda hacer desaparecer a la humanidad con apretar un simple botón.

GT:  ¿Qué labor cree usted, Alberto, que desempeñan los escritores y los libros en la educación? ¿Cuál deberían desempeñar si no lo hacen todavía? ¿Son los libros, las historias, la lectura, una herramienta o una vía de escape para sobrellevar o entender lo que nos rodea? O huir simplemente…

AP: No me gustaría que los libros sirviesen solo como vía de escape. La cultura en general, no solo los libros, sirve para enseñar a pensar a la gente, para despertar nuestras propias ideas. Una persona que lee, que se informa, crea su propia opinión y es mucho menos manejable que otra que no lo hace. Por eso los gobiernos no parecen estar nunca demasiado interesados en la cultura o la educación.

GT; He disfrutado muchísimo con la lectura de “ La Muerte Invisible”, me parece una de las mejores novelas, sin distinguir género, que ha caído en mis manos, realmente fabulosa Alberto; se que está casi recién sacada del horno, que da sus primeros pasos entre los lectores pero, soy ansiosa por naturaleza así que permítame que de rienda suelta a este ansia ¿En un futuro no muy lejano, tendremos la suerte de encontrarnos de nuevo con un Pasamontes de sombrero Fedora y gabardina, o se pasará al lado menos oscuro de las letras? No solo es ansia, es admiración, créame.

AP: Seguiré con la novela negra, por supuesto. Aunque leo mucho y procuro beber de todos los géneros, el policiaco es el que más placer me produce, así que de momento no veo motivo para serle infiel. En cuanto a la espera, espero que ese futuro que mencionas no sea lejano, y que los inspectores Barral y Alonso se vean inmersos en una nueva investigación en 2016.

GT:  Muchas gracias por su tiempo, su amabilidad y sobre todo, sus libros. Aquí tiene un Gato rendido a sus pies.




Una Entrevista de Yolanda T. Villar 

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2 comentarios:

  1. Fue una tragedia terrible, pero tenéis razón apenas se supo nada de todo eso, hoy en día sigue siendo un misterio; por desgracia muchos ya ni se acuerdan y otros tantos ni han oído hablar de ello.

    Me ha encantando!!
    ¿Otro libro más que comprar? ¡Me vas a arruinar Gata!

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    1. Es cierto lo fue, y generación tras generación la siguen sufriendo. No podemos girar la cabeza a lo que pasa a nuestro alrededor, somos un Yo Global, no individual, lo que pasa a miles de kilómetros también nos atañe y afecta.

      Un abrazo, y compra, que vale la pena!!!

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