No, mamá, no, de Verity Bargate.

No, mamá no. 

 Por la Pelipequirroja.

"Lo que más me impresionó cuando me dieron a mi segundo hijo y lo cojí en brazos, fue la total ausencia de sentimientos: Ni amor, ni cólera. Nada..."

   Supe de la existencia de este libro a través de una escritora amiga, ella lo describía como "lo mejor que ha caído en mis manos sin tenerlas abiertas para recibirlo. Casi lo dejo caer sin molestarme en recogerlo. Pero ya fueran mis reflejos o el Destino, lo agarré con fuerza y ya no lo solté hasta la última página"

 No hablaba mucho más de él, diciendo eso que todos decimos cuando creemos que nuestras palabras no estarán a la altura de las leídas o, simplemente, no sabemos ní que decir al respecto: es mejor que lo descubráis por vosotros mismos. 

   Cuando abrí el libro,  las primeras palabras que leí fueron las que os he puesto arriba, ese párrafo que he usado como introducción a esta reseña. Me parecieron brutales, nada extraño que no hubiera leído o escuchado antes, pero soltadas así de sopetón me pellizcaron fuerte. Y tras la primera página, supe que me encontraría con un torbellino emocional entre sus casi 180 páginas; pueden parecer pocas para contener todo lo que la autora va a contarnos, pero cuando llegas al final, no falta ni sobra ninguna. Qué extensión tan bien aprovechada. 

   Jodie siempre quiso tener una niña. En su piel había vivido el desapego de una madre que si alguna vez la quiso, nunca lo demostró; en estos casos nos pueden suceder al menos dos cosas: una, que sigamos los pasos de nuestros padres y repitamos conductas, y dos, que queramos ser todo lo contrario a ellos y redimir sus culpas compensando en nuestros hijos nuestras carencias infantiles.  Hay madres y padres que deberían prohibirles serlo por ley.

   La protagonista, tras un segundo parto en el que sus deseos no se han cumplido, pues ha dado a luz a otro varón, cae en una terrible depresión que no solo la pondrá a ella frente a un terraplén emocional, sino a los lectores, que nos veremos frente a ese precipicio de igual manera: sacudidos, conmocionados, emocionados, trascendidos. 

   Sin ser consciente en su pequeña gran locura de sus actos y sentimientos ante sus hijos, esa búsqueda del vellocino de oro la llevará a cometer los mismos errores aunque por distinto motivo, que los de su madre hacia ella; un matrimonio ya fracasado y la imposibilidad  económica para tener un nuevo hijo, acrecenta su obsesión por darle a una hija el amor que ella no tuvo, convirtiendo su vida  en ese herial  del que hablan los poetas tristes. Convertida su razón en cimientos dañados, llega hasta la consulta de un terapeuta, cuya poca profesionalidad y su manipulación, en una sola visita a su consulta, casi logra convertirla en un escombro emocional. 

   Un refugio aparece entre tanta destrucción, sus libros y lo que su lectura supone para ella, esa pequeña roca en el pico del precipicio que le evita despeñarse hasta que pueda asirse más firmemente: Virgina Woolf o Graham Green entre otros, y que estarán relacionados argumentalmente con la propia historia de Jodie.

    Y es cierto lo que mi amiga recomendaba sobre el libro. No puedo pasar de aquí porque lo que está por venir lo tenéis que sentir por vosotros mismos. 

Os aseguro que no es la historia de una simple depresión postparto que lleva a la protagonista a una locura sin más, yo afirmaría que no está loca en absoluto, tan solo cree que la solución a todos los problemas es el amor, compensar el  que en algún momento de la vida te ha faltado. Aunque su búsqueda la lleve por terreno hostil: soledad, desamor, crisis conyugal, traición, vacíos irreparables, sueños rotos, y amistad. Si, amistad, pues será esta la que nos lleve a un desenlace brutal e inesperado, magnífico en todo caso. 
   Cuánto siento ahora no haber sabido de esta autora antes... o pensándolo bien, creo que la he conocido cuando tenía que hacerlo. Antes, tal vez, no hubiera sentido todo lo que me ha hecho sentir ahora. 

  Confieso que  no es una novela para cualquier momento ni para cualquier lector,  sacude fuerte,  pero para los que se arriesguen a dar el paso, les parecerá maravillosa. 

NO, MAMÁ, NO.

Verity Bargate

Alba, Rara Avis

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