YO, LA PEOR DEL MUNDO
Nos encontramos en unos tiempos en los que parece que, definitivamente, la mujer va encontrando la posición que merece en el mundo, que no es otro que al lado del nombre. Aquello de estar por debajo, subordinada a él, poco a poco, va dejándose atrás (aunque todavía queda mucho por hacer, no debemos bajar la guardia). Es por eso que, en muchas ocasiones, quienes luchan por un mundo más justo y más igualitario, sin que por razón de tu sexo puedas ser rechazado o minusvalorado frente a otra persona, deben sentirse orgullosos por lo conseguido. Ahora bien, esta lucha, aunque ha conseguido sus mayores logros en los últimos cincuenta años, viene de muy atrás. Y si nos retrotraemos en el tiempo, podemos encontrar a mujeres que nadaron contracorriente y lucharon por un mundo más igualitario cuando el mundo en el que vivías no te concedía ni la más mínima oportunidad de tomar la palabra. No es cuestión de colocar medallas a nadie pero, si en algún momento tendríamos que hacerlo, no se me ocurre un personaje más interesante por su impresionante biografía que la de Sor Juana Inés de la Cruz, una monja jerónima nacida en el Nuevo Mundo que luchó por su libertad de aprendizaje, de escritura y de hacer caso a la voluntad de su corazón.
Creo que un pensamiento similar tenía Antonio Muñoz de Mesa cuando ideó el montaje que se pudo ver en el pasado Festival de Teatro de Olite, en el que el público que asistió al espectáculo que se desarrolló sobre el escenario de La Cava, cuyo título: Yo, la peor del mundo, ya dejaba bien a las claras por dónde transcurriría la trama. En ella, nos encontramos ante las última horas de Sor Juana Inés, en el Convento de Santa Paula en el que se encuentra viviendo en medio de una peste que asolaba a la ciudad de Mexico, por aquel entonces perteneciente al Virreinato de la Nueva España. Es el momento de echar la vista atrás y de rendir cuentas ante ella misma para analizar qué fue de su vida, de sus hechos y acciones. Así, la obra dirigida por Olga Margallo, nos muestra de manera lineal la niñez de Sor Juana, en quien pronto se pudo apreciar sus dotes para el aprendizaje y su obsesión por conocerlo todo. Tal es así, que aún no era una adolescente cuando ya había leído la mayoría de los libros de la biblioteca de su abuelo, figura muy importante en su desarrollo como persona que marcaría incluso su manera de enfrentarse al mundo de una manera inconformista y soñadora.
Poco a poco, vemos cómo se planteará estudiar en una Universidad para poder adquirir nuevos conocimientos de todos aquellos libros que sabía que existían pero a los que no tenía acceso, y para ello, llegaría incluso a vestirse de hombre si así conseguía evitar las trabas que su condición de mujer le impedían acudir a estudiar como una universitaria más. De esta manera, pronto descubriría que su sexo condicionaría su vida entera... Es por ello que decide acercarse a la Iglesia, coger los hábitos y hacerse monja, pues en aquella época era el único modo que las mujeres tenían la oportunidad para adquirir nuevos conocimientos. A partir de entonces, comenzará a escribir y tocará diversos estilos, desde el teatro a los autos sacramentales, así como la lírica o la poesía mística. De esta manera, su talento pronto comenzará a brillar y sus escritos recorrerán el continente y llegarán con ritmo vertiginoso a la madre España, donde también dejarán embelesados hasta las cortes de los últimos Austrias.
En paralelo a todo ello, descubriremos a una mujer que no quiso casarse porque su deseo, su amor, bramaba por saberse libre si lo podía expresar hacia quien se cree que fue su amante: la virreina Leonor de Carreto, de cuya protección y mecenazgo gozó durante varios años. Sor Juana Inés es presentada como una mujer que ama a una persona, que lo hace de manera incondicional y que, cuando siente el puñal del qué dirán clavado en su pecho, ante la impotencia y el desmoronamiento moral que la hiere, decide emplear sus fuerzas y su voluntad en su otra gran pasión: la lectura y la escritura. Desde su atalaya intelectual, lucha por defender a la mujer, por evadir al amor del cuerpo (dejando así abierta la puerta a la homosexualidad) y por crear personajes femeninos nada torpes, siempre inteligentes, en ocasiones protagonistas de sus textos... en definitiva, por tratar de romper barreras y quebrar barrotes de la cárcel en la que el hombre, a través de una religión que condena a la mujer desde el pecado original, la tiene enclaustrada.
De todo esto nos hablan en este montaje vibrante, muy bien ejecutado por el equipo de actoresal completo, especialmente por Itxaso Quintana (sobre quien recae la labor de interpretar a la protagonista, y a quién le da la fuerza y determinación necesarias para hacerla creíble), Ana Pimenta (cuyo monólogo en silla de ruedas como amiga íntima de Sor Juana es sencillamente magistral) o Ylenia Baglietto (de una capacidad gestual tal que dice sin pronunciar palabra alguna en cada segundo en escena). La escenografía está compuesta por unas torres estructurales móviles dipuestas en forma de U de un vistoso color rojo que los actores van desplazando para crear ambientes distintos según las escenas que nos van mostrando.
Yo, la peor del mundo, es un excelente montaje teatral que funciona como un tiro, rápido y certero, cuya temática actual y su puesta en escena tan reivindicativa como desenfadada, ofrecida al mismo tiempo con un toque musical en el que el propio elenco participa cantando y bailando con un ajustado afinamiento y unas coreografías bien resueltas, se disfruta con mucho gusto y el sabor de boca que queda es realmente satisfactorio. Es por ello que el público les regaló una de los aplausos más dilatados de festival. Merecido lo tenían.
REPARTO
Itxaso Quintana, Nerea Gorriti, Ylenia Baglietto, Ana Pimenta y Ugaitz Alegria
EQUIPO ARTÍSTICO
Dirección: Olga Margallo
Autoría: Antonio Muñoz de Mesa
Ayudante de dirección: Dorleta Urretabizkaia
Diseño y producción ejecutiva: Ana Pimenta
Dirección musical: Iñaki Salvador
Coreografía: Maitane Zalduegui
Escenografía: Marcos Carazo
Vestuario: Lola Trives
Diseño de iluminación: Xabier Lozano
Ayudante de producción y atrezzo: Monika Zumeta
Dirección técnica: Iñigo Lacasa
Técnico iluminación: Andoni Mendizabal
Sonido: Ederson
Voz en off: Antonio Muñoz de Mesa
Músicos: Iñaki Salvador, Luis Mari Moreno y Ainara Ortega
Administración: Izaskun Imizkoz
Gráfica: Antza
Web: Manodesanto
Yo, la peor del mundo es una producción de Vaivén Producciones
Más información: https://vaivenproducciones.com
Redacción y Fotografía:
¡Qué envidia me llevas dando últimamente, Yolanda! Te leo y 'te veo disfrutando como una posesa del festival de teatro de Olite. Aprovecha porque tal y como van los rebrotes (¡madre mia, malditos rebrotes!) lo mismo vuelven a cerrar teatros y espectáculos, ¡Dios no lo quiera!
ResponderEliminarLa figura de Sor Juana Inés de la Cruz se utiliza con frecuencia para resaltar este innegable feminismo histórico que ha latido en la sociedad y que afloraba esporádicamente en seres dotados de genialidad como la monta jerónima.
Un beso
PD. Soy Juan Carlos de "El blog de Juan Carlos", estoy de vacaciones y sólo tengo a mano la tableta de mi mujer que no me deja (¡y no sé por qué) firmar con mi nombre e identidad; así que aparezco esta fecha con el de Mary Luz, la dueña del artefacto con que te escribo.
Hola Juan Carlos, qué bueno que sigas siguiéndonos (valga la redundancia jiji) incluso desde la tablet de la mujer, ¡eso es fidelidad y lo demás tonterías jejeje!
ResponderEliminarSor Juana Inés nos encanta y este montaje es una gozada, una buena oportunidad de conocer al personaje y de acercarlo al gran público.
Esperemos que las cosas no se compliquen demasiado, pero hoy por hoy me da que no hay mucha seguridad y que tenemos que ampliar las precauciones más todavía... En fin, pensemos en positivo y démonos una oportunidad como pueblo, porque si no... ¡tela!
¡Nos leemos!