Otoño Sangriento (Madrid 1888: Erebus) de M.C Mendoza

Otoño Sangriento, Madrid 1888: Erebus

El detective Christophe La Barthe y su ayudante Emma Halvick viajan a Madrid en octubre de 1888 para resolver el asesinato mediante un dardo envenenado del padre Hontañón, clérigo de la parroquia de San Andrés, sobre el que han dejado una nota en tinta roja que reza “Erebus”. 

El caso se complicará con la muerte por degollamiento de una prostituta que frecuentaba la parroquia y que también lleva la firma de Erebus. El pánico se apodera de Madrid al tiempo que el criminal envía cartas a la prensa, y La Barthe empieza a sospechar que el asesino imita a Jack el Destripador, que opera en ese mismo momento en Londres, en su forma de relacionarse con los medios de masas. 

¿Quién se esconde bajo la máscara de Erebus? ¿Quién es el asesino que anda suelto por el Madrid de finales del XIX?

   Hacía tiempo que no leía una novela de suspense tan buena como esta, una novela para quitarse el sombrero -de copa o el tocado en caso de las mujeres- Si, se que he empezado fuerte y sin tapujos, pero es que a una servidora, cuando se trata de novela de misterio y suspense, y encima buena, no le gustan los comistrajos; mi pasión por la literatura del Romanticismo decimonónico, a mi entender el único y verdadero, que no es esta una sentencia bíblica sino literaria, me ha llevado a lo largo de varias décadas (desde mi adolescencia, y no vale ponerse a sumar y estimar aproximaciones en cuanto a la edad, no vayamos a enfadarnos y partir peras por nada) a explorar y sumergirme en las oscuras tramas, casi fantásticas y bastante truculentas, de los grandes autores góticos del siglo diecinueve: intriga y crímenes, ambos con tintes fantásticos e incluso paranormales, fantasmagóricos, a camino entre la realidad y la leyenda, tramas taimadas y personajes insidiosos. Un Paraíso para una lectora tan amante de las historias truculentas y mórbidas como esta que suscribe.

   Lo dicho, un deleite y un gozo acrecentados con cada página que iba leyendo, totalmente en sincronismo con la lectura, una simbiosis perfecta entre novela y lectora, como si hubiéramos estado hechas la una para la otra; y supe que así sería desde el principio de ver la novela, y la he ido guardando para un momento ideal, para ese instante de gloria en que ambas pudiéramos entregarnos la una a la otra sin interrupciones, sin fecha y sin hora, solas las dos, novela y leyente. Y han valido la pena los meses de postergar y esperar las coyuntura adecuada. 

   Nos encontramos con dos detectives franceses, hombre y mujer, una pareja no sentimental y no por falta de ganas de la joven doctora que si entró a trabajar en la agencia fue en parte por sus sentimientos hacia el investigador, Chistophe La Barthe; sentimientos que no solo no son correspondidos, si no  de los cuales ella misma no se siente nada orgullosa porque se considera a sí misma una mujer moderna, libre e independiente, y su dependencia afectiva hacia su jefe echa por tierra todas esas convicciones. Es buena en su trabajo, su talento, ingenio y cultura son admirados por el detective, dotes que asustan y ponen en guardia a la casi totalidad de hombres de la época, por no decir del miedo que despierta en las mujeres, pero su debilidad por  Christophe le resta méritos ante sí misma. Para mi es una gran mujer a la que he admirado desde el primer capítulo, con las flaquezas propias de todo ser humano pero con un intelecto y una intuición que representan lo mejor de ambos sexos en uno solo. Adoro a Emma Halvick...

   No ha sido casualidad que la autora eligiera el año 1888 para situar su novela, ha sido un placer descubrir la vida madrileña de la época, recorrer sus calles, visitar sus rincones emblemáticos y algunos ya desaparecidos, adentrarse en las casas y costumbres de diferentes estamentos de la sociedad, moverse entre clases sociales casi deslizándose a través de ellas, sin saltar ni tropezar en la narrativa y sin caer en una trama impostada, rígida, vasta; todo ha sido tan natural, tan de verdad, tan tangible. Covadonga Mendoza ha hecho un perfecto encaje de bolillos entre la Historia y la propia historia que nos cuenta, una obra minuciosa de documentación, información y lo mejor de todo, de comunicación con el lector.
   Estamos a finales del siglo XIX, cuando España da sus últimos coletazos como Imperio, venido a menos, pero todavía conserva los postreros reductos de lo que fue; políticamente está en un momento delicado, las últimas colonias están en rebeldía y cada vez son más las voces dentro y fuera del territorio las que se alzan en contra de la opresión y no solo son las voces indignadas las que se elevan, en alto también se empuñan las armas para finiquitar de una vez por todas el Colonialismo. Una política convulsa, una sociedad en el limbo entre la modernidad venida de París y Londres, y cada vez más pendiente de la que consideran la potencia mundial del futuro, Estados Unidos, y las recias y vetustas costumbres e ideas de la España oscura de siempre: religión, superstición, moralidad, recato y miedo, miedo a lo desconocido y terror a que cambien las cosas y el Status Quo de la sociedad española,  todavía timorata y obtusa en comparación con sus vecinos franceses e ingleses; medicina, ciencia, avances tecnológicos y  filosofía aperturista chocan de frente con la necedad y el abigarramiento de la población española de la época. 

   Y por si fuera poco, Jack el Destripador en Londres y el Asesino de la Tarjeta o Erebus, en Madrid, con un modus operandi similar,  y que en el caso de este último, tiene aterrados a los ciudadanos de la capital, pues a diferencia de Jack, el castizo asesino no se centra en un solo colectivo como el inglés: desde un cura, pasando por una prostituta y dos niños, su mano es  diestra y su corazón inmisericorde. Una policía que no es tan tonta como se le supone, dos detectives astutos y preparados, los poderes fácticos de la prensa y ciertos ciudadanos, un afán de reconocimiento de unos y otros, junto a un grupo de sospechosos que a priori nada tienen que ver unos con otros, sin olvidarnos de una trama cual tela de araña bien tejida y sin cabos sueltos, dan lugar a una novela excepcional en el que la acción, el misterio y la intriga no nos dejan un momento de paz hasta la mismísima última frase. Brutal. Magnifica. Y un final de órdago. 

   Repito, ha valido la pena la espera. Y con creces.

   Lo único que no entiendo es como una novela como esta se nos ofrece gratis en Kindle, no debería ser así, un precio simbólico es lo mínimo que se merece semejante hercúleo esfuerzo y derroche de trabajo e ingenio. Eso si, hay una segunda parte y esta, aunque a penas supone un par de euros, al menos tiene un precio muy simbólico. Demasiado.

OTOÑO SANGRIENTO

Madrid 1888: Erebus.

M.C Mendoza

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