" De pequeña pensó que el cielo se equivocó, que cuando su madre pidió a Dios un bebé no especificó el sexo que deseaba y Dios, ante la duda decidió enviarle los dos: un cuerpo de niño y un corazón de niña. Pero esa falta de precisión la convirtió en el hazmerreír del barrio, y en un disgusto constante para sus padres que la miraban aterrados cuando la veían vestir la equipación de fútbol y lloraba pidiendo ser una bailarina. Nunca tuvo el tutú que soñaba, ni las muñecas que pedía en Navidad, jamás le dejaron lucir zapatitos de charol con taconcito aunque su madre, compasiva siempre, le dejaba llevar el pelo más largo que al resto de los niños. Un día no aguantó más, salió desnuda a la calle, con sus atributos masculinos al aire y corriendo se dirigió al río dispuesta a dejarse llevar por el dios Hipos hasta las profundidades, y dormir así eternamente junto a ese dichoso Dios que creó al monstruo que era ella (...) Cuando echaba la vista atrás y se veía a sí misma infeliz y desgraciada intentando quitarse la vida, sintió rabia por no haber sido valiente mucho tiempo antes, ahora, mira con altanería a Dios y le dice: Mírame, he terminado la obra que no supiste crear, soy mejor albañil que tú, ahora yo, soy Dios"
(Una mujer llamada Ramiro /Fragmento/ T. Villar)
La primera vez que oí en la radio la canción de Tam Tam Go!, Raquel Manuel, me encantó; la cantaba sin cesar y en cuanto tuve la oportunidad de grabarla en mi radiocasette, no dejaba de sonar en todo el día. Pero he de confesar que no me había fijado en la letra, pues me quedaba con el principio y la melodía pegadiza, hasta que un día, mi hermana, mucho menor que yo me dijo: ¿Porqué Raquel antes era Manuel? . No sabía que me estaba diciendo, pues jugaba con sus muñecas en la habitación y parecía ausente de todo. ¡Manuel es su novio y la ayuda a huir de la policía! contesté yo. Dichosa niña tonta y metomentodo, siempre alterándome los nervios ¡A ver si crece de una vez! Fue ese mismo día, a solas, mientras estudiaba o hacía que estudiaba, cuando me puse el walkman con los auriculares y escuché con calma la canción. Mi hermana tenía razón, Raquel era Manuel. Y recordé cuando en una ocasión, mi mejor amiga y yo queríamos ser artistas como Bibi
Andersen, la cual vimos en un programa de televisión y nos pareció la mujer más guapa y alta que habíamos visto nunca; jugábamos a mover el pelo como ella mientras bajábamos la escalera del portal, y cantábamos la misma canción que ella había cantado en ese programa ¡Queríamos ser Bibi! y entonces su hermana mayor, siempre a la espera de que metiéramos la pata para reírse de nosotras, nos dijo que Bibi en realidad era Manolo, y que tenía "pito", así que si queríamos ser como ella, ya podíamos ponernos un plátano. La confirmación a aquella revelación nos la dio uno de nuestros amigos que quitándole una revista a su hermano mayor, nos enseñó una fotografía de nuestra adorada Bibi desnuda, con los pechos al aire y...pene. Al final acabamos todos castigados, la hermana de mi amiga por contar cosas inapropiadas a dos crías, el hermano de mi amigo por comprar revistas guarras, mi amigo por enseñárnosla y nosotras dos por mirar. Moraleja: Si una chica tiene pito, al final todos a su alrededor acaban castigados.
Andersen, la cual vimos en un programa de televisión y nos pareció la mujer más guapa y alta que habíamos visto nunca; jugábamos a mover el pelo como ella mientras bajábamos la escalera del portal, y cantábamos la misma canción que ella había cantado en ese programa ¡Queríamos ser Bibi! y entonces su hermana mayor, siempre a la espera de que metiéramos la pata para reírse de nosotras, nos dijo que Bibi en realidad era Manolo, y que tenía "pito", así que si queríamos ser como ella, ya podíamos ponernos un plátano. La confirmación a aquella revelación nos la dio uno de nuestros amigos que quitándole una revista a su hermano mayor, nos enseñó una fotografía de nuestra adorada Bibi desnuda, con los pechos al aire y...pene. Al final acabamos todos castigados, la hermana de mi amiga por contar cosas inapropiadas a dos crías, el hermano de mi amigo por comprar revistas guarras, mi amigo por enseñárnosla y nosotras dos por mirar. Moraleja: Si una chica tiene pito, al final todos a su alrededor acaban castigados.
Esto me hace reír cada vez que lo contamos recordando viejos tiempos, pero en ese momento fue un mazazo, un descubrimiento que alteraría nuestras vidas durante mucho tiempo: ¿Mariquitas y travestis son lo mismo? ¡Niña, castigada por preguntar tonterías! ¿Un transexual y un travesti son lo mismo? ¡Qué te dejes de tonterías, hombre ya la niña esta que tonta es! ¿Si uno es homosexual, también es mariquita, o es travesti? ¿los actores son travestis porque se disfrazan de mujer? ¿Y si yo soy transexual y no lo se? ¡Madre mía esta niña no va a volver a ver la tele en su vida ni a juntarse con nadie, que tonterías dice una tras otra!
Y desde Raquel Manuel o el incidente de la revista con Bibi, me he dado cuenta que en el fondo, las cosas no han cambiado tanto como nos creemos, seguimos siendo intolerantes, estando desinformados y miramos por el rabillo del ojo al diferente...
ARGUMENTO 🐾
Novela escrita en el año 2003 y ambientada desde los años 70 y 80 hasta el 2003 en diferentes ciudades de México y refleja las vivencias sociales y familiares de una mujer transexual al enfrentarse desde su infancia, a un mundo indiferente, insensible y carente de información.
Una infancia marcada por el desconcierto al saberse diferente y abrumada por la falta de oportunidades para encontrar la ayuda que tanto anhelaba, por lo que tuvo que ir adaptando su vida a las expectativas sociales propias de aquellos años, mientras esto le fue posible.
Novela cargada de dramatismo, ironía, dolor y esperanza, con un final inesperado.
LA OPINIÓN DEL GATO 🐾
Hablar de transexualidad hoy en día sigue siendo un tema complicado, el colectivo LGTB en el que están incluidas las personas transgénero, nos habla casi diariamente del rechazo que aún en pleno
siglo XXI sufren; y es este colectivo en concreto, el transexual, el que está más sometido a la ignorancia y al odio, llegando a sufrir graves ataques a su persona y siendo también, el colectivo entre el cual más suicidios se generan, tanto en nuestro país como en el resto del mundo. Hace unos días tuvimos que ver incrédulos primero e indignados después como un autobús de "Hazte Oír" recorría las calles madrileñas, con vistas de seguir haciéndolo por el resto del país, con un transfóbico mensaje: Los niños tienen pene, las niñas vulva. Que no te engañen. Y eso en un país "supuestamente" avanzado y a estas alturas del siglo XXI. ¿Qué se puede esperar entonces de países tercermundistas o bajo regímenes políticos dictatoriales? ¿Y hace cuarenta años? Lo triste es que si así están las cosas ahora, imaginad lo que estas personas llevan pasado desde hace tanto tiempo.
No hemos cambiado nada o casi nada. Afortunadamente son muchas las voces que se han levantado en contra de esta transfobia que como toda discriminación, es absurda, necia y retrógrada...y queda tanto por hacer.
Ya sabéis de mi "rara atracción" por las portadas, pero en esta ocasión no me llamó demasiado la atención: una cómoda, encima de la misma una lámpara encendida, un bolso y un pañuelo; desde un espejo se ven reflejados unos cuadros y otra lámpara. Arriba, en blanco, el título: La promesa. La verdad, no me dijo mucho, pensé que sería una novela romántica -también sabéis de mi pereza al respecto de las mismas- y no le dí más importancia. Pero no terminaba de decidirme por dos libros que habían llamado más mi atención, y visto lo visto, decidí tomar el camino del medio y buscar un tercero en discordia que acabara con aquellas dudas; y leí la sinopsis de La promesa. Ya tenía libro, no había vuelta atrás, me conquistó en la quinta frase.
No se si alguno de vosotros ha visto el reality de I'am Jazz, la vida de una adolescente de 14 años transgénero que vive en Florida; bien, pues Jazz, supe desde siempre a qué género pertenecía a pesar de haber nacido con pene, Nunca tuvo duda y lo manifestó desde bien pequeña, A su favor cuenta con un apoyo familiar increíble, del que por desgracia la mayor parte de estos chicos no cuenta. A los 5 años comenzó su transición (como se llama al paso de un género a otro) y a día de hoy y con 14 años, aún no ha completado; soy fan de Jazz y de su serie, pero también lo soy de su familia, de esa madre que me la comería a besos y esos hermanos que son lo más grande que una chica puede tener, y por supuesto de un padre que apoya a su hija al cien por cien. Una familia típica americana con una situación peculiar, como ellos mismos se definen. Y además, judíos, y ellos si que saben de odio, rechazo e ignorancia. Lo que quiero decir con esto, es que esta chica si que cuenta con lo primordial para poder aceptarse a sí mismo y luchar para ser aceptado por la sociedad: una familia.
Marcela Gómez, la autora y protagonista del libro, no la tuvo en ningún momento. Desde pequeña, y animada en un principio por una madre que siempre deseó tener una niña, al tener un varón no se resignó y vestía a su pequeño Antonio como una niña con rizos de oro y encajes finos; Antonio-Marcela, en ningún momento culpa a su madre de haber hecho de él/ella lo que es, sabe que ha nacido así pero no sabe porqué. Criada en una familia matriarcal de rígida convicción religiosa, Marcela siempre pensó que "lo suyo" era un castigo divino por algo que había hecho siendo pequeña ¿qué otra cosa podría ser? consciente de su diferencia anatómica con sus primas, cada vez se siente más infeliz y perdida negándose a sí misma lo que es y esforzándose por ser lo que se supone que debe ser. La novela nos cuenta de manera natural y sin artificio alguno lo que Marcela sentía y vivía día a día, ahogada en un cuerpo al que detestaba y prisionera en una jaula de oro en la que todo se le daba excepto explicación a lo que le pasaba; una madre que se negaba a ver lo que tenía delante, imponiendo una disciplina severa, una sociedad que no estaba preparada para convivir con alguien como ella y unos médicos que se negaban a aceptar que "aquello" no era una enfermedad.
Imaginad vivir en México en los años 80, siendo una adolescente transgénero, sin información fiable a la que recurrir -evidentemente internet no era ni un proyecto- sin personas en las que confiar y sin una familia en la que apoyarse ¿Resultado? un infierno. Con un lenguaje sencillo, y a pesar de estar escrito en español de México, al lector no le queda la menor duda en ningún momento de los que le están contando y sobre todo, de lo que Marcela está sintiendo, sus palabras, su angustia, su dolor, sus esperanzas y sueños, todo, absolutamente todo, traspasa el papel y se clava en nosotros; en algunos lo hará en su corazón, en otros en su conciencia, en otros en su mente, y seguro que en otros tantos en sus creencias y su fe. Pero indiferente a nadie, eso os lo aseguro, a no ser que seas de piedra y ni sientas ni padezcas. Hay un momento especial en la narración, que es cuando su padre le hace una promesa, frase que da lugar al título del libro; y digo especial porque no será hasta el final, el sorprendente final, cuando esto tomará sentido y el verbum se tornará opus, creedme si os digo que una historia apabullante como esta, que os engancha, os hace temblar, aún puede sorprenderos y mucho con su final. ALUCINANTE, y hermoso, muy hermoso, y no temáis que no os desvelo nada, pues no es lo que estáis pensando, no no.
Marcela no es la joven Jazz, apoyada por su familia desde niña y guiada en su camino por todos aquellos que la quieren, la ayudan y forman; tampoco es Caitlyn Jenner, que con casi setenta años da el paso y se declara transgénero realizando su transición apoyada por su familia (ya sabéis, las Kardashian) amigos, alta sociedad, mayoría de medios y colectivos desfavorecidos, y es que ella, Caitlyn cuenta con algo que Marcela tampoco tuvo: fama, fortuna y medios a su alcance.
Marcela es una mujer que a pesar de todos los muchos inconvenientes que ha encontrado en su camino, ha sabido tras muchos traspiés ponerse en pie y ser a ojos de los demás, lo que ella siempre ha sido y como se ha sentido: mujer.
Un libro que en tan solo 137 páginas, nos habla de la vida, del amor, de las oportunidades, de los sueños y las pesadillas y sobre todo, de la verdad. ¡Bravo Marcela! y gracias por abrirnos tu corazón.
Novela escrita en el año 2003 y ambientada desde los años 70 y 80 hasta el 2003 en diferentes ciudades de México y refleja las vivencias sociales y familiares de una mujer transexual al enfrentarse desde su infancia, a un mundo indiferente, insensible y carente de información.
Una infancia marcada por el desconcierto al saberse diferente y abrumada por la falta de oportunidades para encontrar la ayuda que tanto anhelaba, por lo que tuvo que ir adaptando su vida a las expectativas sociales propias de aquellos años, mientras esto le fue posible.
Novela cargada de dramatismo, ironía, dolor y esperanza, con un final inesperado.
LA OPINIÓN DEL GATO 🐾
Hablar de transexualidad hoy en día sigue siendo un tema complicado, el colectivo LGTB en el que están incluidas las personas transgénero, nos habla casi diariamente del rechazo que aún en pleno
siglo XXI sufren; y es este colectivo en concreto, el transexual, el que está más sometido a la ignorancia y al odio, llegando a sufrir graves ataques a su persona y siendo también, el colectivo entre el cual más suicidios se generan, tanto en nuestro país como en el resto del mundo. Hace unos días tuvimos que ver incrédulos primero e indignados después como un autobús de "Hazte Oír" recorría las calles madrileñas, con vistas de seguir haciéndolo por el resto del país, con un transfóbico mensaje: Los niños tienen pene, las niñas vulva. Que no te engañen. Y eso en un país "supuestamente" avanzado y a estas alturas del siglo XXI. ¿Qué se puede esperar entonces de países tercermundistas o bajo regímenes políticos dictatoriales? ¿Y hace cuarenta años? Lo triste es que si así están las cosas ahora, imaginad lo que estas personas llevan pasado desde hace tanto tiempo.
No hemos cambiado nada o casi nada. Afortunadamente son muchas las voces que se han levantado en contra de esta transfobia que como toda discriminación, es absurda, necia y retrógrada...y queda tanto por hacer.
Ya sabéis de mi "rara atracción" por las portadas, pero en esta ocasión no me llamó demasiado la atención: una cómoda, encima de la misma una lámpara encendida, un bolso y un pañuelo; desde un espejo se ven reflejados unos cuadros y otra lámpara. Arriba, en blanco, el título: La promesa. La verdad, no me dijo mucho, pensé que sería una novela romántica -también sabéis de mi pereza al respecto de las mismas- y no le dí más importancia. Pero no terminaba de decidirme por dos libros que habían llamado más mi atención, y visto lo visto, decidí tomar el camino del medio y buscar un tercero en discordia que acabara con aquellas dudas; y leí la sinopsis de La promesa. Ya tenía libro, no había vuelta atrás, me conquistó en la quinta frase.
No se si alguno de vosotros ha visto el reality de I'am Jazz, la vida de una adolescente de 14 años transgénero que vive en Florida; bien, pues Jazz, supe desde siempre a qué género pertenecía a pesar de haber nacido con pene, Nunca tuvo duda y lo manifestó desde bien pequeña, A su favor cuenta con un apoyo familiar increíble, del que por desgracia la mayor parte de estos chicos no cuenta. A los 5 años comenzó su transición (como se llama al paso de un género a otro) y a día de hoy y con 14 años, aún no ha completado; soy fan de Jazz y de su serie, pero también lo soy de su familia, de esa madre que me la comería a besos y esos hermanos que son lo más grande que una chica puede tener, y por supuesto de un padre que apoya a su hija al cien por cien. Una familia típica americana con una situación peculiar, como ellos mismos se definen. Y además, judíos, y ellos si que saben de odio, rechazo e ignorancia. Lo que quiero decir con esto, es que esta chica si que cuenta con lo primordial para poder aceptarse a sí mismo y luchar para ser aceptado por la sociedad: una familia.
Marcela Gómez, la autora y protagonista del libro, no la tuvo en ningún momento. Desde pequeña, y animada en un principio por una madre que siempre deseó tener una niña, al tener un varón no se resignó y vestía a su pequeño Antonio como una niña con rizos de oro y encajes finos; Antonio-Marcela, en ningún momento culpa a su madre de haber hecho de él/ella lo que es, sabe que ha nacido así pero no sabe porqué. Criada en una familia matriarcal de rígida convicción religiosa, Marcela siempre pensó que "lo suyo" era un castigo divino por algo que había hecho siendo pequeña ¿qué otra cosa podría ser? consciente de su diferencia anatómica con sus primas, cada vez se siente más infeliz y perdida negándose a sí misma lo que es y esforzándose por ser lo que se supone que debe ser. La novela nos cuenta de manera natural y sin artificio alguno lo que Marcela sentía y vivía día a día, ahogada en un cuerpo al que detestaba y prisionera en una jaula de oro en la que todo se le daba excepto explicación a lo que le pasaba; una madre que se negaba a ver lo que tenía delante, imponiendo una disciplina severa, una sociedad que no estaba preparada para convivir con alguien como ella y unos médicos que se negaban a aceptar que "aquello" no era una enfermedad.
Imaginad vivir en México en los años 80, siendo una adolescente transgénero, sin información fiable a la que recurrir -evidentemente internet no era ni un proyecto- sin personas en las que confiar y sin una familia en la que apoyarse ¿Resultado? un infierno. Con un lenguaje sencillo, y a pesar de estar escrito en español de México, al lector no le queda la menor duda en ningún momento de los que le están contando y sobre todo, de lo que Marcela está sintiendo, sus palabras, su angustia, su dolor, sus esperanzas y sueños, todo, absolutamente todo, traspasa el papel y se clava en nosotros; en algunos lo hará en su corazón, en otros en su conciencia, en otros en su mente, y seguro que en otros tantos en sus creencias y su fe. Pero indiferente a nadie, eso os lo aseguro, a no ser que seas de piedra y ni sientas ni padezcas. Hay un momento especial en la narración, que es cuando su padre le hace una promesa, frase que da lugar al título del libro; y digo especial porque no será hasta el final, el sorprendente final, cuando esto tomará sentido y el verbum se tornará opus, creedme si os digo que una historia apabullante como esta, que os engancha, os hace temblar, aún puede sorprenderos y mucho con su final. ALUCINANTE, y hermoso, muy hermoso, y no temáis que no os desvelo nada, pues no es lo que estáis pensando, no no.
Marcela no es la joven Jazz, apoyada por su familia desde niña y guiada en su camino por todos aquellos que la quieren, la ayudan y forman; tampoco es Caitlyn Jenner, que con casi setenta años da el paso y se declara transgénero realizando su transición apoyada por su familia (ya sabéis, las Kardashian) amigos, alta sociedad, mayoría de medios y colectivos desfavorecidos, y es que ella, Caitlyn cuenta con algo que Marcela tampoco tuvo: fama, fortuna y medios a su alcance.
Marcela es una mujer que a pesar de todos los muchos inconvenientes que ha encontrado en su camino, ha sabido tras muchos traspiés ponerse en pie y ser a ojos de los demás, lo que ella siempre ha sido y como se ha sentido: mujer.
Un libro que en tan solo 137 páginas, nos habla de la vida, del amor, de las oportunidades, de los sueños y las pesadillas y sobre todo, de la verdad. ¡Bravo Marcela! y gracias por abrirnos tu corazón.
LA PROMESA
Marcela Gómez
Editorial Letrame
ISBN: 978-84-16916-43-6
Para adquirir la novela en papel, pinchad Aquí
En Amazon
🐾 Una Reseña de Yolanda T. Villar 🐾
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
Un libro cortito de una temática que yo no he leído, pero con esa puntuación quien no se anima!!!!
ResponderEliminarTe hará estremecer incluso ¿Cómo es posible que a estas alturas de la vida algunas cosas de la vida sigan siendo tan duras y difíciles de asimilar?
EliminarUn besito carinyet!
Pues me parece muy interesante.
ResponderEliminarBesos!
¡Lo es Laura! a mi me ha conquistado y su autora, con la que he podido conversar un poquito, me ha enamorado por completo.
EliminarUn besito ❤️❤️❤️
¡Menuda pedazo de reseña! Dan ganas de salir corriendo a leerlo. Y el anecdotario de los viejos tiempos genial, que estoy en el curro y me he tenido que aguantar la risa un par de veces...jajaja. Coincidimos en la rara atracción por las portadas, por cierto. Nada, que queda apuntado y además es cortito.
ResponderEliminar¡Besote!
Hola guapa!! Ya ves, los 70, que fueron años muy duros para unas chicas tan modernas, jajaja.
EliminarLa novela me ha emocionado muchísimo, me ha parecido algo tan duro contado con tanta aceptación, que enternece.
Un besito!
Pues siendo tan corto no me importaría leerlo. Me has picado la curiosidad.
ResponderEliminarBesos
Lo leerás en un santiamén, porque además la historia te engancha y siempre quieres saber que le pasará después.
EliminarUn besito.
Hola, Yolanda.
ResponderEliminarTiene que ser un libro intenso, lleno de sufrimiento en esa lucha constante por buscar tu propia identidad, pero ahora mismo no es lo que deseo. Para leer estos libros hay que buscar el momento más idóneo y ahora mismo yo no lo tengo, por eso lo voy a dejar pasar. Gracias por esta preciosa reseña, guapa.
Besos
Hola carinyet! No te creas, Marcela no refleja sus recuerdos con dolor o angustia, narra de una manera limpia, sin acritud, sorprende lo generosa que es con momentos que tuvieron que ser durísimos.
EliminarUn besito.
Mira... un libro muy oportuno entre toda la polémica que se ha creado por el autobús ese...
ResponderEliminarAhora que pienso, nunca he leído un libro del Género LGTB... Creo que debería de leer algo... ;)
Lo leí antes de toda esta polémica y cuando saltó a la prensa me dije: caído del cielo!
ResponderEliminarHace tiempo conocí a la hermana de una amiga, que sin embargo era chico, y con 15 años el tema choca, años después lo vi en un centro comercial ya como hombre y no le hizo mucha gracia que lo reconociera, como si aún tuviera miedo o vergüenza, no se...y o debería ser así.
Te gustaría el libro, y su autora es majísima, hablando con ella me ha cautivado.
Un besito!!!
Lo del autobús ese es que ni lo voy a comentar, que me indigno y no acabo de hablar... o escribir XD
ResponderEliminarMe ha encantado la reseña pero no sé si me animaré con la lectura.
Beso grande.
Si, lo del Bus dichoso mejor lo dejamos. Hay un tiempo para cada cosa, incluída la lectura, así que lo que te apetezca cuando te apetezca.
EliminarUn besito.
Pues sí, traído de forma muy oportuna tras la polémica del dichoso autobús. Ayy, qué mentes más cortitas!! País de pandereta. Un libro muy valiente, no dudo de lo interesante que será, pero no es lo que me pide el cuerpo ahora. Gracias por la recomendación. Por cierto, me he tenido que reír con la anécdota de cuando eras cría, jajaja. A esa edad nos hacíamos la picha un lío con muchas cosas.
ResponderEliminarUn beso ;)
¡Hola Ray!
EliminarCada cual tiene que leer lo que le diga su cuerpo serrano en ese momento, por obligación sería como volver a clase a que te obliguen a leer a Nistzche; Marcela ha sido muy valiente, sobre todo porque el libro no lo ha publicado solo en España, que aún siendo país de opereta, castañuela y pandereta, los hay peores, y en México las cosas están aún peor, así que si, valiente ha sido muy valiente.
¡No me hables de la dichosa revista de marras! lo he contado abreviado, pero no sabes la que se organizó con la dichosa revistita cuando nos decubrieron con ella ¡Casi nos matan! y encima al chaval que la compró creo que casi le hacen alistarse en la mili, una barbaridad la que se lió con la fotito, jajajaj.
Un beso.
Pues a mí estas portadas cotidianas me gustan porque pienso que habrá historia personal de la que me gustan.
ResponderEliminarLo ideal desde luego sería que no hubiera etiquetas y solo personas y novelas que reflejen el sentir de los que lo pasan mal y son rechazados puede ser una buena herramienta. Con los niños trans tengo mis dudas, no sé hasta qué punto puedes tenerlo claro y hacer algo que luego pueda ser irreversible es un riesgo demasiado brutal.
Besos
¡Hola Norah!
EliminarYo es que con las portadas tengo una atracción...jajaja. Ojalá no hubiera etiquetas: alto, bajo, feo, guapo, flaco, gordo, marica, zorra...y esto es un no parar, pero las hay y mientras así sea al menos que los que no las usamos, que pongamos nuestro granito de arena. Lo de los niños...bueno, soy educadora infantil y aunque a edades muy tempranas ya se tiene una concepción clara de sí mismo y el propio sexo, no se a que edad se debería empezar con la transición, la verdad es que no lo tengo claro. Al menos lo que es la operación definitiva. Supongo que los psicólogos lo sabrán mejor, o el propio interesado, o entre todos ellos, no se. Lo de los niños es tan delicado, que no se que camino tomaría si me tocase de lleno.
Un beso.
Yolanda ❤ ❤ ❤
A mí no me interesa mucho el tema la verdad, porque las novelas sociales me aburren un poco (también es cierto que según como se lleven), pero tiene su mérito todo él. Me alegro que lo hayas leído y nos lo hayas expuesto tan maravillosamente.
ResponderEliminarUn abrazo!
Hola guapa!
ResponderEliminarLeyendo el principio de tu entrada me has hecho recordar muchas cosas, y como por falta de información hasta te llegaban a decir que no te juntaras con mariquitas se te fueran a pegar algo. Yo creo seguimos siendo igual de intolerantes, seguimos estando desinformados y miramos por el rabillo del ojo al diferente... En cuanto al libro te diré que de momento no es una historia que me apetezca en estos momentos leer, pero no la descarto para un futuro. Besotes
Hola,
ResponderEliminarme lo apunto, tiene buena pinta, y tu reflexión me ha divertido...
http://leidovividovisto.blogspot.com.es
Una reseña estupenda enhorabuena y me la apunto para el futuro porque ahora tengo mucho pendiente, un beso
ResponderEliminarHola Rocío!
EliminarLa lista de pendientes parece que se reproduzca por esporas, cada vez que miro mi lista es más y más y más larga...¡Bendita adicción! jeje
Un beso.
Hola, pues la verdad es que como dices se trata de un tema bastante delicado de tratar, debido al rechazo que se tiene aún de este grupo social.
ResponderEliminarPuede que lea el libro, se oye interesante.
Un saludo, nos leemos! :)
Bon día Loe!! el tema es delicado si, y el caso es que a estas alturas de la evolución y el progreso no debería ser así, ahí está lo delicado, en que aún no sea una cuestión natural y sencilla de solucionar.
EliminarUn beso.