"Dejad que salga el sol
que la mañana ilumine,
el más puro de los rezos
no regresará a nosotros.
Aquel cuya vela se ha apagado
y fue enterrado en el polvo,
el llano amargo no lo despertará,
no lo traerá de vuelta.
Nadie nos sacará de un oscuro pozo
porque no hay beneficio,
ni alegría por la Victoria
ni canciones de alabanza.
¡Tan solo cantad una canción por la Paz!
no susurréis una plegaria,
cantad con un fuerte grito
¡Dejad que entre el sol
a través de las flores!
No miréis hacia atrás,
dejad marchar a los que se fueron
alzando los ojos a través de la esperanza
no de las miras de los rifles.
¡Cantad una canción por el Amor,
y no digáis que fue un sueño
pues ese día vendrá!
¡Tan solo cantemos una canción por la Paz!"
(Shir Lashalom)
Hubo algo en la portada de Las Llaves, de Marina de Chateaubriand, que me atrajo poderosamente; que una portada me lleve hacia la elección de un libro no es nada nuevo, ya lo sabéis, pero esta vez era algo distinto. Lo que menos destaca del libro, es en sí la imagen que da título al mismo, un manojo de llaves antiguas, que parecen querer pasar desapercibidas en la propia portada a pesar que el título lo dice bien claro y en grandes letras: Las Llaves. Y sin embargo allí están ellas, en la esquina izquierda (según se mira la portada) como quien no quiere la cosa, como si alguien las hubiera dejado allí descuidadamente; pero yo no puedo dejar de mirarlas, tanto que casi se me pasa por alto la portada en sí, preciosa, pero nada comparable con la atracción que las llaves despiertan en mí.
A mi mente vienen las viejas llaves de casa de mis abuelos, las que siempre llevaba mi abuela en su delantal, como si se tratase de un gran tesoro, aquellas que deseaba tener en mi poder y comenzar a escudriñar puertas y baúles que permanecían cerrados y seguramente llenos de misterios y fabulosos tesoros ¡Cómo deseaba tenerlas! soñaba con lo que encontraría al otro lado de puertas y cajones cuando lograra abrirlos, sería un día grande ese en el que al fin me hiciera con ellas.
Pero no las tuve hasta que fallecieron. Y una vez en mi poder me sentí terriblemente defraudada cuando dos de ellas no abrían nada que hubiera en la
casa actualmente, otra abría un cajón vacío y la que habría la puerta de entrada antaño, ya no servía para nada porque hacía años que se había cambiado la cerradura ¡Menudo chasco! Pero esto no fue del todo así. El cajón aparentemente vacío, tenía un doble fondo en el que había viejos pagarés de trigo de los años treinta y cuarenta, un par de fotos de tres niños pequeños, que parecían mucho más antiguas que los pagarés incluso y en el fondo de todo, una parte de lo que un día debió ser un rosario de plata; eso, una gran foto de boda y la casa, era todo lo que me quedaba de mis abuelos. Y guardé las llaves en el cajón, con el resto de recuerdos encontrados, como una parte del tesoro que tanto imaginé tantas veces y que ahora, ya era mío.
Por eso las llaves de la portada me llevaron irremediablemente hacia el libro, algo me decía que dentro se escondían tantas tesoros como los de casa de mis abuelos, y seguro que al igual que esos, estos no estarían a simple vista ni serían lo que parecían.
A mi mente vienen las viejas llaves de casa de mis abuelos, las que siempre llevaba mi abuela en su delantal, como si se tratase de un gran tesoro, aquellas que deseaba tener en mi poder y comenzar a escudriñar puertas y baúles que permanecían cerrados y seguramente llenos de misterios y fabulosos tesoros ¡Cómo deseaba tenerlas! soñaba con lo que encontraría al otro lado de puertas y cajones cuando lograra abrirlos, sería un día grande ese en el que al fin me hiciera con ellas.
Pero no las tuve hasta que fallecieron. Y una vez en mi poder me sentí terriblemente defraudada cuando dos de ellas no abrían nada que hubiera en la
casa actualmente, otra abría un cajón vacío y la que habría la puerta de entrada antaño, ya no servía para nada porque hacía años que se había cambiado la cerradura ¡Menudo chasco! Pero esto no fue del todo así. El cajón aparentemente vacío, tenía un doble fondo en el que había viejos pagarés de trigo de los años treinta y cuarenta, un par de fotos de tres niños pequeños, que parecían mucho más antiguas que los pagarés incluso y en el fondo de todo, una parte de lo que un día debió ser un rosario de plata; eso, una gran foto de boda y la casa, era todo lo que me quedaba de mis abuelos. Y guardé las llaves en el cajón, con el resto de recuerdos encontrados, como una parte del tesoro que tanto imaginé tantas veces y que ahora, ya era mío.
Por eso las llaves de la portada me llevaron irremediablemente hacia el libro, algo me decía que dentro se escondían tantas tesoros como los de casa de mis abuelos, y seguro que al igual que esos, estos no estarían a simple vista ni serían lo que parecían.
...Nunca ha habido una buena guerra, ni una mala paz...
SINOPSIS.
Las llaves es un libro que toca las fibras más íntimas de los seres humanos a través de un relato dialogado que conmueve por la profundidad que hay en cada palabra y a la vez por la sencillez de su estilo. Por el despertar que produce cada acción.
Ariel, uno de sus personajes nos eleva más allá de todo. Nos eleva a pesar de nosotros mismos. Nos transmuta en un viaje que nos recorre durante toda la lectura y nos lleva a través del desierto adentrándonos en culturas milenarias, intentando desentrañar los misterios de la creación y el sentido último de nuestra existencia.
El libro nos pone a prueba. Nos busca. Nos desequilibra y equilibra en un sinfín de situaciones que nos revelan un futuro pero por sobre todas las cosas, nos revelan un presente que lo estamos tocando sin verlo. Sin ser aún del todo conscientes de que tenemos ese cambio en la mano. A nuestro alcance.
Marina de Chateaubriand con este libro que descorre todos los velos nos hace tocar fondo para luego salir a la superficie y tomar sus llaves, y nos lleva a repensar en los conflictos sociales que tienen de rehenes a pueblos enteros sin respiro. Sin posibilidad de crecer. De salir. La autora nos proporciona todos los instrumentos para un cambio. Para una reformulación.
Tras su lectura en el horizonte se perfila un futuro difícil pero teñido de color esperanza. Un futuro que tenemos que ayudar a construir entre todos cuando comprendamos que más allá del dogma la esencia de todas las religiones es siempre la misma y todas las religiones tienen un mismo y único mensaje: el amor, la compasión y la misericordia.
LA OPINIÓN DEL GATO.
Soy una enamorada de los cuentos sufies, descubrí su belleza casi por casualidad hace ya bastantes años buscando en una librería "algo diferente", pero que fueran cuentos; y en una estantería encontré un ejemplar de Cuentos
Tradicionales Sufís, una veintena de relatos entre los que se encontraba el de Nasrudín y la Llave (Que nos cuenta Chateaubriand en el libro, por eso prefiero que lo leáis en el mismo si no lo conocéis) toda una enseñanza y un aprendizaje en a penas unas lineas, pues es este un breve cuento en el que se cumple la máxima de: lo bueno si breve, dos veces bueno. Aprender y conocerme a través de cuentos, parábolas y leyendas de diferentes culturas es uno de mis entretenimientos favoritos, aunque no lo llamaría hobbie porque va mas allá de eso, se convierte en todo un placer y disfrute; cuentos sufíes, cuentos judíos (los de la aldea de Chelm son mis favoritos) africanos, rusos, ortodoxos ¡La vida es cuento señores! y yo soy una cuentista de tomo y lomo. Por eso leer Las Llaves me ha producido una satisfacción inmensa, ha sido como leer un gran cuento que contiene pequeños cuentos dentro, una lección aprendida sin darte cuenta si quiera que estabas aprendiendo, o mejor dicho, sin ser consciente siquiera que estabas recibiendo una lección.
A través de Ariel, el gran protagonista pero no el único, nos vamos sumergiendo en su cultura y sus raíces, a través de otras culturas las cuales todas tienen en común un mismo origen y un mismo fin, y es que descubrimos junto a Ariel, aventura tras aventura, o desventura, que es mucho más lo que nos une a los pueblos que los que nos separa; Marina logra remover nuestros cimientos y hace temblar nuestras más arraigadas ideas, colocándonos constantemente en el ojo del huracán, como si fuéramos un personaje más de la historia, y es que esta logra embaucarte y hacerte formar parte de la misma,
consigue, incluso, y hablo por mí, desembarazarte de tus prejuicios poniéndote delante la verdad más absoluta, la que no da holgura para malentendidos ni dobles lecturas, la que Es y no la que Crees que es. Con un lenguaje adaptado al pensamiento occidental, Marina comparte con nosotros la sabiduría de culturas tan milenarias como desconocidas para el gran público, el que se deja llevar por los estereotipos, los prejuicios y la "fama" de los pueblos de oriente medio vistos por los ojos del "civilizado occidente", y nos da dos bofetadas de realidad bien dadas mediante el personaje de Ariel y sus "meteduras de pata".
El resultado es una novela de una maravillosa belleza tanto en la forma como en el fondo, nos abre los ojos sin forzarnos pero manteniéndolos abiertos sin mirar aviesamente al vecino, pero si perplejos por lo que descubrimos y que en el fondo ya sabíamos, pero que nos negábamos a aceptar: no somos tan diferentes unos de otros, solo permitimos que estas diferencias nos separan porque nos asusta reconocernos tan semejantes a quien queremos creer distinto.
Disfrutaréis con Ariel y su alma inquieta, con el Ari y su fe abierta, con la bondad de Tarej, la sabiduría de Mohamed, el gran corazón de Raquel, la ausencia de odio de Ismael, la capacidad de amar de Esther y tantos otros personajes que te emocionarán hasta la lágrima y la risa; un cuento que deberíamos aprender desde niños, para que de adultos, nadie nos viniera con "el cuento de nunca acabar".
Marina de Chateaubriand ha sabido hacernos llegar sin ambigüedad alguna el pensamiento de dos pueblos aparentemente enfrentados entre sí desde siempre, y condenados a no entenderse nunca, que sin embargo, son tan parecidos entre ellos, como una gota de agua a otra.
Tradicionales Sufís, una veintena de relatos entre los que se encontraba el de Nasrudín y la Llave (Que nos cuenta Chateaubriand en el libro, por eso prefiero que lo leáis en el mismo si no lo conocéis) toda una enseñanza y un aprendizaje en a penas unas lineas, pues es este un breve cuento en el que se cumple la máxima de: lo bueno si breve, dos veces bueno. Aprender y conocerme a través de cuentos, parábolas y leyendas de diferentes culturas es uno de mis entretenimientos favoritos, aunque no lo llamaría hobbie porque va mas allá de eso, se convierte en todo un placer y disfrute; cuentos sufíes, cuentos judíos (los de la aldea de Chelm son mis favoritos) africanos, rusos, ortodoxos ¡La vida es cuento señores! y yo soy una cuentista de tomo y lomo. Por eso leer Las Llaves me ha producido una satisfacción inmensa, ha sido como leer un gran cuento que contiene pequeños cuentos dentro, una lección aprendida sin darte cuenta si quiera que estabas aprendiendo, o mejor dicho, sin ser consciente siquiera que estabas recibiendo una lección.
A través de Ariel, el gran protagonista pero no el único, nos vamos sumergiendo en su cultura y sus raíces, a través de otras culturas las cuales todas tienen en común un mismo origen y un mismo fin, y es que descubrimos junto a Ariel, aventura tras aventura, o desventura, que es mucho más lo que nos une a los pueblos que los que nos separa; Marina logra remover nuestros cimientos y hace temblar nuestras más arraigadas ideas, colocándonos constantemente en el ojo del huracán, como si fuéramos un personaje más de la historia, y es que esta logra embaucarte y hacerte formar parte de la misma,
consigue, incluso, y hablo por mí, desembarazarte de tus prejuicios poniéndote delante la verdad más absoluta, la que no da holgura para malentendidos ni dobles lecturas, la que Es y no la que Crees que es. Con un lenguaje adaptado al pensamiento occidental, Marina comparte con nosotros la sabiduría de culturas tan milenarias como desconocidas para el gran público, el que se deja llevar por los estereotipos, los prejuicios y la "fama" de los pueblos de oriente medio vistos por los ojos del "civilizado occidente", y nos da dos bofetadas de realidad bien dadas mediante el personaje de Ariel y sus "meteduras de pata".
El resultado es una novela de una maravillosa belleza tanto en la forma como en el fondo, nos abre los ojos sin forzarnos pero manteniéndolos abiertos sin mirar aviesamente al vecino, pero si perplejos por lo que descubrimos y que en el fondo ya sabíamos, pero que nos negábamos a aceptar: no somos tan diferentes unos de otros, solo permitimos que estas diferencias nos separan porque nos asusta reconocernos tan semejantes a quien queremos creer distinto.
Disfrutaréis con Ariel y su alma inquieta, con el Ari y su fe abierta, con la bondad de Tarej, la sabiduría de Mohamed, el gran corazón de Raquel, la ausencia de odio de Ismael, la capacidad de amar de Esther y tantos otros personajes que te emocionarán hasta la lágrima y la risa; un cuento que deberíamos aprender desde niños, para que de adultos, nadie nos viniera con "el cuento de nunca acabar".
Marina de Chateaubriand ha sabido hacernos llegar sin ambigüedad alguna el pensamiento de dos pueblos aparentemente enfrentados entre sí desde siempre, y condenados a no entenderse nunca, que sin embargo, son tan parecidos entre ellos, como una gota de agua a otra.
LO MEJOR DEL LIBRO: Sin duda alguna las "perlas" que nos regala la autora a modo de cuentos.
LO PEOR DEL LIBRO: Cuesta un poco a los "neófitos" al principio hacerse con el lenguaje, cosa que se remedia al seguir leyendo.
LO PEOR DEL LIBRO: Cuesta un poco a los "neófitos" al principio hacerse con el lenguaje, cosa que se remedia al seguir leyendo.
GATOPUNTOS (sobre 5):😻😻😻😻
LAS LLAVES
Marina de Chateaubriand
ISBN: 978-84-16916-06-1
Letrame Editorial
Web de la autora
Facebook de la autora
Para adquirir el libro, pinchad aquí
Imágenes: ©Yolanda T. Villar
Una Reseña de Yolanda T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS
RESERVADOS
Este no lo veo para mí...
ResponderEliminarUn beso ^^
Te sorprendería gratamente, te lo aseguro...
EliminarUn besito.
Los cuentos no son lo mío... pero tu reseña ha sido tan maravillosa, que lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarUn besazo
No puedo hacer spoiler, pero los cuentos o "aventuras" del protagonista tienen una finalidad, y cuando llegas al final ¡wow!
EliminarUn beso.
Los cuentos siempre son maravillosos, y aún más si tienen enseñanzas y moralejas.
ResponderEliminarBesos
Lo mejor del todo es que para muchas personas de otra cultura y lugar, no son cuentos, es la pura realidad...eso es lo que me ha gustado de este libro.
EliminarUn beso
No me llama , muchas gracias por tu entrada;)
ResponderEliminar¡A ti! disfruta tus lecturas.
EliminarUn beso
Yolanda
que lastima que mucha gente no se anime por el lenguaje y la cantidad de hojas. amamos los libros gordos!! t iene una portada bellisima y sugerente y los personajes que detallan son magnificos.gracias, gracias. saludosbuhos.
ResponderEliminarEs muy bello, y no es nada pesado de leer, al contrario, de que te das cuenta, relato a relato, desventura a desventura, llegas al final
EliminarUn beso, Ojazos!! (jeje)
Querida Marina , tu libro hermoso que demuestra quw la persona que la persona que lo escribió , tiene mucho conocimiento de nuestro mundo , nuestra cultura y nuestras religiones ! Con una narración totalmente atrapante y que deja un final abierto para que cada uno encuentre la llave de su camino te queremos Estela y Gastón
ResponderEliminarUn excelente libro para regalarle a un ser querido
ResponderEliminarGracias 😍🤗
ResponderEliminarExcelente. Lo resumo como una novela de fácil lectura que introduce en un mundo de jóvenes con comprensión, tolerancia, respeto y amor a pesar de la diferencia cultural de cada uno de los personajes.
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