Siempre que pienso en un momento importante de mi vida, ya
sea por ser uno de los mejores que he vivido, como uno de los peores, mi mente
hace llegar hasta mi un rincón junto a una cristalera, según se pasa por la
puerta a mano izquierda. Es un rincón tranquilo para hablar a pesar de que el
lugar siempre está lleno de gente, un rincón con un sofá rinconera y un sillón
de piel al estilo inglés y la mesa, cuadrada y robusta, ha aguantado durante
años el peso de vasos, botellas y jarras sin emitir queja alguna; incluso, en
alguna ocasión ha tenido que soportar un
cuerpo entero que tras varias copas de más, ya no distingue asiento de mesa.
Ese lugar es un bar. Pero no es un bar cualquiera, para mí
y mis amigos es un segundo hogar. Nos sentamos en esos sillones por primera vez
siendo adolescentes, allí derramamos lágrimas por ese chico que nos gustaba y
no nos hacía caso, por lo que nos perdimos el sábado por tener que volver a
casa antes que los demás; reímos cuando
se cayó Felisa, la de mates, justo cuando acababa de llamarnos cabareteras por
llevar minifalda ¡Esa faja suya dio
mucho que hablar! Allí compartimos el final de carrera, vimos las fotos del
viaje a Estambul, hasta me pidieron matrimonio ¡Y allí nos enteramos de que iba
a ser mamá la primera de todas nosotras! allí lloré por una vida que se me
escapaba de las manos, y hace tan solo unos días, reímos y celebramos que la vida
sigue y da segundas y terceras
oportunidades.
Bares, que lugares…
Tras sus cristales hemos visto pasar el tiempo, nos hemos
visto pasar a nosotros mismos y a algunos, hasta se quedaron en el camino;
hemos visto como el calor hacía caminar lento a los transeúntes y como el frío,
les hacía acelerar el paso, incluso, hemos visto correr a la gente bajo la
lluvia, y a unos pocos, regocijarse por ser mojados por ella. Momentos
irrepetibles que siempre quedarán en nuestra memoria. Un gato blanquinegro me
mira desde la calle, empieza a gotear, pronto lloverá con fuerza, pero parece
que no tiene prisa en marcharse; me mira y parece que adivine lo que pienso,
que comprende lo que siento.
Bares, tan gratos para conversar…y arrecia la lluvia…
Llovía cuando salimos del
Amanda Bar…
Hoy, navegando por internet, he ido a parar a un blog el
cual me habían recomendado encarecidamente por su fama entre los internautas;
era un blog de reseñas literarias y cinematográficas, artículos cargados de maravillosas imágenes y párrafos
enteros, por no decir, capítulos, de los
libros reseñados y que parecían gustar mucho a los lectores del blog ¡Vaya, si
casi se puede leer la obra entera! –he pensado, y si fuera el autor, no
sé si me hubiera hecho mucho gracia. Lo que no se puede negar es el gancho que
el blog ofrece a los seguidores ¡Libros gratis! y conforme está el panorama
social-económico-literario, una nunca sabe a qué atenerse ni a qué sector
beneficia más este acto. En fin, el caso es que un comentario ha llamado mi
atención, rechazaban un libro por ser una Antología, aunque sin contar con el
permiso de quien lo envió, sí lo sorteaban entre los lectores. ¿Por qué no se
reseñan antologías? ¿Es como quien no quiere reseñar poesía, literatura
infantil, ensayos? ¿Por qué no se obtienen tantos beneficios o porque no habrá
tantos lectores potenciales?
No me lo he pensado dos veces. Yo tengo varias antologías
fabulosas, sin ir más lejos he participado en varias de las que me siento muy
orgullosa. Y sin demorarme más, he ido a mi estantería, he cogido una estupenda
antología que me regaló una grandísima amiga y me he puesto manos a la obra
¿Porqué no han de saber los demás lo mucho que me ha gustado leerla y los
magníficos autores que intervienen en ella? algunos los conocía, otros he
tenido la gran suerte de conocerlos a través de este libro ¡Que el resto
disfrute tanto como lo he hecho yo!
Cuando una Antología surge tras una convocatoria literaria,
son muchos los llamados y pocos, por desgracia, los elegidos, razón de más para
apreciar el gran esfuerzo que ha supuesto para organizadores y escritores
realizar algo así, y para muestra un botón, o veinte. Doscientos relatos
participantes, veinte los elegidos ¿No es este ya de por si un motivo
suficiente para incitarnos a leerlos? cuando una convocatoria tiene tantos
novios, formar parte de las damas de honor o de los padrinos, es todo un honor.
Y no me cabe la menor duda de que así se deben sentir los escritores que conforman
esta original antología, Llovía cuando
salimos del Amanda Bar…
Santiago Abad
Heras nos emociona y estremece con su historia Los Gemelos, como la vida te
pone en tal encrucijada que el camino más corto es el más difícil. Maravilloso
relato.
Bernardo Aguado
Muel nos cuenta con mucho humor, todo lo malo que un aguacero y una boda pueden sacar de las
personas. El Porche, un relato
sorprendente.
Mateo Alonso
Ferrera en Bendita, rememora un pasado que de tan reciente que parece, siente
poder tocar con los dedos, pero ya no existe, ya solo queda la esperanza de que
algún día, tal vez, un beso llegará a su destino.
Miguel Bartolomé Núñez se deja
atrapar por la frustración de una relación que de tan deseada, parece tan solo
destinada al desastre, y solo hay una
salida, solo una. Y llueve al salir del Amanda bar…
José Carrasco
Llácer incluso colorea la venganza. Son muchas las razones por las cuales dos
personas se convierten en amantes, muchas y no siempre es la misma la que les
une ¿Y qué importancia tiene eso, si se puede dar rienda suelta a la pasión? La
pasión adúltera tiene unas reglas, los jugadores se atienen a ellas, el juego es limpio... El color azúl de la venganza, juega con
las cartas descubiertas.
Ana María
Coelho da una vuelta de tuerca más a la infidelidad y sus consecuencias. Tanto
que ocultar, tanto que temer, quien juega fuerte se arriesga a perderlo todo.
Un muerto, la policía, un motivo, unos presuntos culpables y un hombre que
sabía demasiado. Todo en el Amanda bar.
Bárbara
Fernández Esteban nos mantiene con el corazón en un puño durante todo el
relato, trepidante, lleno de acción, rápido, veloz, casi sin respirar. Dos
Telma y Louise motorizadas, un cazador cazado, y un karma por el que vale la
pena pagar las deudas. El ruido de la
lluvia sobre el tejado nos dispara el corazón como un revolver y trae a nuestra
mente un corto cinematográfico, relato visual y cargado de acción.
Raúl Garcés
Redondo. The End relata brevemente el final de un encuentro amoroso, el
doloroso adiós, el inevitable fin, cual película en blanco y negro, bajo la
lluvia los amantes se separan y aparece en blanco el The End. Lo bueno si breve…
Fernando García
Maroto, Cuando ya poco o nada queda por decir, cuando lo que se es
no es más que el resultado de agotar lo que fuimos, cuando ya no quedan ni
cenizas que avivar. Un adiós inevitable y una pena mojada bajo la lluvia a la
puerta del Amanda Bar. Aquello que
fuimos, es lo único que queda de nosotros.
Consuelo Giménez
Pardo y Llovía desamor, nos muestra un callejón oscuro, dos gatos
callejeros, humo de cigarro y una lluvia que todo lo moja serena y sin
clemencia. Nada es como parecía, nada parece como fue, olor a tabaco en la boca
y una música lejana en lugar de latidos del corazón. Un relato tan breve como intenso. Magnífico.
Bajo la lluvia
de Jordi Julià Manresa nos hace sentir en nuestras propias carnes el frío
y la humedad de un adiós definitivo, el dolor de quien sabe que ya no hay nada
más tras aquella despedida, que tan solo quedará la sensación de dos cuerpos
que fueron el uno del otro un día y que ahora, tan solo queda de ellos el hueco
en el alma. Un relato que te hace sentir cada palabra, cada sensación.
Jose A. Lozano
Tejedor. Cuando la juventud está por
encima de luchas y guerras que consideran antiguas y desfasadas, cuando el
dolor de los mayores da paso a la alegría del joven, cuando las penurias pasadas
no son más que letanías de viejos y cuando queda tanto por vivir sin tener que
cargar con las vidas de otros. Soneto,
ni poesía ni canción, solo lamentos pasados y risas presentes. La vida es así.
La vida siempre será así.
Listos en la
jungla de José María Morales Berbegal o la ley de la selva de asfalto. No
hay más opción que ser víctima o verdugo, y quien dispara primero lleva las de
ganar. Los libros te dan la vida y en ocasiones, te la quitan. Al igual que en
el rol a elegir en la vida, el momento de entrar en una librería y el porqué,
marcarán tu destino.
Blanca Oteiza
de Corujo. Poco o nada queda cuando ni tu hogar es ya tu hogar, cuando
falta lo más importante, cuando la vida ya no fluye por él, cuando estarías en
cualquier otro lugar, cuando volver a casa ya no representa un refugio, si no
una tumba fría y solitaria. Resaca de
Recuerdos, tanto de uno como de lo otro y tan poco de alegría.
Ana Mª Pinar
Vélix nos sorprende con una deliciosa
historia cargada de recuerdos de infancia, de libros de aventuras, de lecturas
antes de dormir, de luces ciegas y de luces cegadoras, de amores que no mueren
jamás porque su pureza y su fuerza traspasan tiempos y lugares. Y un olor a
talco y a rosas recuerda que nadie se va del todo ni para siempre. Iluminaciones,
un relato realmente precioso.
Nueva Vida de Asier
Rey Salas. Dicen que hay que renovarse o morir, y eso debió pensar el
protagonista de esta historia, a pesar de que para empezar una nueva vida debe
vender la anterior, pues nada es gratis y todo cuesta dinero, al fin y al cabo
el fin debe justificar los medios…pero el peso de la conciencia y del deber, a
pesar de intentar silenciarlos gritan y gritan como un rebaño de ovejas balando
asustadas. Pero ya no hay marcha atrás. Conmovedor sin duda, triste relato por
lo afín a tantas y tantas historias semejantes, pero el progreso manda.
Corazones en la
tormenta de Ricardo Roig Cervera. El autor nos adentra en una noche
lluviosa de finales de verano, cuando este comienza a agonizar y el otoño clama
por ocupar su lugar; una época en la que los corazones jóvenes han vivido
intensamente un verano sin igual y ya llega el momento de recuperar
tranquilidad y hacer promesas de amor eterno hasta el verano que viene. Pero
hay corazones para los que el mañana es
hoy y ya no hay tiempo de promesas ni de próximos veranos, solo existe el aquí
y el ahora y la eternidad empieza ya, en los ojos y el pecho de la persona
amada. Aunque sea bajo una tormenta de final de verano.
La conciencia
en el parquet. Juan Carlos Somoza García, se atreve a desafiar al mismísimo Poe y
nos trae lo que podíamos definir como una renovación del “corazón delator”,
solo que en esta ocasión no es un corazón enterrado bajo el suelo el que clama
justicia, es la conciencia del protagonista que grita desde el parqué de la
bolsa de valores. Y es que hoy en día, los asesinatos decimonónicos han sido
sustituidos por los delitos financieros, la corrupción y la evasión de capital.
Un relato actual, cargado de fuerza y por una vez, con cargos de conciencia en
el delincuente.
Esperanza
Tirado Jiménez. Distancias nos habla del loco amor de juventud que todos vivimos,
esa locura que nos hace creer que somos eternos, que nuestro amor es inmortal
que nada ni nadie podrá arrebatarnos ese sentimiento…nadie salvo nosotros
mismos, las circunstancias, la vida en sí. Diez años después, tal vez por el
Destino, tal vez porque ese amor si era tan inmortal como creímos, la vida nos
da otra oportunidad ¿Seremos capaces de aprovecharla?
Lluvia continua
de Mario Torres Ferrández. No sabemos por qué fuerzas extrañas, hados del
destino o el Sino mismo, la vida se empeña a veces en poner en nuestro camino a
personas que sin quererlo, podrían llegar a ser importantes en nuestra vida;
sin embargo nos afanamos tanto en gustar a los demás que omitimos detalles que
consideramos fuera de lugar o nada importantes sin darnos cuenta de que tal
vez, esos detalles, serían los que cambiasen nuestras vidas. Conversaciones
sinceras que obvian los pequeños detalles. Y la vida continua, la noche acaba y
la lluvia no cesa.
Veinte relatos que hablan de un Bar, de la lluvia, de
sentimientos, de sueños, de pesadillas, de venganzas, de infidelidades, de
rencores, de temores, de justicia y sobre todo, de las historias que se
esconden tras cada persona con la que nos cruzamos en la calle o con las que
coincidimos en un bar, si, el Amanda ¿Quién no tiene un Amanda en su vida, en
su pasado, en su presente, quien no encontrará en un futuro el suyo en una
esquina de su ciudad? Deliciosas historias escritas con corazón. Y mojadas por
la lluvia.
¿Hay algo mejor que una historia? si. Veinte.
LLOVÍA CUANDO SALIMOS
DEL AMANDA BAR…
Palabras Contadas,
cuaderno 3
Editorial La Fragua
del Trovador
Directora de la colección, Pilar Aguarón Ezpeleta
Una reseña de Yolanda
T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS
RESERVADOS
Reseñar antologias es algo a lo que muchos no se atreven. No es facil hacerlo. Tu eres valiente y sabes hacer estas cosas con gran elegancía. Para mi también es un honor estar en varias antologías, en esta además un placer. Y nó, no es nada facíl ni para quien las convoca ni para los que participamos. Yo no es que participe en muchos concursos, pero me gusta hacerlo cuando puedo. Lo veo como una manera de presentarte a un examen. Ningún examen es facil, ni para quien juzga ni para quien es juzgado. Llegar a formar parte de una antología como he dicho antes es un honor y quien diga lo contrarío es proque no ha podido conseguirlo.
ResponderEliminarTe agardezco lo que dices de mi relato. Me alegra tu visión , creo que muy acertada y he sonreido mientras leía porque no veas como se ha puesto mi ego. Cacchis!...yo no habia pensado en que podía ser un buen corto , mira a ver si el gato encuentra a quien lo haga jajajajjajajajajajaja.
Gracias, muchas gracias. Sin duda alguna el gato tiene buen olfato dscubriendo cosas y Yolanda una forma prefecta y genial de contarlas.
Un abrazo, bueno más..uno para cada uno del equipo...con todo mi cariño.
MI querida Barbarellla,
EliminarCuando una es una lectora empedernida, una auténtica lletraferida, cualquier lectura es digna de de ser leída y mucho más, compartida. Es algo que he escuchado mil veces, una antología no es reseñable, no atrae público, no da comentarios, no da publicidad...y los blogs se niegan a reseñarlas; no es por haber participado en una docena de ellas, pero me parecen una oportunidad fabulosa de conocer autores nuevos, estilos distintos y sobre todo, de darse a conocer uno mismo.
Ya me conoces, las injusticias me encienden la vena reivindicativa, jaja. Y cuando en una antología hay buenos amigos, razón de más.
Un abrazo si, pero tras mil más.
MI cariño es tuyo, mi admiración máxima.