Es una suerte para un gato,
contar con siete vidas. Yo espero no haber malgastado las mías, es más, espero
que aún me queden muchas, o al menos, las que me queden que las pueda disfrutar
y saborear como si fueran la última. No sé si son recuerdos de una vida pasada,
o tan solo ensoñaciones vagas de una mente gatuna que lee demasiado −si es que eso es
posible− pero de vez en cuando vienen a mí, entre sombras, como
en una azarosa duermevela, imágenes de
una vieja casa, oscura y con un fuerte olor a incienso. En ella hay un gran
sofá de terciopelo rojo, algo descolorido por estar situado bajo una ventana a
la que siempre da el sol, la única luz que entre en esa casa; me veo a mi mismo
allí tumbado, pero lejos de dormir mis orejas se mueven nerviosas y mis pupilas
se dilatan sobremanera buscando claridad entre tanta penumbra.
Una mesa camilla aparece frente
a mí. Allí sentada vislumbro a una mujer baja, algo rechoncha, con grandes ojos
redondos, muy claros y saltones. Va vestida de negro y lleva el pelo recogido
en unas trenzas sobre su cabeza. A su lado hay un hombre alto, altísimo, con el
pelo largo y lacio, como su barba, y negro, negro como ala de cuervo, como sus ojos. Entre ellos hablan
en ruso. Otro hombre llega y se une a ellos alrededor de la mesa. Parece haber
salido de un tratado del siglo XVIII, sus ropas y su aspecto le confieren cien
años más que a los otros dos compañeros de mesa; es algo más mayor que ellos,
su pelo es blanco y recogido en una coleta, bien mirado, parece una de esas pelucas
que lucen jueces y magistrados en las películas…un escalofrío recorre mi cuerpo
erizando mi pelaje al observar a los tres allí sentados.
Pero entonces llega otra mujer y
se une al trío de la mesa camilla. También viste de negro, es más mayor que la
primera, pero mucho más alta y bastante más delgada, sin embargo, sus ojos son
igual de claros y profundos que los de la primera; su piel es blanquecina, su
cabello claro, recogido en un moño, sus dedos largos y finos, los dedos más largos
y finos que he visto nunca, como sus labios, que se asemejan más a un rictus,
que a una sonrisa.
Ahora que mis ojos se ha
adaptado perfectamente a la penumbra no tengo ya ninguna duda de quienes son,
los he visto anteriormente en esta sala, alrededor de esa mesa. Blavastky, Rasputín, Cagliostro y Leanora
Piper…ya llegan los muertos, oigo sus lamentos, almas en pena buscando
respuestas que no encontrarán porque la muerte en sí, no admite preguntas y
menos aún da explicaciones. Los congregados alrededor de la mesa comienzan a
llamar a los muertos, estos empiezan a llegar,
y este Gato ¡eriza su lomo y se prepara para marchar!
¡Vaya! me dormí. Y entre mis
zarpas, un libro de portada morada. Ahora recuerdo. Leía a Vicente Murria, El Secreto del Doctor Vandestack ¿Entonces he
soñado lo que creí un recuerdo de una vida pasada?
¿Seguro que fue sueño?...
Son muchas las sensaciones que despierta la novela de Vicente Murria, yo diría que tantas
sensaciones como lectores, pues resulta fácil identificarse con alguno de los
personajes, o al menos, reconocer en ellos a alguien con el que hemos topado
alguna vez en nuestra vida. En El
secreto del doctor Vandestack, como en las cornisas del purgatorio de Dante, el protagonista se encuentra con
grandes pecados de la humanidad, pero en este caso, es el mismísimo Vandestack quien ejerce de pecador,
redentor, alumno y maestro. Pero al igual que Alighieri, también necesita su
Virgilio, su guía.
Rafael García Doreste,
conocido como Doctor Vandestack,
famoso hipnotizador y prestidigitador, ha conseguido prestigio y renombre
gracias a sus innovadoras y efectivas terapias hipnóticas, puestas al servicio
de la sanación física y mental; su programa de televisión es todo un éxito, su
fama se extiende por todos los rincones del país, no hay famoso, político, ni
evento que se precie que no cuente con Rafael como invitado estrella. A pesar
de los detractores, la efectividad de sus terapias es tal, que pocos se
atreverían a intentar desprestigiarle sin salir escaldados. Pocos, pero
poderosos. La ambición de Vandestack
por ser el mejor e indiscutible hipnotizador, se topa de frente con la ambición
de las grandes farmacéuticas y tabacaleras que ven peligrar su poder y riqueza
conseguida a través del dolor ajeno y la debilidad humana. Avariciosos, egoístas,
crueles, tramposos, mentirosos y sobre todo cobardes, un muestrario de
personajes pululan alrededor de Rafael como los pecadores esperan en las
cornisas de un purgatorio, que no es otro que el cruel mundo de los negocios y
el poder.
Empieza entonces un juego inmisericorde, en el que todos parecen ser piezas de un ajedrez que luchan
por hacer jaque mate a un Rey destronado, pero ¿Y si fuera el rey sin corona el
que ganara la partida final? peligroso juego es este cuando hay tantos Egos en
el tablero.
Rafael viajará en busca de respuestas hasta Meesburg, Alemania, siguiendo los pasos
y enseñanzas del Doctor Mesmer, con
quien cree encontrarse conectado más allá de lo terrenal; pero será Helmut Wernicke, un anciano en sus
últimos momentos de vida, quien se convertirá en su Virgilio, conduciéndole
hasta un Destino…inesperado.
Vicente Murria
nos demuestra ser un escritor todoterreno, capaz de conducirnos novela a
novela, por las debilidades, pasiones, temores y sueños del ser humano, y con El secreto del doctor Vandestack, nos
lleva incluso hasta los rincones más recónditos de la mente y del alma.
Si Aristóteles afirmaba que el hombre era un ser político,
es decir, social, Murria nos presenta el dilema del ser apolítico, aquel que
necesitándolo, no sabe vivir felizmente en sociedad…
EL SECRETO DEL DOCTOR
VANDESTACK
Vicente Murria
Brosquil Ediciones
ISBN:
978-84-9795-567-6
Una Reseña de Yolanda T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS
RESERVADOS
Con cada reseña despiertas el interés de leer la novela y conocer al autor. De nuevo felicidades a ambos por tan buen trabajo.
ResponderEliminarSaludos
El Gato Trotero ante todo es un lector con mirada curiosa y mente abierta, nosotros exponemos lo leído de la mejor manera posible y por supuesto original, las emociones que un libro despierta en cada lector es distinta, pero no podemos evitar dejar un poco de nosotros mismos en cada reseña...
EliminarGracias por tus palabras, Antonio.