“Desde hace un tiempo a esta parte, me noto un poco cambiado,
Llevo en el alma el perfume, de un nuevo viento salado,
Dejo elegir a mis pies, y se van por la Caleta…
Tarareando algún cuplé, con andares de poeta,
Mis amigos dicen que no soy el Lacio de antes,
Que miro el mar y una alegría, se me cuela por levante,
Disimulando les digo, que no será para tanto
Pero en verdad ¡ay de mi!...
Llevo en el alma el perfume, de un nuevo viento salado,
Dejo elegir a mis pies, y se van por la Caleta…
Tarareando algún cuplé, con andares de poeta,
Mis amigos dicen que no soy el Lacio de antes,
Que miro el mar y una alegría, se me cuela por levante,
Disimulando les digo, que no será para tanto
Pero en verdad ¡ay de mi!...
Cómo le gusta a este Gato que les trota, comenzar un nuevo
viaje. Una excitación se apodera desde mi estómago a mis bigotes, desde el
momento mismo que la idea ronda mi cabeza; empieza a cosquillearme detrás de
las orejas, no puedo evitar moverlas de izquierda a derecha y viceversa, como
si algún sonido lejano me trajera ecos de ese viaje que incuba dentro mío.
Dentro de mi cabeza ya empiezan a surgir las primeras imágenes sobre ese
posible recorrido, que no se cómo, siempre empieza en mi mente con un largo
camino entre frondosos árboles, una vereda que recorrer o un paso entre lindes.
A veces, me siento ese pobre loco del Tarot, al que un perro le muerde las
nalgas mientras da un primer paso hacia un camino desconocido, ese Arcano “Cero” que bien puede ser principio o
final, pues la vaguedad del mismo cero bien pude indicarnos la ausencia de
número como la continencia de todos. Y es que prácticamente, en mi caso es lo
mismo, el empezar que el acabar, pues un camino que me haga recorrer el mundo
de punta a punta no lograría que el cansancio hiciera mella en mi, ni perdiese
la emoción del viaje en sí.
La excitación de lo que me voy a encontrar en mi camino,
cuando todavía no he movido rabo de tejado, solo es comparable a la
satisfacción de sentarme de nuevo en mi alfombra de tejas, exhausto la mayor
parte de las veces tras un largo viaje y pensar ¡lo he vuelto a hacer! me perdí
de nuevo para volver a encontrarme donde siempre estuve…pero tan solo por
trotar el camino y ver las cosas como nunca las había visto antes, ya vale la
pena el viaje.
Ser de nuevo Sancho Panza, Super Tirititrán, un afligido Boabdil o un
enamoradizo Tirant, héroes
hechos con retales de cordura en pliegos de seda bordados con locura ajena. Eso
soy yo. Un héroe que para serlo, ha de portarse como un escudero, humilde y
capaz de darlo todo por su Señor, sea este hombre, concepto o sueño.
Caí rendido a tus pies, rendí tributo a tus besos,
como rindió todo el mar, desde Tiro hasta Tartesos,
me fui siguiendo tus huellas, de sandalias milenarias ...
Me besaste y supe que ... no tenias adversaria
“Cai” yo quiero que sepas, que pienso cuando te veo,
unos piensan en la Habana ... Yo pienso en Montevideo ...
Le robaste el corazón en 30 siglos a tantos ... y hoy me lo robaste a mí!!...
Y en mi trotar, hoy, me he encontrado con otro de esos
héroes disfrazado de Crispín sin Trueno, Paco
Ramos Torrejón y su inseparable Goliath , aunque este viste en esta ocasión de
novela, su primera novela larga, EL VIAJE DEL HÉROE.
“Abel Buñol es un joven profesor de literatura en un
instituto de Madrid, toda su vida parece girar alrededor de una sola idea:
escribir su propia novela. No parece nada raro en un profesor de literatura,
tan amante de los libros que llegado el momento decida dar un paso más y formar
parte él también de ese universo que lo tiene atrapado, la escritura. No
desaprovecha un solo momento para leer todo lo que cae en sus manos, una gula
literaria parece haberse apoderado de él y nada parece saciar esa glotonería,
ni siquiera la gran pasión que vive junto a su esposa Rosario y que al igual
que a los libros, parece querer exprimir para llenarse de ella.
Abel, necesita más, y todo ese conocimiento que obtiene de
los libros no son suficiente, algo dentro de él lucha por salir afuera y solo
puede hacerlo de una manera: escribiendo. Y le resulta tan complicado hacer
algo que a priori debería serle tan fácil… expresarse a través de las letras. Así
comenzará para Abel un viaje en busca de aquello que tanto anhela, Inspiración,
sin saber que en toda huída hacia delante solo hay un objetivo: encontrar de
nuevo el camino de vuelta.
Paco Ramos desgrana de manera magistral una historia hecha
de muchas historias, el camino de un héroe que se sabe escudero, aquel que no
viaja solo porque dónde quiera que va, cuenta con los más valientes de los
compañeros: un libro, un autor, un sueño. Es esa telaraña tejida a base de
grandes obras de la literatura, de autores menospreciados por los que nuestro héroe
clama venganza, enseñanzas y aprendizajes, citas y sentencias, lugares y
enclaves, personajes y personas, la que lleva a nuestro protagonista hasta el
lugar y el momento anhelados: el encuentro consigo mismo.”
No voy a demorar más mi trotar, y si bien no siento
preferencia por un lugar en concreto, he de confesar, que este Gato siente
debilidad por la luz y el aroma del Sur…y hacia allá me dirijo, pues algo me
dice, que pronto seré bien recibido por aquellos lares, como héroe que soy.
Aunque sea héroe de tejado y sardinas.
“Cai” creo que caí ...
“Cai” creo que caí ...
Rendido ante tus encantos …”
“Cai” creo que caí ...
Rendido ante tus encantos …”
(Jorge Drexler, “Cai creo que caí”)
EL VIAJE DEL HÉROE
Paco Ramos Torrejón
ISBN: 84-616-5230-4
Twiter: @fontanerodelmar
Una reseña de Yolanda T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS
RESERVADOS
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