jueves, 15 de noviembre de 2012

“Curioso cuaderno de viaje de dos simpares viajeros” – 2ª Parada: Segóbriga (Cuenca)


Accesos a la ciudad romana
Al enterarme de la existencia de esta antigua ciudad romana y visigoda, que raro es encontrar en la Historia ciudades que no hayan sido construidas sobre las ruinas de unas anteriores, no me costó mucho convencer a mi compañero de viaje para que nos dejáramos seducir por el encanto y la magia de cada una de las piedras de Segóbriga, sí, seducir es la palabra, o embrujar tal vez sea la más apropiada…y es que esta cuentista viajera no puede evitar sentir fascinación por todo lo que ha sido y los que en ello fueron.


Anfiteatro en obras
Anfiteatro en obras


Pisar lo ya pisado por otros pies, otro calzado, otros caminantes, ya sean humanos o bestias, el sentirme continuación de lo que hace ya generaciones fue Génesis, me arrebata ¿No sería fabuloso, pienso siempre, que alrededor de unas ruinas, como si de magia se tratase o de ficción por ordenador a lo Canal Historia, estas se levantaran de nuevo y comenzaran a bullir de nuevo repletas de vida y gente? ¡Oh, sí, me encantaría! Y no puedo dejar de imaginar cada vez que me encuentro entre piedras ancestrales, en lo que pudo haber sido y fue.
¡Aún resiste!
¡Aún resiste!

Bajo una calina más africana que manchega y a la muy taurina hora de las cinco de la tarde, estos dos sin pares viajeros hace ya un buen rato que dejaron atrás Belmonte y se adentran en Saelices, heredera “sine qua non” de la antigua Segóbriga. Aún no la veíamos y yo ya la presentía, como si volviera a casa tras un largo viaje y sabiendo que tras la próxima curva se encuentra mi hogar, ya empiezo a ponerme nerviosa adivinando la calle, la fachada, el balcón y la ventana ¡Esa es la sensación! la de regresar al hogar, aunque nunca antes haya estado allí…¿O sí?

Cierro mis ojos hoy, y vuelvo de nuevo a aquel caluroso día de agosto, cuando mis pies se posaron respetuosos e inquietos sobre la primera de las piedras del camino que lleva a la ciudad de Segóbriga, nunca ruina y siempre viva…
Basílica Romana
Basílica Romana

“… Estoy en el Cerro de Cabeza de Griego, curioso nombre para el asentamiento de una de las más importantes ciudades romanas de la Meseta, aunque Roma nunca hubiera sido un Imperio sino hubiera respirado y bebido del aire y las fuentes griegas, que como ya he dicho antes, raro es que una ciudad no haya sido levantada sobre las ruinas de otra. Exactamente lo mismo ocurre con las culturas. De una, se empapan otras y entre todas, se hace Historia y se crea Patrimonio.

El calor pega fuerte, del suelo emanan efluvios de aire caliente, me siento como encima de una rejilla de respiración del metro; al mirar un poco más lejos la tierra parece tornarse mar espejado y unas olas inexistentes reflejan los rayos del sol en las piedras de la Ciudad, las cuales parecen ondularse bajo el calor, como si fueran hierros ardientes en una fragua ¿Qué sería de las gentes de entonces en un día como hoy, bajo el impenitente sol manchego, sin el imprescindible aire acondicionado que nos salva la vida en estas tierras cada verano? Pero no pasa mucho tiempo hasta adivinar como lo hacían. Una hilera de sillares de casi un metro de anchura cada uno, es la respuesta a mi pregunta; no habría verano ni calor que pudiera traspasar semejante construcción y eso me hace darme cuenta de lo poco que han cambiado las construcciones por la zona desde entonces. Mi casa sin ir más lejos tiene medio metro de anchura en cada pared ¿Lo aprenderíamos de ellos, es una especie de instinto colectivo, lo sabemos sin más?
Criptopórtico Norte del Foro
Criptopórtico Norte del Foro

El caso es que entre tanto pensamiento y mucho más calor todavía me siento más cerca de los antiguos moradores de estas tierras de lo que podría sentirme nunca, y es que por momentos, el calor parece llevarme directa hasta lo más profundo de una de las fosas de la Necrópolis, las cuales esquivo sin percance alguno al final. Bien está lo que bien acaba.

Tras sentarnos brevemente en la Basílica visigoda y con la suerte de nuestro lado de no haber apenas gente visitándola, tomamos aire en su interior llenando nuestros pulmones del fresco de sus paredes de gran grosor antes de seguir por la Ciudad, la cual se ve al fondo del sendero, grande, espléndida, majestuosa…y cuesta arriba. Por suerte, delante nuestra , al final del sendero y casi en las murallas de la Ciudad vemos a un hombre cuyo rostro parece amigable, lleva un zurrón al hombro, barba espesa y aunque viste de manera tosca , me inspira confianza. Parece un pastor y más aún, parece del terreno, no está extrañado de vernos, hasta yo diría que acaba de levantarse de una siesta pues parece algo confuso y adormilado aún, mirando a su alrededor con cierta extrañeza.
Enterramientos visigodos
Enterramientos visigodos

−Perdone buen hombre −le digo al pastor− ¿Es usted de aquí? estamos realizando un reportaje para una revista digital y nos gustaría saber si…

El pastor me interrumpe bruscamente algo nervioso, quiere saber si somos de la ciudad y a qué nos dedicamos, parece hasta amenazador. Mira que si me equivoco y de buen hombre no tiene nada este lugareño. El caso es que le explico que soy valenciana, que mi compañero es riojano y que estamos en Cuenca pasando las vacaciones y realizando un reportaje fotográfico para nuestra revista…y nos mira atónito diciendo que no entiende nada y que si nos encontramos bien, pero sobre todo, insiste en saber si somos de Segóbriga. Una vez aclarado con él que no somos de aquí (difícil sería serlo dado que esta ciudad está en ruinas aunque nadie lo diría por su magnífico estado de conservación y nada ni nadie existe ya aquí, tan solo en el aire que se respira, y poco más) nos invita a acompañarle hasta la ciudad donde dice le esperan unos amigos. Que entretenimientos más culturales tienen los pastores de hoy en día, quedan con otros cuantos compañeros de profesión y en lugar de irse a jugar a las cartas pasan su tiempo libre viendo ruinas romanas; para que luego digan que en los pueblos aún formamos parte de la España profunda.
Escenario y gradas del teatro romano
Escenario y gradas del teatro romano

El buen hombre, cuyo nombre no nos ha dicho, pero que tiene cara de llamarse Venancio y es que su parecido con un tío abuelo mío portador de dicho nombre es asombroso y así le hago saber, nos cuenta que llegó a la Ciudad de la Victoria hace dos días (y es que mira por donde nos enteramos que este es su nombre en castellano, o Hispano como dice el pastor, que habla un poco a la antigua usanza) y que ya tenía ganas el hombre de llegar al Oppidum, o Ciudad, como también nos explica ¡Qué cultura hay por estas tierras, así da gusto! y aunque no guarda buen recuerdo tras las guerras de Sertorio ( este debe ser un franquista de la zona de cuando la Guerra Civil, pues veo yo al pastor la mar de republicano y rojillo, aunque no parece tan viejete como para ser ex combatiente…) no deja de venir cada cierto tiempo siguiendo la Calzada que une Segontia con Toletum para recordar no se qué hazaña realizada hace no se cuanto tiempo ¡Batallitas de abuelo Trapisonda! y qué manera más rara de nombrar Sigüenza y Toledo, este hombre me tiene fascinada con sus conocimientos.

Venancio comenta lleno de melancolía que Segóbriga siempre será Celtíbera, nunca Romana de verdad, que para eso hay que sentirlo, hay que vivirlo, hay incluso que morir por ello, un celtíbero nunca abandona su ciudad sino es para reunirse con sus antepasados en otra vida más allá de esta, y los romanos abandonan sus ciudades cuando éstas ya no les dan lo que esperan de ellas. Dar es lo que quieren, pero se olvidan que primero hay que entregar y a la tierra que te ve nacer, crecer y morir, hay que entregarle hasta el último suspiro. Me habla del río Cigüela, foso natural de la Ciudad, aunque según mis investigaciones, de eso, de haber existido en realidad, fue hace muchos siglos, muchos; me cuenta Venancio cuando llegamos al Teatro, junto a la muralla y a la izquierda de la puerta de entrada, que la primera vez que lo vio se sintió tremendamente pequeño ante tanta hermosura, a pesar de ser uno de los teatros romanos más pequeños de su tiempo, y es que el pastor dice haber visto muchas ciudades romanas y si bien detesta a estos conquistadores, sus ciudades le enamoran por su grandiosidad y sus adelantos. Claro, para le época así sería, una ciudad romana debía ser como una urbanización de lujo con todo tipo de comodidades, domótica, servicio de seguridad veinticuatro horas…¡Cualquiera diría que Venancio vive actualmente en una cueva, porque comparadas sus ciudades con las nuestras…! pero en fin, el hombre siente pasión por este mundo añejo, qué le vamos a hacer.
Flavia...Vialvo
Flavia...Vialvo

Ahora entiendo lo que este hombre barbudo y de greñas dice. En el centro del Teatro segobriguense me siento Medea ajustando cuentas con Jasón, frente a mí, el graderío con tres partes separadas por corredores, para no mezclar churras con merinas, o plebeyos con patricios que viene a ser lo mismo ¡Qué emoción situarme junto a la Orchestra o descubrir a mi espalda la monumental escena de columnas y esculturas de mármol, presididas todas ellas por la Diosa Roma! ¡Eurípides, te siento y presiento en cada una de estas piedras, mudos testigos de cada una de tus tragedias!

“ −¡Y así tan grande es ya mi dolor, que me vino deseo de salir donde pueda las penas de mi Señora al cielo y a la tierra contar!”

Y escucho unos aplausos lejanos, pero no veo nadie frente a mi…Segóbriga me está embrujando como a mi sabio pastor ¡No dejes de hacer fotos, Santiago, esta Ciudad es magnífica y grandiosa, no quiero perderme ni uno solo de sus rincones y construcciones, de sus leyendas y sus mitos, de sus logros y derrotas, de sus gentes y sus ausentes, de sus sonidos y sus silencios!

Mi compañero de viaje y yo decidimos que ha llegado el momento de perdernos por la Ciudad para encontrarnos con la que fue y siempre será, Castro celtibérico primero, ciudad estipendaria romana después; llegado este momento se despide de nosotros Venancio, deseándonos suerte en nuestro viajar pero recomendándonos que no estemos demasiado tiempo por allí, por lo que pueda pasar…y suena a ventura y a consejo más que a amenaza, y marcha a reunirse con sus compañeros con una sonrisa en sus labios y un apretón de hombros a Santiago, una inclinación de cabeza hacia mí ¡Los hispanos debemos permanecer unidos! –nos dice alejándose.

LEGION...MARCIA
LEGION...MARCIA
Seguimos prendándonos de nuestro recorrido mi compañero y yo, nunca creí que pudiera un día recorrer una auténtica ciudad romana, con sus casas, sus calles y sus monumentos intactos, un sueño hecho realidad, formar parte de lo que fue siendo hoy otro tiempo y otro lugar, me hallo fascinada; recorremos la vía entre el Teatro y el Anfiteatro a través de la Puerta Monumental y entramos por Kardo Maximus, la Calle Principal, con sus dos espléndidos arcos, seguimos por el Foro, maravilloso, bello, espacioso ¡Oh dioses benditos, estamos bajo el mismo foro, en el criptopórtico! creo que somos dos de los pocos afortunados que han podido verlo tal y como fue, un auténtico “Tabularium” de la época, un archivo de la Ciudad, sustento de columnas y pilar de conocimientos. Maravilloso.

Seguimos recorriendo sus calles, respirando el vapor de sus termas junto al Teatro, y a lo lejos, los vapores de las termas Monumentales, algún que otro vapor viene también de las letrinas, aromas de viandas y frutas frescas salen de la Casa del Procurador Minero, pequeña, blanca y coqueta ella dando entrada y vista a la Acrópolis ¡Mira Santiago, una torre musulmana entre sillares romanos, no dejes de fotografiar tan bella mezcolanza querido compañero! no dejemos de visitar el Aula Basilical y el Circo antes de adentrarnos en el Anfiteatro y dejemos atrás la Ciudad; mi coquetería y mi emoción me hacen ponerme en esta ocasión frente a la cámara de fotos de mi compañero, y es que aún no entiendo cómo se denomina ruina a un enclave tan entero y fantástico como este…no lo entiendo.

El sol empieza a flojear en intensidad, comienza su recorrido hacia el ocaso, poco a poco, paulatinamente, sin prisa y sin pausa, con calma y con laxitud pero siguiendo los pasos de un camino, que inenudiblemente cada día debe recorrer para morir de noche y renacer mañana de nuevo ¡Démonos prisa Santiago en visitar el Anfiteatro antes de partir, no quiero que la noche nos envuelva y no nos deje apreciar el mayor de los monumentos de la Ciudad!

Ante mi una maravillosa construcción elíptica irregular, debe tener casi 100 metros de largo y capacidad para más de cinco mil espectadores ¡Y todos parecen estar aquí en este momento! no puedo verles pero les oigo perfectamente, sus voces, sus gritos, su emoción , sus quejas y sus peticiones ¡todo es bullicio y alegría, algarabía y clamor popular! esta Ciudad es mágica sin duda, jamás había sentido lo que Segóbriga me hace sentir, ser parte de ella y disfrutarla como ya fue disfrutada, no puedo creer lo que empiezo a ver y a escuchar a mi alrededor.

Vista lateral del graderio del teatro

Llega gente desde todas partes, ataviadas con ropas de la época, parecen no reparar en nosotros, como si no existiéramos para ellos. Las calles toman vida repletas de viandantes y de carros tirados por bestias, cargados algunos de mercancías, paseando a nobles personajes otros ¿Qué está pasando Santiago? no entiendo nada, pero me emociona y atrae como la luz a un insecto. Pregunto y no soy contestada, miro y parezco no ser vista, se que formo parte y nadie parece contar conmigo, pero estoy aquí y soy una más ¿Qué es aquel griterío que viene del “Kardo Maximus”? la gente corre asustada, los niños lloran, las mujeres chillan, los hombres piden ayuda, soldados romanos llenan las calles y empuñan sus armas y escudos clamando a los cielos y a sus dioses y gritando victoria en nombre del Emperador romano.

Mi compañero y yo, desconocedores de lo que pasa a nuestro alrededor, bastante sorprendidos y algo asustados, decidimos salir de entre toda esa marabunta humana y salir de la Ciudad en busca de refugio y respuestas ¿Una teatralización para el turista, un locura, un sueño, una sinrazón? y entonces le veo, es Él, el pastor, montado a caballo, cubierto su cuerpo con pellica de oveja y su mano con una espada afilada, cabalga por la Ciudad con sus “compañeros” al lado, arrasando con todo lo material que encuentran y esquivando a los habitantes para arremeter sin piedad contra los soldados. Santiago y yo nos miramos estupefactos, nuestras caras de asombro parecen máscaras funerarias de lo blancas y frías que se han quedado, desde el otro lado de las murallas, a las afueras de la Ciudad, asistimos a un espectáculo tan real que cuesta creer que lo sea ¡No dejes de fotografiar lo que vemos, Santiago! –le repito sin parar a mi compañero.

Panorámica del foro
Panorámica del foro
Viriato, llaman los hombres a nuestro pastor ¡Viriato! –gritan en la Ciudad al verle pasar. Viriato…suspiro yo. No puede ser pero es. Y este abandona la ciudad junto a sus hombres, dejando fuego y gritos tras de sí, y a un buen grupo de soldados heridos, algunos muertos tras de ellos. Viriato, le digo al verle alejarse y mirarme. Viriato. Y entonces recuerdo un libro que llevo en mi bolso, el que he estado leyendo estos días antes de nuestra visita a Segóbriga, la STRATEGEMATA, de Sexto Julio Frontino, lo abro, busco entre sus páginas algo que leí durante el viaje y que había olvidado por completo hasta este momento…


“ …Viriato disponiendo sus tropas en emboscada, envió a unos pocos a robar el ganado a los segobrigenses; como saliesen éstos en gran número para castigarlos, echaron a correr aquellos, simulando que huían,..Viriato volvió sobre sus pasos y lo recorrió en uno solo, cayendo sobre los segobrigenses desprevenidos, cuando más ocupados estaban en sus sacrificios.”

Desde lejos, más allá de la Necrópolis, al comienzo del recorrido, donde bebí agua en la fuente, mi compañero y yo nos sentamos sobre un banco de piedra, observando lo que hasta hace un momento era una gran ciudad romana, repleta de gente, llena de vida, y solo vemos ruinas, ruinas y más ruinas, esqueletos de una vida que fue y un pasado que sigue en el presente gracias a cada una de estas piedras que en su silencio hablan de todo lo que fue, y que hoy, ha vuelto a ser bajo la mirada atónita de estos dos sin pares viajeros. Sin pares y alucinados viajeros.

Santiago mira triste las fotos que hemos hecho a la Ciudad, y me enseña perplejo el resultado de las mismas: ruinas, hermosas y preciosas ruinas, pero ruinas nada más; ya no hay ni rastro del Teatro, ni de las Termas, ni del Foro, ni del Anfiteatro…nada, solo ruinas. Pero son tan bellas –decimos en voz alta−tan bellas. Este sol manchego nos la ha jugado a base de bien ¡Bendito seas pues, por habernos hecho vivir y revivir algo tan mágico y único en nuestras vidas! gracias…

Templo, termas y foro
Templo, termas y foro

Y alejándonos ya a la caída del sol, miramos de nuevo hacia atrás mientras cogemos la carretera de Saelices, y majestuosa en sus ruinas vemos espléndida, sobre el Cerro del Griego, a Segóbriga, el más importante conjunto arqueológico de la Meseta hoy, gran Ciudad romana y visigoda ayer, desaparecer ante nuestros ojos como la Brigadoon castellano-manchega. Adiós Segóbriga, hasta siempre, Ciudad en ruinas pero siempre viva. Adiós.

Y desde lo alto del Cerro, un pastor barbudo y greñudo, ataviado con pellica de oveja, nos dice adiós también desde su caballo…y nuestro coche se pierde entre un laberinto de carreteras, dejando tras de sí, parte de nuestro corazón, nuestra alma y hasta nuestra razón. Se echará de menos volver a sentirse parte tan estrecha de la Ciudad. Hasta siempre pues. “

¡Hasta siempre!

Vistas desde el acceso principal a la ciudad
Vistas desde el acceso principal a la ciudad



©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS




Fotografías: Santiago Navascués Ladrón.

Texto: Yolanda T. Villar

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