lunes, 8 de agosto de 2016

CERVANTINA - FESTIVAL DE TEATRO CLÁSICO DE OLITE


La literatura es una bella presentación escrita del sino de los hombres. El mundo que la determina, sus caminos, sus espacios, sus recovecos, sólo está al alcance de unos pocos hombres que han sido capaces de (re)diseñar los mapas que los desentrañan. El resto hemos de conformamos con su lectura para no perdernos, para descubrir nuevos horizontes y abrir en nuestras mentes habitaciones separadas con vistas al mar, a la montaña, a la luz y a la oscuridad. Aquellos hombres que sobresalen por encima de la media de los hombres del tiempo en el que les tocó vivir, sirven y servirán como faros que iluminen los pasos de quienes necesiten caminar en un mundo de tinieblas; su ingenio siempre al servicio de sus semejantes. Y en hablando de libros, no hay mayor genio del ingenio literario, que Don Miguel de Cervantes.


El aplauso que recibieron los actores de Ron Lalá al finalizar su actuación fue tan memorable como sincero. Y no fue para menos, pues el simpar quinteto se dedicó durante los noventa minutos que duró la función a inocular en los espectadores el deseo - ellos lo llaman Virus de Cervantina- de zambullirse en las obras de Cervantes, de sentir apego y querencia por unos textos de los que casi todo el mundo presente ha oído hablar o ha sido obligado a leer en sus años de juventud pero que muy pocos llegaron, si no a leer, si al menos a disfrutar de su lectura. Y es que, cuando hacemos las cosas de manera obligada, rehusamos los posibles beneficios que puedan ofrecernos, pues nuestra atención está centrada de manera exclusiva en el rechazo. Sin embargo, cuando acudimos al teatro a ver una propuesta que lleve el sello de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y de Ron Lalá, uno ya intuye que le van a presentar un caramelo artesanal, con un fino y cuidado envoltorio, renovado en la forma pero esencial en el fondo. Por eso mantenemos el alma encendida y la mente abierta, pues el gozo, está asegurado. Ése y no otro es el modo de trabajar que tienen estos artistas: hacer suyos los textos clásicos mirando a los ojos a sus autores, con respeto pero sin reverencia, imprimiendo su propio sello en versos socarrones cuajados de desparpajo, burlas, crítica y musicalidad.


En Cervantina, los Ron Lalá nos acercan al debate que Cervantes mantiene con su musa, en el que la última le ofrece la composición del Quijote, La galatea, las Novelas ejemplares, Los trabajos de Persiles y Segismunda... a cambio de su mano mellada, de sus ganancias como recaudador, de su sueño de viajar al Nuevo Mundo, de ser el más grande escritor de todos los tiempos... Don Miguel aceptó, y el resto, es historia conocida. A partir de aquí, los ronlaleros hacen acopio de varios pasajes de entremeses cervantinos y de sus Novelas Ejemplares para mostrarnos el universo de Cervantes, un mundo asentado y sobrio, cercano a Castilla y a sus gentes, repleto de audacias y miserias repartidas entre tantos personajes: doncellas, viejos, truhanes, podridos, locos, gitanas... Un sin fin de casos y causas que le sirven a Cervantes para desafiar a sus lectores (y a Ron Lalá a sus espectadores) y que, juntos, viajen al centro de la duda: cuestionarse el mundo al hombre: su sexo, su condición, su valía, su osadía, su cordura, su bajeza, su moral... Sin poner en tela de juicio la insuperable capacidad de Lope de Vega, Fénix de los ingenios, siempre nos quedará en España una pregunta sin resolver: ¿qué hubiese sido del Teatro español si en lugar de unos textos que cuentan de enredos y líos de honra y le hablan al vulgo en necio para darle gusto, hubiese convivido con él un teatro modernizado pero crítico con su tiempo, sus gentes y sus gobernantes?

 
En esta España de telebasura y corrupción, hoy más que nunca parece necesario recuperar la figura del más grande, lúcido y extraordinario de los escritores que ha dado la humanidad: Miguel de Cervantes. Porque la obra del de Alcalá de Henares sigue siendo el Bálsamo de Fierabrás de la conciencia de las gentes. Algo así es Cervantina, de Ron Lalá, una pandemia necesaria que se inocule en todos los cuerpos, que putrefaccione la inoperancia, que sea capaz de mutar las células de la insatisfacción,  que aisle y llene de costras de sonrisas las amarguras, que seque los tumores de la ignorancia, que desobstruya las congestionadas venas de la justicia y fluya en sus cuerpos, para siempre, la cepa viral primigenia de la Libertad.


Dentro de un conjunto que transita durante toda su extensión a tan alto nivel, resulta complicado destacar algo sobre el resto. No obstante, entre tanta fiesta popular, un alegato hacia la cultura gitana pone contra las cuerdas al espectador de la mano de un fantástico Daniel Rovalher, que pasa de la chanza y el baile flamenco para engatusar despistados para sacarles unos cuartos a la reivindicación de su sangre, de su pueblo, de sus tradiciones y costumbres. A pesar de ello, no podemos olvidarnos de la magia gestual y vocal de Íñigo Etxevarría, de la desbordante capacidad lírica de Álvaro Tato, de la versatilidad de Juan Cañas o de la increíble personalidad de Miguel Magdalena. Cada uno de ellos, por separado, serían grandes protagonistas de cuanto quisiesen emprender. La fortuna, para todos nosotros, es que, sabiendo del insondable talento que poseen por separado, han dedicido ponerlo al servicio de ese maravilloso y alocado invento que alumbraron hace veinte años y al que pusieron el nombre de Ron Lalá. Desde entonces, quien quiera puede disfrutarlo por menos de lo que cuesta una buena melopea.

Regresaban los Ron Lalá a Olite después de que, dos años antes, construyeran sobre las tablas del escenario de La Cava uno de los más sólidos puentes a la novela de novelas: Don Quijote de La Mancha. Muchos creímos entonces que con su brillante En un lugar de El Quijote, los ronlaleros habían alcanzado la cota más alta de su ya larga trayectoria profesional. Aquella fue una actuación memorable grabada en el recuerdo del público que abarrotó el escenario de la trasera del Castillo-Palacio de Olite. Sin embargo, el genial equipo capitaneado por Yayo Cáceres, con su Cervantina por montera, han venido a reivindicar con gallarda torería, que todavía no han tocado techo (si es que lo tienen), que están dispuestos a seguir convulsionando los teatros de España entera y cuantas tablas extranjeras se dispongan a dejarse pisar por la audacia ronlalera. Con un dominio absoluto de la escena y apoyados en un equipo técnico que realiza su trabajo con precisión, cantan, danzan, escenifican, percusionan... el escenario convertido en un gran templo erigido como espectáculo de entretenimiento total, pero también como ágora de exposición de ideas, dudas y críticas de todo cuanto nos rodea. ¿Qué es el Teatro sino la vida de los hombres, sus diversiones y sus zozobras? A ello se entregan los Ron Lalá, y lo hacen extasiados de talento, borrachos de entrega y embriagados de pasión, que es el único modo de tocar el cielo con las manos, o lo que es lo mismo, de alcanzar la perfección.
Volvió a pasar en Olite.





COMPAÑÍA
CNTC / Ron Lalá

DIRECCIÓN
Yayo Cáceres

REPARTO
Cañizares / Músico / Carrizales / Vieja gitana / Paciente /Secretario / Doctor / Monipodio: Juan Cañas
Leonora / Músico / Don Juan / Paciente / Doctor / Rinconete: Miguel Magdalena
Carducha / Cervantes / Músico / Padre / Sastre / Obrero / Criada / Doctor / Arriero / Maniferro / Cariharta: Álvaro Tato
Preciosa / Músico / Loaysa / Gitano / Paciente / Doctor / Cortadillo: Daniel Rovalher
Musa / Músico / Técnico / Criada / Corregidor / Paciente / Doctor / Sacristán / Chiquiznaque / Repolido / Apolo: Íñigo Echevarría

EQUIPO ARTÍSTICO/ TÉCNICO
Versión: Ron Lalá
Dirección literaria: Álvaro Tato
Dirección musical: Miguel Magdalena
Vestuario: Tatiana de Sarabia
Escenografía y atrezzo: Carolina González
Iluminación :Miguel A. Camacho
Sonido: Eduardo Gandulfo
Ayudante de dirección y sustituciones: Fran García
Versión, composición musical y arreglos: Ron Lalá
Realización de escenografía: Mambo Decorados y Sfumato Pintura Escénica
Realización de atrezzo: Utilería y Atrezzo, S. L.
Realización de vestuario: Maribel Rodríguez, María Calderón y Artmakerstudio
Técnico de iluminación: Javier Bernat
Asistente técnico y regiduría: Aitor Presa
Distribución: Emilia Yagüe Producciones
Producción ejecutiva: Martín Vaamonde
 

 Facebook de la Compañía


Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

4 comentarios:

  1. Qué reseñas tan bonitas hacéis, gatos.
    Yo los he descubierto en Almagro este año y me han parecido un grupo con una calidad interpretativa excelente, quedé prendada de su bien hacer en el escenario, creo que a partir de ahora no me perderé una de sus representaciones.
    Ya no os conformáis con obligarnos a leer, si no que ahora nos metéis el gusanillo del teatro en el cuerpo. Sois fabulosos chicos!!
    Un abrazo. Nos leemos.

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    1. Te aseguro Cris que ya no podrás dejar de seguirlos, pues es cierto que no hay vacuna ni aspirina que cure la Cervantina, ni nada de lo que hagan estos locos maravillosos de Ron La lá.

      Yo sucumbí a su infección y desde entonces vivo mucho más feliz.
      Un abrazo

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  2. ¡Gatitos..., sois únicos! Menuda pedazo de reseña os habéis marcado, y no es para menos. Me gusta todo lo clásico y el teatro mucho más.
    Un besazo y no dejéis de deleitarnos con cosas así.

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    1. Mi querida Mara, reina de la novela romántico-histórica, no me extraña que seas una amante de lo clásico.
      Muchas gracias por estar siempre a nuestro lado.
      Un beso.

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