miércoles, 27 de abril de 2016

DICHOSA CON GUALDOS TULIPANES Y VERDES COLIFLORES de Esther Llull


"Camino lentamente por la senda de acacias,
me perfuman las manos sus pétalos de nieve,
mis cabellos se inquietan bajo céfiro leve
y el alma es como espuma de las aristocracias.

Genio bueno: este día conmigo te congracias,
apenas un suspiro me torna eterna y breve...
¿Voy a volar acaso ya que el alma se mueve?
En mis pies cobran alas y danzan las tres Gracias.

Es que anoche tus manos, en mis manos de fuego,
dieron tantas dulzuras a mi sangre, que luego,
llenóseme la boca de mieles perfumadas.

Tan frescas que en la limpia madrugada de Estío
mucho temo volverme corriendo al caserío
prendidas en mis labios mariposas doradas."

(Alfonsina Storni. Tu Dulzura)






De pequeña solíamos pasar las tardes de verano en casa de mi tía Petra, y rara era la semana en la cual no hiciéramos magdalenas; nos juntábamos con mis primas y mis tías, y llenábamos la mesa de la cocina de harina, huevos, "papelitos de gaseosa", limones y cacharros, muchos cacharros. Nos ponían delantales para no mancharnos la ropa, pero era inútil, siempre terminábamos todas llenas de harina y con pegotes de masa por el pelo, y eso cuando habíamos trabajado en amor y compaña sin lanzarnos los ingredientes las unas a las otras, pues de lo contrario acabábamos todas las revoltosas en una "pila" en el corral siendo pasadas por agua pues no había quien nos pusiera la mano encima de sucias que íbamos. Pero entonces, mientras esperábamos en el patio jugando, del horno comenzaba a salir un aroma a magdalenas que lo impregnaba todo, nuestras naricillas se afilaban y empezábamos a relamernos mientras gritábamos nerviosas a mi abuela ¡El chocolate abuela, haz ya el chocolate, venga abuela, el chocolate! No recuerdo tardes tan felices como aquellas, todas juntas y cocinando, para luego degustar nuestras obras maestras en buena compañía. 
Cada vez que echo la vista atrás, no hay momento feliz en el que no haya estado en una cocina, junto a un fuego o mirando atentamente el horno mientras contaba el tiempo que faltaba para hincar el diente a lo que se cocía dentro; siempre junto a mi madre, mi abuela o mis tías en los fogones, metiendo las manos en harina o cortando verduras, removiendo calderos y catando guisos. Pero lo mejor de todo no era la comida en si, sino el momento de sentarnos todos juntos alrededor de la mesa y comer mientras charlábamos y contábamos (sobre todo yo) espectaculares y asombrosas anécdotas de una, en realidad, simple vida diaria. 
Hoy en día, nada me gusta más que cocinar para los que amo y tenerlos a mi vera en la mesa mientras comemos juntos.

La cocina es alquimia de amor.
(Maupassant)




EL LIBRO.


 
Tres países distintos, tres  culturas diferentes y sin embargo un factor común en todas ellas: la comida y las relaciones. En Ávila, Ricardo, abogado y buen gourmet, no cuenta con la misma facilidad para relacionarse con las mujeres como con la comida, con la última guarda una estrecha e íntima relación de tú a tú, sin embargo con las primeras no es capaz de pasar del "primer plato".    Kamila se siente insatisfecha consigo misma, piensa que no conocerse mejor es el obstáculo para relajarse y dar lo mejor de sí a su pareja, vive una continua búsqueda de la felicidad interior, y perdida a la espera de encontrarse al fin, viaja hasta las Islas Hébridas, origen de sus antepasados para crear su propia panadería y pastelería artesanas.
  Diotima y Georg son dos chefs daneses que ven de diferente manera la cocina, sus planteamientos de la misma nada tienen que ver, sin embargo ambos aportan al comensal experiencias culinarias únicas. Separados son dos grandes maestros, juntos, dos despiertos aprendices. 

Cocina y amor se funden en una novela en la cual las sensaciones se despiertan y los sentidos se abren a través de los pilares de la humanidad: alimentar el cuerpo y el espíritu para gozar de la bendición del corazón.


LA OPINIÓN DEL GATO.

 
Uno de los primeros libros que leí en mi vida fue  Cuentos de la becada, de Maupassant, era un libro que teníamos por casa y al cual nunca había prestado atención, pero un día, buscando alguna historia de aventuras -por aquel entonces mis favoritas- acabé fijándome en este porque la sinopsis decía algo sobre relatos jocosos y divertidos sobre gentes aldeanas. A mi me encantaban las historias que mis abuelos me contaban sobre sus paisanos, o los habitantes de pueblos cercanos y decidí comenzar a leer aquel olvidado libro de la estantería familiar. Ya por aquel entonces no era nada partidaria de la caza, y según iba leyendo algunas de aquellas historias, más me reafirmaba en mis convicciones al respecto, pero había algo en esos relatos que me gustaba y mucho, y creo que era esa visión algo grotesca y bufonesca de los aldeanos de aquel entonces; por dramática o penosa que resultara la historia, era inevitable reírse de aquellos curiosos personajes que las protagonizaban.  Pero todas ellas tenían como nexo la comida, los banquetes, la pesca, la caza, la embriaguez...y es que a las personas, sean cual sean su época y condición social, nos une un buen o un escaso llantar, o mejor dicho, las historias que surgen entorno a ellos.
  Somos lo que comemos o como diría Víctor Hugo: " La indigestión es la encargada de predicar la moral al estómago"
  Dichosa con gualdos tulipanes y verdes coliflores no es una guía gastronómica, pero si resulta una eficaz guía culinaria para todos aquellos amantes de la cocina gourmet y los viajes, pues su autora, Esther Llull, nos lleva a través de las historias cotidianas de sus protagonistas a conocer de primera mano las recetas más suculentas de tres lugares distintos: Ávila, Copenhague y Skye -en las islas Hébridas. Y lo hace de la manera más sencilla y plancentera que existe, haciéndonos partícipes junto a sus personajes de la preparación, la degustación y las sensaciones que dejan los sabores y aromas en nosotros, pero a través de ellos, los protagonistas.
  Esther narra de manera natural  y sobria, sin floritura alguna -innecesaria por otra parte- las relaciones humanas y las alimenticias, y como unas y otras se relacionan entre si; no hay nada más elemental que alimentarse y relacionarse, somos seres básicos en ambos sentidos, necesitamos comer para vivir y vivimos conectando con los demás, es nuestra esencia. Ser y comer. Comer y ser.
  Pero cuando la comida se convierte en gozo, en disfrute, en deleite, llega más allá del cuerpo y conecta con nuestra mente, cuando el simple alimento se convierte en unión de varias almas, cuando cuerpos y mentes comulgan, la comida se convierte en amor. Y al Amor le gusta demostrar su poder a través de la buena comida. 
  De nuevo, Esther Llull nos sorprende y enamora con una de sus novelas, y como suele ser habitual en ella lo hace con  modestia y maestría, con la belleza de las cosas sencillas y naturales, y es que ¿Hay algo más espontáneo que comer? ¿Más elemental que amar?



¡Nadie puede ser sensato con el estómago vacío!
(George Eliot)





DICHOSA CON GUALDOS TULIPANES 
Y VERDES COLIFLORES

Esther Llull

ISBN: 1517693934
ISBN-13:978-1517693934

Colecciones Literarias Esther Llull©

Para adquirir el libro, pinchad Aquí

Fotografías: ©Yolanda T. Villar


Una Reseña de Yolanda T. Villar

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

4 comentarios:

  1. Me encantan las reseñas que haces, tienes una habilidad con las palabras increíble. Y las anécdotas que cuentas de tu infancia me dan una envidia terrible, jeje. No sé si acabaré leyendo porque tengo muchos en la lista de pendientes, pero desde luego es una delicia leerte. Un besote

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    1. Muchas gracias! cuando un libro te llega, es que no puedes frenar lo que despierta dentro de ti. La lista se hace muy larga ¿verdad? te entiendo...jeje.

      Un beso!!!

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  2. Tienes un Don para las reseñas, he de reconocer que solo con leerte entran ganas de leer el libro reseñado, me gustaría tener ese sexto sentido tuyo para encontrar entre lineas lo que se esconde tras las palabras.
    Realmente fabuloso ese Don tuyo. Y el Talento de la autora igualmente fascinante.
    Un abrazo.

    Rafael

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    1. Solo me dejo llevar por lo que los libros despiertan en mi, solo eso. Cuando llega a tus manos un buen libro, lo demás viene solo.

      El talento de Esther Llull es enorme!!
      Besos

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