lunes, 23 de marzo de 2015

LA INSOPORTABLE FALSEDAD DEL SER (ALGUNOS MÁS QUE OTROS) O LA TRASTIENDA DE CIERTOS SUBMUNDOS LITERARIOS




(unocero.com)

Muchos de vosotros me conocéis cómo la chica de las reseñas de  un peculiar blog literario, El Gato Trotero, blog que en sus inicios causó algunas risas, ciertas sonrisas y bastantes críticas; recuerdo una en concreto que decía: ¿Gato? ¿Trotero? ¡Esta tía ya está con sus excentrecidades y sus rarezas! no sabe qué hacer para llamar la atención, si no da que hablar, no está contenta…
Lo mejor de todo es que esta persona que por entonces me criticó tan duramente, decía ser amiga mía, me doraba la píldora, me adulaba por doquier, me admiraba tanto que decía que sin mí, esto (los blogs, páginas y webs literarias) no serían lo mismo ¡Que grande eres Yoli!. Y todo eso al tiempo que bloqueándome en ciertas publicaciones de su muro de facebook, soltaba perlas como esta ¿Nadie le había dicho que no era la única persona pérfida y bífida que serpenteaba y  se arrastraba por esta página? bastó que otras “amistades” tan aduladoras con una y con otra, copiaran la página dónde venían estas lapidarias sentencias y pasármelas. En el fondo no me sorprendió este descubrimiento tanto como otros esperaban, fue mayor la sorpresa de ver que cuanto más listo se cree uno, más tonto es, y que de la hipocresía al descrédito solo hay un paso; y ahora, se desvive por lograr una reseña gatuna. No hay más que sentarse a la puerta de tu casa para ver a tu enemigo pasar.

Y digo que no me sorprendió en demasía, pues por suerte me topé con este tipo de personas hacía ya tiempo, y aprendí rápidamente que cuando se trata de conseguir fama, seguidores o simples comentarios, hay quien vende hasta a su madre…y si, digo suerte y no desgracia, pues este tipo de puñaladas es mejor recibirlas a bocajarro, en pleno pecho, más vale antes que después, pues de lo contrario moverse por este submundo de letras creyendo que estás en una peli de Disney no sirve si no para matarte lentamente y agonizando sin que nadie haga nada por aliviar tu agonía. Es duro, pero efectivo. Creedme, si pensáis “trotar” por estos lares, cuanto antes aprendáis la lección, mucho mejor para vuestra salud física y sobre todo mental.
Y no hablo por hablar, ni de oídas, ni de pasada. Hablo porque he formado, formo, parte de este engranaje literario; no voy a generalizar pues como en todo en esta vida, eso sería errar, pero hablo y con seguridad de un porcentaje bastante más alto de lo que creemos, de falsedad, hipocresía, necedad, falta de talento y mucha mediocridad. Si, submundo he dicho antes, y lo recalco, porque es el término exacto para definirlo. Es el mundo de los que se creen genios y no son más que puros cretinos, de aquellos que utilizan el trabajo ajeno para intentar sacar adelante el suyo, pues por si mismos carecen de ideas, talento e iniciativa, e incapaces de crear algo mínimamente legible y con sentido, no dudan en utilizar a los que sí tienen esa capacidad de creación y sobre todo, de saber llegar al lector. Y es que no todo el que escribe, es escritor, pues no es cuestión de cantidad, sino de calidad, a pesar de la conformidad y falta de exigencia de muchos lectores que como en la antigua Roma, solo les basta con pan y circo, y cualquier cosa que les entretenga, bienvenida sea. Aunque sea la caída del Imperio de las Letras.
Son muchos los años que llevo escribiendo, desde al menos ese mi primer certamen literario ganado con 14 años, hasta el último acaecido hace apenas unos meses, varias décadas después; pero fue hace seis años cuando me di cuenta realmente en dónde me estaba metiendo, o al menos, fue entonces cuando empecé a sospechar que tras algunas sonrisas, se escondes demasiados dientes afilados.  Todos dicen que fue ese día cuando “Midi Vidi Vinci”, que fue llegar y besar el santo; pero no fue así exactamente, tras ello, había años de trabajo, de aprendizaje y sobre todo, de caer y levantarme para poder creer en mí misma, como otros ya lo hacían desde hace tiempo. Gané mi primer Certamen literario importante, si, importante de veras. Si que fue una sorpresa, sobre todo teniendo en cuenta mis “contrarios” y sobre todo, mi falta de tablas en este tipo de eventos “de alto nivel”, como todos se empeñaban en recordarme. Tuve que aguantar las miradas de superioridad de escritores “afamados”, conocidos, respetados en estos ambientes, recelosos ante la intromisión de esta recién llegada (eso al menos pensaban ellos, pero de seguro  que llevaba más tiempo en esto que muchos de ellos, incluso,  juntos), me decían que había tenido mucha suerte, otros vaticinaban que son muchos los llamados y pocos los elegidos, alguno me dijo que para esto hay que valer, no sirve con escribir y esperar que todo te venga solo, que tras todo escritor hay mucho de marketing y bastante de contactos…

Y fue este último “consejo” el que más me ha servido en todos estos años, sobre todo porque lo he visto tantas y tantas veces, que en ocasiones he llegado a pensar si de verdad quedaban escritores de verdad, y no productos de avispados publicistas. Si, por supuesto que me equivocaba, los Escritores no han muerto, pero muchos de ellos tienen que vérselas con las aves de carroña de esos otros escritores con minúsculas, que no dudan en acercarse a ellos y hacerse la foto de campaña electoral de turno, para conseguir al menos y de entrada, justamente eso, salir en la foto; luego y con paciencia y mucha labia, hacerse un hueco en sus publicaciones en la red, para que al menos se les asocie como amigos de un Escritor, si, de los que se escriben con mayúsculas. Aduladores, embaucadores, mentirosos, aves de rapiña y piratas de fama ajena.
Yo, la chica del extraño blog, esa a la  que se ha criticado en sus inicios y que ahora hasta el nombre me copian para bautizar otros blogs, no solo recibo muchos libros por suerte y hasta la fecha, el 99 %  no me han decepcionado en absoluto, y si, ese 1 % restante existe y su dueño lo supo en el momento es que además los leo, y disfruto de todos y cada uno de ellos pues no hay malas historias, sino malas formas de contarlas y de interpretarlas.  Y digo los leo, pues no es algo que todos los que dicen hacerlo, lo hagan. No os sorprendáis, esto pasa demasiado a menudo, para vergüenza de los buenos lectores, menoscabo de los Escritores  e indignidad de los que lo practican. En ocasiones y para mayor deshonra y vergüenza, son “escritores” los que engañan a los Escritores, haciéndoles creer que son merecedores de que estos segundos lean sus obras, de igual manera que los primeros leen las de estos ¡Ya estamos a la misma altura, compañero de letras e historias! escritores que no leen a otros Escritores, tan solo quieren ser leídos y por supuesto, admirados…valiente necedad pretender ser escritor sin leer.

Quien buen consejo me dio por aquel entonces, aunque lo que pretendía era ofenderme, también me dijo que para saber si alguien de verdad ha leído tu trabajo y por tanto está en posición de hablar, debatir y hasta juzgar en cierto momento tu obra, no hay más que preguntarle por pasajes o personajes de la misma…pero no de los que incluye la novela, ensayo o antología poética, sino por aquellos ausentes de la misma. Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

 Para tener credibilidad como escritor, también hay que tenerla como lector.

No es lo mismo hacer realidad un sueño, en este caso el de escribir, que el de conseguir un reconocimiento justo y atribuirse un mérito que no te pertenece.  Por esta razón se creó este blog, así nació este Gato Trotero, para que todos aquellos que tienen talento y trabajan duro tengan cabida en este difícil mundo que es el literario, para que no pasen desapercibidos los buenos contadores de historias y si, para que de la misma manera, visto desde la objetividad que te da no ser familiar, amigo o pareja, SEPARAR LA PAJA DEL GRANO. Porque entre tanto grano, siempre surgen bichos. Okupas literarios, cangrejos ermitaños, piratas de las letras, necios de larga verborrea y cortas entendederas, trepas cual enredaderas, OPORTUNISTAS. 

Por los Escritores de verdad, los que ya vendan miles de ejemplares o aún sigan intentando publicar su primer libro, son ante todo, trabajadores natos, sin falsedades ni adornos, sin parafernalias ni cortinas de humo, por todos los que como tú, o tú, o tú, o vosotros, no solo hacéis realidad un sueño, si no que sois capaces de hacer soñar a los que os leen. Porque como decían en una legendaria serie de televisión, la Fama cuesta y aquí es dónde vais a empezar a pagar con sudor...el de vuestro trabajo y no el del ajeno. Y si, esto lo añado yo. 
No todo vale para alcanzar Fama, pues no siempre va unida a Talento.

Va por vosotros, Escritores. Con mayúsculas. Y líbranos Sensatez, de FALSOS PROFETAS.




Una reflexión de Yolanda T. Villar

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS


 (yomono.es)

martes, 17 de marzo de 2015

LA CANCIÓN DEL BARDO de Úna Fingal






Anoche tuve un extraño sueño. Más bien fue el  nebuloso recuerdo de una de mis vidas pasadas ¿Cuál de todas ellas? no llevo la cuenta; no me interesa saber cuántas he consumido ya y menos aún las que me quedan, prefiero concentrarme en esta que vivo y vivirla intensamente, por si acaso las matemáticas me llevaran pronto al resto cero. Quién sabe.

Caminábamos por un sendero entre altos árboles y frondosa vegetación Alan-a-Dale, Will Scarlet, Amergin, Homero y yo, íbamos rumbo al Fleadh Cheoil  más importante de la comarca, en donde nos reuniríamos con otros bardos de Ireland, incluso algunos llegaban de Escocia o de tierras tan lejanas como Escandinavia ¡Ah esos Skald aguerridos y fieros cual vikingos! y allí estábamos nosotros, Yo, el Bardo de largos bigotes, lengua ágil, corazón ligero y patas veloces, vestido de azul como mandaba la tradición, junto a los Druidas de blancas túnicas ¡Oh si, magníficos tiempos aquellos de ayer que vienen a mi mente hoy! y a pesar de ser considerados poetas de segunda categoría, siempre por detrás de aquellos estirados “Filid”, los de alta alcurnia y antiguo linaje, nosotros, los Bardos, los callejeros, los Troteros de corazón éramos tan felices como pájaros surcando los cielos.
Anoche tuve un extraño sueño. Volví a ser aquel espíritu libre con apenas peso en sus alforjas pero cargado su corazón de poemas, canciones y sátiras.  Un Bardo Trotero que aún guarda en su alma las enseñanzas del "Libro de Ballymote",  la biblia y alas de las almas inquietas que no se conforman con trotar por la tierra.

¿Fue un sueño, un recuerdo, o tal vez fue mi última lectura la que me transportó a tiempos y mundos pasados?...


LA CANCIÓN DEL BARDO de Úna Fingal

No sé muy bien por dónde empezar.  Cuando tuve el libro de Úna Fingal en mis manos sentí algo extraño que me costó definir hasta bien pasado el rato; me llamó la atención poderosamente su portada, la mirada irremediablemente se posaba sobre un precioso petirrojo con las alas abiertas que sobrevolaba una trinchera y como si de una flecha indicadora se tratase, sus patas me hicieron fijarme justamente en esa trinchera cuajada de cascos militares, como si trataran de proteger el anonimato de sus dueños ¿O tal vez esos cascos eran los que sumergían en el olvido a sus portadores? No puedo negar que estuve mirando atentamente esa portada durante largo, larguísimo rato ¿Entre tanta desolación había cabida para un pajarito de pecho rojo? En la contraportada continuaba la imagen de los soldados en plena guerra, ya sin el destello del  petirrojo, tan solo el fulgor de un cielo que se adivina surcado del fuego enemigo, y sobre los soldados y la desolación,  la consabida sinopsis, por supuesto.
 Aunque ya conocía algo del tema del que trataba el libro, lo justo para que atrajese mi atención y quisiera leerlo si o si, cuando llegué al final de la misma me dije ¿Qué sabes tú de esta época de la historia? ¿Qué conoces de la Primera Guerra Mundial y sobre todo de la Revolución Irlandesa? vale que estudié  Historia, pero tengo que reconocer que pasé bastante por encima de esta primera Gran Guerra pues no llamó demasiado mi atención y puse mi interés en otros momentos de la Historia ¿Y si el libro resultaba ser más bien un ensayo sobre dichos acontecimientos y no lograba entender nada si no tiraba de internet? Mi curiosidad es mi baluarte, lo ha sido siempre y había una idea que no me quitaba de la cabeza ¡Aprender, aprender, aprender! algo me decía que dentro iba a encontrar una historia que me haría ver las cosas de distinta manera, ese capítulo del libro de Historia en el que no reparé, ahora se me mostraba delante de mí desde otra perspectiva. La novela.

Y entonces supe qué era aquella sensación del principio que me costaba tanto definir. Excitación por lo desconocido. Ni más ni menos. Y comencé a leer…
El conocimiento y la investigación que sin duda llevó a cabo la autora para escribir la novela me dejaron desde el principio fascinada; datos históricos que no lo parecían, clases de geografía que aún lo parecían menos, y unos hechos que al ser novelados, restan brutalidad para dejarnos lo bastante interesados en ellos sin dañar susceptibilidades, aunque en mi caso concreto, la Historia hay que mirarla hoy con los ojos de ayer, para entender lo que supuso en su momento y como nos  afectan ahora aquellos hechos ¿conocerla para no repetirla? el ser humano es incapaz de aprender en cabeza ajena, y conformen desaparecen dichas cabezas sufrientes, las que vendrán muy a pesar de la sensatez, lo repetirán. Y esa es otra de las cosas que me han tenido pegada a las páginas de La Canción del Bardo, la perfecta conjunción de Historia y novela, pues Úna Fingal ha conseguido novelar la historia sin escribir novela histórica ¿Contradicción? ¡En absoluto, maestría si, toda! historia, intriga, drama, gotas de comedia, romanticismo y poesía. Y todo ello escrito con un estilo depurado, sencillo  cuando la ocasión lo requería y una de las cosas que más me han gustado de la narración es esa naturalidad de la autora para retraernos a principios de siglo en una Irlanda que rompía sus cadenas y pugnaba por mantener su identidad y su idioma propio ¡Es tan visual que es imposible mantenerse distante a cada descripción, cada escena, cada diálogo, es formar parte de los hechos, como si de una película se tratase!

“En plena Revolución Irlandesa, año 1916, en Dublín, Olcán Finnegan, su tío Daniel y sus compañeros Pearse y Seán luchan para proteger su legado como pueblo, como nación, una lucha que va más allá de idealismos, nacionalismos, creencias e ideologías, es una lucha por su propia Identidad como seres humanos libres al que ninguna otra nación ni pensamiento, tiene derecho a subyugar ni a someter. Si la dureza de una guerra no fuera suficiente, el protagonista se ve inmerso en la barbarie de la Primera Gran Guerra, en la que no luchar no era una opción, si no una imposición que como el mismo protagonista descubrirá, no lo fue de un gobierno, sino del propio Destino, que golpea cruelmente tantas veces como se lo propone, sin que el hombre pueda ni tan siquiera reaccionar a sus embistes.
Una narración exquisita y trepidante, que nos sumerge en la intriga y la aventura tanto como nos enseña el drama humano en su versión más cruenta, la de la guerra de hombres contra hombres.
 Un final que nos deja sin respiración, justo colofón a una historia que quita el sentido.”


No puedo añadir más que La Canción del Bardo es además de un grato descubrimiento en todos los aspectos, un deleite para los lectores que necesitamos, queremos, pedimos mucho más a una novela con tintes históricos…que no nos aburramos leyendo páginas y páginas vacías y reiterativas.
 ¿Recordáis esa sensación de la que os hablaba unos párrafos arriba? pues ya no hay duda de lo que era, es.  Es la maravillosa sensación de aprender y disfrutar a partes iguales. Tanto, que con vuestro permiso y con ganas de mucho más, abordo a Úna  Fingal y le pido encarecidamente ¡Más, más, más! sigue mostrándonos  de manera tan clara y hermosa, lo que pasó fuera de nuestros ojos y que tanto nos costaría ver sin una pluma magistral que nos enseñe de tan atrayente manera, lo que fue y olvidamos. En esta su primera novela, de la trilogía Irlandesa Úna, Isabel Laso ha dejado claro que en el mundo literario, todavía queda mucho por descubrir y descubrirnos.







LA CANCIÓN DEL BARDO
Úna Fingal

Editorial Playa de Ákaba

ISBN: 978-84-16216-52-9






Puedes adquirirlo, aquí




Una reseña de Yolanda T. Villar


©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

miércoles, 11 de marzo de 2015

EN UN LUGAR DEL QUIJOTE de Ron Lalá







No es la primera vez que este Gato Trotero asiste a esta función, ni la primera en que ve una representación de este simpar grupo dios nos cría y nosotros nos juntamos pero si es la primera vez en que Yo personalmente los he visto y me he propuesto plasmar mis sensaciones tras compartir con ellos una tarde en el Talía. Me gusta esta frase como título, Una tarde en el Talía con Ron Lalá. Titulado está este artículo pues.

¡Malandrines que tarde me hicisteis pasar! y es que si, no puedo evitarlo, ni yo ni nadie que asiste a una puesta en escena de estos chicos. Que nos “simbiotizamos” sin remisión, y es que desde que les conocí hace unos días, no dejo de dirigirme a todo el mundo como “vuesas mercedes”, eso sin contar que obligo a todas mis amistades a llamarme Dulcinea de la Juncosa, que es mi manchego pueblo, pues ancha es Castilla- La Mancha y no solo del Toboso viven las mozas con aspiraciones a damisela en apuros.
Mi pareja y compañero de Trotes no se cansaba de repetir lo buenos que eran estos Ronlaleros, lo mucho que se disfrutaba en sus obras, en especial en esta tan Quijotescamente peculiar, y bla bla bla bla. Y no se le ocurre otra cosa que regalarme para nuestro aniversario unas entradas para ver la representación aquí en Valencia, mi otra oriunda mitad, que es lo bueno que tiene ser valenciano-manchega, pues se disfruta de doble nacionalidad para tirar hacia la parte que más te interese dado el caso. Yo esperaba algo con al menos un diamante, pero en fin, si son tan buenos como dice…(y aquí puse cara de jooooo, yo quería un diamante). Pero como soy una mujer sin prejuicios, bueno, casi sin ninguno, bueno, unos pocos, vale, muchos, pues me senté a verlas venir pero ante todo y eso sí, disfrutar de la representación y no pensar más en la supuesta piedra preciosa, bueno, casi no pensar, vale, pensar un poco, bueno, pensar todo el rato.
Lo primero que me encuentro es un extraño escenario repleto de libros gigantes, papeles tirados por todas partes, instrumentos musicales y un ventilador; pero no un ventilador del siglo XVII, sobre todo porque no existían, o tirabas de abanico o de molino ¡Eso es, molinos de viento! y sonreí, pues de pequeña jugaba a moler grano de cebada fingiendo que el ventilador de mi abuela era un molino de viento. Que listillos estos mozos. Viento que desperdiga las palabras por el cielo, ruedas que muelen granos para convertirlos en harina, de igual manera que la intransigencia, las obsoletas normas y el qué dirán, muelen los sueños para convertirlos en polvo ¡Gigantes que pisotean y menoscaban las ilusiones! Molinos de viento, de polvo, de humo, de briznas, de cenizas, de pavisas…

Y entonces, ante nosotros, aparece el mismísimo Cervantes, Capitán al frente de su batallón de personajes  y su lugarteniente el señor Quijano, hombre de confianza del Oficial de papel y pluma, prolongación de sí mismo, ”Sí Mismo “ a través del espejo, Uno y Otro cuando el Otro es Uno; Miguel, el hacedor de historias, Don  Miguel, el creador de la Gran Historia, Quijote, desfacedor de entuertos, Don Alonso, el polvo que queda en el aire cuando  un molino ha triturado el corazón del grano del Caballero de la Triste Figura.
 Don Miguel de Quijote, alma, corazón y mente, Caballero andante y escribiente.
Siempre me ha costado mucho diferenciar a uno de otro, ya desde esas obligadas lecturas de instituto, a pesar de la insistencia de mis profesores de que me ciñera al tema y no viera cosas dónde no las había ¿Gigantes por molinos? preguntaba ¡Ceros por pesada! me contestaban; pero me costaba tanto imaginar que un autor, un padre, no sintiera amor por su hijo ¿Cómo iba a permitir Cervantes que todo el mundo se riera de ese loco larguirucho y enjuto, así  sin más? ¿Quién echaría a los leones a su criatura para que fuera devorado sin remisión? No, ni lo concebía entonces ni lo concibo hoy. Y entonces, en ese escenario, con un Miguel más humano que nunca y menos escritor que de costumbre, lo vi claro. Ama tanto a su primogénito, heredero de sí mismo, que no duda en enviar en su busca al resto de su estirpe literaria para hacerle entrar en razón muy a pesar del díscolo hijo mayor que tan solo quiere vivir una vida que la propia Vida le niega.
Aciagos tiempos en los que el Hombre no es más que un títere en manos de otros hombres y el devenir de los días, una sucesión de actos programados por los autoproclamados Dioses en la tierra.

La representación iba avanzando, el Quijote pasaba sus páginas, el público estaba dentro de la obra y Yo, una manchega fuera de su lugar, me adentraba en los ojos de cada uno de los actores pensando que no lo eran, pues tan grande era lo que sentía al verlos declamar y actuar que en verdad pensé que en Un lugar del Quijote, había sitio hasta para mí.

No podía haber habido mejor Don Miguel, que un Cervantino Juan Cañas ¡amén del más que nunca quijotesco Don Alonso, que decían se llamaba en verdad Íñigo Echevarría, pues nadie diría que son dos distintos cuando yo solo veía uno! Daniel Rovalher no disimuló en ningún momento su verdadero Yo, ese Panza de nombre Sancho que de no haber existido, él le había dado vida con su cuerpo y pensamiento con su mente; El Caballero de la Blanca Luna y otros personajes que van todos a una, encarnados magistralmente por Álvaro Tato ¿Quién dijo que no puede un actor ser tantos personajes como quiera y no volverse loco en el intento? es fácil, un buen actor, por supuesto.  Me van a permitir una mención especial a Miguel Magdalena, el que además de una lección magistral de buen hacer en las tablas, entre otras cosas, nos enseñó a los allí presentes, que bailar y a los nacionalismos importancia restar, todo es empezar. Yayo Cáceres,  el auténtico Cervantes de este peculiar Quijote ¡Bravo maestro!

Despliegue de música, letras, talento, diversión, reflexión, nostalgia y…mucho RON ¡oh Lalá! Espero veros pronto chicos, ahora que ya sé que tengo un hueco en ese Lugar del Quijote.

¿Quién necesita ahora un pedrusco en su anillo, pudiendo llevar cinco Diamantes y un Záfiro en su corazón?




EN UN LUGAR DEL QUIJOTE
Ron Lalá

Yayo Cáceres
Juan Cañas
Íñigo Echevarría
Miguel Magdalena
Daniel Rovalher
Álvaro Tato








Un Sentir de Yolanda T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS





miércoles, 4 de marzo de 2015

LAS SENDAS DE LA FELICIDAD de Karo Lyne Chamiel







Viajar es marcharse de casa,
es dejar los amigos
es intentar volar
volar conociendo otras ramas 
recorriendo caminos
es intentar cambiar.
Viajar es vestirse de loco
es decir “no me importa”
es querer regresar.
Regresar valorando lo poco
saboreando una copa,
es desear empezar.
Viajar es sentirse poeta,
es escribir una carta, 
es querer abrazar. 
Abrazar al llegar a una puerta
añorando la calma 
es dejarse besar.
Viajar es volverse mundano 
es conocer otra gente
es volver a empezar. 
Empezar extendiendo la mano,
aprendiendo del fuerte, 
es sentir soledad.
Viajar es marcharse de casa,
es vestirse de loco
diciendo todo y nada con una postal,
Es dormir en otra cama,
sentir que el tiempo es corto,
viajar es regresar.

(Gabriel García Márquez)



No es fácil, en contra de lo que algunos puedan pensar, el “marchar”. No lo es en absoluto. Hay quien piensa que solo se trata de dar  un paso tras otro y ver dónde te llevan estos. Pero para alguien como yo, que lleva la palabra Trotero de apellido, y hasta de estandarte, esto no es tan sencillo como pueda parecer; andar es fácil, caminar, con un poco de práctica, se convierte en elemental, pero marchar de algún lugar, eso ya es harina de otro costal, sobre todo cuando uno se marcha no solo sin saber muy bien a dónde, sino por cuánto tiempo y si  algún día habrá regreso para ese incierto viaje. 
Como dijo el poeta, “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, y es ese andar lo que asusta tanto como emociona; porque emociona emprender un nuevo viaje, saber que vas a conocer a nuevas gentes, otros lugares, diferentes culturas y en la mayor parte de las veces, no solo otros idiomas, si no otros mundos en sí. Y asusta la perspectiva de encontrar esos mundos tan distintos, tanto, que tal vez no estés preparado para lo que vas a encontrar, y menos aún, para encajar; yo, que llevo en los genes la necesidad de curiosear, de investigar más allá de mis propios bigotes, de estar alerta cuando todos duermen, es más, de disfrutar de la oscuridad tanto como a otros les aterra pensar en ella, se que ningún camino es sencillo, que ninguna ruta se hace sola, que hay encrucijadas allá donde una senda se torna varias, que no hay indicaciones suficientes para evitar perderte incluso por caminos que has recorrido mil veces, que aún siguiendo tus huellas, ni siquiera volver sobre ellas mismas te asegura poder retornar por dónde has venido.
¡Pero es tan gratificante marchar! a pesar de esas mariposas en el estómago, de esa incertidumbre sobre lo que vas a encontrar, o si algún día regresarás, o tal vez sean todas estas cosas las que te acucian a marchar, en ocasiones echando la vista atrás y otras, no queriendo ver las huellas que vas dejando en el camino, solo el horizonte que queda por delante.

Una vez que uno comienza un viaje, escribe una línea más en su vago Destino, aunque el destino de este viaje esté fijado de ante mano. Y no, no es fácil marchar, sobre todo, porque lo quieras o no, por muchas cosas que te queden por descubrir, siempre algo tuyo quedará atrás, aunque no hagas más que marchar, marchar, marchar...


LAS SENDAS DE LA FELICIDAD DE Karo Lyne Chamiel

Hacía bastante tiempo que esperaba poder leer el libro de Karo Lyne, pero por unas cosas o por otros, el momento parecía no querer llegar nunca. Era como si un reloj con un sinfín de manecillas marcara tantas horas como ojos lo miraran, como si el tiempo del libro y el mío, no coincidieran jamás en el espacio; pero el momento llegó, se juntaron mis ganas de leerlo con la perseverancia de su autora de que lo hiciera, o tal vez fuera mi perseverancia y sus ganas, el caso es que en nuestro trotar, se cruzaron al fin nuestros caminos. Ella me había advertido de que el libro no era una novela, no una novela de ficción al menos, me dijo en una ocasión y que tal vez por eso no sabía si sería de mi agrado; no todos los libros son novelas y no todas las novelas gustan, creo que le dije yo.  No entendía muy bien que la autora se empeñara tanto en intentar situarme en el camino que sería sin duda leer su libro, en esa senda de palabras, ideas, sentimientos, sueños e ilusiones que son al fin y al cabo los libros, sea cual sea su género; además, dentro de mi costumbre, no me gusta dejarme influir ni por otras críticas, ni reseñas, ni opiniones, ni por la misma sinopsis de todo libro, no al menos antes de leer la obra en cuestión. Me gusta que esta llegue a mí sin aditivos, sin prejuicios, sin predisposición,  hasta sin expectativas si puede ser. El libro y yo a solas. Y a ver qué pasa en esa cita a ciegas entre ambos.
Pero no tardé en entender a lo que se refería la autora con ese “no es una novela sin más”, y lo entendí  a las pocas páginas leídas, y comprendí porqué le preocupaba que yo no entendiera en realidad lo que tenía entre mis manos, pues había depositado en mí mucho más que un libro. Karo Lyne nos había regalado un trocito de su corazón, y es que junto a esas ideas, sentimientos, sueños y demás cosas que conforman un libro, Karo había puesto ante nuestros ojos y sobre nuestras manos, un tesoro de valor incalculable: Ella misma. Y entonces me di cuenta de que no era insistencia por dejar claro que género literario tenía enfrente, Chamiel me había entregado parte de sí misma y solo quería que fuera consciente de ello.

Solo  puedo decir que bastaron unas páginas para saber que su libro al que si llamaré novela, porque al igual que estas, su relato engancha, emociona, enternece, inquieta, conmueve, estremece, turba e incluso, te sobrecoge nos contaba una historia que iba más allá de la simple ficción, que tampoco era una biografía en sí, ni un simple cuaderno de viaje, ni tan siquiera un diario, Las Sendas de la felicidad era Karo Lyne en estado puro, tal cual, sin artificios, abriéndose a nosotros y abriéndose a sí misma, para demostrarnos y demostrarse, que ni la vida ni el mundo, se acaban al llegar la palabra Fin, que tras todo punto y final, siempre  hay más folio en blanco en el cual seguir escribiendo tras añadir dos puntos más a ese triste y solitario punto que intenta dar por acabada una historia, que nunca acabará mientras haya caminos que recorrer y relatos que contar.

Si bien la historia me pareció tan sencilla como hermosa, si hubo momentos en que me desconcertó, o mejor dicho, me descolocó, y no por el relato en sí, sino por el estilo narrativo del mismo; me explico. Lo que la primera vez me pareció una errata o al menos , un lapsus en la narración, luego, al seguir leyendo comprendí que no era  nada más que el estilo natural y literal de una persona que escribe en una lengua distinta a la suya, lengua que a pesar de hablar perfectamente, sigue influenciada por esa otra lengua materna o en el caso de la autora de Las Sendas de la felicidad, por ser nada más y nada menos que políglota; y ese estilo tan literal en algunas partes de la narración, ese marcado estilo anglosajón en ciertas frases, era lo que hacía que la novela resultara tan real, tan sencilla, tan de corazón. Si, reconozco que esa primera impresión de desconcierto, dejó paso a una sensación de naturalidad brutal, como si en lugar de estar leyendo, estuviera escuchando a una amiga hablar de sus inquietudes, sus miedos, sus anhelos, su lucha.

Las sendas de la felicidad nos habla del afán de superación de una joven que tras una ruptura amorosa, de quien hasta entonces ella consideraba su gran amor, su futuro, su pilar, su razón de ser y vivir, se tiene que enfrentar de nuevo no solo al mundo, si no al espejo que refleja su imagen tal cual es, la de una persona joven con un futuro por delante, pero con tantos miedos e incertidumbre que ve su camino como una carrera de fondo llena de obstáculos. Pero todos esos miedos no son suficientes para hacer que se detenga y se sumerja en su propia desdicha, en absoluto; se arma de valor y de ilusión y comienza un viaje tanto físico como iniciático hacia la Felicidad, un camino que la llevará por sendas que van desde Barcelona, a su Francia natal, pasando por Inglaterra, Escocia, Madrid, y Perú, lugar que parecía predestinado en su vida. Cuando todo parece que acaba con un punto y final, siempre queda la posibilidad de transformarlo en puntos suspensivos,  y Karo Lyne nos lleva a un final, que con toda seguridad, no lo será….











LAS SENDAS DE LA FELICIDAD
Karo Lyne Chamiel

Editorial Círculo Rojo




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Una Reseña de Yolanda T. Villar


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