martes, 28 de julio de 2015

MEDEA, de Séneca. XVI FESTIVAL DE TEATRO CLÁSICO DE OLITE



El alma del ser humano puede ser castigada de muy distintos modos. Puede sufrir la pérdida de un ser querido por causas naturales; verse despojada del cariño de un hijo, de una madre, de un esposo;  sentir la traición de un amigo a quien hasta entonces has entendido como a un hermano... Pero... ¿Qué hacer cuando te has entregado a la persona amada de manera incondicional y el pago es la repudia? ¿Cómo has de actuar cuando dejas atrás a tu familia, tu tierra, tus bienes, por compartir una vida al lado de la persona a la que amas por encima de a tí mismo, y ésta desprecia tu entrega casándose con otra?
El amor es un sentimiento apasionado, se sustancia en la piel pero nace mucho más adentro, en las vísceras; y dada su condicion visceral, alejada queda la psique, la razón, y mucho más lejos aún la ley de los hombres. Nada, pues, puede frenar la reacción airada de un corazón mancillado. Quien así lo cause, ninguna consecuencia con un mínimo de cordura espere.


El pasado sábado, con ciertas rachas de viento pero sin apenas nubes que amenazasen lluvia, se desató una tormenta eléctrica sobre el escenario de La Cava de Olite. Fue una tormenta perfecta. Desde que Aitana Sánchez-Gijón apareció sobre las tablas, ella actuó como un gran condensador de energía que atrajo sobre sí misma todas las fuerzas telúricas y universales que rigen las leyes físicas de este planeta llamado Tierra. Ella, con su sola presencia, interpretando a Medea, una mujer cruelmente rechazada, humillada y abandonada, llenaba el escenario con una fuerza mágnética sin igual, que irradiaba a través de su profunda y viva mirada, pero también de su pómulos remarcados, sus labios carnosos, su cabello, su cuerpo, su piel. Su misteriosa belleza choca con la fealdad de sus hechos, pero es tal su potencia interpretativa, tal la transmisión de los argumentos de su dolor, que la locura que la posee y los efectos que tan demoníaca posesión genera parecen bálsamo que no cura heridas, pero al menos las refresca.

 
Pero no nos adelantemos. Antes de su aparición, Andrés Lima, que aparece como director del montaje y da vida a varios personajes (entre ellos Jasón, el esposo de Medea, y Creonte, rey de Corinto y padre de la nueva esposa de Jasón) interviene en una magistral lectura como corifeo mientras Laura Galán, arrastrándose al centro del escenario y entrando en un oscuro trance, introduce al espectador aportando información de cómo llegaron Jasón y Medea a Corinto tras conseguir el primero el vellocino de Oro, hasta la situación inmediatamente anterior a lo que va a suceder, que no es sino el proceso de destierro de Medea al ser repudiada por Jasón. No debemos olivdarnos de la magistral intervención durante toda la obra de Joana Gomila, encargada de dramatizar diferentes escenas con su virtuosismo al contrabajo y el espectacular dominio de una voz prodigiosa e increiblemente limpia, como una cascada inmaculada. El nacimiento del Urederra en su garganta.
Medea recibe en su casa la visita del rey Creonte para anunciarle que debe partir de aquellas tierras, y más tarde la del propio Jasón (ambos interpretados por Andrés Lima alterando mínimamente su vestuario), con quién mantiene una durísima discusión por abandonarla. Sin capacidad para alterar su propio destino, Medea consigue al menos un día para disponer su partida y será ese tiempo, no necesitará más, para trazar su venganza y ejecutarla.



A partir de aquí, los ancontecimientos se suceden veloces: Medea asesinará a la hija del rey de Corinto y acabará con la vida de los hijos de Jasón, que son los suyos propios. Para ello, volverá a verse con Jasón para desdecirse y aceptar su destino. Con él confiado, Medea inicia el salto a los infiernos de la ira y la locura, y emponzoña un vestido para regalar a la novia de Jasón. Es en este momento cuando Aitana Sánchez Gijón traspasa la barrera que separa a los actores mortales de los grandes héroes de la interpretación. Su transformación de mujer despechada y atormentada por saberse repudiada por la persona que ama, a una mujer desquiciada, desatada, fría y siniestra, es un espectáculo en sí mismo, una convulsión frenética que por sí misma bien merece la pena pagar la entrada del espectáculo. Medea va desvistiéndose a medida que va sintiendo cada puñalada en su corazón enamorado y será en este instante cuando queda prácticamente desnuda, libre de todo corsé que limite sus movimientos y el del mal que lleva dentro. No hay nada que la ate, no hay freno a su crueldad. Envuelta en una capa de tierra y piel de ave, con una imagen africana y primitiva, Aitana-Medea (ya no distinto a la una de la otra) emerge como una Venus de la cólera, diabólicamente bella, temiblemente pausada, entregada a los instintos más primarios.



La princesa de Corinto, hija de Creonte, recibirá el presente de Medea, y al probarse el vestido, caerá muerta. Su padre, al intentar salvar a su hija y tocar el envenenado regalo de Medea, morirá también. Jasón enterado de la tragedia, acude a Medea y ésta le aguarda, preparada ya para otorgarle el golpe final. Con una crudeza infinita, sin titubeos ni dudas, asesina a los hijos que ambos tuvieron en común con el regocijo que le supone saber que Jasón lo presencia. En esta ocasión, en lugar de darles muerte degollándolos, Andrés Lima propone una muerte mucho más brutal, todavía más agónica si cabe: Medea los agarra por las piernas y estrella sus cuerpos contra el suelo una y otra vez. Reventándolos. Como conejos.
Aitana deja sumido a Jasón en la devastación y huye de Corinto. El silencio se adueña de la noche en Olite. Atraviesa el escenario con paso tranquilo, de manera pausada desciende las escaleras que conduce al público y asciende las siguientes que dividen a los espectadores en las gradas. Medea ha consumado su venganza y avanza serena, segura, llena de paz a pesar de la destrucción causada. Las luces se apagan. El silencio permanece. Unas tímidas palmas inician el clamor general. La luz regresa y Medea desciende nuevamente las escaleras como si lo hiciese del Monte Olimpo, esta vez monte del talento del que ella es bandera, y Aitana recoge el calor del público con humildad y una sonrisa tímida.
Una explosión de magia al alcance de unos pocos cada vez que se representa esta propuesta. No dejen de verla. Tantas veces como puedan.





COMPAÑÍA
 Teatro de la Ciudad/ Teatro de la Abadía

REPARTO
Aitana Sánchez Gijón, Andrés Lima, Joana Gomila y Laura Galán

EQUIPO ARTÍSTICO
Dirección y adaptación: Andrés Lima
Música original: Jaume Manresa, interpretada por el Coro de Jóvenes de Madrid, Joana Gomila, Jaume Manresa y Joan Roca
Diseño de Escenografía: Alejandro Andújar, Eduardo Moreno y Beatriz San Juan
Diseño de Vestuario: Beatriz San Juan
Ayudante Escenografía y Vestuario: Almudena Bautista
Diseño de Iluminación: Valentín Álvarez
Diseño de Sonido: Sandra Vicente y Enrique Mingo
Director del Coro de Jóvenes de Madrid: Juan de Pablo de Juan
Gerencia y coordinación del Coro de Jóvenes de Madrid: Rennier Piñero
Equipo Técnico: Javier Almela (sonido), Francisco Manuel Ruiz (iluminación), Juanma Pérez (maquinaria)
Vídeo: Miquel Àngel Raió
Director Coro de Voces Jóvenes de madrid: Juan Pablo de Juan y Rennier Piñero
Ayudante de Dirección: Laura Ortega
Producción: Joseba Gil
Producción Ejecutiva: Elisa Fernández
Ayudante de Producción: Ana Belén Santiago
Asistente de Producción: Gonzalo Bernal
Coordinación técnica: Eduardo Moreno y Pau Fullana
Construcción de Escenografía: Scenik, Cledin, Sfumato, Mekitron
Promoción/Comunicación/ Imágenes: elNorte Comunicación y Cultura
Producción: Teatro de la Ciudad en coproducción con Teatro de La Abadía



2 comentarios:

  1. ¡Bravo, bravísimo! Me encanta! Una vez más las fotos son increíbles, la primera de todo es impactante.
    ¡Que buenos sois!
    Besis

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    Respuestas
    1. Medea es mi personaje favorito de todos los tiempos, nada se puede igualar a ella. La primera vez que la leí (de Eurípides) me quedé tan impactada que no podía dejar de pensar en la obra, en el personaje, en la trama, a mi alrededor todo se transformó en Medea: mi mascota, mi duo musical, el nombre de una futura hija...devoción total por ella.
      Las fotos como siempre, del Gatrotero vagamundo Santiago.
      Un beso

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