martes, 7 de julio de 2015

Entrevista con... Jon Arretxe


 Jon Arretxe, imagen extraída de su muro de Facebook

El Gato Trotero: Cuando Erein nos remitió un ejemplar de su novela, me llamó la atención leer en la sinopsis de la contraportada que como protagonista apareciese un inmigrante africano que ejerce de detective en pleno corazón de Bilbao. Esto, de por sí, atrajo mi interés por leer su trabajo al suponer un soplo de aire fresco, pues nos movemos en unos tiempos en los que parece que muchos de los libros que existen en el mercado son el mismo libro. ¿Por qué no abundan más los protagonistas como su Touré en el panorama literario?
Jon Arretxe: Yo tengo la misma sensación, pero, en realidad, prefiero que no abunden este tipo de personajes, porque si no mi querido Touré dejaría de ser original, que es precisamente lo que yo buscaba al crearlo. Hay demasiadas novelas negras que siguen los parámetros tradicionales, y a los autores más nos vale espabilar y buscar algo diferente, que sorprenda al lector y que atraiga su atención.
 EGT: El título Sombras de la nada, describe a la perfección el corazón de su novela. Sus personajes, la gran mayoría, son personas que están entre nosotros, que viven cerca de nosotros, toman el mismo autobús para moverse por la ciudad… Y sin embargo, parecen no existir. O quizá, parece que no se quiere verlos. Tras muchos años de inmigración, con nuevas generaciones nacidas de padres inmigrantes pero que ya cuentan con DNI nacional ¿Ha disminuido el rechazo social?¿Se ha aprendido a convivir de una manera más integradora?
J. A.: Lo del rechazo social, quitando a una pequeña minoría que desprecia a los extranjeros por puro racismo o xenofobia, está directamente relacionado con la situación económica general y personal. Cuando la economía está mal, cuando nos va mal personalmente, es cuando más nos fijamos en esos extranjeros que supuestamente nos quitan el trabajo, que se aprovechan de las ayudas sociales etc. De todas formas, cada vez se ve más integración, más mestizaje, más parejas mixtas, lo cual me encanta.
EGT: Sin querer destriparle la novela, me gustaría hacer hincapié en varios aspectos. En primer lugar es importante remarcar el impecable conocimiento que tiene del barrio de San Francisco, de sus calles, sus gentes, sus costumbres… Sin olvidar de la forma de vida de Touré y sus amigos, y sobre cómo viven en esa jungla de asfalto. ¿Cómo ha conseguido recrearlo: fruto de las conversaciones con amigos o ha vivido allí para empaparse del ambiente?
J. A.: Llevo varios años con un piso a mi disposición en San Francisco, gracias a la generosidad de los buenos amigos que he hecho por allí. Paso largas temporadas en el barrio, he cogido mucha confianza con la gente de las asociaciones, que son muchos y hacen una labor admirable. En San Francisco no solo me inspiro y me empapo de su realidad, sino que también meto muchas horas escribiendo. Lo hago, precisamente, en el mismo portal en el que se supone que vive el detective-vidente Touré.
EGT: Por otra parte, resulta desolador encontrar en su novela unos ertzainas que representan un poder casi omnipotente, furioso y sometedor, que se mueve con agilidad en el chantaje y la amenaza para conseguir sus objetivos. Como ciudadano de a pie, asusta creerse protegido por individuos como ellos. ¿Queda algún hombre bueno en el cuerpo?
J. A.: En San Francisco he visto todo tipo de actuaciones policiales: policías nacionales haciendo una redada de inmigrantes al grito de “¡Viva España!”, municipales o ertzainas humillándolos en actitud chulesca… De todas formas, la mayoría de comportamientos que he presenciado han sido correctos, y creo, o quisiera creer, que la policía, en general, es honesta. Lo que pasa es que dentro de la ficción, los maderos cabrones y corruptos resultan más atractivos.
EGT: Existen unos fugaces viajes en su novela que nos trasladan a Gorom-Gorom, en Burkina Faso, la patria del protagonista. Desde allí comprobamos cómo una mujer, la de Touré y madre de sus hijos, desciende a los infiernos guiada por un sexto sentido que no la abandona en ningún momento, como si una fuerza telúrica o un antiquísimo poder que va más allá del hombre le mostrase los sucesos que ocurren a miles de kilómetros de su aldea. Conocemos que usted ha visitado aquel país, y que lo recorrió por su cuenta, sin guías ni paradas en grandes resorts. ¿Qué vida es más dura, la del inmigrante que viaja a Europa para darles a sus hijos un futuro mejor, o la de la mujer que le aguarda y que queda sola al cuidado de su estirpe?
J. A.: Las que peor lo pasan son las mujeres jóvenes que hacen el viaje hacia Europa, porque tardan un par de años de media en hacer el recorrido, y sufren todo tipo de vejaciones y maltratos por el camino. Por otro lado, las mujeres que se quedan en casa lo pasan peor que sus maridos o hijos que viajan. Su vida en el lugar de origen está llena de dificultades, siguen realizando todos los trabajos diarios, cuidando de los niños, de la casa, dependen de que sus maridos les puedan enviar algo de dinero, temen que estos se olviden definitivamente de ellas, sufren la incertidumbre por el modo de vida que llevarán sus hijas en Occidente… Me parece una situación angustiosa. En general, ser mujer en África es una putada.
EGT: Por otro lado, aparece un personaje enigmático, una mujer que trata de saldar su deuda con las mafias africanas que la trajeron a Europa prostituyéndose, y que acude hasta Touré, a quién muchos en el barrio tienen por vidente, atormentada por el recuerdo de un niño que tuvo y que las circunstancias de la vida hicieron que ya no esté a su lado. ¿Cuánto sufrimiento callan los papeles que nunca llegan? ¿Alzarían su voz si fuesen legales? ¿Serviría de algo?
J. A.: Estos inmigrantes ilegales tienen una capacidad de sufrimiento infinita, la ruta hacia el supuesto paraíso es una tortura y, si logran llegar, aquí están en una situación de indefensión total. Cuando algunos, por fin, consiguen los papeles y/o saldan su deuda, lo que quieren es normalizar su vida, traer a sus familias para vivir juntos, o buscar pareja y olvidarse del pasado. Por suerte, hay muchas asociaciones que dan voz a los sin papeles que en solitario difícilmente abrirán la boca aunque sean timados, violados o maltratados. Lo que pasa es que los miembros de estas asociaciones no están demasiado bien vistos por la sociedad, se les acusa de aprovecharse de subvenciones, de vivir del cuento, cuando en realidad la mayoría de ellos dedican su tiempo a los más necesitados por pura convicción.
EGT: Los protagonistas de su novela son, sobre todo, supervivientes, una suerte de náufragos en una isla hiperpoblada. Llegado el momento, y dadas sus condiciones, la vida les enseña que el único modo de llegar al siguiente día es a través de la picaresca.  Para alguno incluso su futuro más lejano es mañana mismo. La juventud de San Francisco esnifa pegamento, flirtea peligrosamente con las drogas, se inician en la prostitución, prueban suerte con los pequeños hurtos… ¿Qué futuro le espera al barrio, a cualquier barrio o ciudad que no le da futuro a su futuro?
J. A.: Se ha trasladado aquí el esquema africano: el futuro no existe, bastante tienes con sobrevivir día a día. En general, me parece una buena filosofía pensar más en el presente y menos en el futuro. En cuanto al futuro del barrio, San Francisco tiene la suerte de contar con una Coordinadora de Grupos, en la cual están presentes casi todas las asociaciones que están peleando día a día por mejorar la situación del barrio. Tienen mil ideas y proyectos, pero sus opiniones no suelen coincidir con las de las instituciones, que se resisten a ceder protagonismo. De la tenacidad de la Coordinadora dependerá que San Francisco tenga un futuro mejor o peor.
EGT: Hay un personaje en la novela tremendamente poético respecto de la novela, sobre todo si perdemos de vista la idea de belleza como algo inherente a la poesía. Ibrahima es un inmigrante del barrio que sobrevive de la caridad de sus compatriotas, que es lo mismo que vivir de los restos de los que nada tienen; es una suerte de ángel  moreno de la ingenuidad tocado por el pícaro dedo del Lazarillo de Tormes y de la necesidad; un pobre diablo que, arrastrado por la picazón de su menudo  estómago, es arrojado sin piedad como un desarrapado pelele al averno. ¿Quién lloraría a Ibrahima?
J. A.: Mucha gente, todos sus compatriotas y amigos, porque entre ellos existe la solidaridad, y porque Ibrahima es un personaje entrañable, o mejor dicho, una persona entrañable, a la que solo le he cambiado el nombre para convertirla en personaje de la novela.
EGT: Su novela es negra, dura, cruel incluso. Sin embargo, existe un punto de fuga que transmite algo de esperanza, y es la unidad que muestran las personas que viven en el barrio y que resulta decisiva en el desenlace de la historia. Tenemos mucho que aprender de ellos en este sentido.
J. A.: La solidaridad es una de las características que más admiro en los necesitados, sobre todo en los africanos, igual que la hospitalidad, el respeto a los mayores…  De todas formas, tampoco hay que idealizar demasiado, porque nadie es perfecto y hay otras características típicas africanas que no merecen muchos halagos.
EGT: Si nos adentramos en su obra, podemos encontrar novelas de muy diversa índole, pero llama la atención que tiene algunos títulos que contienen relatos de viajes que usted mismo ha realizado. ¿Jon Arretxe escribiría sobre lo que escribe si no hubiese salido a recorrer el mundo? ¿Hasta qué punto conocer otros lugares marcan la personalidad de un escritor como usted?
J. A.: El viajar desde muy joven, en solitario y sin prisas para volver, me ha espabilado mucho, me ha marcado como persona y como autor. Si no hubiese viajado durante tantos años, ahora no sería escritor, seguro. De hecho, mis primeras obras son de literatura de viaje. Cuando me pareció que tenía cosas que contar, y, sobre todo, cuando sentí el feed-back de la gente a la que le interesaban mis historias, es cuando me animé a seguir escribiendo.
EGT: Para finalizar, y teniendo en cuenta el vínculo que existe en este lugar con los viajes, queríamos proponerle que recomiende a nuestros lectores esa ciudad, pueblo, edificio y enclave natural que son imprescindibles para usted, y cuáles son los motivos por los que elige cada uno de ellos y no otros.
J. A.: Los tres puntos clave en mis viajes y que más han marcado mi vida han sido el África Negra, por el carácter de sus gentes, el norte de la India, por su espiritualidad, y la Amazonia, por su autenticidad. De todas formas, cada persona es diferente y a cada una le recomendaría un lugar diferente, según sus inquietudes y su manera de ser.


Una Entrevista de Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

2 comentarios:

  1. Una entrevista cojonuda.
    Zorionak

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El autor nos lo ha puesto fácil. Además de un gran escritor ha demostrado ser mejor persona.

      Un saludo

      Eliminar