miércoles, 1 de abril de 2015

EL MISTERIO DEL LORO. Una parábola municipal, de Ramón Hernández de Ávila









Trotaba hoy por mi ciudad, y mis patas me han llevado casi sin darme cuenta hasta una plaza en la cual, algunas tardes a la semana y los domingos por la mañana, se representan cuentos infantiles con títeres y marionetas; recuerdo que de pequeño me pasaba horas entres los arbustos del parque, escuchando y observando con atención a esos simpares muñecos que parecían hablar solos y sobre todo, parecían tener vida propia.
 Poco han cambiado las cosas desde entonces en este mundo de polichinelas, pues los cuentos de ayer siguen siendo prácticamente los mismos de hoy, con la diferencia que en lugar de ser Caperucita quien va a casa de la abuelita, es esta quien va a visitarla porque la nieta no levanta la mirada de la consola  y casi es devorada por un lobo guerrero que salía de la pantalla del videojuego; pero las historias a contar y la moraleja final, no han sufrido a penas variación en siglos de historias y cuentos, siempre ha habido enseñanzas que impartir y mensajes que transmitir.

¿Qué mejor manera de enseñarnos una lección que hacerlo sin que parezca que nos están aleccionando? Un cuento,sin lugar a dudas. Y nada mejor que contarnos las cosas a través de divertidos, bonachones, tontorrones  y por supuesto, ladinos animales; personajes que simbolicen grandezas o defectos humanos, sin que nadie se sienta ofendido y por ende, aludido. Si, a todos nos encantan las fábulas.
 Y a mí, a pesar de ser Gato, no iban a gustarme menos. Gatos que representan la astucia, la sagacidad, el misterio, la sabiduría. Zorros espabilados y bellacos que con gran picardía engañan o lo intentan, al honesto perro, al ambicioso cuervo, al pedante Gallo, a la bobalicona gallina, al avaro topo. Cabritillos que salen airosos de fauces de temibles lobos, liebres que escapan veloces de sus perseguidores pero que sus Egos las hacen caer en ridículo ante lentas pero sabias tortugas. Ratas, ratas maliciosas que roban, que engañan, que mienten, que se ríen de los incautos que caen como corderitos en sus trampas y tejemanejes ¿No es cierto, que poco o nada ha cambiado el cuento? Nada ha cambiado este y algo si han cambiado los cuentistas, cada hay más y todos quieren para sí el papel de Zorro con final de León, Rey de la Selva, aunque esta sea de asfalto, cemento, hormigón y se llame Paraíso fiscal. Demasiados Reyezuelos para tan pocos Reinos.

¡Ay qué sería de los humanos sin nosotros, los animales! pues bien conocido es el dicho que reza así: que suerte tener animales o niños a los que echar las culpas. Y a los que poner en sus bocas sin lenguaje, palabras humanas.
Pero sigamos con esta representación de títeres y marionetas, que todo aquel que quiere mucho decir, es porque tiene mucho más que callar…como una zorra. O como cierto loro…


EL MISTERIO DEL LORO de Ramón Hernández de Ávila


Cuando le eché el ojo por primera vez a la novela de Ramón Hernández, fue porque me atrajeron a partes iguales tanto su título como su portada. El Misterio del loro. Un perro blanco frente a un loro negro, y un fondo verde chillón que sin duda se escapó del plumaje del loro y dejó a este sin plumas y sin color no pensarán que iba a meter la pata poniendo lo de cacareando, pues si bien queda chistoso, no viene al caso, al menos en lo que a la portada se refiere, pues una vez en las entrañas de la novela, cacarear, cacarea hasta el más pintado, aunque ni plumas ni pico tenga. Eso podría haber sido todo y haber elegido el libro por su portada, sin más. Pero hubo algo que terminó de convencerme. Al nombre de la novela, le seguía un apellido la mar de misterioso: Una parábola municipal. Y es que hasta ese momento nunca me había encontrado con nada igual ¿Parábola? ¿Municipal? era como si un nombre fuera la antítesis del otro ¿Qué me puede enseñar a mí, algo referente a un municipio? matizo ¿Qué me puede enseñar sin aburrirme como una ostra? pues el segundo apellido del libro. Novela picaresca actual.

Ya estaba claro, ese libro estaba gritando mi nombre, y por mis apellidos, Curiosidad y Picardía, que se vino conmigo a casa,  pues ya no podía dejar de pensar en lo que esos dos, Loro y Perro, tendrían que contarme. Y tal y como yo imaginé, entres sus páginas encontré todo un despliegue de personajes, racionales unos e irracionales otros, y es que  tras sumergirme en su lectura, la línea que separa a unos de otros es tan fina que cuesta asegurar sin miedo a equivocarse, quien es quien.
 Leer El Misterio del loro es como volver a esos teatros de marionetas, o esos cuentos en los que astutos zorros quieren hacer creer a las gallinas de un corral que en breve el cielo caerá sobre sus cabezas y que por su propio bien deberán correr tanto y tan lejos como puedan, pues bien sabido es que a río revuelto, ganancia de pescadores, o alimento gratis para raposas; a ver si me explico como debiera.
 Es cómo esos cuentos en los que todos los pecados humanos y unas pocas virtudes son puestas ante nuestras narices para recordarnos lo que ya sabemos, pero que por el hastío y la ceguera que da la rutina y el pan de cada día, se nos suele olvidar con facilidad que no solo existen, si no que nos  pican las pantorrillas como pulgas o chinches hambrientas, que si bien no nos hacen sangrar y gritar de dolor, no nos dejan parar con tanto rascar y rascar ¡Siempre tiene que venir alguien a  joder la marrana! −con perdón de la cochina que aparte de fama de poco aseada, tiene más virtudes y aprovechamientos que cualquier virtuoso o Excelentísimo Señor, al que tarde o temprano acabaremos tildando de Cerdo. 
 No. No ha cambiado nada el cuento, ese de nunca acabar, pues de ello se encargan los avispados cuentistas que con cada generación, más espabilados y con menos vergüenza nacen; esos que igual les da vender un traje nuevo al emperador, aunque le dejen en cueros, si con ellos sacan beneficio y consiguen hacernos creer que en verdad se trata de un traje, solo que fino y ligero. Cuentos que antes nos contaban los hermanos Grimm , y ahora lo hacen telediarios y periódicos, aunque con una gran diferencia entre aquellos cuentos y estos. Antes eran para prevenirnos si mal actuábamos, y ahora es para restregarnos que mal, ya hemos actuado, o mejor dicho, que una vez más, mal hemos votado. Pero ni antes aprendíamos de las moralejas, ni ahora de votar una y otra vez a aquellos,  cuya única Moraleja que conocen  es la de Alcobendas. De moral, ni hablamos.

Nos cuenta Ramón Hernández en esta novela, la picaresca de la alcaldía de  Chozas de la Sierra, un pequeño pueblo  serrano,  para sacar provecho de un suceso sin igual. La misteriosa muerte de un loro. Alcalde, concejales, oposición, empresarios, iglesia −los “poderes fácticos” como los denomina el maestro del pueblo, ya jubilado− todos, quieren sacar tajada del loro muerto y la atracción que dicho suceso ha despertado tanto dentro como fuera del pueblo. Un pueblo hasta entonces modesto, sencillo, sin grandes pretensiones, que ahora sin embargo, se ha convertido en centro de la atención mediática, y que ve en ello, la gran oportunidad de situarse en los “mapas sociales y políticos”, la manera más práctica y rápida de llenarse los bolsillos. Eso sí, excusándose en que todo es para el bien del pueblo. Todo para el pueblo, pero sin el pueblo, como debe ser si uno quiere enriquecerse. Adoradores de Becerros de Oro, ni más ni menos, pues si de dinero se trata,  hasta un loro, bien vale una misa.
Y en medio de todo, un Coronel “de los de antes”, dueño del famoso Loro y una joven veraneante dueña de un astuto perro. Tradición y modernidad. Mano dura y libertad absoluta. Pero ambos con algo en común, proteger y defender a los que quieren, aunque el fin no siempre  justifique los medios.
Costumbres enraizadas, mentes retrógradas, supercherías, creencias obsoletas, tradiciones antiquísimas, santos a los que rogar y fiestas en las que disfrutar. Un pueblo cualquiera de un lugar cualquiera de este país nuestro tan dado a vivir del cuento, fábula y por supuesto, parábola.”


Una novela sorprendente, actual y tan cargada de razón como de vergüenza, propia y ajena. Solo que no se escarmienta en cabeza vecina. Novela con moraleja y aunque parezca imposible de conseguir, sin moralina alguna. Mérito de Ramón Hernández de Ávila…y el Loro Quito.










EL MISTERIO DEL LORO
Ramón Hernández de Ávila


Editorial Círculo Rojo




ISBN: 978-84-9095-210-8


Una reseña de Yolanda T. Villar

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

4 comentarios:

  1. La verdad es que tengo muchas ganas de leerlo!! Es actualidad omnipresente: aunque pasen los años, aunque se traté de diferentes lugares, el argumento es de actualidad.
    Gracias por esta, como siempre, genial reseña

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    1. Hola Karo! La verdad es que cuando supe de su existencia, pudo más la curiosidad que otra cosa, y es que lo de Novela picaresca actual, me atrajo sin remedio.
      Ha superado mis expectativas, la novela es increíblemente buena, más de lo que pensé inicialmente.

      Un abrazo!!!

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  2. Gracias por vuestras opiniones y me alegro de haberos hecho pasar un rato agradable y a la vez crítico por todo lo que nos viene cayendo encima. Seguiré escribiendo novelas, aunque cada semana me podéis encontrar en mi columna de nuevatribuna.es donde hago comentarios y reportajes de todo tipo. Gracias por leer. Tendréis larga vida

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  3. Gracias por vuestras opiniones y me alegro de haberos hecho pasar un rato agradable y a la vez crítico por todo lo que nos viene cayendo encima. Seguiré escribiendo novelas, aunque cada semana me podéis encontrar en mi columna de nuevatribuna.es donde hago comentarios y reportajes de todo tipo. Gracias por leer. Tendréis larga vida

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