jueves, 19 de febrero de 2015

ENTREVISTA CON... Eva María Medina







¿Te acuerdas de la vida, la otra vida
de pasos espantados, de los huesos
de aquel ciprés creciendo con nosotros?
¡Cuán niños en la niebla de otros reinos!
Volver a aquella edad, reír a costa
de nuestro susto en tantos cementerios.
Hallar morada en boca de aquel lobo,
que aquella nana de imposibles cuentos,
para dormir, a veces, nos contaba.
Las flores de los vivos y los muertos
en mis costillas crecen. Al rugir
el árbol del adiós, con sus pañuelos,
el último paseo me propongo.
Yo sudo. Llena estoy de rojo duelo.
La luz del pueblo apaga los crepúsculos
y por sus puertas entra el universo.

(La Otra Vida, de Delfina Acosta)



GATO TROTERO;  Bienvenida al Gato Trotero Eva María, ya tenía ganas de sentarme tranquilamente a hablar con usted, y es que desde que he leído su novela me apetecía mucho un rato a solas las dos, tengo mil preguntas rondando por mi cabeza; pero antes quiero darle la enhorabuena por esta su Ópera Prima, es realmente impresionante. Con impresionante me refiero a muchas cosas, pero si le parece para comenzar por el principio debo preguntarle por el tema de la misma. La Esquizofrenia. No es un tema habitual, y pocas veces es llevado con maestría pues son muchos los estereotipos en los que se cae al tratar esta enfermedad, y los personajes de muchas novelas acaban convertidos en bufones. Y no es justo, sobre todo para aquellos que padecen este trastorno. ¿Por qué este tema para su primera novela, no le pareció en algún momento que era demasiado arriesgado darse a conocer tratando este asunto?

EVA MEDINA:Es un placer contestar a tus preguntas, Yolanda, agradezco el entusiasmo con el que has leído mi libro. ¿Por qué la locura como tema para mi primera novela? No recuerdo dónde leí que los temas, las historias eligen al autor, y no al contrario. En la escritura el inconsciente juega un papel relevante, llevándonos por caminos que nunca pensaríamos que transitaríamos. A mí este tema siempre me había interesado, muchos de mis relatos —como «Tan frágil como una hormiga seca» y «Ser el otro»— comparten esta misma obsesión. A medida que fui adentrándome en el proyecto, advertí que a la dificultad de aprender a escribir una novela se añadía la complejidad de narrar desde una mente perturbada en primera persona e intentar hacerlo verosímil. Sí, me di cuenta de la «locura» que estaba haciendo, pero mi carácter obsesivo y luchador no me permitió desistir.


 Permítame que siga con las acepciones de la palabra Impresionante cuando hablo de su novela. Impresiona y mucho una Licenciada en Filología Inglesa, que demuestra tener unos conocimientos tan exhaustivos sobre la Esquizofrenia ¿Años de estudio, curiosidad, tal vez una profesión frustrada? Espero que no, o al menos la pueda compaginar con la escritura, pues ahora que la hemos descubierto no la vamos a dejar marchar así como así, pero ¿Qué la llevó a dar el salto y estrenarse como novelista tratando un tema tan peliagudo y complicado?

      Quizá las tres cosas, curiosidad, años de estudio, y tal vez, una profesión frustrada, quién sabe. El salto me lo llevó a dar mi propio interés por el tema. La locura siempre me ha interesado, preocupándome esa línea tan fina que existe entre cordura y locura, lo fácil que es traspasarla y verse al otro lado. Me inquieta el sufrimiento de los enfermos mentales, el rechazo social, lo difícil que es la convivencia con ellos, el ostracismo al que la propia enfermedad y la sociedad los retrae, la frustración del que quiere ayudar y no sabe cómo… Quería ponerme en la piel de un esquizofrénico, hacerme las preguntas desde dentro del personaje, y contestarlas, o intentar hacerlo, dejando puertas abiertas para que el lector libremente las cruzase.


 E impresionante es la manera en la que ha tratado el tema, sobre todo al hacerlo palpable en la figura del protagonista de Relojes Muertos, Gonzalo Márquez; primero por elegir a un hombre como personaje principal, el lector casi siempre tiene la idea de que una escritora se mueve mejor entre personajes femeninos y un escritor entre masculinos, por regla general. Pero luego hay casos como este suyo, una mujer con un dominio absoluto del personaje masculino que lleva el peso de la novela ¿Fue casual, surgió sin más o la elección de Gonzalo como protagonista fue premeditada? ¿Qué fue antes, el personaje o la idea de la novela? Un autor me comentó hace poco que no puede escribir una historia si no tiene claro quién la va a protagonizar ¿Es su caso o por el contrario la historia es la que hace al personaje?

     No creo que haya nada casual en la escritura, elegí a un hombre como personaje principal porque me interesa investigar aquello que no soy. La escritura tiene mucho que ver con la interpretación, un oficio que siempre he admirado. Quizá esta profesión frustrada me llevó a la escritura como vehículo para meterme en la piel de distintos personajes. En Un cuarto propio Virginia Woolf considera que para que el arte de la creación pueda plasmarse con plenitud, la mente del escritor debe ser andrógina, y no puedo estar más de acuerdo con ella cuando escribe:
«Quizá Coleridge se refería a esto cuando dijo que las grandes mentes son andróginas. Cuando se efectúa esta fusión es cuando la mente queda fertilizada por completo y utiliza todas sus facultades. Quizás una mente puramente masculina no pueda crear, pensé, ni tampoco una mente puramente femenina. Pero convenía averiguar qué entendía uno por “hombre con algo de mujer” y por “mujer con algo de hombre” hojeando un par de libros. (...) Coleridge quiso decir quizá que la mente andrógina es sonora y porosa; que transmite la emoción sin obstáculos; que es creadora por naturaleza, incandescente e indivisa».
Respecto a tu última pregunta, ¿es la historia la que hace al personaje, o el personaje a la historia?, considero que son los personajes los que hacen la historia, los que dirigen la trama creando una atmósfera concreta, y el lector, cuando se identifica con ellos, vive esa ficción que el escritor ha creado.


  Su novela no deja indiferente al lector. Imposible. Como lectora he pasado por diferentes estados al leerla, y eso me parece un punto a su favor, pues una historia plana que no es capaz de despertar en quien la lee ningún o casi ningún estado emocional, está avocada a un estrepitoso fracaso, que en el caso de una novela es cerrarla y dejarla sin acabar. Con Relojes muertos eso es impensable, le cuento lo que me ha pasado con ella. Empecé algo escéptica, no sabía muy bien a qué atenerme tras leer el maravilloso prólogo de Juan Manuel de Prada. Y entonces no puedo dejar de preguntarle a usted Eva María ¿Fue usted la primera sorprendida por la visión del gran Prada de su novela, lo esperaba tal vez?

      Cuando Noemí Trujillo, editora de Playa de Ákaba, me comunicó que me publicarían la novela, le pedí a Juan Manuel de Prada —quien ya la había leído y le había gustado mucho, comentándome que la inmersión que hacía en los laberintos de la locura era en verdad prodigiosa, y que había creado un personaje memorable de verdad— que me
escribiese el prólogo. No solo aceptó sino que además me escribió un magnífico prólogo (poético, profundo, inteligente) mostrando gran entusiasmo y cariño, haciendo una disección de los personajes más relevantes, de la atmósfera de la novela y su significado ulterior.
La verdad es que me sorprendió mucho —si me lo hubieran contado años atrás no lo hubiese creído— que un gran escritor como Juan Manuel de Prada escribiese ese prólogo tan generoso a mi primera novela. Me siento muy afortunada.


 Tras el escepticismo llegó la curiosidad pura y dura. Los primeros capítulos eran un cúmulo de preguntas, de dudas, de confusión incluso ¿En qué plano me estoy moviendo, quiero decir, se mueve Gonzalo? Y creo que ese fue el detonante para ya no poder dejar de leer. La empatía con el personaje, sentir lo que sentía, comprenderle cada vez mejor, o al menos intentarlo, querer ponerse en su pellejo…Esto es maestría en la escritura, conseguir que el lector se vea atrapado por la historia y forme parte de ella ¿Cómo se consigue, Eva María, meterse en la piel de un personaje tan complejo y lograr que parezca una persona normal y corriente? ¿El lenguaje, la sencillez y normalidad con la que se trata el tema, el dejarse llevar? ¿Cómo logró esa simbiosis?

     Cuando le preguntaron a William Faulkner cómo se llegaba a ser un buen novelista afirmó: «99% de talento, 99% disciplina, 99% trabajo. Nunca debe estar satisfecho con lo que hace. No preocuparse en ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Debe tratar de ser mejor que usted mismo». Yo no podría expresarlo mejor.


 Y llegamos al Vértigo total. Una auténtica locura. Dejar de leer imposible, sentirse incluso mareada con la sucesión vertiginosa de los hechos, no querer saber el final aún pero necesitara saber como acaba todo ¿El volvernos a todos un poco locos formaba parte de la historia, o acaso se trataba de una estrategia de marketing? (risas) Que bien llevada en todo momento la historia Eva María, de principio a fin, que bien llevada.

     El escritor tiene que intentar que el lector recorra la novela identificándose con los personajes. En Relojes muertos el narrador es Gonzalo, un esquizofrénico que nos cuenta su historia en primera persona, por lo que ese vértigo es inevitable.

En un mundo como este en el que nos ha tocado vivir ¿Hemos de estar un poco locos para poder sobrellevar los envites de esta azarosa vida nuestra? ¿Somos capaces, en pleno siglo XXI de dejar de lado los prejuicios sobre los trastornos emocionales, psicológicos, o siguen dándonos tanto miedo como hace siglos?

     Quizá la línea que separa cordura y locura no esté tan bien delimitada, y haya ciertas filtraciones. Aunque considero que la sociedad es consciente de su realidad, veo difícil que se resuelvan las situaciones marginales y de exclusión social, ya que parten del propio individuo; muchas veces por egoísmo, y otras por miedo a lo que desconocemos, por no saber cómo ayudar.
El psiquiatra y ensayista Fernando Colina nos explica en su libro Sobre la locura:
«La locura amedrenta, provoca temor. Esto es un hecho incuestionable. Probablemente suceda porque encarna lo otro, lo diferente. También porque los psicóticos representan lo imprevisible y desconocido. Nos acercamos a hablarles sin saber bien cómo son por dentro ni qué lógica gobierna su comportamiento o guía sus decisiones. (…) Los locos se convierten fácilmente en un peligro porque nos confrontan con las raíces de nuestra debilidad. Nos recuerdan el desamparo que acompaña a la infancia, el desvalimiento absoluto en que nacemos y el peligro que encarna el otro en todas las circunstancias. La asunción de la soledad y del enemigo se hace más viva que nunca cuando escuchamos a un psicótico.»


 Relojes muertos. Un tiempo parado que no puede conducir a futuro alguno…¿Qué nos asusta más, en su caso Eva María, que da más vértigo, el pasado o el futuro? ¿Dónde queda el presente entonces?

     A mí me asusta más el porvenir, porque el pasado —si no ha sido tan desgarrador que te deje anclado en ese tiempo— puedes, en la medida de lo posible, lidiar con él. El futuro genera mucha ansiedad, lo mejor es vivir el presente, porque además es lo único que tenemos, pero cuesta tanto y es tan efímero…

 Antes de sorprendernos con esta novela, ya lo hizo anteriormente con varios libros de relatos, ya siendo autora única o coautora ¿Es una escuela en si para una novelista, el forjarse anteriormente en cuentos?

     Yo creo que depende de cada autor, hay escritores que solo escriben relatos, otros empiezan escribiendo cuentos y luego novelas. Quizá sea más fácil comenzar a escribir relatos por ser un género más breve, e ir adquiriendo un dominio mayor del material narrativo (el ritmo, la construcción de escenas, caracterización de personajes, la atmósfera, el tono…), pero sin olvidar las diferencias entre estos dos géneros literarios. Mientras que el cuento actúa por condensación, la novela procede por acumulación. El rasgo principal del relato es la intensidad. La novela acepta digresiones y estas pueden ser su sustancia. Una novela admite la creación de atmósferas muy diversas, no así el cuento que debe tener su propia atmósfera.


 También ha obtenido diferentes premios literarios. Hay quien piensa que hoy en día estos ya no son lo que eran, quien dice incluso que sirven de poco o muy poco —yo particularmente creo y confío en ellos, pese a quien pese— que hay mucha paja entre el grano o sencillamente, que se los reparten entre unos cuantos. ¿Qué opinión tiene usted al respecto? ¿Cambiaría algo, de poder hacerlo?

     No confío mucho en los premios literarios, en la mayoría de los casos estos están pactados de antemano, con muy pocas excepciones. Y si hablamos de los premios más prestigiosos, las posibilidades de ganarlos son mínimas. Claro que cambiaría esto, si pudiera, pero soy bastante escéptica al respecto.

 Cuando imaginaba con ser escritora, si es que lo imaginó alguna vez, ¿esperaba que sería así? ¿La lucha ha sido demasiado dura hasta conseguirlo? ¿Qué es lo que más le ha gustado de llegar hasta aquí y qué no le ha gustado tanto?

      Nunca me imaginé que sería escritora, todavía no sé si realmente lo soy, porque considero que el oficio de escritor —como cualquier otro oficio— es algo muy serio que requiere mucho trabajo, mucha experiencia. El escritor se va curtiendo con cada escrito, con cada proyecto, y yo acabo de empezar. La lucha fue y será dura, porque esta es una carrera de fondo en la que, si quieres triunfar —y no me refiero al reconocimiento externo sino al interno—, tienes que dar lo mejor de ti mismo, relegar muchas cosas para dedicarte con intensidad a este oficio.
Lo que más me ha gustado es el descubrimiento que haces cuando escribes —tus miedos, tus anhelos más íntimos, esa imaginación que pensabas que no tenías, la creatividad…—, el enriquecimiento que este oficio te da, y esa apertura de parcelas de tu yo que, si no escribieras, estarían cerradas.
Lo que menos me gusta es todo aquello que te aleja del acto de escribir.

 Ya solo me queda decirle que ha sido un placer inmenso descubrirla, conocerla y disfrutarla. Sé que ya está su segunda novela casi ultimada, Asesinos de Palomas, sin desvelar nada ni tentar a la suerte, que no está el mercado literario como para jugársela ¿Qué nos puede contar al respecto?

     Que disfruté muchísimo al escribirla, es una novela corta donde la trama fluía a medida que la iba escribiendo, y espero que, cuando se publique, los lectores también disfruten con ella.



Que los éxitos le sigan acompañando Eva María, y que nosotros lo veamos y leamos. Y quien sabe, tal vez una próxima novela vaya sobre una escritora pelirroja, algo inestable emocionalmente y que tiene en su gato su alter ego…¿Se imagina la trama? (risas)

Gracias, muchas gracias y hasta pronto. 











Una entrevista de Yolanda T. Villar

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