miércoles, 14 de enero de 2015

LLOVÍA CUANDO SALIMOS DEL AMANDA BAR...Antología





Siempre que pienso en un momento importante de mi vida, ya sea por ser uno de los mejores que he vivido, como uno de los peores, mi mente hace llegar hasta mi un rincón junto a una cristalera, según se pasa por la puerta a mano izquierda. Es un rincón tranquilo para hablar a pesar de que el lugar siempre está lleno de gente, un rincón con un sofá rinconera y un sillón de piel al estilo inglés y la mesa, cuadrada y robusta, ha aguantado durante años el peso de vasos, botellas y jarras sin emitir queja alguna; incluso, en alguna ocasión ha tenido que soportar  un cuerpo entero que tras varias copas de más, ya no distingue asiento de mesa.
Ese lugar es un bar. Pero no es un bar cualquiera, para mí y mis amigos es un segundo hogar. Nos sentamos en esos sillones por primera vez siendo adolescentes, allí derramamos lágrimas por ese chico que nos gustaba y no nos hacía caso, por lo que nos perdimos el sábado por tener que volver a casa antes que los demás;  reímos cuando se cayó Felisa, la de mates, justo cuando acababa de llamarnos cabareteras por llevar minifalda ¡Esa faja  suya dio mucho que hablar! Allí compartimos el final de carrera, vimos las fotos del viaje a Estambul, hasta me pidieron matrimonio ¡Y allí nos enteramos de que iba a ser mamá la primera de todas nosotras! allí lloré por una vida que se me escapaba de las manos, y hace tan solo unos días, reímos y celebramos que la vida sigue y da segundas  y terceras oportunidades.

 Bares, que lugares…

Tras sus cristales hemos visto pasar el tiempo, nos hemos visto pasar a nosotros mismos y a algunos, hasta se quedaron en el camino; hemos visto como el calor hacía caminar lento a los transeúntes y como el frío, les hacía acelerar el paso, incluso, hemos visto correr a la gente bajo la lluvia, y a unos pocos, regocijarse por ser mojados por ella. Momentos irrepetibles que siempre quedarán en nuestra memoria. Un gato blanquinegro me mira desde la calle, empieza a gotear, pronto lloverá con fuerza, pero parece que no tiene prisa en marcharse; me mira y parece que adivine lo que pienso, que comprende lo que siento.

Bares, tan gratos para conversar…y arrecia la lluvia…


Llovía cuando salimos del  Amanda Bar…


Hoy, navegando por internet, he ido a parar a un blog el cual me habían recomendado encarecidamente por su fama entre los internautas; era un blog de reseñas literarias y cinematográficas, artículos  cargados de maravillosas imágenes y párrafos enteros, por no decir, capítulos,  de los libros reseñados y que parecían gustar mucho a los lectores del blog ¡Vaya, si casi se puede leer la obra entera! he pensado, y si fuera el autor, no sé si me hubiera hecho mucho gracia. Lo que no se puede negar es el gancho que el blog ofrece a los seguidores ¡Libros gratis! y conforme está el panorama social-económico-literario, una nunca sabe a qué atenerse ni a qué sector beneficia más este acto. En fin, el caso es que un comentario ha llamado mi atención, rechazaban un libro por ser una Antología, aunque sin contar con el permiso de quien lo envió, sí lo sorteaban entre los lectores. ¿Por qué no se reseñan antologías? ¿Es como quien no quiere reseñar poesía, literatura infantil, ensayos? ¿Por qué no se obtienen tantos beneficios o porque no habrá tantos lectores potenciales?

No me lo he pensado dos veces. Yo tengo varias antologías fabulosas, sin ir más lejos he participado en varias de las que me siento muy orgullosa. Y sin demorarme más, he ido a mi estantería, he cogido una estupenda antología que me regaló una grandísima amiga y me he puesto manos a la obra ¿Porqué no han de saber los demás lo mucho que me ha gustado leerla y los magníficos autores que intervienen en ella? algunos los conocía, otros he tenido la gran suerte de conocerlos a través de este libro ¡Que el resto disfrute tanto como lo he hecho yo!
Cuando una Antología surge tras una convocatoria literaria, son muchos los llamados y pocos, por desgracia, los elegidos, razón de más para apreciar el gran esfuerzo que ha supuesto para organizadores y escritores realizar algo así, y para muestra un botón, o veinte. Doscientos relatos participantes, veinte los elegidos ¿No es este ya de por si un motivo suficiente para incitarnos a leerlos? cuando una convocatoria tiene tantos novios, formar parte de las damas de honor o de los padrinos, es todo un honor. Y no me cabe la menor duda de que así se deben sentir los escritores que conforman esta original antología, Llovía cuando salimos del Amanda Bar…


Santiago Abad Heras nos emociona y estremece con su historia Los Gemelos, como la vida te pone en tal encrucijada que el camino más corto es el más difícil. Maravilloso relato.

Bernardo Aguado Muel nos cuenta con mucho humor, todo lo malo que un  aguacero y una boda pueden sacar de las personas.  El Porche, un relato sorprendente.

Mateo Alonso Ferrera en Bendita, rememora un pasado que de tan reciente que parece, siente poder tocar con los dedos, pero ya no existe, ya solo queda la esperanza de que algún día, tal vez, un beso llegará a su destino.

Miguel  Bartolomé Núñez se deja atrapar por la frustración de una relación que de tan deseada, parece tan solo destinada  al desastre, y solo hay una salida, solo una. Y llueve al salir del Amanda bar…

José Carrasco Llácer incluso colorea la venganza. Son muchas las razones por las cuales dos personas se convierten en amantes, muchas y no siempre es la misma la que les une ¿Y qué importancia tiene eso, si se puede dar rienda suelta a la pasión? La pasión adúltera tiene unas reglas, los jugadores  se atienen a ellas, el juego es limpio... El color azúl de la venganza, juega con las cartas descubiertas.

Ana María Coelho da una vuelta de tuerca más a la infidelidad y sus consecuencias. Tanto que ocultar, tanto que temer, quien juega fuerte se arriesga a perderlo todo. Un muerto, la policía, un motivo, unos presuntos culpables y un hombre que sabía demasiado. Todo en el  Amanda bar.

Bárbara Fernández Esteban nos mantiene con el corazón en un puño durante todo el relato, trepidante, lleno de acción, rápido, veloz, casi sin respirar. Dos Telma y Louise motorizadas, un cazador cazado, y un karma por el que vale la pena pagar las deudas. El ruido de la lluvia sobre el tejado nos dispara el corazón como un revolver y trae a nuestra mente un corto cinematográfico, relato visual y cargado de acción.

Raúl Garcés Redondo. The End relata brevemente el final de un encuentro amoroso, el doloroso adiós, el inevitable fin, cual película en blanco y negro, bajo la lluvia los amantes se separan y aparece en blanco el The End. Lo bueno si breve…

Fernando García Maroto, Cuando ya poco o nada queda por decir, cuando lo que se es no es más que el resultado de agotar lo que fuimos, cuando ya no quedan ni cenizas que avivar. Un adiós inevitable y una pena mojada bajo la lluvia a la puerta del Amanda Bar. Aquello que fuimos, es lo único que queda de nosotros.

Consuelo Giménez Pardo y Llovía desamor, nos muestra un callejón oscuro, dos gatos callejeros, humo de cigarro y una lluvia que todo lo moja serena y sin clemencia. Nada es como parecía, nada parece como fue, olor a tabaco en la boca y una música lejana en lugar de latidos del corazón.  Un relato tan breve como intenso. Magnífico.

Bajo la lluvia de Jordi Julià Manresa nos hace sentir en nuestras propias carnes el frío y la humedad de un adiós definitivo, el dolor de quien sabe que ya no hay nada más tras aquella despedida, que tan solo quedará la sensación de dos cuerpos que fueron el uno del otro un día y que ahora, tan solo queda de ellos el hueco en el alma. Un relato que te hace sentir cada palabra, cada sensación.

Jose A. Lozano Tejedor.  Cuando la juventud está por encima de luchas y guerras que consideran antiguas y desfasadas, cuando el dolor de los mayores da paso a la alegría del joven, cuando las penurias pasadas no son más que letanías de viejos y cuando queda tanto por vivir sin tener que cargar con las vidas de otros. Soneto, ni poesía ni canción, solo lamentos pasados y risas presentes. La vida es así. La vida siempre será así.

Listos en la jungla de José María Morales Berbegal o la ley de la selva de asfalto. No hay más opción que ser víctima o verdugo, y quien dispara primero lleva las de ganar. Los libros te dan la vida y en ocasiones, te la quitan. Al igual que en el rol a elegir en la vida, el momento de entrar en una librería y el porqué, marcarán tu destino.

Blanca Oteiza de Corujo. Poco o nada queda cuando ni tu hogar es ya tu hogar, cuando falta lo más importante, cuando la vida ya no fluye por él, cuando estarías en cualquier otro lugar, cuando volver a casa ya no representa un refugio, si no una tumba fría y solitaria. Resaca de Recuerdos, tanto de uno como de lo otro y tan poco de alegría.

Ana Mª Pinar Vélix  nos sorprende con una deliciosa historia cargada de recuerdos de infancia, de libros de aventuras, de lecturas antes de dormir, de luces ciegas y de luces cegadoras, de amores que no mueren jamás porque su pureza y su fuerza traspasan tiempos y lugares. Y un olor a talco y a rosas recuerda que nadie se va del todo ni para siempre.  Iluminaciones, un relato realmente precioso.

Nueva Vida de Asier Rey Salas. Dicen que hay que renovarse o morir, y eso debió pensar el protagonista de esta historia, a pesar de que para empezar una nueva vida debe vender la anterior, pues nada es gratis y todo cuesta dinero, al fin y al cabo el fin debe justificar los medios…pero el peso de la conciencia y del deber, a pesar de intentar silenciarlos gritan y gritan como un rebaño de ovejas balando asustadas. Pero ya no hay marcha atrás. Conmovedor sin duda, triste relato por lo afín a tantas y tantas historias semejantes, pero el progreso manda.

Corazones en la tormenta de Ricardo Roig Cervera. El autor nos adentra en una noche lluviosa de finales de verano, cuando este comienza a agonizar y el otoño clama por ocupar su lugar; una época en la que los corazones jóvenes han vivido intensamente un verano sin igual y ya llega el momento de recuperar tranquilidad y hacer promesas de amor eterno hasta el verano que viene. Pero hay corazones  para los que el mañana es hoy y ya no hay tiempo de promesas ni de próximos veranos, solo existe el aquí y el ahora y la eternidad empieza ya, en los ojos y el pecho de la persona amada. Aunque sea bajo una tormenta de final de verano.

La conciencia en el parquet.  Juan Carlos Somoza García, se atreve a desafiar al mismísimo Poe y nos trae lo que podíamos definir como una renovación del “corazón delator”, solo que en esta ocasión no es un corazón enterrado bajo el suelo el que clama justicia, es la conciencia del protagonista que grita desde el parqué de la bolsa de valores. Y es que hoy en día, los asesinatos decimonónicos han sido sustituidos por los delitos financieros, la corrupción y la evasión de capital. Un relato actual, cargado de fuerza y por una vez, con cargos de conciencia en el delincuente.

Esperanza Tirado Jiménez. Distancias nos habla del loco amor de juventud que todos vivimos, esa locura que nos hace creer que somos eternos, que nuestro amor es inmortal que nada ni nadie podrá arrebatarnos ese sentimiento…nadie salvo nosotros mismos, las circunstancias, la vida en sí. Diez años después, tal vez por el Destino, tal vez porque ese amor si era tan inmortal como creímos, la vida nos da otra oportunidad ¿Seremos capaces de aprovecharla?

Lluvia continua de Mario Torres Ferrández. No sabemos por qué fuerzas extrañas, hados del destino o el Sino mismo, la vida se empeña a veces en poner en nuestro camino a personas que sin quererlo, podrían llegar a ser importantes en nuestra vida; sin embargo nos afanamos tanto en gustar a los demás que omitimos detalles que consideramos fuera de lugar o nada importantes sin darnos cuenta de que tal vez, esos detalles, serían los que cambiasen nuestras vidas. Conversaciones sinceras que obvian los pequeños detalles. Y la vida continua, la noche acaba y la lluvia no cesa.


Veinte relatos que hablan de un Bar, de la lluvia, de sentimientos, de sueños, de pesadillas, de venganzas, de infidelidades, de rencores, de temores, de justicia y sobre todo, de las historias que se esconden tras cada persona con la que nos cruzamos en la calle o con las que coincidimos en un bar, si, el Amanda ¿Quién no tiene un Amanda en su vida, en su pasado, en su presente, quien no encontrará en un futuro el suyo en una esquina de su ciudad? Deliciosas historias escritas con corazón. Y mojadas por la lluvia.
¿Hay algo mejor que una historia? si. Veinte.



LLOVÍA CUANDO SALIMOS DEL AMANDA BAR…
Palabras Contadas, cuaderno 3

Editorial La Fragua del Trovador

Directora de la colección, Pilar Aguarón Ezpeleta


Una reseña de Yolanda T. Villar

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

2 comentarios:

  1. Reseñar antologias es algo a lo que muchos no se atreven. No es facil hacerlo. Tu eres valiente y sabes hacer estas cosas con gran elegancía. Para mi también es un honor estar en varias antologías, en esta además un placer. Y nó, no es nada facíl ni para quien las convoca ni para los que participamos. Yo no es que participe en muchos concursos, pero me gusta hacerlo cuando puedo. Lo veo como una manera de presentarte a un examen. Ningún examen es facil, ni para quien juzga ni para quien es juzgado. Llegar a formar parte de una antología como he dicho antes es un honor y quien diga lo contrarío es proque no ha podido conseguirlo.

    Te agardezco lo que dices de mi relato. Me alegra tu visión , creo que muy acertada y he sonreido mientras leía porque no veas como se ha puesto mi ego. Cacchis!...yo no habia pensado en que podía ser un buen corto , mira a ver si el gato encuentra a quien lo haga jajajajjajajajajajaja.
    Gracias, muchas gracias. Sin duda alguna el gato tiene buen olfato dscubriendo cosas y Yolanda una forma prefecta y genial de contarlas.

    Un abrazo, bueno más..uno para cada uno del equipo...con todo mi cariño.

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    1. MI querida Barbarellla,
      Cuando una es una lectora empedernida, una auténtica lletraferida, cualquier lectura es digna de de ser leída y mucho más, compartida. Es algo que he escuchado mil veces, una antología no es reseñable, no atrae público, no da comentarios, no da publicidad...y los blogs se niegan a reseñarlas; no es por haber participado en una docena de ellas, pero me parecen una oportunidad fabulosa de conocer autores nuevos, estilos distintos y sobre todo, de darse a conocer uno mismo.

      Ya me conoces, las injusticias me encienden la vena reivindicativa, jaja. Y cuando en una antología hay buenos amigos, razón de más.

      Un abrazo si, pero tras mil más.
      MI cariño es tuyo, mi admiración máxima.

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