jueves, 30 de octubre de 2014

ESPAÑA EN VERSO de Leandro Arenas Domínguez








No sé qué haría si llegase un día en que no pudiera trotar por esta tierra mía. No me he considerado nunca un gato apegado a una bandera, o unos ideales políticos, no soy de defender a capa y espada viejas tradiciones obsoletas arraigadas en el inconsciente colectivo, no. Siempre he sido un espíritu libre aunque en demasiadas ocasiones me haya sentido limitado por  barreras ajenas, que en un intento de preservar lo que consideran suyo,  ejercen ciertas libertades que han terminado siendo cadenas para el resto; yo no soy de ningún lugar concreto porque mi alma está repartida tantas veces, como vidas tiene un gato, y en esas cuestiones, se de lo que hablo.

Amo las ciudades de mi tierra, tengo mi corazón entregado a sus pueblos, mi alma y mi mente es de sus campos, de sus bosques, de sus lagos y lagunas, de sus montañas y sus valles, de sus pequeñas piedras y sus  grandes rocas, de su cultura y su patrimonio, de su historia y su futuro, pero ante todo y más que nada, de sus gentes. No me importa qué lengua hablen, la mía suena y se entiende de igual manera  en todas partes, mis ojos los ven a todos iguales entre sí y al mismo tiempo, únicos en sí mismos y sé que todos ellos cuando me miran, ven a un Gato blanquinegro, nada más y nada menos, ya sean del norte o del sur, ya estén bañadas sus costas por el Mare Nostrum como lo estén por el Atlántico. Soy un Gato allá donde voy y así soy visto por todos los que me observan ¿Para qué hacer distinciones, si conmigo  no las hay?

Por eso me gusta tanto trotar por esta Tierra. Porque no me pertenece ni  un ápice de la misma y sin embargo, mis huellas están en ella tanto como ella, está en mí ¿Cómo no sufrir si un día no pudiera dejar estas huellas mías de nuevo en esta tierra nuestra?
Tal vez no sea tan difícil lograrlo, pues hay huellas que no se dejan en la arena, hay huellas que se dejan en el alma, y nada la reconforta más y la mantiene viva, como aquello que nunca muere: la palabra. Y si esta se hace verso,  vive siete veces sin morir jamás.

Y yo siempre he sido un Bardo Trotador…


“Nos lleva el poeta  a pasear por toda España, sin carros ni caballos, sin vehículos motorizados; lejos quedaron también los trenes de vapor y los modernos de alta velocidad, tan alta, que no parecen de este mundo,  y ni por asomo se ve un ruidoso avión en nuestro cielo. Hoy, el poeta nos lleva caminando de verso en verso, atravesando riachuelos sin mojarnos y cruzando montes sin sufrir un solo arañazo, hoy, el poeta es un bardo, un juglar, un trovador y hasta un titiritero, y verso a verso, provincia a provincia, nos enseña lo que no está en los libros, y lo que estando, no comprendemos porque no lo sentimos…
Leandro Arenas Domínguez, poeta de pueblo y campo, aquel que la Guerra Civil le arrancó los libros de las manos pero no pudo arrancarle las ganas de aprender, usa el verso como lienzo para pintar batallas de hace siglos y plasmar dioses que muertos hace tiempo, no dejan de revivir  con cada historia contada, con cada piedra añeja salvada.  No hay mejor manera de aprender, que aquella que parece que nada enseña, que solo entretiene, que muestra lo que ve pero no pregunta por qué se ve, solo nos insta a mirar y dejarnos llevar. Es este poemario un compendio de Historia y Geografía, y contado de tal manera, que nos entra por los ojos igual que por el alma, sin fuerza, sin causar estragos, sin imponerse ni reafirmarse, solo fluye, como fluye un río camino de la mar: naturalmente.
No puedo evitar recordar las coplillas de mi abuelo, ligeros poemillas que parecían simples canciones de niños en el patio de una escuela o el atrio de una iglesia antes de empezar la misa de domingo, y que sin embargo hablaban de la historia de mi tierra manchega, contaban hazañas de héroes vestidos de pana y que calzaban abarcas, coplillas de una República que se forjaba a golpe de desventuras de marqueses y condesas, de grandes señoronas y pequeños caciques…y que aprendidas desde bien niña, no he olvidado jamás, porqué nunca supe ni imaginé siquiera, que se me estaba enseñando una lección. 

Leandro Arenas, con su verso sencillo y su enseñanza vestida de poema, nos da una clase maestra de cómo ni la falta de medios,  ni la edad, pone barreras a la avidez y la curiosidad.
Un paseo por nuestra Geografía, en los versos de este requenense, cuyas medallas y méritos,  no están solo en su repisa o pared, si no en su corazón poeta y trotero. “



“Cuenca…
coqueta novia del Júcar
que te abraza y te acaricia,
que te arrulla y que te besa
sin que sea una sorpresa
vuestro mutuo cariño…
Trigales en Tarancón,
ajos en las Pedroñeras,
un pantano en Alarcón
 medio pantano en Contreras…
Para carbón Henarejos,
queso manchego en Motilla,
el Castillo de Belmonte
Y sal gema en Minglanilla…”

(fragmentos de Cuenca, de Leandro Arenas)




ESPAÑA VERSO A VERSO

Leandro Arenas Domínguez

Diseña e Imprime: nova bernia

ISBN: 978-84-937004-7-8

Todos los beneficios de este libro serán repartidos entre:

la Asociación de enfermos de Alzheimer de Requena y el Centro Ocupacional de Requena


Una reseña de Yolanda T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

jueves, 23 de octubre de 2014

ENTREVISTA CON...José Carrasco Llácer




“Que se engaña mucho al creer que un hombre de valor tome en cuenta los peligros de la vida o de la muerte. Lo único que debe mirar en todos sus procederes es ver si lo que hace es justo o injusto, si es acción de un hombre de bien o de un malvado.

Porque temer la muerte, atenienses, no es otra cosa que creerse sin serlo y creer conocer lo que no sabe. En efecto, nadie conoce la muerte sin saber si es el mayor de los bienes para  el hombre. Sin embargo, se la teme, como si supiese con certeza que es el mayor de todos lo males. ¡Ah! ¿No es una ignorancia vergonzante creer conocer una cosa que no se conoce?

Como no te avergüenzas de no haber pensado más que en amontonar riquezas, en adquirir créditos y honores, en despreciar los tesoros de la verdad y de la sabiduría y de no trabajar para hacer tu alma tan buena como pueda serlo?

Antes que el cuidado del cuerpo y de las riquezas, antes que cualquier otro cuidado, es el del alma y de su perfeccionamiento; porque no me canso de deciros que la virtud no viene de las riquezas vienen de la virtud y que es de aquí de donde nacen todos los demás bienes públicos y particulares.

Hoy no sé qué de sobrehumano en el hecho de haber abandonado yo durante tantos años mis propios negocios por consagrarme a los vuestros, dirigiéndome a cada uno de vosotros en particular, como un padre  a un hermano mayor puede hacerlo y exhortándolos sin cesar a que practiquéis la virtud.”

(Fragmento, Apología de Sócrates de Platón)



GATO TROTERO: No puedo empezar esta entrevista de otra manera, que dándole a usted la enhorabuena por esta novela,  José. Los motivos son muchos, pero me gustaría destacar ante todo su calidad, pues si fuera un jamón de bellota tendría cinco jotas, más una que me bailaría yo de alegría. Hágase una idea de lo mucho que me ha gustado esta su segunda novela, y no soy la única, que por aquí trotamos mucho y curioseamos más. Pero un trabajo bien hecho no se hace de la noche a la mañana ¿Cuál largo ha sido ese proceso, José, desde que surge la idea hasta que escribe: Me pareció Duque Elligton que tocaba Preludio a un beso? frase que me atrapó y tuve que anotar en mi agenda…

              

JOSÉ CARRASCO: Muchas gracias. No conozco escritor bueno o malo que sea insensible al elogio, y, personalmente, aunque diga que mi cupo de vanidad está cubierto, es incierto. Lo que sí es cierto es que su elogio de trotadores me satisface doblemente: por compartido y por la sinceridad que trae.
                El inicio del proceso creativo de esa novela viene de lejos. Por lo menos desde hace cuatro años a raíz del plagio de un relato, y, superado el momento en que se me quedó cara de tonto al constatarlo, la reacción fue contar una historia que hiciera referencia al tema. Luego se fue complicando hasta que la famosa melodía de Duke Elligton puso punto final. Con su eco en la noche, no todo estaba perdido. 



Su libro parece una novela negra cuando empiezas a leerla, pero según se avanza en la misma una se da cuenta de que le pasa como al negro y al azul marino cuando se ven por separado y hay poca luz, cuesta saber cual es cual, hasta que los juntas. Su novela está llena de claroscuros, sombras, tinieblas incluso, lluvia y brumas, pero catalogarla de novela negra es arriesgado e inexacto. La dejaré en gris marengo, por los momentos en los que sale el sol; no sé que le puede parecer a usted esta impresión mía, pero es que leerla ha sido como ver una de esas películas antiguas en blanco y negro, todo parece ser siempre gris en realidad ¿Usted la tiene catalogada de alguna manera, José? ¿Cree que es necesario definir un género para cada novela?

                Su impresión es generalizada. Mi veneración por la novela negra americana, incluso la británica, es tanta que no me atrevo a tocar el género. Diría que me pasa como a los vinos de la tierra: Que echas de menos el sello de denominación de origen, aun reconociendo que los hay excelentes a los que no les hace falta. Yo no me atrevo. Me parecería imitación. Prefiero dejar la novela sin género. Cuando alguien me pregunta por ello, respondo que es una novela de intriga y por ende necesita de sombras y  luces. Como el gris marengo y el azul marino que participan de lo oscuro. Creo que la novela en general puede ser muchas cosas que escapan al catálogo.

Los protagonistas de su novela son una pareja muy poco al uso; a pesar del tiempo que llevan juntos no han terminado de romper lazos con su vida anterior y tampoco se han arriesgado aún a dar un paso más en su relación. Él es un diplomático casi cuarentón y ella una conocida escritora y periodista ya entrada en la cuarentena. Una edad y unas profesiones que harían pensar que la vida ya está resuelta, que el camino que cada uno debemos recorrer en esta vida ya está claramente marcado, tras la confusa juventud llega la madurez plena y tranquila; pero que lejos está de la realidad cuando leemos su novela. Gonzalo, el protagonista parece tocado por una mano negra y Diana, ha sido dejada de la mano de dios  ¿No habrá nunca paz para los “malditos” seguro que Isaías me permite esta licencia− son los antihéroes los nuevos héroes de la ficción? los primeros suelen ser los que siempre se llevan el cariño y la complicidad el público.

                Para los personajes de la novela, lo mismo que para el autor, la vida nunca está resuelta del todo. Más bien es un conflicto permanente entre el “ya”, pero “no del todo”, entre vida y muerte. Eso es lo único predeterminado: El camino y el final.
                La lectura que hace de la novela, de su metáfora, es acertada. No hay paz. Lo importante es saberlo. Hay quien me ha dicho que la historia que contiene esa novela es como un castillo de naipes que se derrumba sin necesidad del viento. Es verdad, pero también es verdad que mientras se construye hay desafío, se quiere negar el resultado. ¿Acaso la vida es otra cosa? Admiramos a los héroes en lo que tienen de desafío, son el sueño que llevamos dentro, pero nos identificamos con los antihéroes porque son como nosotros, y los compadecemos. Son la realidad. Y la realidad tiene la mano negra. A pesar de ello, o quizá por eso mismo, seguimos soñando.


La novela engancha desde el principio porque no tarda apenas unas hojas en mostrarnos un terrible suceso envuelto en un gran misterio, y según vamos leyendo, este misterio va dejando paso a una red de intrigas, mentiras, intereses, ambición, falsa moral, odios, rencores, vanidades,  y maldad en estado puro. Grandes Egos y malos perdedores. Toda una maraña de de podredumbre humana ¿No somos los seres humanos, José, capaces de vivir y convivir entre nosotros, sin destrozarnos como perros de presa? ¿Es necesario ver pasar ante ti el cadáver de tu vecino para sentirte tú menos muerto? Me come la curiosidad ¿Están sus personajes basados en personas reales? ¿Supera aún así, la realidad a la ficción?


                Sus preguntas me hacen sonreír. No soy roussoniano —cándido y confiado en la bondad natural de los hombres y las mujeres, para quienes lo malo es el entorno—, pero tampoco creo que seamos lobos dispuestos a devorarnos continuamente como una maldición. Somos una mezcla de todo, capaces de amar mucho y odiar igualmente, de mentir y de ser sinceros, de ser humildes en un momento y al siguiente envolvernos en la capa de la vanidad. De asesinar a millones de judíos y conmoverse con las caricias de un perro. Capaces de ser generosos y de la misma manera avaros en exceso. De ser corruptos si la ocasión nos es propicia, y angelicales exigentes. ¿Recuerda el resultado de aquella pregunta insólita? “El que esté limpio que tire la piedra”. Ser conscientes de eso nos pone en el sitio. La diferencia está en que los cadáveres que escondemos no son iguales. 
                No hay un Gonzalo y una Diana concretos, pero si podríamos señalar en la calle a cualquiera con el dedo, preguntarle su nombre y poco más, y saldría una historia análoga. La ficción no envidia a la realidad, sino que la imita. La tarea del escritor es saber contarla.


El peso de la historia recae sobre los hombros de los protagonistas, sobre todo de Gonzalo, que se ve envuelto en un cúmulo de catastróficas desdichas sin comerlo ni beberlo, cae en una tela de araña finamente tejida por ponzoñosos insectos, algunos de ellos disfrazados de integridad absoluta y defensores de la moral. Pero no es menos importante el papel de los secundarios en su novela, son ellos los que dan forma a la trama y crean esa oscuridad tenebrosa alrededor de los protagonistas  ¿no son de alguna manera, José, estos personajes los que más cuesta pincelar y definir en una obra? si un escritor se pasa describiendo y haciéndoles  actuar de villanos, puede acabar creando una caricatura del típico malvado de cine mudo –largos bigotes, mirada oscura, sonrisa maliciosa− y si se queda corto no pasa de ser un malo-tonto de serial radiofónico ¿Cómo nacieron sus villanos? están perfectos en su papel, todo sea dicho.

                Los personajes secundarios de la novela me  los presentaron uno a uno los protagonistas principales a medida de las circunstancias. Son los que dan credibilidad a la historia, el  entorno en el que se desenvuelven e interactúan en sus vidas. De pronto, aparece uno al que no conocía, un taxista, un camarero, alguien que se dice amigo, y descubro que está relacionado, que es parte de sus vidas. Influyen. Retratarlos no es más difícil que contar una escena. Como dice Humberto Eco, solo pintamos parte, en lo que tiene relación porque no sabemos más de ellos. Ignoramos si tienen cita con el dentista, si les ha caducado el DNI, si padecen insomnio o les han puesto una multa por exceso de velocidad. Ello significa que nos interesan en parte. Acertar la luz, el encuadre, la distancia, el enfoque, es lo complicado para que todo encaje. El resto lo pone el lector con su imaginación y todo se resuelve como un puzle. Si se deforma aparece el villano malvado del cine mudo o el tonto de serial. Una caricatura como bien dice, y el lector se da cuenta de que algo no funciona como es debido.


Julio, ex amante de Diana, rico, maduro, atractivo, poderoso editor. Maneja los hilos de sus marionetas a la perfección;  no tiene moral, se podría decir que ni siente ni padece, pues no piensa más que en él mismo, su ambición y su odio a todo aquello que no pueda manejar, le convierten en un peligroso enemigo. Su tentáculos de calamar gigante del abismo llegan prácticamente a todas las esferas de la sociedad, en la cual, como se dice vulgarmente, quien no tiene padrino no se bautiza. Y entre esas esferas, en su novela nos encontramos con el mundo editorial, o en realidad, el submundo que se encuentra oculto tras los premios, los reconocimientos y la publicación. Usted y yo somos escritores y nos hemos forjado en concursos literarios varios, ambos sabemos  que no se trata de un mundo fácil, y que no es oro todo lo que reluce, pero una vez más, José ¿Supera la realidad a la ficción o cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia?

                La respuesta a pregunta tan directa precisa de cierta matización. Una cosa es el mundo de la edición. Toda una industria en la que lo importante es la cuenta de resultados y el producto que se pone en el mercado, un libro, ya sea de ensayo o de ficción  alrededor del cual hay toda una mercadotecnia imprescindible para que el consumidor compre. Un libro sin publicidad es un libro que se vende difícilmente por mucha calidad que tenga. Un libro de un autor desconocido, no se vende. Estoy seguro que si apareciera un libro que hasta ahora no existiera y comenzara: “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”, atribuido a  “Cualquierez”, y este se lo autoeditara, probablemente no vendería poco más de cien ejemplares. La historia de la literatura está llena de genios que no publicaron en vida. A veces la publicidad empieza a funcionar con el comentario de alguien al oído, y el editor-empresario, entonces,  es capaz de crear las condiciones para que entre en el mercado. Si hay calidad literaria, es un elemento más a favor, pero no siempre se acredita imprescindible. Si hay calidad literaria, ni siquiera es probable que dure más en el mercado. Por otra parte, se edita tanto y se lee tan poco, que la criba es irremisible. ¿Quién lee hoy a los escritores del XIX? Como usted muy bien sabe, los hay fantásticos y venerables, pero la gran mayoría, desconocidos, salvo para los pocos sabios que en el mundo han sido.
                En cuanto a los premios literarios. Hay de todo. Hay certámenes con resultados honestos, que no siempre coincide con la importancia del premio. Los hay que, si el mecenas es una editorial con impúdica exhibición de dinero, traen motivo para desconfiar por lo que antes he dicho sobre la cuenta de resultados, y suele coincidir que premian a autores ya muy consagrados. Hay premios que son meramente publicitarios para que produzcan el ruido suficiente al objeto de rentabilizar un determinado número de ejemplares y que un autor empiece a sonar.
                Ha habido una época que a ciertas editoriales les interesaba el triunfo de mujeres. Las mujeres, hoy,  leen más que los hombres y son un excelente mercado que había que excitar. ¿Es que sus títulos eran mejores?
                Otros devuelven favores recíprocos entre jurados. Algunos son un juego entre amigos. También los hay falsos, en los que anuncian el premio, envían la notificación  y luego no lo dan. A usted no sé si le ha pasado. A mí, sí.  Y hay muchos que son verdaderos, fiables y honestos.
                Muchas veces la dificultad del premio es saber exactamente qué espera leer el jurado, y hay que saber acertar con independencia de la bondad y excelencia de una obra. De cualquier manera, el concurso literario es un escalón que hay que subir. Llena curriculum para conseguir otros premios y que el editor confíe en el escritor a partir de referencias, ya sean verdaderas o espurias.


Jaime, marido de Diana, es un personaje contradictorio, bipolar diría yo. No va de frente, y para mí, resulta incluso más peligroso que Julio, pues a este último le ves venir y le crees capaz de cualquier cosa. Marga, mujer de Gonzalo, es si cabe aún más peligrosa todavía, pues el resentimiento y la falsa moral son afiladas armas. Judith, amiga fiel de Diana hasta la muerte, no sabe distinguir amigo de enemigo, como no sabe discernir entre la verdad y la mentira si estas están bien dichas. Y a parte dejamos a los “satélites” que pululan alrededor de cada uno de ellos, como si se tratara de esos demonios de dibujos animados que susurran al oído del interfecto haciendo de su voluntad guiñapo. Esos si son peligrosos, ocultos entre sombras. En este caso, con estos personajes ¿Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer? ¿Es esta manera de permanecer en el limbo moral, lo que les confiere peligrosidad, o tan solo son personajillos que se arriman al sol que más calienta aunque se quemen?

                Esos personajillos son los engranajes que hacen que la historia funcione. Papeles que distribuye el autor con pluma generosa o cicatera, como si se estuviera en el gran teatro del mundo. A veces resulta muy divertido. Pienso que así se divertía el pintor cuando colocaba en su lienzo una figura con la cara de un vecino incordiante, o la del amigo en situación favorecida. Mientras no fuera por encargo, por el que obedecía órdenes, el pintor se lo pasaba bomba. Al escritor le ocurre algo parecido. En cierta manera ahí si hay caricatura.

Mención aparte tienen los personajes que, al igual que la Rebecca de Hitchcock, no aparecen físicamente en la novela, pero su sombra es alargada cual ciprés, y su peso, incalculable. Son los mentores-protectores- confesores- dueños de Marga, un poderosísimo grupo religioso que hace y deshace a su antojo en absolutamente todas las esferas sociales y políticas del país, y más allá. ¿Somos los ciudadanos títeres en realidad de grupos como estos, de personas tan influyentes que sin darnos cuenta y sin llegar a sospecharlo jamás, nos manejan a su antojo? ¿Somos en realidad un grupo de ignorantes que ante pan y circo nos creemos y hacemos cualquier cosa que nos digan? ¿En qué sociedad vivimos, según usted, José?

                No es saludable vivir en una paranoia constante pensando que alguien nos persigue y nos maneja a su antojo como si fuéramos ratones de laboratorio que respondemos, o no,  a ciertos estímulos. La condición humana es calidoscópica. A veces nos encontramos con personas a las que le resulta mucho más fácil vivir bajo la responsabilidad de otros. Son los que dicen: dame seguridad y haré lo que me digas, los que tienen miedo a ser libres, a decidir por sí mismos. Son entreguistas de su pensamiento y de su conducta a costa de perder libertad. Un tema que abunda en la literatura universal, porque ha sido, de toda la vida, un hecho cotidiano. ¿Qué son sino los sistemas filosóficos y credos salvadores? Últimamente aparece en cada noticia del periódico. Cuando ello se impone a la fuerza aparece el cruzado o el yihadista. Hay quienes lo imponen de manera más sutil porque pueden, tienen poder y medios para influir. Por eso hay que desconfiar del exceso de poder, del cúmulo de información interesada, cuando el precio es la libertad.


La confabulación alrededor de Gonzalo es terrorífica, mucho más de lo que se hubiera pensado él mismo en un principio, jamás hubiera imaginado el alcance de la misma ¿Estamos ante una absoluta Conjura de los Necios, un Sócrates buscando una apología en un falso juicio cuyo veredicto está sentenciado de ante mano?

                Favor que me hace al comparar dos obras y dos protagonistas cuya distancia es infinita. La Conjura de los necios es una obra maldita y mítica de la literatura universal, liderada por un protagonista tan patético —en el estricto sentido de la palabra— como su autor.  La única analogía entre Ignatus J. Reilly y Gonzalo Santolaya es su condición de sufrientes. Ignatus es un tipo raro, un saco de obsesiones, un excéntrico. Tanto más cuanto que “el centro” está fuera de sitio. La excentricidad de Gonzalo Santolaya es creerse libre para entrar  en un jardín considerado propiedad privada. ¿O lo excéntricos son los personajes que lo rodean? Dependerá de donde se sitúe la virtud y si en ella hay ética. Si la norma es salvar bancos que no son inocentes, a costa de condenar a millones de ciudadanos a la pobreza, si lo más virtuoso es acumular riqueza como único objetivo, y ser solidarios es característico de debilidad y forma parte de la utopía y de los sueños, el “centro” se ha trasladado. No hay virtud sin ética. El centro a veces coincide con lo perverso. El virtuoso se vuelve excéntrico y extravagante y por tanto patético. Gonzalo es un ser tan patético como Ignatus Reilly, más sufriente si acaso, convencido que su lucha no podrá con un sistema de valores trastocado. No hará apología.  No cabe recurso contra el destino porque la sentencia es firme. Solo queda dignidad y conciencia individual. Su vida es el discurso. Sócrates, siempre Sócrates.


Para comenzar a relajarnos, que ya veo enemigos en la cola del  Súper –risas− no puedo dejar de mencionar el fabuloso despliegue de conocimientos musicales con el que nos deleita en su novela, José, es fabulosa la “lista” de joyas que nos encontramos en la ya de por sí, apasionante historia. Muchas de ellas son piezas que compartimos o adoramos ambos, porque hay varias dignas de subir a los altares. Yo me he pasado la mayor parte del tiempo acompañada por el Rat Pack  mientras leía su libro, y es que este es tan visual como sonoro ¡difícil no imaginarse a un Bing Crosby como Gonzalo  o Ray Milland como Julio, mientras suena de fondo Mrs Bojangles de Sammy Davis Junior! ¿Qué significa la música en su obra José, y en su vida? ¿Y el cine, qué papel juega? puestos ya a cotillear ¿Usted también ha imaginado su novela en la pantalla grande?

                Me entusiasma el modo de vida de aquel grupo singular en el que el exceso y la desmedida era su propia naturaleza después de una época existencialista muy marcada por la segunda guerra mundial. ¡Qué nostalgia del Rat Pack. Se entraba en una época postexistencialista, nada introspectiva. Importaba reafirmar el entorno, salir de sí mismos, “extrovertirse”. Por ello resultaba tan visual y sonoro su espectáculo.  Y su vida sobre la raya roja.
                La música da mucho sentido a la propia vida. Para mí ha resultado fundamental. Desde muy niño en mi casa me enviaban a estudiar solfeo para tocar en la banda y que no estuviera solamente  en la calle despellejándome las rodillas jugando a las canicas. La clásica me fue llevando al jazz, pasando por el blues. En ella encuentro expresión para casi todo. Me acompañó no solo en el proceso creativo de la novela, sino que formó parte de ella. Recuerdo un relato que publiqué una vez en el blog de una comunidad literaria, en la que se establecía una comunicación entre dos personajes a través de canciones. Se hablaban con la música para trasmitir lo que sentían. Algo parecido he intentado en la novela como manifestación del sentimiento que embarga a los personajes en cada situación. En este caso la interrelación es entre personaje y lector.
                El cine me importa como relato a través de la imagen. La imagen es la identificación del sueño. Acorta el proceso de la palabra. Creo que en esto, los grandes maestros del cine ya han dicho casi todo. Lo novedoso ahora son los medios.
                No veo en el cine la historia de los protagonistas de la novela, y aunque es bastante visual. No había pensado en ello hasta que usted lo ha insinuado.


No menos importante son los viajes, y eso, para unos Troteros como somos los de este blog, es un bombón ¿Qué lugar del mundo le gustaría visitar y plasmar en una novela? ¿Hay algún rincón del planeta al que no iría nunca, sea cual sea la razón?

                Los viajes y los lugares han condicionado mucho la novela. Incluso pretendía que adquirieran protagonismo e influyeran en la vida de unos personajes siempre en movimiento. No se puede escribir sobre lo que no se conoce, lo que me ha obligado a viajar a los escenarios de la trama:  Nueva York, Estocolmo, Lisboa, Viena, Berlin, Beirut, El Cairo, Tel Aviv, Roma, Londres y Madrid y Barcelona como eje de la novela.
                No hay rincón del mundo al que no fuera. Mi sueño en este momento es escribir una historia de relaciones tormentosas de dos parejas en situaciones críticas cruzando el cabo de hornos.  Si hay que ir, se va, aunque sea con el Google Maps.


El fiel torcido de la Balanza, título tan sorprendente como lo es la propia novela. Misterio, intriga, pecados, vicios, ambiciones, personajes enmarañados y otros desmadejados, acción, traición y pasión. Y podría seguir. Pero no podemos ni debemos desvelar nada más, así como hay que pasar por ciertas situaciones para saber lo que sienten los afectados, de igual manera hay que leer su novela para sentirse como lo hacemos la que ya la hemos leído.  Pero algo me dice que pronto veremos a un nuevo vástago suyo en el mercado, conozco su efervescente mente creadora y sé que no está quieta mucho tiempo ¿Con qué nos va a sorprender la próxima vez, literariamente hablando? ¿Qué se cuece en esa cabeza suya, José?

                Estoy en el siglo XIX. No es una novela histórica, pero sí intenta recrear el ambiente de la época en un lugar concreto, incluso el lenguaje. Más no debo decirle. Para estas cosas soy supersticioso y las musas muy celosas de sus secretos.


Muchas gracias por su tiempo y su compañía. Ha sido un placer inmenso, en mi caso, no el conocerle, pero si el reencontrarme con usted y disfrutar de nuevo, y esta vez a lo grande, con sus letras. Mucha suerte con su trabajo y que esta novela, El fiel torcido de la balanza, no sea más que el Preludio de otras muchas que están por venir. Gracias.

                El placer del reencuentro ha sido mutuo, y mejor todavía, aderezado con esta copa de agua de Valencia mientras suena “Preludio a un beso”. Todo un detalle. Va por los troteros. Muchas gracias y hasta pronto.




Una entrevista de Yolanda T. Villar

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miércoles, 22 de octubre de 2014

EL FIEL TORCIDO DE LA BALANZA de José Carrasco Llácer








No es la primera vez que me pregunto si sería posible vivir sin interactuar con los demás, y la experiencia me dice que no, que es totalmente imposible trotar sin que tus huellas se crucen con otras tantas en su camino; ni siquiera un anacoreta está totalmente solo jamás, siempre habrá un pájaro, un pez,  un ratón, una lagartija o una fila de hormigas que le hagan preguntarse, qué piensan esos diminutos bichos cuando van y vienen sin descanso cargando con granos de trigo diez veces más grandes que ellos a sus espaldas. Tal vez nunca entable una conversación con ninguno de esos casuales viandantes y es una pena, porque seguro que tienen mucho que contar y se aprendería otro tanto de ellos y sus experiencias, ni sus vidas tengan más cosas en común que la tierra dónde viven y los alimentos que comen.  Pero la mera presencia de todos esos seres vivos le harán plantearse la suya propia en este mundo que todos compartimos con mayor o menor acierto y ganas, y en cualquier momento el Destino de unos y otros puede cambiar súbitamente, si uno de ellos se entromete demasiado en el terreno ajeno, marcando un nuevo camino para todos.

Ya que se que no es posible dejar de cruzar caminos con el resto de seres vivos de este planeta, al menos me gustaría cruzarme tan solo con aquellos que yo elija, ya sea por afinidad, sentimientos, costumbre ¿Por qué entonces tenemos que compartir camino y Destino con aquellos que nada tienen que ver con nosotros y nos hacen sentir incómodos, incluso, nos complican y amargan la existencia? ¿El peso y pasado de los que elegimos, se convierten también en nuestros? ¿Los errores y fracasos de los que queremos, ya siempre irán unidos a nosotros tanto como lo están a ellos?
Pues perdonen que les diga, pero eso es injusto. Y un gran fastidio. Cada uno tendría que tener suficiente con arrastrar su propio lastre, pero si encima tenemos que cargar con el de los demás, nos convertimos en meros burros de carga de culpas propias y ajenas, como un castigo eterno por socializar con el resto de seres. Aunque esa socialización, sea impuesta.


Así es imposible conseguir que la balanza esté equilibrada…


José Carrasco Llácer logra con esta novela llevar al lector hasta el lado oscuro de la sociedad, la cual, a simple vista reluce y brilla como estrellas en el cielo, aunque en realidad, sean meteoritos dispuestos a causar una extinción en masa. Sin ser una novela negra, al menos no al uso, si es gris; a veces oscuro, otras más pálido, claroscuros tan difuminados que hay momentos en que desaparecen los blancos y negros, y todo es grisáceo, como si la ausencia de colores extremos, hiciera que al igual que con los gatos, de noche, todos seamos pardos. Una novela audiovisual como no había visto ni leído ninguna antes, José Carrasco nos adentra en la historia como si esta fuera una película en blanco y negro, con su propia banda sonora, marcando los tiempos, las situaciones  y las emociones ¿No nos ocurre que cuando estamos viendo una película, de repente empieza a sonar una música que nos indica y avanza que es lo que puede ocurrir a continuación? si la melodía es serena  y calmada, hace que nosotros nos relajemos y miremos la escena que se desarrolla ante nosotros con total confianza. Solo puede ocurrir algo bueno. Por el contrario, una música tenebrosa, intrigante, con violines chirriantes, nos hace permanecer alerta, de seguro que el protagonista se va a meter en un lío. Hitchcock lo hacía como nadie. Y José Carrasco también. La música no está elegida al azar, Llácer nos hace sentir a través de ella lo que siente su protagonista al escucharla,  evoca recuerdos o sentimientos en él, que se transforman en imágenes y sensaciones en nosotros, los lectores.
José Carrasco Llácer se convierte en nuestro particular Lorin Maazel, y dirige con maestría la orquesta de la vida de sus protagonistas para que el público disfrutemos y nos identifiquemos con obra y personajes  ¡Bravo, José!
Otra de las cosas que me ha atraído de la novela, y que hace que tanto su lectura como su comprensión sean fluidas y alejadas de confusiones y despistes, es la estructura. Los saltos cronológicos se suceden sobre todo en la primera mitad de la novela, una analepsis que nos permite conocer en mayor profundidad al personaje al permitirnos adentrarnos en su pasado y conseguir llegar hasta el origen de su comportamiento  y situación actual. Es una manera de conocer  el ayer del personaje,  sin cortar la narración actual haciendo que tanto pasado como presente fluyan sin entorpecerse uno al otro. Muy Faulkner. Incluso aquí, José Carrasco  aúna perfectamente música y relato, consiguiendo que el flashback discurra rápido y sin circunloquios absurdos que retrasen la narración y lo conviertan en un pesado racconto.

El fiel torcido de la balanza nos pone sobre aviso desde el título, que la novela nos va a adentrar en un mundo de injusticia y tejemanejes en este gran teatro del mundo, la vida.
Gonzalo Santolaya, diplomático destinado en Estocolmo, separado y no divorciado todavía muy a su pesar, pasa sus días a caballo entre su obligación profesional  y su más absoluta devoción, su relación con la periodista y reconocida escritora, Diana Cifuentes. Hasta que unos días antes de su próximo encuentro, recibe la noticia de que su amante y amada ha sufrido un terrible accidente de tráfico y se encuentra gravemente herida. Su ya de por si incierto futuro junto a la mujer que ama, se tambalea ante sus narices ante tan espeluznante giro del destino.

Este accidente pondrá de manifiesto toda una feria de vanidades e intereses creados alrededor de la figura de los protagonistas, que mostraran el lado más oscuro y feo de la ambición y el poder, en dónde nada es lo que parece y el fin justifica los medios. Desde un narcisista y psicópata editor,  Julio, ex amante de Diana, un Dorian Grey de ambición y maldad desmesurada, pasando por el sector más extremista y poderoso de la Iglesia Católica consejeros, confesores y mentores de Marga, mujer de Gonzalo, extenderán sus tentáculos hasta las más altas esferas de la sociedad y la política del país, y no pararán hasta llegar al mismísimo cuello de Gonzalo, el cual se mueren por apretar.
Nadie es lo que parece, y los que parecen lo que son, aún llegan a ser peores de lo que se adivinaba. Engaños, celos, envidias, rencor, vanidad, Egos desmesurados, intrigas, juegos de poder, mentiras, hipocresía, cinismo, venganzas…pocos se salvan de originarlos y menos aún son los que escapan de ellos. Ilusionistas que juegan con las vidas ajenas, títeres que son manejados al antojo de los poderosos y que cuanto más intentan huir, más se enredan sus finas cuerdas. Todos somos objeto de codicia y envidia, y absolutamente todos, pagaremos por los vicios propios y los pecados ajenos.
No podría José Carrasco Llácer haber seguido de mejor manera su camino literario que con El fiel torcido de la balanza, en la cual, el lado más siniestro y oscuro del ser humano, actúa como ponzoña contra sus semejantes, y hacerlo con tanta claridad y destreza, que convierten la historia en un bálsamo para el lector.”



EL FIEL TORCIDO DE LA BALANZA
José Carrasco Llácer

Editorial La Fábrica de Libros
ISBN: 978-84-941223-5-4



Una Reseña de Yolanda T. Villar

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

jueves, 16 de octubre de 2014

DOS SIMPARES VIAJEROS Y UN GATO TROTERO CONTINUAN SUS ANDANZAS POR TIERRAS VALENCIANAS: MUSEO DE HISTORIA




“…–La esperanza que tengo en vuestro propio deleite me obliga a serviros, aunque conozca que pasa los límites la magnitud de mi culpa, pero aumenta en mí el uso de razón, sabiendo que sois merecedor de tal premio. Y para que conozcáis mi benevolencia y cuán grande es el deseo que tengo de serviros y honrar vuestra señoría, y a la hora en que el emperador esté cenando, hágase el encontradizo vuestra merced, dejando aparte los fuertes pensamientos, que yo os prometo meteros en el camerino de mi señora y en la descansada noche veréis cómo llegan los solaces a las personas enamoradas, cuando combatiendo con doble poder la tenebrosa solicitud, aumentará vuestro deleite…”
Santiago no dejaba de repetirme cómo era posible que, viviendo tan cerca del Museo de Historia de Valencia, no me hubiera acercado a visitarlo todavía ¡Inconcebible!, repetía; dejando aparte el lado melodramático de mi compañero, tengo que reconocer que llevaba queriendo visitarlo, mucho, mucho tiempo, pero era precisamente esa cercanía, la razón por la cual todavía no lo había visitado. Si, no es una paradoja. Pensé que teniéndolo a solo unos metros de casa no había prisa en hacerlo, fuera como fuera, en cualquier momento lo haría.

Pero Santiago tenía razón, era inconcebible no haberlo hecho todavía. Así que no nos lo pensamos dos veces. Había llegado ese momento. Y reconozco que ambos estábamos nerviosos, con los nervios típicos de los estudiantes que van de excursión tras mucho tiempo estando planeándolo; Santiago deseaba conocer de primera mano la historia de esta ciudad natal mía, porque conocerla era conocerme más a mí, según él, yo sinceramente pensaba que como mucho podríamos remontarnos a los setenta, para realizar ese conocimiento, pues antes de esa fecha, no creo que tuviera nada que ver conmigo la historia de la ciudad. Pero me hallaba también algo inquieta por visitarlo, tenía tanto con lo que reencontrarme y tanto que descubrir, pues reconozco que en mis tiempos de estudiante no presté demasiado atención a la historia de Valencia, ni a la historia de nada, no sé porqué, pero en los años en los que más despiertos estamos y mejor podemos conservar los conocimientos adquiridos, menos nos interesa todo lo que suene a estudio. Una pena.


Años después, en años de universidad, todo me parecía poco, las lecciones y el tiempo empleado en ellas. Quería saber más y más y más, y entonces sucedía que no había ni tanto tiempo, ni tantas lecciones sobre historia. Eso se supone aprendido en años anteriores, ahora, entonces, tocaba aprender nuevas cosas. Que fastidio.
Crucé como una flecha la Avenida del Cid, raro en mí pues soy bien conocida por mi parsimonia en mi caminar y mi contemplación de toda mosca que pase volando por mi lado; pero si, entonces no me entretuve con nada y rauda y veloz pasé de la Avenida a enfilarme hacia el Parque de la Capçalera, y seguida por mi simpar compañero de trotes, llegué hasta Mislata, donde tiempo atrás, mucho tiempo atrás, se encontraba el Primer depósito de Aguas de Valencia, hoy, el flamante Museo de Historia. Cuando Santiago me preguntó el porqué del agua que caía permanentemente por la pared de piedra del museo, no lo dudé dos veces, sin duda alguna era un guiño a ese pasado del lugar, agua hubo, agua se retuvo. Y lo bonito y original que queda, que esa es otra.




Observábamos la fachada con sus tres enormes puertas de hierro, desde la acera de enfrente, para que la lejanía justa nos mostrara el edificio en todo su esplendor, como se han de ver las grandes obras de arte. Entonces alguien se nos acercó y tras unos segundos de silencio, nos dijo:

−Disculpad ando algo perdido ¿Queda mucho para llegar a la Insigne Bizancio?

− ¿Bizancio? –pregunté yo algo extrañada− no me suena que esté por aquí ¿Calle, plaza? no sé, debe estar por la Ciutat Vella, en esta zona no caigo yo que…

Y ahí acabó mi explicación, que debía ser muy aburrida y algo liosa, pues el viandante perdido me dio las gracias antes de acabar y marchó sin mirar siquiera al cruzar la carretera. Hay gente rarísima. Aunque su peinado de sota de bastos y su vestimenta, me decían que de nuevo algo extraño estaba a punto de sucedernos; Santiago también lo presintió y suspiró mientras cargaba con sus trastos fotográficos y nos dirigíamos a la entrada del Museo.

Lo cierto es que el Museo impone desde la misma entrada. Su cuidada decoración, su perfecta armonía arquitectónica entre lo moderno y lo clásico, entre las últimas novedades y lo autóctono, es realmente una mezcolanza singular y perfecta entre ayer u “ayeres” y hoy. La luz que nos recibió en su interior invitaba a reflexionar y a tomarse la visita con calma, como si fuera un atardecer mediterráneo y camináramos entre las estrechas calles del casco antiguo de la ciudad. Realmente era eso lo que apetecía, pasear por “las calles del museo”.

Cuando empezamos nuestro recorrido por la Valentia Romana, como estaba mandado, pues empezar casas por tejados es complicado, esa misma luz de la que hablaba y esas “calles” por las que se desarrollaba la exposición, aunque más bien parecía desarrollarse la Vida de entonces, cumplían a la perfección su papel de “túnel del tiempo”. 

 

Fundada en el año 138 a.c, la ciudad romana de Valentia fue el comienzo del desarrollo económico, social, cultural, político y cosmopolita de esta ciudad que desde entonces hasta nuestros días, ha bebido y se ha embebido de las culturas y gentes que han pasado por ella; y esta riqueza mestiza la que dota a la ciudad de Historia con mayúsculas, pues no hay mayor tesoro que el que surge de la unión de diferentes pueblos y orígenes. Se fijan estos troteros en sus piezas de gran belleza, como un ungüentario, diversas ánforas, monedas, mosaicos, joyas, lucernas pero lo que más nos llama sin duda la atención es una inscripción sobre piedra calcárea en honor de los Attis, que traducido reza:

“Lucio Antonio Crescento, hijo de Lucio, de la Tribu Galeria, edil, duunviro y flamen. A este, a título póstumo le fue otorgada por el pleno de la corporación de los Valentinos la alabanza pública, el lugar de la sepultura los gastos fúnebres y la estátua, por decreto de los decuriones de los veteranos.
A Lucio Antonio Crescento, hijo de Lucio, de la tribu Galeria. Julia Máxima, hija de Cayo, su madre.”

Pero lo que más gusta a estos troteros y simpares viajeros, es la manera en la que los responsables de museo y exposición nos hacen llegar la vida de la época ¡En imágenes teatralizadas del día a día de entonces! bueno, y con lo que gustan estos caminantes de un buen teatro, que decir que gozamos y disfrutamos como puercos en el barro.

Se nos muestra la casa del patricio Lucius Antonius Niger, junto a la Vía Augusta. Se hallan preparando un banquete para celebrar el matrimonio setabense de Marco y Clodia. Domitia, la dueña de la casa, repasa la comida que se servirá en el ágape y habla con su marido sobre los detalles de la carrera política de su hijo, así como la importancia de la educación y el matrimonio de su hija. Estaba claro que la mujer romana participaba más de la vida social y política de lo que tal vez siempre se ha creído, relegando a la mujer romana al hogar y el cuidado de su marido e hijos exclusivamente. Durante la cena, los invitados charlan animosamente sobre la Valentia Imperial, su grandeza y la importancia en el desarrollo de la misma, de la política y la religión. 


“…–Doncella, todo mi temor es de vergüenza por el extremado bien que quiero para mi señora.
Mejor quisiera volverme que seguir adelante, cuando pienso que la majestad suya no tiene ningún
conocimiento de todo esto, y no es menos cierto, cuando verá tal novedad, que va a asustarse toda, y
yo antes prefiero la muerte a la vida que hacer una ofensa a su majestad. Alcanzarla quisiera, mejor
con amor que con dolor, y cuando veo que con tan gran desorden de la grandeza de mi bondad, con
ilícitas prácticas la he de conquistar, mi voluntad no está de acuerdo con la vuestra…” 



Poco a poco, la Valentia romana va perdiendo el poder y su apogeo comienza a decaer para dar paso a una nueva ciudad que viene pisando fuerte y la cual empieza a mirar más allá del Mediterráneo. Surge la Valencia Visigoda.
En la Villa de Teudunirus, cercana a Valentia, ha llegado el momento de cosechar y vendimiar para intentar asegurarse alimento y vino para el invierno; el año ha sido bastante bueno a pesar de las muchas plagas que asolaron la región, y es que son tiempos difíciles para la ciudad. Con el hundimiento de la administración Imperial, el vacío de poder ha obligado a los ciudadanos en su gran mayoría a buscar refugio y sustento en el campo, bajo la protección de un Dominus, Señor. El ascenso de la clase eclesiástica no ayuda tampoco mucho al hambriento pueblo.

Cuando nos dirigíamos por nuestros particulares túneles del tiempo, desde la Valencia Visigoda a Balansiya, la Valencia musulmana, vimos salir de aquel mismo pasillo al extraño turista que nos preguntaba impaciente por Bizancio, calle, plaza o vaya usted a saber qué. No parecía buscar nada en concreto y buscar por todas partes, pues iba y venía de un lado para otro, mirándolo todo mil veces.
Pero como todo lo que empieza tiene su fin, la Valencia visigoda tampoco iba a ser eterna, así que de Valencia pasó a ser ciudad musulmana en el 711, Balansiya, quedando tras la batalla con el Cid Campeador en manos cristianas, máxime cuando la ciudad fue al fin conquistada por Jaume I.

Al caer la noche en el arrabal de Roteros, un pequeño grupo de soldados del Cid Campeador hacen su ronda tras el toque de queda impuesto a la ciudad; hace ya tres años que fue tomada, pero debido a las razzias y saqueos, los ánimos y las fuerzas flaquean ya en demasía. La población de Balansiya fue expulsada de la medina y su cadí Ibn Yahhaf, quemado vivo para escarmiento del populacho.
Es ya demasiado para un pueblo que ha sido ultrajado y humillado a manos de ejércitos castellanos que les chupan la sangre a base de desmesurados tributos. Queda una esperanza, pero esto parece tan lejana…la liberación almorávide.
Pero a pesar de todo, la vida continua y en los patios árabes la vida se inicia con una oración al alba. Así es en casa del perfumista Ahmad, por ejemplo, junto a la puerta del al-Warraq; en breve se casará Fátima, la hija, y el ambiente entre las mujeres de la casa es alegre y festivo, conversan sobre los rituales ancestrales, el linaje familiar y las tradiciones. La noche en el patio queda reservada para Ahmad y sus amigos, los cuales se reúnen en torno al laúd y la poesía, en un intento de olvidar el asedio amenazante de los ejércitos cristianos. 



Era maravilloso, hipnótico, el viaje que estábamos realizando a través de tan peculiar túnel del tiempo, poder ver, sentir, incluso casi palpar la historia de mi ciudad. Poder saltar de época con tan solo avanzar por los pasillos del museo, era mucho más de lo que estos simpares viajeros podían haber pedido antes de comenzar tan singular viaje, realmente llegamos a sentirnos parte de esas escenas y de esos tiempos, casi, como haber estado allí.

Continuamos el paseo por la historia adentrándonos en la Edad Media, una de las épocas que más han gustado siempre a esta que les cuenta, pues a pesar de la dureza de los tiempos, la parte de leyendas, magia, brujas, hechiceros que acompañan a esta época de nuestra Historia, siempre me ha atraído como miel a las moscas. Esa Historia Novelesca, o más bien, historia dada a la novela, me ha apasionado desde bien niña, así que adentrarme en este momento histórico, hizo que se acelerara mi corazón.
Me sorprendió ver de nuevo al personaje con peinado de sota de bastos, pero cuando me acerqué a él, no solo su vestimenta, sino su porte, me recordó más al Caballo de Espadas de la baraja española; si, mirándole a los ojos y observando sus movimientos, se asemejaba a todo un Caballero de los de cota de malla y espada. El muy canalla tenía una sonrisa muy picarona y una mirada realmente seductora ¡Huy, el de Bizancio iba a resultar todo un don Juan! Claro que, Santiago pensaba que una vez más, construía castillos en el aire con tan solo observar a una persona…quien sabe.

Tras la conquista del rey Jaime I, Valencia inició una nueva etapa. La ciudad constituyó el núcleo fundador del nuevo Reino de Valencia. Durante el Trescientos, Valencia padeció graves contratiempos como revueltas, la peste negra y diferentes guerras que desequilibraron la vida cotidiana de la ciudad, pero superó el bache gracias a la dinámica económica ascendente. Por ello, el siglo XV fue un Siglo de Oro para la ciudad. Sin embargo, este esplendor se rompió a principios del Quinientos, a causa de las dificultades financieras y la crisis del sistema gremial. 



En un obrador textil, en la pobla del Bisbe, los Tovià, una saga familiar de artesanos –bruneters–, viven durante todo el siglo XIV los conflictos de una ciudad en continuo crecimiento. Desde la conquista, la llegada masiva de colonos del norte ha generado una sociedad fluida pero inestable, que se debate entre la intolerancia religiosa y la convivencia plural. Una sociedad construida en torno a la religión y los oficios.
La recién construida Lonja de mercaderes abre sus puertas a los tratos y contratos de la que es una de las principales plazas comerciales del Mediterráneo. Miquel Tovià, descendiente de una saga de artesanos textiles que se remonta a la conquista, es ya un importante mercader, forma parte del Consell municipal y aspira a ennoblecer su familia por vía matrimonial. La ciudad vive una etapa de esplendor artístico y cultural, en parte fomentada por sus buenas relaciones con Italia, ahora que un valenciano, Roderic de Borja, ocupa la sede papal con el nombre de Alejandro VI.
Es realmente un tesoro, lo que alberga el museo especialmente de esta época. Exvotos, escudillas, gárgolas, ménsula, sellos, tablas, incluso una de las letras de cambio firmada por el mismísimo Pere Anglés fechada en 1431. Y en ello estaba cuando el personaje caballeresco exclamó junto a mi hombro,


−¡Oh que tiempos de aventuras y batallas! ¡De amores, amoríos y escarceos! ¡Cuan grandes eran las distancias a recorrer y que deseos de conquista al llegar al fin del camino! Un caballo, un arma y una dama a quien besar ¿Quién podría pedir más? ¿No lo creéis vos así?

La verdad es que no supe que contestar, no reparé mucho en lo que me dijo el supuesto caballero, más bien me quedé prendada en su forma de decirlo. Así que sonreí tímidamente y bajé la cabeza para no encontrarme de nuevo con sus seductores ojos, por un momento me sentí una Dama cortejada. Y fue tan extraño…




−Que larga fue la marcha desde Inglaterra a Francia, Sicilia y Rodas –continuó diciendo el anónimo caballero, aunque esta vez no parecía decírselo a nadie en concreto, más bien, le hablaba a su corazón− no creo que Guillem de Varoic supiese lo lejos que este aprendiz llegaría en sus andanzas…


“…Por Dios y por favor os pido, virtuosa doncella, que queráis que nos volvamos, pues yo decido antes perder la cosa que más he amado y lo que tanto he deseado, que hacer nada que pueda agraviarla. Todavía me parece gran cargo que, antes, equivocadamente hasta aquí haya venido, que por tal delito yo mismo debería
hacerme homicida de mi persona. Y no penséis, doncella, que yo lo deje sólo por temor, sino por el extremo amor que por su alteza siento. Y cuando ella sepa que yo he estado tan cerca, y que por amor me he abstenido de enojarla, en mayor cuenta lo tomará por infinito amor…”

Y quedó perdido en sus pensamientos. Cómo no está bien molestar al que anda sumergido en sí mismo, Santiago y yo seguimos nuestro caminar por la Historia, dejando la Edad Media para poner un pie en la Modernidad, desde Germanías a la Nueva Planta.
La entrada en Valencia en época moderna estuvo marcada por la Germanía. Los agermanados se alzaron contra la nobleza y la jerarquía eclesiástica, llegando a controlar Valencia entre 1519 y 1520. El espíritu de la Contrarreforma arraigó con fuerza y el afán por la unidad religiosa culminó en 1609 con la orden de expulsión de los moriscos. La grave crisis económica del XVII y la peste
de 1647 provocaron numerosos motines, que se mezclaron a principios del XVII, con la Guerra de Sucesión.


Bajo los soportales de la plaza del mercado transcurre el siglo XVI valenciano, desde sus convulsos inicios, con la revuelta de las Germanías y su posterior represión, al esplendor de una corte virreinal que oscila entre la frivolidad cortesana y el fomento del Humanismo. La Inquisición, siempre vigilante ante cualquier heterodoxia, ha instaurado un ambiente represivo que ahoga la propagación de las nuevas ideas.
Ante un balcón de la calle Cavallers, en casa del librero Vicent Franco, se conversa y se viven los acontecimientos del mundo barroco valenciano, marcado por las graves consecuencias de la expulsión de los moriscos. La procesión del Corpus que discurre bajo el balcón es un buen ejemplo del ceremonial y la estética artificiosa que caracteriza este siglo de crisis. La religiosidad se vive de forma extrema y es causa de enfrentamientos y desordenes. Años después, en 1648, la más grave epidemia de peste se cierne sobre Valencia, dejando tras de sí muerte y miseria.








Aún quedaba mucho por ver y el tiempo iba pasando inexorable, así que mi simpar compañero y yo seguimos avanzando en nuestro recorrido histórico por la ciudad de Valencia, y con tan solo girar, nuestro viaje en el tiempo nos llevó hasta el Municipio Borbónico, A la muerte de Carlos II sin descendencia se produjo la Guerra de Sucesión que enfrentó a Felipe d’Anjou y al archiduque Carlos de Austria. (al que Valencia reconoció como rey en 1705). El 25 de abril de 1707, los austracistas fueron derrotados en la Batalla de Almansa y, poco después, el nuevo rey Felipe V, promulgó los decretos de Nueva Planta, que abolían los fueros del Reino de Valencia. El siglo XVIII, fue también el Siglo de las Luces, encontrando la Ilustración un eco ferviente en Valencia. En 1808 comenzó la Guerra de la Independencia contra Francia (Napoleón). Durante el conflicto se elaboró la constitución liberal de 1812 en Cádiz contando con representantes valencianos. En 1814 Fernando VII decretó en Valencia la vuelta al absolutismo, cosa que impulsó las revoluciones burguesas que jalonaron el siglo XIX.
Malos tiempos fueron estos…para los valencianos y nuestro Orgullo de Reino. Malos e injustos tiempos.
Seguimos adelante como Valencia lo hizo entonces, y nos encontramos dentro de la más absoluta, y ahora sí, Modernidad.
El Ochocientos es un siglo de transformaciones: Valencia se convierte en una ciudad burguesa e industrial. A mediados de siglo Valencia comienza el despegue industrial, posibilitado por las mejoras en las infraestructuras urbanas (puerto, carreteras…) La ciudad crece materialmente y en 1865 se derriban las murallas y se planifica el ensanche, introduciendo nuevas infraestructuras como el agua potable, el gas o la electricidad. La Exposición Regional de 1909 es el escaparate de los grandes adelantos de la época, pero, a la vez, se desarrolla en medio de un clima cada vez más deteriorado debido a las intensas luchas sociales que ponen de manifiesto la otra cara del progreso económico.





 
En el despacho de su fábrica de abanicos y bastones, los Colomina reflexionan sobre el clima político del momento y discuten estrategias frente a la creciente organización obrera. La familia hizo fortuna en Cuba, pero ha sabido diversificar sus inversiones en la industria y la exportación de la naranja. Necesitan entrar en política para asegurarse influencias a nivel comercial, mientras viven y saben disfrutar de las oportunidades de ocio que presenta la Valencia burguesa.


−Estos ya no son mis días, los míos lejos han quedado entre el fragor de mil batallas y las cálidas sábanas de mi Amada –dijo tras de mí el caballero desconocido− ¡Cuánto añoro su cama, su aroma, su tacto! ¡Y cuanto deseo volver a Constantinopla! hállome tan perdido y solo en estas tierras, ya desconocidas.

−Ya supongo que no se trata de una calle, ni una avenida –dije yo−vuestra mirada me dice que más lejos está ese objeto de deseo, u objetos, amada y lugar. ¿En qué puedo ayudaros? –y yo misma me sorprendí hablando de semejante manera a mi interlocutor. La magia del salto en el tiempo me había llevado a olvidar por un momento mi lenguaje habitual. Y fue tan agradable.

Pero no me contestó ni me dijo nada más, cabizbajo y algo emocionado encaminó sus pasos hacia adelante desapareciendo de mi vista en unos segundos. Quise seguirle, pero todavía quedaba Museo por ver e Historia por descubrir. Tuve que aguantar mi curiosidad y seguir mi caminar.
En términos históricos, el siglo XX comienza con la gran huelga general de 1917, que liquida el sistema bipartidista de la Restauración y abre paso a las ideologías. 

La IIª República introdujo importantes avances sociales, pero no consiguió superar el clima de creciente enfrentamiento. El orden político se rompe en 1936 con la sublevación del general Franco. Sin embargo, Valencia permaneció en el bando republicano hasta el final de la guerra. Los primeros años de la dictadura estuvieron marcados por la autarquía y el racionamiento; sin embargo, en los 60 se inició una etapa de desarrollo caracterizada por el crecimiento urbanístico y la llegada masiva de inmigración. La muerte de Franco en 1975, abrió el camino hacia la democracia. Una modernidad que debió llegar cuarenta años antes y que se vio truncada por el egoísmo y el odio entre hermanos.
A partir de 1975 se inició la transición democrática y, posteriormente, la transferencia de competencias a la Comunitat Valenciana, que ha permitido la recuperación de la lengua y cultura propias.

En las dos últimas décadas, Valencia ha llevado a término proyectos emblemáticos, como el Jardí del Túria, l'IVAM, el Palau de la Música o el de Congressos, el metro, o la Ciutat de les Ciències. Pero, juntamente a éstos, son las infraestructuras y los servicios los que convierten a Valencia en una urbe moderna, abierta a la multiculturalidad y con un papel cada vez más preponderante en el contexto mediterráneo y europeo.
Es extraño como se siente una persona tras vivir años, toda su vida prácticamente en un lugar, y conocer de verdad la historia de tu ciudad sin vaguedades ni inexactitudes, de primera mano, y descubrir que a tu alrededor nada es lo que parece y lo que parece ser, antes fue otra cosa. Todos fuimos algo antes de lo que somos ahora, otros lo fueron por nosotros, y es gracias a ese devenir de gentes, sucesos y tiempos los que nos dan el carácter y el temple que todos y cada uno de nosotros tenemos en la actualidad.
Conocer nuestra historia es amar quiénes somos y respetar a los que vinieron antes que nosotros, desconocerla, es estar condenados a vagar en el desconocimiento y la orfandad cultural y genética. 



Nos disponíamos Santiago y yo a salir del museo, aunque no pudimos evitar echar un vistazo rápido, si es que se puede mirar rápidamente el arte y la historia, a la sala en la cual se exponía una retrospectiva del Mercado Central de Valencia, cuando vimos a nuestro extraño caballero andar ensimismado entre los libros de la Biblioteca del Museo de Historia. Llevaba uno en particular entre sus manos, lo abrió con calma y emoción y dejó caer unas lágrimas embelleciendo más si cabía, sus hermosos ojos y su dulce rostro.
Me acerqué a él, puse mi mano en su hombro. Él giró levemente la cabeza y toco mi mano con la suya. Un suspiro, no sé bien si suyo o mío, me devolvió al lugar en el que me encontraba, pues durante unos segundos, creí estar muy lejos de allí, entre brumas del Mediterráneo y aromas de té y especias. El caballero depositó el libro entre mis manos, rozándolas suavemente, lanzó un beso y por despedida solo dijo:

−Solo quería leer las palabras de mi “padre”, Joanot, el me creó y los que las leyeron, esas palabras, me dieron la vida. El tiempo me hizo inmortal. Pero solo deseo volver a mi querida Bizancio junto a mi amada Carmesina. Solo el amor logra mantenerme vivo más allá de la vida.

Si. El Amor, como la Historia, nos mantienen vivos más allá de la vida. Mi Caballero Blanco tenía el secreto de la eterna juventud.
Y marchamos del Museo sin mirar atrás, no había porqué, la Historia y las Leyendas, estaban a nuestro alrededor y así sería siempre, formando parte de nosotros, de todos y cada uno de nosotros. 







“…Tirante tenía la mano sobre el vientre de la princesa, y Placerdemivida tenía la mano sobre la
cabeza de Tirante, y cuando notaba que la princesa se dormía, aflojaba la mano y entonces Tirante
tocaba a su gusto. Y cuando iba a despertarse apretaba la cabeza de Tirante y éste se estaba quieto.
Con este entretenimiento pasaron más de una hora, y él no cesaba de tocarla. Cuando
Placerdemivida comprendió que ella estaba bien dormida, aflojó del todo la mano a Tirante, y él,
con cuidado, intentó dar fin a su deseo; pero la princesa empezó a despertarse y, medio dormida
dijo:
–¿Pero qué haces, desventurada? ¿No me puedes dejar dormir? ¿Te has vuelto loca que quieres
intentar lo que es contra tu naturaleza?
No pasó mucho rato hasta que ella conoció que era más que mujer y no lo quiso consentir y
empezó a dar gritos. Placerdemivida la tapaba la boca y le dijo al oído para que ninguna de las otras
doncellas pudiese oírla:
–Callad, señora, y no queráis difamar vuestra persona. Mucho me temo no vaya a oíros la señora
emperatriz. Callad que este es vuestro caballero que por vos se dejaría morir.
–¡Oh, maldita seas! –dijo la princesa– ¡Que no has tenido temor de mí ni vergüenza del mundo!
¡Sin que yo supiera nada, me has puesto en tan gran apuro y difamación!
–El mal ya está hecho, señora –dijo Placerdemivida; poneos remedio a vos y a mí, y paréceme
que callar es lo más seguro y lo que más puede servir en este caso.
Tirante, en voz baja, le suplicaba tanto como mejor podía. Ella, viéndose en tan estrecho paso, que
de un lado la vencía el amor, y del otro el miedo, pero como el amor superaba al miedo, decidió
callar y no dijo nada…

(Tirant lo Blanch, de Joanot Martorell, fragmentos)




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telf.: 96 370 11 05 /96 370 11 78


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FOTOGRAFÍAS: Santiago Navascués Ladrón.
TEXTO: Yolanda T. Villar.